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Contenido creado por Sofia Durand
Literatura
Musa y creadora

Sabina Gerstein: “El arte es lo que necesito para sobrevivir en este mundo”

La actriz, escritora y pintora habla sobre los poemas que integran su libro, las mujeres que protagonizan sus pinturas y su obra teatral.

08.01.2024 14:53

Lectura: 16'

2024-01-08T14:53:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
sofdurfer

Seguís acá. 
Te encuentro en las conversaciones, 
las canciones, los paisajes
y en mis letras.

(Sin nombre)

—¡No lo nombres! Es secreto —dice Sabrina Gerstein (1990), mientras se ríe con nervios.

Hay un libro sobre la mesa. No se puede nombrar al autor. De lo contrario, puede que aparezca su fantasma, su presencia. Ante la confusión que genera su confesión, se ve en la necesidad de explicar que cree que todos tenemos visitas, pero solo algunos son lo suficientemente receptivos para percibirlas. A ella le pasa desde chica. Se da cuenta de que entran a su casa. Le da miedo, tanto como para haberse animado a vivir sola recién hace unos meses.  

El escenario es su casa en el Balneario Buenos Aires. El reloj marca las 3 de la mañana. En la mesa, un vaso vacío y una botella de whisky ofician de invocadores. Un rato antes —en lo que se asemeja a un arrebato fáustico— Sabina le preguntó a este hombre, soberbia y descreída, si iba ir, pero desistió al no recibir respuesta. Ya dormida, lo escucha. Llegó.  

Cerdo y pez, referente del periodismo gonzo en Argentina. Ella lo admira, pero asume que no es un ser deseable. A veces “se pasa de vivo”, le agarra el hombro, el cuello, la despierta y le exige que le regale sus madrugadas. Otras, solo agarra su mano y escribe. ¿Inspiración divina o posesión demoníaca? Sabina es musa y creadora.  

Conozco tu miedo 
tu paranoia, 
conozco y conecto con ese sentimiento. 

Sé que te aplasta, 
la vida,
en saber que se termine
la alegría infinita al ver a esa niña, 
ver su sonrisa, 
bonita
y que se siente en tu falda,
la niña, 
preciosa, le decías...

(Bonita)

En la presentación de Unas gotas de mi romántica desnudez (2023), su poemario, este personaje aparece y la acompaña mientras lee, escribe y toma whisky sentada en una mesa. De fondo, suena un contrabajo. Es una obra de teatro.

La tapa tiene manchas de acuarela en el centro. Para Sabina, el arte es un todo. Estudió actuación, escribe desde que es una niña, y pinta porque la hoja le queda chica.  

“Cada poema tiene una historia, un motivo de ser escrito. Muchos de ellos no son solo poemas. Son salvavidas. Si no morí ahogada es porque escribo”, se lee en el prólogo de su libro. El arte para ella es supervivencia. Catarsis. Un instinto primitivo. 

Dualidad. Luz y oscuridad. Hay mujeres poderosas y también las hay rotas, muertas, lastimadas, vulnerables. La vida de Gerstein se filtra en sus poemas. 

Tal vez es por eso que por momentos siente pudor. Tras años de reticencia, decidió mostrarle al mundo lo que escribe y pinta. Una vez que lo ve alguien más, lo que hizo ya no le pertenece. 

"Laryssa" de la serie "La Venganza de las prostitutas" de Sabina Gerstein 

Hasta los 9 años viviste en Buenos Aires y después te mudaste a Uruguay, ¿cuándo te diste cuenta de tu predilección por el arte?  

A eso de los 12 años empecé a escribir. No sabía que eso era arte. Era, más que nada, una forma de desahogo. Siempre escribía, escribía, escribía. Me empecé a dar cuenta que algunas cosas rimaban o quedaban bien, y las acomodaba o corregía. Me acuerdo que, en la adolescencia, a los 15 o 16 años, me había hecho un blog anónimo para compartir, pero me daba vergüenza mostrárselo a alguien. Nunca dije nada. Eso fue con la escritura. Después siempre tuve inquietudes, pero no me terminaba de animar. En el 2016 empecé actuación y en el 2017 a pintar. Dibujaba en las cuadernolas del liceo. Caritas, figuras humanas. Pero recién en 2016 empecé a darle de fondo al arte.  

¿Qué fue lo que te empujó?  

Empecé a crecer, a madurar. Tenía muchos miedos y era muy tímida de chica, entonces pensé que la actuación me podía servir para afrontar la timidez y los miedos. Después me empecé a soltar. Eso fue un gran empujón. También hablé con gente que estaba en el arte, actores que me daban para adelante, y decidí anotarme. Me fui a Buenos Aires en 2016 a estudiar actuación, empecé en el CIC (Centro de Investigación Cinematográfico) y con Lito Cruz en paralelo. Estuve un año en Buenos Aires, nada más, y después me vine a Uruguay. Acá arranqué la IAM, en 2017, hice la carrera completa en paralelo con pintura. También fui a clases de canto. Un poco de todo para ver por dónde ir. Pero siempre escribiendo. Nunca pensé que iba a publicar un libro, escribía más por necesidad.  

Mezclás diferentes formas de arte. La presentación de tu libro es una obra de teatro con la participación de un contrabajista, pero además escribís y pintás.  

Se dio de una forma en la que yo no caí a la realidad hasta que el otro día estaba hablando con Martin, el chico del contrabajo con el que hacemos el proyecto. En un momento le digo, “me acabo de dar cuenta de que estoy cumpliendo mi sueño de fusionar las artes que más me gustan”. No soy música, pero me encanta ver música. Y la mezclo con la pintura, la poesía y el teatro. Es una performance de toda esa fusión.  

¿Cómo concebís el arte? ¿Para vos es una parte del todo? 

Es lo que necesito para sobrevivir en este mundo. Que se pueda fusionar, y entre todas las artes, o por lo menos las que en este momento elijo, lograr generar algo. Poder sentirme plena siendo un conjunto de todo.  

En tus poemas hay mucha catársis. 

100%. En mi prólogo dice, “si no morí ahogada es porque escribo”. Ahora capaz que me animo un poco a hablar de las cosas que me pasan o que siento, pero muchos años de mi vida no, iba todo a la hoja. En un momento de mi vida me quedó chica la hoja y empecé a pintar, necesitaba expresarme en lienzos y cosas más grandes. Entonces elegí la pintura. De a poco fui trabajando para escribir en otros momentos de mi vida, pero es cuando estoy más en el pozo que estoy más inspirada. En mis momentos de mayor angustia es cuando me propongo aprovecharlos para escribir y sacar algo.  

La figura femenina está presente en tu poesía, en tus pinturas y en tu obra de teatro. ¿Qué rol tiene la feminidad para vos en tu obra y en el arte? ¿Sirve como introspección?  

Ahora que ya pasaron unos años desde que empecé a pintar, miro para atrás, veo las distintas etapas de series y colecciones que hice y digo, “cuando pinté esto estaba atravesando cierta situación”. Hay una etapa en el 2020, 2021, que pinté mujeres ahorcadas, muertas, decapitadas, violadas. Justo estaba interpretando una obra de femicidios. Yo llegaba a mi casa y no lo pensaba, pero agarraba el lienzo y empezaba a pintar mujeres asesinadas. Ahora lo veo y digo, “claro, yo llegaba con toda esa información después de interpretar a una mujer que mataron”, se ve que lo tenía guardado. Cuando me mudé al balneario Buenos Aires empecé a pintar mujeres más libres y en la naturaleza.  

Me pasa algo muy loco y es que durante muchos años no sabía por qué, pero pintaba muchas prostitutas, desnudas, con cuchillos y sangre. Nunca entendí por qué lo hacía. Incluso escribí algunos poemas hablando de cuchillos y sangre. Hace poco me abrí los registros y todo eso tiene que ver con vidas pasadas. La chica que hacía de mi canal y me pasaba información, me contó que en mi vida pasada asesiné a una prostituta, “con una daga de tal y tal forma”. Ahí me empezó a caer la información y le dije que era la daga que había en mis dibujos.  

¿Cómo reaccionas frente a un lienzo en blanco? ¿Hacés lo que te nazca?  

Cuando pinto en mi casa estando, sola, sí es lo que me nace y es más primitivo. Después voy a clase a aprender y es más técnico, más premeditado. Cuando estoy en mi casa, medio vikinga, es lo que viene, para afuera y sin pensarlo. Más cuando son bocetos o acuarela, algo rápido.  

¿Pintás a todas las mujeres que habitan en vos?  

Ahora estoy haciendo una serie que voy a llamar la venganza de las prostitutas. Estoy intentando sanar a esa persona que fui. No puedo creer que asesiné a una mujer. Pinto a las mujeres empoderadas, con cuchillos y armas, queriéndose vengar de ese que fui.  

¿Pensás en el arte como una forma de reivindicación y resurrección?  

Para liberar y sanar. No me gusta la venganza, pero así me salió. 

"Josephine" de la serie "La Venganza de las prostitutas" de Sabina Gerstein

En tus poemas se denota oscuridad y una necesidad de sanar. Hay una mezcla de oscuridad y luz.  

Hay una mezcla de esas dos y yo tengo mucho de eso. Luz, pero también oscuridad. Creo que se ve reflejado en los poemas.  

¿Siempre escribís y pintás desde la primera persona? 

Hay mucha autoficción. Ideas, situaciones que me imagino o me hubiesen gustado que así sean. Historias que me cuentan y yo fabulo. No son siempre desde un yo.  

¿Cómo llegaste a la idea de presentar tu libro con una obra de teatro? 

Cuando estaba planeando la presentación, Manuel (Serra) me ayudó bastante. La idea era que fuera en una sala de teatro, que él hiciera preguntas y yo recitara. Pero no estaba preparada para que me hicieran preguntas frente a un montón de gente, me muero de la vergüenza. Fue mutando, ahí dije que yo no quería hablar desde Sabina, quería recitar desde un personaje que capaz soy yo, pero con tintes de otras personas. A su vez, yo ya venía con mi amigo Martín pensando en un proyecto para fusionar su música y contrabajo con la poesía. Entonces, dije, ¿por qué no hacerlo en la presentación? Fuimos armando un hilo, musical también.  

¿Cómo te sentís ahora que lo vas a presentar en otros lugares?  

Me da ansiedad, nervios, pero ganas. Muchas ganas. El 20 de enero hacemos otra presentación en José Ignacio, en la Comunal, que es un lugar bien ambientado, con luces oscuras y velas. Nuestra idea es que cada presentación sea diferente, esta es en un restaurante, la gente va a estar comiendo, tomando algo y a su vez va a estar sucediendo todo esto. En marzo queremos hacerlo en Buenos Aires. También se pueden ir cambiando los poemas y la música.  

Comenzaste con pudor mostrando tu arte, ¿todavía lo mantenés? ¿Qué es lo que te hace animarte hoy en día?  

Soy pudorosa, me gusta exponerme, pero acá estoy en un personaje, entonces estoy protegida. Lo mismo con los cuadros, a veces hablo muy de frente en el arte, pero es a través de la pintura, del teatro. Después de la primera presentación, a los dos días caí en cama, con fiebre y tuve que estar en mi casa como una semana. Somaticé. Caí en la cuenta de que me había expuesto frente a un montón de gente. 

¿Cómo te tomás la respuesta de la gente? 

Creo que una vez que yo muestro el arte, ya no es una respuesta hacia mí, sino que lo que piensen o digan es algo que se dicen a ellos mismos. Ahora ya es tuyo. Capaz que me afecta, pero intento verlo por ahí. Lo importante es ser fiel y honesto a uno mismo. Es muy amplio el tema del arte, a algunos les va a gustar, a otros no. Creo que lo que hago es para un nicho de personas. Yo miro mis cuadros y digo, “¿quién va a querer tener una mujer desnuda en su living de su casa”. Creo que hay gente que la querrá tener, pero son muy fuertes esos cuados. 

¿Cómo te sentís con la aparición de este ser que aparece en tu casa? ¿Estás agradecida? 

Creo que no estoy agradecida. Estoy intentando usarlo a mi favor, pero es difícil. A veces prefiero no saber nada de él, cerrar las puertas y que no venga.  

¿Lo respeta? 

A veces ,sí. A veces, no. A veces, me despierto de madrugada y siento que me está agarrando el hombro, el cuello y me despierta. Yo antes no le tenía el respeto que le tengo hoy, entonces le hablaba y le decía, “¿bueno, vas a venir hoy?”, y me servía un whisky. Eso a él le gustaba, me servía uno, dos, y me acostaba a dormir porque no venía. Después me despertaba a las 3 de la mañana diciéndome que lo llamé, me tomé dos whiskies y me acosté a dormir, “conmigo quedate hasta la madrugada”. Ahí me despierto, me desvelo y empiezo a escribir. Esta persona se hizo importante en el empujón de publicar el libro. Me empujó, y esta persona aparece en la presentación.  

¿Fue una especie de agradecimiento? ¿O querías volver a ese momento en el que estabas escribiendo? 

Creo que esta persona aparece no solo como una representación de él, sino de muchos otros seres. No hay por qué ponerle un título o nombre a esta persona. En las personas que por ahí no lo conocen puede no ser, pero es una persona que va a bares, que le gusta el alcohol, la droga, está en lo bajo y le gusta la música. Puede representar a muchas personas de la sociedad, según quién lo mire y quién lo interprete. En esa persona suceden muchas cosas que no están buenas, pero otras que sí. Me parece una persona muy sabia, pero también ahogada en el alcohol y las drogas. Es una dualidad, todos tenemos un poco de eso adentro. No todos con las drogas y el alcohol.  

¿Cómo te llevas con eso? 

Es una lucha que vengo discutiendo conmigo misma. Ahora estoy intentando aceptar que no tengo por qué ser de una forma. Puede haber muchas Sabinas dentro de este cuerpo, algunas piensan de diferente forma. Intentar congeniar de la mejor manera para tampoco ser una loca que hoy te digo esto y mañana hago otra cosa. Pero si puede pasar que hoy piense así y mañana de otra manera. 

¿Puede que esa representación sirva como un espejo, entonces?  

Yo luché mucho tiempo con las contradicciones. Era una persona que mediaba mucho con la palabra. Estoy intentando amasar ese pensamiento y asumir que cambiamos todo el tiempo, aceptarlo y convivir con eso.  

De acá en adelante, ¿te gustaría sacar otro libro o incursionar en otro tipo de arte? 

Me encantaría trabajar en otro libro. Acá elegí cierta cantidad de poemas. Desde que empecé a trabajar en este libro, hace dos años, escribí muchas cosas que ya las dejé separadas y no las agregué. Corregí y ordené lo que había escrito hasta ese momento. Después escribí muchos poemas que no agregue porque si no era de no terminarse. Pero hay muchas cosas en el libro que ya no me identifican porque son más viejas. Me gustaría publicar sobre lo nuevo, que me da un poco más de vergüenza porque es del último tiempo y es más vulnerable. Pero como va a demorar la publicación me voy a animar.

Siempre demoro un tiempo en mostrar lo que escribo. Yo escribo algo ahora y lo muestro en cinco meses, un año. Si lo muestro en el momento es como estar desnuda. El libro habla de muchas cosas del pasado, me gustaría escribir uno con cosas que pasaron en este último tiempo. Aparte estoy tan copada con esto de las presentaciones que estamos haciendo, que me gustaría hacerlo con otros poemas, no solo los de este libro.  

¿Con qué te llevas peor, con tu pasado o con tu presente? 

No me llevo peor con ninguno.  

¿Cuál te deja más vulnerable?  

El pasado, porque del presente tengo herramientas y oportunidad para hacer algo. Con el pasado no. 

¿Concebís un futuro sin arte?  

No. Me veo escribiendo como necesidad básica para vivir. El otro día me enteré de una mala noticia y no podía hablar. Pedí un cuaderno y una lapicera. Lo único que necesitaba hacer era escribir. Después surge la idea de compartirlo y mostrarlo. Eso es secundario. Lo primero es sacar de adentro para afuera, vomitarlo. Después, si se puede buscar una forma linda y mostrarlo, genial.  

¿No es un poco peligroso usar la oscuridad como motor de inspiración?

Sí. De hecho, a esta persona que me visita le tuve que poner un freno hace un mes y medio. Estaba siendo peligroso para mí. El límite del juego es muy fino y hay que saber hasta dónde, aunque es divertido. Me gustan las visitas, pero también me tengo que cuidar. Me gusta la oscuridad, pero también me tengo que cuidar. Me gustan los juegos y desafíos que me pongo a mí misma, pero me tengo que cuidar. Me encanta la adrenalina, los desafíos que me pongo me inspiran, son lo que más me dan ganas de escribir. Pero también tengo que tener límites, es muy fácil que se me vaya la cabeza.  

¿Siempre pudiste ponerte limites o aprendiste a los golpes?  

A los golpes. Pero no reniego de eso, creo que es parte de la vida.  

Al concebir el arte como una forma de desahogo debe ser algo constante, ¿pero tenés momentos de mayor intensidad? 

Agradezco que no estoy siempre en el pozo. Hay momentos que estoy bien y me distraigo, la paso bien y no estoy inspirada, no se me ocurre escribir ni agarrar un lienzo. A veces pasan meses. Después hay momentos de mayor oscuridad. Este año me caí de la escalera y me fisuré el esternón. Eso me llevó a analizar el porqué de esa caída y esa fisura. Estuve conmigo misma, sin ver a nadie, pasé un par de meses introspectivos. Me fui un fin de semana al campo, sola, y ahí cree una serie de acuarelas. Fue liberador. Estuve sin el celular, sin nada, solo pintando. No podía pintar en lienzo por la fisura, tenía que pintar en la mesa. Salió una serie que me encantó. Pero no es que me lo propongo y sale, ahí estaba en un momento angustioso.  

¿Cómo te llevas con la soledad? 

Me encanta. La necesito. Durante muchos años no la soportaba, no sabía estar sola. Siempre estaba en pareja, o con amigos, distraída. En el ruido. Desde que me mude a Balneario Buenos Aires, hace dos años, creo que fue un gran aprendizaje. Aprendí a estar sola.  

Por Sofía Durand Fernández
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