Por Catalina Zabala
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Rozalén siempre vivió para cantar, pero no esperaba cantar para vivir. La música siempre estuvo presente en su vida, como algo que le salía de los poros. Como otra manera de respirar. Estudió psicología y musicoterapia como método para aterrizar sus dos pasiones: la música y ayudar.
Su especial sensibilidad por entender los problemas ajenos condicionó su vida, y hoy, tras varios años de una carrera musical que vive como servicio al prójimo, habla también de sus experiencias vitales a corazón abierto.
Su público es predominantemente de su tierra natal, España, pero aún así no entiende de fronteras. Este 2024 se presenta en Latinoamérica una vez más, con paso por Montevideo en el teatro El Galpón. El show tendrá lugar el 10 de octubre, y las entradas pueden adquirirse aquí.
¿Cómo definirías lo que fue tu carrera hasta el momento?
Hacía tiempo que no me preguntaban algo así. Es que claro, yo no pensaba que me iba a dedicar a esto. A mí lo que me ha pasado me parece un regalo continuo. Sí que hago canciones desde muy niña, canto desde que hablo, toco instrumentos desde los siete años, pero yo pensaba que iba a ser un hobby o un complemento. Estudié psicología y musicoterapia porque era a lo que me iba a dedicar. Me parece un regalo del cielo continuo.
Es algo a lo que también me he tenido que adaptar, para lo bueno y para lo malo, pero me siento superafortunada. Y creo que es una carrera que también, aunque hubo un disco que dio mucho más de qué hablar y con el que me reconoció mucha gente, que es Cuando el río suena, sí que creo que es una carrera muy “a fuego lento”, de “caldito con reposo”. Es mi equipo de siempre; es algo muy familiar, como muy sencillo.
¿Qué artistas tenías en mente como inspiración para dedicarte a esto?
Mis playlists son exactamente como mis influencias: son una locura. Me encanta la música, toda. Al principio tenía mucha parte de folclore, porque es de donde vengo. Lo que más escucho es música de autor, de trova, eso también lo escucho desde niña, y es lo que yo hago sobre todo. Pero escucho mucho rock, mucho punk, hip-hop desde cría, me encanta la electrónica, me encanta la copla, tengo playlists muy locas. Encima me gusta mucho escuchar lo que va saliendo nuevo: escucho urbano, escucho reguetón, escucho de todo.
A la hora de hacer los discos, yo creo que se nos nota ese punto ecléctico y de no prejuicio. Hay canciones que a lo mejor cuidan un poco menos las letras, y a mí a lo mejor lo que me interesa es el sonido, entonces lo que no me gusta o lo que no me parece que me aporte nada, directamente no lo escucho, pero no lo juzgo. De lo demás, hay días que necesito escuchar Violeta Parra, y otros que necesito perrear hasta el piso y escuchar a Bad Gyal, yo qué sé.
¿Cómo hace el artista para, sin intención, no terminar imitando a los artistas que admira? ¿Cómo aprende de ellos y genera lo propio?
Te diría que mentiría si te dijera que estoy haciendo algo nuevo. Para nada. Yo copio muchas cosas, o estoy escuchando una canción y digo “Dios, quiero hacer algo parecido a esto”. Y en cuanto empiezas a hacer algo así, empieza a modificarse y acaba en otra cosa, pero claramente se ve la influencia. A mí eso no me parece mal, me parece bonito. Copiar al 100% no, pero que se note que has escuchado algo, claro, porque todas esas mezclas al final sí que hacen algo que pueda parecer único.
¿Cómo fue trabajar con Estopa, referencia en España, y con Kase-O, de un género totalmente distinto?
Yo soy una artista bastante extraña en eso, porque es verdad que he hecho canciones con gente muy, muy diferente. Aquí estamos tocando en festivales de rock, de punk, pero luego en indies, en otros más comerciales... entramos en muchas cosas. Y yo creo que eso precisamente es porque tengo un color de voz, por lo que me dicen, que pega en muchas cosas muy diferentes, tengo un puntito rockero, escucho rap desde pequeña. Con Kase-O tengo la suerte de escucharlo desde cría, y ahora encima que sea mi amigo y que me diga “ponte a rapear”, entonces intento aprender, intento evolucionar.
Luego lo de los Estopa, esa canción yo sé que es de las que cantaré toda mi vida. Tuve la suerte de que estos cracks la cantaran conmigo, encima nos queremos mucho, y yo cuando la hice fue precisamente con mujeres que estaban en tratamiento de cáncer, algunas recién diagnosticadas, otras curadas, otras que ya sabían que les quedaba poco, entonces fue como muy fuerte hacer esa canción, que fue para la Asociación Española contra el Cáncer. Aquí todos los años con una radio se hace como un himno que hable del cáncer, y a mí me tocó ese año.
La verdad que me metí mucho en el papel, entonces se ha quedado para la posteridad, y estoy superagradecida. Le tengo un cariño superespecial, y se la debo a todas las mujeres que me ayudaron a escribirla. Les pedí que me escribieran cartas, como si yo fuera un amiga que hacía mucho tiempo que no veían, entonces me encerré con todas esas cartas y salió esa canción.
Estudiaste musicoterapia. ¿Cómo complementaste esta carrera con la de hacer tu propia música?
Cuando terminé la carrera y luego el máster, yo ya estaba tocando en bares, pero no sabía que me iba a dedicar a esto. Siento que con mi carrera hay muchas cosas que mezclo, que tienen que ver con la musicoterapia, como esta canción del cáncer. El año pasado hice una sobre el suicidio, que me la pidieron también. La lengua de señas, hay muchas cosas que están muy relacionadas. Yo colaboro con muchas ONG o asociaciones y voy con mi guitarra, entonces a veces la manera de conocer una realidad, una cultura o lo que sea, es a través de la música, y todo eso lo tengo como muy mezclado.
Pero no he ejercido nunca como musicoterapeuta ni como psicóloga. Lo que estoy consiguiendo con la música es a lo que realmente yo me quería dedicar, pero de otra manera. Me acerco a las realidades a las que quería acercarme como psicóloga social, a través de canciones. Entonces de vez en cuando necesito hacer ese tipo de viajes, o tener esas experiencias, que son las que me ponen los pies en la tierra y me hacen conocer la realidad. Si tú no conoces la realidad, no puedes hablar de ella. Y a veces nos pasa que vamos tan rápido que se nos genera una burbuja de comodidad que no es real. Entonces hay que bajar, hablar con la gente y ver cuáles son sus problemas, si quieres hablar del mundo.
Se acerca tu gira por LATAM. Por experiencias previas, ¿cómo es el público de este lado del charco en comparación al español?
Pues hay bastantes cosas que destaco. Hay mucho que nos une, evidentemente, pero hay algunos países en los que el público es mucho más pasional. Tan pasional que incluso, a veces, es irracional. No conmigo, porque la gente conmigo no tiene ese punto de euforia, y me tratan de normal a normal, sino por lo que veo en general. Algo que sí que destaco mucho es el nivel de cariño; sois gente muy amable, muy cariñosa, y algo que sí que creo que es una diferencia, y que por desgracia es un contra para mi país, es que aquí yo siento que a muchos artistas a veces, por cualquier cosa, se les echa la cruz. Dejan de quererle de repente. A veces son motivos de peso, evidentemente, pero siento que en Latinoamérica hay una fidelidad que no se encuentra en otros lugares. Vosotros hasta llegáis a perdonar cosas porque hay cariño, porque admiráis las canciones. Te diría muchos ejemplos de artistas que aquí en España fueron un boom, y que ahora solo tocan en Latinoamérica. Hay muchos.
¿Cómo hacés para lidiar con eso? Capaz genera miedo el hecho de que cualquier cosa que hagas, de un día para el otro puede interpretarse mal, y el público que venías construyendo puede caer.
Eso sí que también es una cosa de los últimos tiempos, que tiene que ver con las redes sociales. Aunque tengas ahí mucha gente que te quiere, antes no pasaba. Tú no estabas al tanto de lo que se decía en la barra del bar, pero ahora sí que lo ves continuamente, entonces es un proceso de adaptación. El ser humano se adapta al medio, y hay cosas que por supuesto generan dolor, estrés, ansiedad, sobre todo que te juzguen todo el rato. Pero yo encima tengo suerte, aunque muchas veces “me han dado”, porque creo que paso muy desapercibida en muchas ocasiones. Pero sí, es algo que ya no tiene que ver ni siquiera con la gente famosa.
Ahora cualquier persona puede sufrir cualquier tipo de violencia verbal por redes sociales, que te haga sentir mal. Pero la vida no es las redes sociales. De hecho hay quien vuelca su odio y quien dedica ahí su tiempo, pero es gente que se tiene que arreglar cositas y que no está siendo feliz, porque si estás disfrutando de la vida no estás mirando el teléfono. Aun así yo, cuando no tengo herramientas y veo que no sé gestionar las cosas, por supuesto que voy a terapia, y voy a una psicóloga maravillosa que de vez en cuando me echa el cable.
Tu nuevo álbum, El abrazo habla de experiencias muy personales. ¿Cómo aprende el artista a abrirse totalmente en sus composiciones, que luego serán conocidas por millones de personas?
Yo desde el primer disco voy cantando mi vida. Hay secretos que me guardo, hay cosas que son íntimas y que nunca cuento, pero tengo mucha facilidad para hablar de lo que es vulnerable para mí, o lo que me hace daño, porque creo que todos sentimos lo mismo, y más en este disco que algo que puede provocar dolor es algo tan natural como la muerte. Lo que pasa es que nunca había perdido tanta gente tan cercana, y sobre todo un padre, y de golpe, eso es dolorosísimo. Pero no lo digo con victimismo, porque es que hay amigas que tengo que perdieron a su padre con siete años, o que han tenido un mal padre, o que no lo han conocido directamente.
El duelo, la muerte y la enfermedad son cosas con las que tenemos que convivir bastante. Feliz ha sido mi vida todo el rato, y bastante he podido disfrutar de los míos. Entonces hablar de eso no me cuesta trabajo, y de cosas que cuestan más dolor o polémica también me gusta hablar, porque creo que lo digo con toda honestidad y con trasparencia. Y cuando hablo de cosas que observo, también intento tener empatía y entender por qué la gente piensa diferente a mí, o por qué te agrede. Pero creo que sí, que la empatía juega un papel importante para el bienestar de una sociedad.
¿Qué podemos esperar de esta gira? ¿Qué se puede adelantar?
Algo que va a pasar y que ya no pasa en España. Aquí tenemos muchísimo público afortunadamente, en Latinoamérica cada vez es más, pero es todo más lento, porque yo encima no voy tanto como debería. Entonces volvemos en formato acústico, que eso hay mucha gente que aquí lo echa de menos. También es bonito para mí volver a sitios más pequeños, a cantar con dos guitarras, incluso también con la mía. Sí que va a estar Beatriz Romero, mi intérprete de lengua de señas, por supuesto. Pero eso, para mí es volver un poquito al principio, que sienta muy bien al ego, y porque también puedes cuidar de otra manera a la gente. Cuando estás tocando en un sitio más pequeño, puedes ver a la gente muy cerca, puedes luego hablar con casi todo el mundo, y eso es súper súper hermoso. Está bien tener esas dos cositas.
Por Catalina Zabala
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