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Historias
Entre flores de jacarandá

Rubens Fernández: esculturas nacidas de curvas, colores vibrantes y formas inusuales

La obra del escultor uruguayo se encuentra expuesta en el jardín del Museo de Artes Visuales, estrenado por primera vez con su muestra.

15.01.2024 15:38

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2024-01-15T15:38:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

En Sarandí, casi en la esquina con Misiones, hay sobre la calle peatonal una escultura de un color verde agua metálico. Entre las baldosas, encajado, hay una base de cemento negra. Sobre ello, cilindros de acero enredados. El nombre de esa pieza es “Abrazo” y fue colocada en 2019 por iniciativa impulsada por Sodre y Paseo Cultural de Ciudad Vieja.

Es, de forma abstracta, un abrazo entre dos personas.

Frente al Palacio Legislativo, específicamente en la Plaza Michelini-Gutiérrez Ruiz, hay otra escultura, colocada en 2020. Tiene un oval que, de forma abstracta, representa a la democracia. Es, en definitiva, una pieza que interviene en el pueblo y que espera al poder que emana para ser entregado a los gobernantes.

En una de las cuatro esquinas que forma el cruce entre Bulevar Artigas y Bulevar España, hay otra. Se irgue, allí, una escultura amarilla inaugurada en 2018 bajo el título de “Espacio-Tiempo”. Es, en parte, un homenaje a los arquitectos y, específicamente, al arquitecto Carlos Reverdito.

Esa misma obra, más bien su maqueta, se encuentra en el jardín del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV). Es, de forma abstracta, una representación de la Teoría de la Relatividad de Einstein. Según el científico, el espacio tiene cuatro dimensiones: las tres espaciales tradicionales y el tiempo. Gracias a ese postulado es que concluyó que la trayectoria de los cuerpos, bajo la fuerza de la gravedad, son líneas curvas.

Fotos: Federica Bordaberry

Fotos: Federica Bordaberry

El autor de estas tres obras (y de varias otras) es el escultor uruguayo Rubens Fernández (1954). Aunque ahora está exponiendo en el MNAV, en una muestra que irá hasta el 28 de abril de 2024, la obra del artista está, de forma silenciosa, en varios rincones de Montevideo. También está en otras partes del país como Solanas, en Punta del Este.

Un conjunto de obras que, por esencia, se integran con el paisaje urbano. Aunque heterogéneas, tienen un denominador común: son, claramente, de Rubens Fernández.

“Casi todas ellas son obras grandes, estas son bocetos”, dice Fernández, mientras camina por el jardín diseñado por Leandro Silva Delgado, uno de los principales paisajistas uruguayos. “Forma curva color”, el nombre de la muestra, es la primera que se realiza afuera. En definitiva, la que estrenó el jardín del MNAV el 26 de octubre de 2023.

Fotos: Federica Bordaberry

Fotos: Federica Bordaberry

“He hecho unas cuantas exposiciones y considero que este lugar es de los más importantes. Es un privilegio haber inaugurado este jardín, por ser el del Museo de Bellas Artes, un museo que tiene 112 años de vida”, agrega.

Pero, además, el hecho de estar en ese jardín implica ser la entrada artística para los que asisten al museo. “Vienen escuelas, vienen niños, gente que sabe mucho de arte y gente que no sabe nada de arte, no importa. El arte no hay que entenderlo, hay que valorarlo, observarlo, pienso que es así”, comenta. 

Gran parte de las obras allí presentadas son de chapa de acero y pintura. Son sólidas. Por eso, están aptas para estar expuestas al aire libre, en un jardín. “Muchas de estas obras han estado en el este, cerca del mar, y se han deteriorado, pero mínimamente”, explica el artista. 

Dentro de ese conjunto de obras, hay varias que están vinculadas a la parte emocional de los humanos. Otras, están vinculadas, más bien, a lo científico, a lo racional: “conjugan porque somos seres vivos, y vivimos en la naturaleza, así que esos vínculos se dan”.

Frente a una de sus obras color amarillo, una suerte de esfera hecha de tiras gruesas de metal que se hunden sobre sí mismas, es que Fernández explica que, como parte de una serie llamada Nudos, esa se llama “Caminos” (2010) porque alude al inevitable cruce de caminos en la vida. En esa serie “hay como siete u ocho obras diferentes, todas con nudos, con diferentes formatos y cromación, pero que definen el tipo de obra”, explica. 

Lo que todas tienen, como parte de la identidad artística de Fernández, es el uso de la línea curva. La forma curva tiene sensualidad y “lo tomo como parte de una expresión de cariño, de sentimiento, me atrae mucho más la línea curva que la ortogonalidad”, comenta. Cita, entonces, al arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, el creador de Brasilia, como otro enamorado de la curva. Al igual que él, Fernández dice que la curva le es “mucho más cómoda sensorialmente y visualmente, me da ese regocijo que te da la obra”.

Fotos: Federica Bordaberry

Fotos: Federica Bordaberry

El apellido de Rubens, en principio, se asocia al apellido compuesto que usaba su padre: Fernández Tudurí. Y al que usaba su abuelo, padre del anterior: Fernández Volonté.

Frentista (hacía frentes) y ceramista el abuelo, escultor el padre. Nació al lado del arte y “cuando era un niño muy chiquito, ya jugaba en el taller y hacía de todo”. Su familia, entonces, también fue escuela de técnicas y de procesos de producción de piezas artísticas. También esto: “lo más importante, que es intentar definir tu estilo, honestidad, trabajar con lo que uno crea, no imitar”.

El arte abstracto, el que crea actualmente, está en la otra vereda del arte figurativo. A diferencia de éste, lo abstracto no representa cosas de la realidad, sino que propone una nueva. Existe independientemente de la realidad. De hecho, los más radicales plantean que el arte abstracto, en verdad, no representa nada. Sin embargo, como el humano, que es quien crea y quien observa la obra, es decodificador de la realidad, se trata de una teoría imposible de convocar en términos prácticos.

“Arte es cualquier cosa que uno exprese. El arte se puede definir de muchas maneras, y yo mismo sé definirla de muchas, pero una de las que más me gustó es que el arte es forma”, explica Fernández. ¿Por qué forma? Porque forma hay en la escultura, es cierto, pero también en la literatura, en la pintura, en la música, en la danza, en el teatro.

La forma es lo que destaca, cree.

Frente a una obra de color rojo, titulada “Clip” (2020) explica que el origen de la misma fue un juego lúdico con un clip para enganchar papeles. Con siete ángulos diferentes, lo interesante es que podría asociarse al movimiento artístico MADÍ (una corriente artística abstracta surgida en el Río de La Plata en la década del 40). Sin embargo, no. No es eso. Fue un juego inocente.

“El color, para mí, es algo que identifica a la obra. No solamente la identifica, al estar pensada para el espacio, va a jugar mucho la luz y los climas”, comenta Fernández. Sus esculturas, entonces, suelen ser monocromáticas y con colores fuertes: naranja, rojo, amarillo, azul, verde.

En uno de los rincones laterales del jardín, se encuentra “Arandelómetro” (2020), la única que se sale de lo corriente. Se trata de una pieza interactiva que, además de tener una fuerte presencia de lo ortogonal (sin dejar de lado lo curvo), es cinética y sonora. Al moverse el marco, las arandelas caen en una carrera de movimiento y sonido.

Fotos: Federica Bordaberry

Fotos: Federica Bordaberry

La escultura, en su vida, llegó por “pasión y aprendizaje, formación inconsciente”. Esculturas también presentes en la muestra como “XC” (2012), “Tres” (2015), “Tímpano” (2015), “Ritmo azul” (2016), “Elipses” (2022), “Oxígeno” (2023), “Órbitas” (2023) y “Tríada” (2023), vivieron el proceso creativo incorporado por Fernández. “Empieza de adentro, imaginando cosas, o arrancás con algo externo. Después, hago un croquis muy a mano alzada porque me gusta ver el volumen, pero después quiero ir a la maqueta”, dice.

Para la generación de la pieza, trabaja en equipo. “Las cosas que yo puedo hacer solo, las hago solo. Las cosas que no, tengo un equipo. Tengo un par de amigos que conocen muy bien el oficio. Tienen su propio taller. No son escultores, pero tienen un taller donde trabajan tipo metalúrgico”, agrega.

A pesar de haber dedicado su vida artística a este formato, dice tener obras mucho más importantes por delante que lo que ya ha hecho. “Presido la Asociación Civil Tudurí y esa asociación tiene un proyecto concreto que es dejarle al país una colección de esculturas de forma gratuita, no quiero que me ofrezcan plata por eso”, explica. Porque parte de su concepción artística, de su leit motiv, es que el arte tenga acceso democrático y, obviamente, preservar una tradición de grandes escultores uruguayos.

Aunque Rubens Fernández sea el artista que realizó la obra figurativa de Einstein y Vaz Ferreira en la Plaza de los Treinta y Tres, también es el que ha generado suficiente obra como para ser un homenaje a la forma, al color y a la línea curva. A las tres, de forma individual, pero también como unidad conceptual.

Por Federica Bordaberry