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Música
De los Andes a Soriano

Rolando Bruno: el “hombre orquesta”, adicto a Alf, que acribilla a “cumbia del altiplano”

El argentino, ex Los Peyotes, fue poseído por el sonido de la “chicha” y configuró un formato para presentarse solo ante el público.

19.01.2023 13:43

Lectura: 7'

2023-01-19T13:43:00-03:00
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Por Manuel Serra

Llegar, armar, tocar se titula el último disco de Jorge Nasser, el histórico cantante vernáculo, haciendo referencia a lo primigenio de la música: el show en vivo. Y también a otra: cuando uno tiene éxito —o muchas ganas— y sale a girar por diferentes lugares. Sin embargo, no es siempre algo fácil de hacer, por no decir casi nunca, y acarrea un sinfín de problemas logísticos.

Rolando Bruno, ex guitarrista de Los Peyotes, legendaria banda del garage rock argentino de finales de los noventa y los dos mil, parece haber encontrado una solución a esto: convertirse en un “hombre orquesta”. O, como lo define su propia gacetilla de prensa, en inglés, en “one man band”.

Con pistas MIDI, largadas desde un iPad, se presenta con sus guitarras eléctricas dispuesto a compartir el género que lo volvió loco: la cumbia del altiplano. Quizá la referencia más directa que podemos tener de su sonido son Los Mirlos. Pero no contento con este tipo de música, se dispuso a mezclarlo con su propia historia y consiguió un nuevo rótulo para definirse: el de cumbia thrash. Y parece ser de los pocos músicos que se sienten contentos —o así lo muestra en la entrevista con LatidoBEAT— de una taxonomización.

Dicho esto, también cabe decir que tiene su propia banda que lo acompaña cuando la ocasión lo amerita. Se llama el Grupo Arevalo, son ocho personas y lo siguieron en diferentes viajes por el mundo. Sin embargo, no siempre es fácil juntarlos a todos. Es por eso que en su show en Uruguay, Rolando viene solo. Aunque decir que viene solo es fallar a la verdad, porque viene también con su otra obsesión: Alf, el bizarro muñeco que lo persigue a todos lados y es parte fundamental de su estética.

Hasta ahora, mucha data, quizá demasiada, e incluso para quien escribe lo es. La única forma de sacarse las dudas de este peculiar personaje que pisa suelo oriental es yendo a La Cretina (Soriano 1236) este jueves 19 de enero donde se presentará en vivo. Y ahí, quizá, podremos entenderlo un poco más. O no, pero, al menos, sí podremos entregarnos al ritmo eterno de sus acordes andinos.

¿Cómo es ser la persona atrás —y adelante— de una “one man band”? ¿Es por una búsqueda de independencia que te dé más libertad a la hora de tocar?

Bueno, lo siento de manera natural, porque empecé como “one man band” jugando solo en mi casa, grabando cumbias, era algo nuevo para mí que vengo del garage rock y capaz no tenía amigos músicos para compartir ese nuevo flash.

Y así, en ese formato: pistas, guitarra y voz me lancé al ruedo. Te da mucha libertad, pero nunca lo hice por necesidad de estar solo, más bien se dio. Es muy cómodo a la hora de programar shows, por la disponibilidad, pero, bueno, a veces en las giras o post shows, extrañás estar en una banda, más que nada para hacer un par de bromas.

En ese sentido, además de tocar solo, como “hombre orquesta”, también tocás con tu banda, el Grupo Arevalo. ¿Cómo diferenciarías, precisamente, el estar solo y el estar acompañado?

Estar con la banda es un lujazo, son tremendos músicos y grandes personas. Por suerte, se armó un grupo hermoso y realmente nos divertimos mucho. Cuando se alinean los planetas y podemos tocar los ocho es realmente increíble para mí. Y ahora que hace unos tres años o más que tenemos la formación definitiva, hay mucho material inédito que saldrá a la luz este 2023 donde el Grupo Arevalo metió mano en el proceso creativo. Eso es un plus que solo no podría alcanzar.

Con la banda ya giraron por Europa y diversos países, vos ya lo habías hecho anteriormente. ¿Qué te deja como artista tocar para públicos diferentes?

Creo que luego de viajar tanto, tengo la sensación que, en definitiva, todos los públicos tienen algo en común, al menos los que vienen a verme, y es disfrutar de la música. Sin posturas, solo diversión, y digo desde público de Chile, España o Japón. Durante la pandemia, muchos me escribían desde distintas partes del mundo, y me decían más o menos lo mismo: “gracias por tu música, me hace sobrellevar este encierro de una mejor manera" o “me hace feliz”. El poder viajar y tocar en distintos países es algo invaluable para mí; poder compartir con colegas y ver que al final casi todos manejamos los mismos códigos. Lo que me deja es felicidad pura. 

Foto: Cortesía de producción

Foto: Cortesía de producción

¿Cómo se metió en tu cuerpo la música del Altiplano?

Eso viene de escuchar mucho rock peruano de los sesenta y setentas, empezando por los Saicos, Shain´s y los York´s, estos últimos tienen un tema que se llama “Pronto un doctor”, un beat con percusión latina, y ese fue el puntapié para buscar cumbia peruana. ¡Empecé por Los Mirlos y así apareció la cumbia psicodélica en mi vida! 

¿Pensás que ingresar en este mundo es un camino de ida?

Si hablamos del estilo musical, creo que ahora las canciones nuevas que estoy haciendo distan bastante con la cumbia chicha o la cumbia psicodélica. Sigo siempre con un barniz tropical, pero explorando estilos de otras latitudes. Si preguntás por la música como estilo de vida, lo mío al menos, es un camino de ida.

La gacetilla de prensa te rotula como “cumbia trash”. ¿Te sentís cómodo con esa categoría?

Sí, jaja. Yo me auto percibí así: para unir mi lado visual, desde la ropa hasta las gráficas, con mi humor bizarro que se nota en ciertas canciones o sobre todo en algunos covers que hago en versión cumbia. 

¿Qué le dirías a alguien que nunca te fue a ver y no sabe con qué se va a encontrar?

Que el show que hago es apto para todo tipo de público, desde gente que le gusta el rock, la cumbia o los que solo quieren divertirse, que podés bailar y disfrutar o analizar mis solos. Lo que no podés hacer es quedarte en tu casa. 

Sé que tenés amigos uruguayos, pero ¿cómo definirías a nivel macro tu relación con nuestro país?

¡Claro! Mi relación con Uruguay viene obviamente por la música, desde que fui por primera vez cuando tocaba en Los Peyotes, a mitad de los años 2000, y también por escuchar música de allá. Creo que Los Mockers es una de mis bandas favoritas. Siempre se la pasa bien, tengo varios amigos y colegas que admiro y respeto. ¡Hace mucho que no voy, así que estoy ansioso por estar ahí! 

Si no hago esta pregunta me matan, ¿de dónde y por qué salió tu obsesión con Alf?

¡De chico! Siempre me gustó Alf, pero cuando apareció internet, donde podés bucear y encontrar de todo, me bajé todos los capítulos, los volví a ver y me parece que no tiene fecha de caducidad. Muero de risa. Además, me parece super flashera y absurda la forma de Alf, ¿cómo se le habrá ocurrido? No es el típico alien que vemos en cualquier otra serie o dibujo animado. Ahora con los viajes he podido conseguir posters, vinilos y demás merch de él. Hace unos años, toqué en Bélgica y sabían de mi obsesión, bueno... decoraron el escenario con treinta Alfs de peluche de todo tamaño y tipo jaja… Fue tremendo, me regalaron uno, ¡es el que maneja la orquesta midi cuando toco solo! 

Foto: Cortesía de la producción

Foto: Cortesía de la producción

Por Manuel Serra