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Música
El Sapo Ruperto

Roy Berocay, un legado de literatura, música y generaciones que se renuevan

Ruperto Rocanrol, la banda de música infantil, se estará presentando en la Sala Zitarrosa durante las Vacaciones de Julio.

06.07.2022 11:58

Lectura: 15'

2022-07-06T11:58:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

El sapo más conocido de la literatura infantil uruguaya, fue casi que obra de la casualidad. Roy Berocay, ese hombre que es referente de los cuentos para niños, de nuestros cuentos para niños, antes de ser escritor infantil, fue padre. En ese entonces, inventaba cuentos para sus hijos por la noche. 

Una de aquellas veces, estaban de vacaciones en Parque del Plata, a media cuadra del arroyo Solís Chico. Allí, uno de sus hijos encontró un sapo y, por alguna razón que no conoce, Berocay se refirió a él como el Sapo Ruperto. "Nunca voy a saber por qué le puse ese nombre, porque no conocía a nadie que se llamara así", dice. 

Por la noche, apareció el primer cuento con el Sapo Ruperto como protagonista, pero de forma oral, a sus hijos. Luego vendría otro. Y otro. Y otro. Y así, esas fueron las vacaciones en las que apareció este personaje ficcional de los cuentos para niños. 

Después de su primera novela, su editor lo llamó para que escribiera literatura infantil y así fue como apareció el Sapo Ruperto como personaje de ficción ya mucho más claro. Ya mucho más amplio. Ya mucho más popular. Y Berocay, para resumir la historia, hace un chiste: "los escribí, se publicaron y me volví multi millonario y famoso, así como J.K. Rowling". 

A partir de ahí, todo empezó a crecer. Pero ese Berocay, ese escritor, también fue desarrollándose en la música, que era una de sus vocaciones más presentes. Tanto es así, que con el nombre de Ruperto, y con dos de sus hijos, creó una banda de música infantil (aunque podría no serlo) llamada Ruperto Rocanrol. 

Esa misma banda, que ahora viajará al espacio para presentarse, estará en la Sala Zitarrosa, en Montevideo durante las Vacaciones de Julio. 

¿Qué es una banda para niños? ¿Qué la diferencia de una banda para adultos?

Desde un punto de vista musical, ninguno. Al menos para nosotros. Nosotros no rebajamos la propuesta pensando que es para niños. De hecho, yo creo que si vos agarraras un buen porcentaje de las canciones de Ruperto Rocanrol y les pusieras una letra para adultos, funcionarían igual. Lo que cambia, justamente, es en los textos, a lo que apuntan, a los miedos de los gurises. Esa sería la gran diferencia con el tema de los adultos, pero desde un punto de vista musical es ninguna la diferencia. Y, es más, yo creo que la música para niños te exige más en el sentido de que vos estás tratando de mantener la atención de un niño y en show de una hora. No es fácil eso y, a veces, se extiende porque hay mucha participación y habremos tocado una hora y cuarto, y los gurises están a 220. Entonces, esa es la propuesta, que los niños se sientan libres, que salten y bailen. Al adulto uruguayo, generalmente, le cuesta más ir soltándose, y es diferente. Es totalmente diferente en ese sentido. Una banda de rock generalmente también, pero en el hecho de lo que demoran en engancharse y soltarse sí hay diferencia. Los niños son como automáticos, arrancaste y están todos saltando.

Foto: Pata Eizmendi

Foto: Pata Eizmendi

¿Podrías hacer esta banda si no fuera con tus hijos?

No. Ruperto Rocanrol solo tiene sentido con mis hijos. Alguna vez que alguno no puede hemos usado algún músico suplente, no es porque sea menos músico la palabra "suplente", y no es lo mismo. Porque, a parte, ya obviamente yo los conozco desde que nacieron, pero en la banda ya llevamos trece años juntos y, a su vez, yo no sé si no es por un tema de parentezco, de relacionamiento, que hay un funcionamiento casi telepático. Nos miramos y ya sabemos lo que vamos a hacer. Eso es muy difícil de lograr con otra gente.

Por eso, para mí Ruperto Rocanrol solo tiene sentido siendo nosotros. Una vez, incluso, que no podía ninguno de los dos por la otra banda que tienen, que es otro trío de Berocays, tocaban en La Plata. Ya teníamos esa fecha y fui con batero y bajista suplente y era Roy Berocay con dos músicos, no era Ruperto Rocarnol exactamente.

Si se habla de Roy Berocay, se habla de un escritor. ¿A ti te cuesta verte como músico?

Es que es mi vocación. Cuando era adolescente, yo quería ser músico. En mi casa le decía a mis padres que yo quería ser músico. Y ellos me preguntaban de qué iba a vivir. De alguna manera, el escritor fue una cosa que fue surgiendo paralelamente y se dio en la época de la dictadura que tocar en bandas estaba bastante complicado, se fue desarrollando el tema de la escritura, que tampoco publicabas, pero se fue desarrolland. Después, con la vuelta, yo ya tenía una novela escrita y se publicó en el ´86. Y fue a partir de Las Aventuras del Sapo Ruperto que la cosa empezó a crecer. Y ahí estuve un tiempo, bastante, sin tocar en bandas, porque tocaba en casa, hasta que surgió lo del Conde Saint Germain ya en los ´90. Y además siempre toqué en bandas, pero la gente no necesariamente sabe que yo estaba ahí. Y no me molesta, obviamente, pero igual desde ya hace bastante tiempo yo creo que se ha dado más bien a partir de los Cuentos de la Selva con el Ballet del Sodre, la Sinfónica Juvenil, con Ruperto Rocanrol, que fue de las cosas más lindas que hice en mi vida con la música, ahí apareció ese "ah, es músico también". Mi mujer siempre se ríe porque de pronto me vienen informes de los libros vendidos de la editorial y de pronto me fijo en Spotify mi disco solista que grabé en la pandemia y estoy re contento si hay una persona escuchando, cuando, de pronto, hay no sé cuanta cantidad de gente leyendo los libros. La música ocupa mucha parte de mi vida, realmente.

¿Cómo hizo Ruperto para llegar a los niños en una época donde la mayoría del consumo cultural es video o televisión?

Si yo tuviera una especie de fórmula, o algo, la patentaría. Pero, en realidad, es algo que se fue dando y es algo que yo me lo pregunto mucho, hay videojuegos, hay esto y lo otro. Y los gurises dicen que leyeron el libro de Ruperto y es un personaje que nunca estuvo en la televisión, que no tiene un dibujo animado. Estuvo en teatro hace diez mil años en unas obras que hizo El Galpón. Pero es todo muy analógico. Yo creo que hay una mezcla de cosas ahí. Primero, creo que el humor. Segundo, al principio, porque ahora ya es más común, el lenguaje, porque cuando arrancó Ruperto los personajes de los libros infantiles no hablaban como hablan los niños de acá. Eso yo lo sé porque me lo dijeron muchos niños en esa época. Me decían que Ruperto habla en uruguayo. Eso también.

Y yo creo que hay una cosa que tiene que ver con el origen, que se filtra entre líneas, lo afectivo. Yo lo hice pensando en mis hijos y todos los primeros libros cuando eran chicos los escribía pensando para ellos. Yo creo que eso, de alguna manera, se filtra. Y la última cosa, es el punto de vista. Vos podés escribir para niños siendo el adulto, que le escribe para enseñarle algo, para bajarle línea, o escribir desde el punto de vista del niño. Ser cómplice. Y no tratar de enseñarle algo, decirle para dónde tiene que ir. Tirarle la historia lo mejor que pueda, pero tratar de verla con sus ojos. Y ahí alguien me dice, ¿cómo se hace eso? Y yo qué sé, no sé si es un don o soy tremendamente inmaduro. Todavía estoy tratando de definir eso.

Dijiste, alguna vez, que escribir para niños es una primera línea de combate en una guerra no declarada. ¿Y hacer música para niños?

También. Yo me planteo lo mismo. Si los niños leen a los autores uruguayos de ahora, o a los que sean, quién va a leer a los grandes autores, a los clásicos, dentro de quince años. Lo mismo se aplica al teatro infantil, a la música infantil, a todo. Ser la primera experiencia musical, la primera vez. Hay padres que los traen y tienen dos años los gurises, y los ves a upa haciendo palmas y contentos, y eso no se olvida más. Es como que les va picando el tema de la cultura, de la música, del teatro, de la literatura, y muchos siguen después y siguen leyendo y agarran para otras cosas, y es como que vos les abrís una puerta. Es como un muro de contención contra mucha basura de cosas que los sepulta a los gurises cotidianamente.

¿Por qué en vacaciones de invierno Ruperto se va al Espacio? ¿Por qué el Espacio?

Nosotros tenemos, tradicionalmente, dos tipos de espectáculos, que es el show estándar, que te llaman de Paysandú o de algún lado y vas y tocás. Capaz que suena pomposo decir un "grandes éxitos", pero son los temas que mejor funcionan en vivo. Es un show que venimos reproduciendo y modificando en detalles y esto desde el principio.

Pero siempre en Vacaciones de Julio nos planteamos hacer algo distinto y hemos hecho cosas muy temáticas. Me remonto a Ruperto Rocanrol y el Fantasma Burlón, Ruperto Rocanrol y el Secreto de la Felicidad, Ruperto Rocanrol de terror, El cumpleaños de Ruperto y siempre esas cosas tienen como una unidad temática y se escriben como historias que tienen que ver. Componemos canciones que tienen que ver con ese show, situaciones o sketches que tienen que ver, y armamos algo que es completamente diferente al show que hacemos habitualmente.

Entramos a pensar y llegamos al espacio y dijimos, ¿por qué no? Y entramos a delirar. Proyecciones y las estrellas, y lo íbamos a hacer en 2020 esto, y la pandemia lo pasó para el 2021 y de vuelta para este año. Nosotros siempre nos planteamos una cosa, yo le llamo "la estética chobis", onda con lo que hay, medio accesible. Pasamos de tener unas luces y una puerta de una heladera vieja a tener una nave espacial con cosas de tres metros de altura. Una apuesta zarpada, y animaciones, trajes espaciales, cascos, y la cosa empezó a crecer. Es un equipo como de veinte personas. Filmar cosas con croma atrás. Hay un par de productoras que están trabajando en esto porque no lo podemos hacer solos, como hacemos normalmente que lo hacemos todo nosotros. Y diseñadores, y gente que filmó, las escenógrafas, gente que se va a ocupar de proyectar, y tenés como un rompecabezas enorme que recién vas a juntar las piezas una semana antes de las vacaciones. Y además por primera vez vamos a tener un personaje en vivo, aparte de la banda, que va a estar todo el espectáculo, que es el Señor Siniestro, que es el enemigo de Ruperto, que va a estar haciendo sus maldades, tratando de que nosotros no toquemos, y va haber todo una interacción y va a estar el Fantasma Julito, que es un personaje nuevo que fue surgiendo en los toques de Ruperto Rocarnol. Alguna vez subió el Sapo Ruperto al final, pero ahora tener un actor con letras, interacción, ya te cambia un poco la cuestión. Es un espectáculo multimedia, diría, más que un recital.

Los niños que empezaron a conocer a Ruperto, el sapo, hoy quizá tengan treinta años. ¿Por qué crees que a los hijos de ellos podría interesarles tu música?

Porque los vemos en todos nuestros toques. La cantidad de gente que aparece, parejas jóvenes con niños de dos, tres, cinco años que vienen y dicen que leían mis libros de niño y traen a sus hijos a vernos es bastante grande. Y es como muy emocionante esto. Fijate que llevamos trece años y hay gente que te dice que nos veía cuando tenían diez años y vienen con 23 años, y capaz que tiene un niño de un año y lo trajo a upa. Eso realmente es muy conmovedor. Y porque se da como una continuidad generacional, que también se da en los libros. ¿Por qué? No tengo ni la menor idea.

Es una continuidad que empieza con la literatura y que termina con la música.

Claro. Porque se traslada también.

Foto: Pata Eizmendi

Foto: Pata Eizmendi

¿Cómo es transmitirle un género, como es el rock, que suele asociarse a contextos poco amigables para los niños, a los niños?

Para empezar nosotros nos llamamos Ruperto Rocanrol, pero cualquiera que vea un espectáculo nuestro sabe que hacemos también pop, que mezclamos murga, música brasileña, hasta cachos de reggeaton con rock pesado, no es que sea todo igual. De hecho, nosotros siempre nos planteamos que todos los temas sean como medio diferentes entre sí. Pero lo que sí descubrimos que hay como una cosa primitiva que tiene el rock, que tiene que ver con el ritmo, el latido. Los gurises responden mucho a eso. Te cuento una experiencia. Una vez teníamos unos toques para escuelas en Maldonado y habían agendado uno que era para jardines de infantes. Entonces, salimos a escenas y veías las cabecitas apenas por encima y terminaron todos los gurises adelante del escenario saltando y bailando. Y respondían más a los temas cuanto más fuerte, más pesado y más batería marcada tuviera, y más distorsión, más agitaban los pibes. Los niños tienen esa cosa que debe venir de la época de las cavernas, esa cosa tribal, que responden. Y el rock tiene eso, que me parece que no tienen otros géneros tanto. Además, el tema de la libertad. Nosotros les decimos que pueden saltar, si quieren bailar bailan, si quieren pararse de cabeza se paran de cabeza. Y cuando hacemos shows así tipo extensión escolar que tenés 400 niños y diez maestras es El señor de las moscas. Haciendo trensito por los pasillos, saltando, revolean las moñas, es una cosa buenísima. Y hay un gran porcentaje de las maestras que están bailando y agitando con unos niños y otras están mirando.

Hay algo esencial de cómo el humano recibe el rock.

Yo creo que sí, lo básico. Una cosa medio primaria. Los niños no tienen esos filtros. Ellos responden al ritmo. Hemos tocado en escuelas rurales y son gurises que nunca en su vida habían visto una banda cualquiera en vivo, ahí al lado, y todos parados alrededor de la batería, como si estuvieran viendo una nave espacial, asombrados. Y después gurises que dicen que quieren aprender a tocar la batería. La batería es el instrumento que más les llama la atención a los niños chicos porque es pegarle a cosas, hacer ruido. Está fantástico.

¿Qué vería el Roy adolescente si ve al Roy adulto haciendo rock para niños?

Yo creo que se divertiría lo mismo que me divierto yo. Primero, que nunca se lo habría imaginado, pero creo que hay como una coherencia. Creo que estaría muy contento.

Foto: Pata Eizmendi

Foto: Pata Eizmendi

¿Y qué ve el Roy adulto viendo al Roy adolescente haciendo rock para adultos?

Fue una etapa muy intensa de mi vida. Yo empecé a cantar en bandas a los 16 años, toda la época pre golpe de Estado, tocábamos todos los fines de semana que había como bailes, bailes de música beat, que era rock, y los bailes de tropical. Entonces, en los bailes que tocábamos nosotros tocaban cuatro o cinco bandas y terminaba uno y subía el otra, y nos pagaban. De pronto, tocabas en dos o tres lugares por fin de semana. Pero hacíamos más bien covers, porque era lo que sonaba en la radio. En esa época lo que sonaba en la radio eran los Rolling Stones, Creedence, otro tipo de cosa que lo que suena ahora. Y la gente respondía a eso.

También la segunda banda que tuve, Década, la mitad de los temas que hacíamos eran propios. Y estaba bueno cuando la gente dejaba de bailar y se ponía a escuchar lo que estabas haciendo. Era como una señal de que estabas logrando algo. Así que yo pasé muy bien esa época, era divertido, íbamos a tocar. No sé cómo hacíamos porque nunca probábamos sonido, no había sonidista, llegabas y tocabas. Es una pena que no hay grabaciones, capaz que sonaba todo horrible. Con Ruperto Rocanrol estamos una hora probando sonido. Hay otra tecnología ahora, unos equipos bárbaros, y hay otra cabeza. Cualquier banda está una hora y media probando sonido.

Si quisieras hacer rock para adultos, ¿podrías?

En la pandemia grabé un disco solista que se llama El Replicante, que está en Spotify, pero que es más bien disco folk, que lo grabé solo en el garage de casa y después lo produjeron mis hijos. Pablo le agregó teclados y bajos y alguna batería, sin ninguna pretensión. No es que ahora voy a largar mi carrera solista, pero mi idea era empezar a tocar en lugares chicos y vino la pandemia, y todo ese plan quedó. Yo estoy muy contento haciendo lo que hago, también hago música para otras cosas, acabo de hacer la música para un documental, he hecho música para el Ballet del Sodre, para el Coro de Niños del Sodre. Estas vacaciones de primavera se estrena Pateando lunas, el musical, que yo hice todas las canciones también y me gusta mucho hacer esas cosas. Estoy grabando audiolibros y algunos llevan música y les grabo la música también, entonces mi parte musical está más que colmada. Tampoco necesito escribir para adultos.

Por Federica Bordaberry