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Contenido creado por Sofia Durand
Música
Camino paralelo

Sakatumba, la banda argentina que usa el eclecticismo como amuleto para ganar adeptos

Los integrantes de la banda conversan con LatidoBEAT de cara a su visita a Montevideo este 17 de julio.

09.07.2024 12:30

Lectura: 11'

2024-07-09T12:30:00-03:00
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  Escribe Juan Gabriel López | @galopezjuan

La banda Sakatumba es inconfundible. No hay persona que los haya escuchado y que no pueda identificarlos en una segunda vuelta. El grupo conformado por Renata Bade, Valentin "Tito" Herman, Octavio "Oki" Baez y Marcos Medina Belloti, avanza a pasos agigantados y se convirtió en una de las referencias a la hora de citar a la nueva generación de artistas.

Si bien comenzó antes de la pandemia, Sakatumba resulta un enclave fundamental a la hora de entender el sonido y la postura artística posterior al confinamiento.

Son muchos los sótanos, patios y antros del Área Metropolitana de Buenos Aires, en donde el nombre de la banda deambula con respeto espectral. Sin embargo, los cuatro amigos eligen un camino realista y en medianos plazos, con los pies puestos en la tierra

“Siempre insisto en que no hay que creérsela mucho porque estamos en la ciudad de Buenos Aires donde nos pensamos el centro de todo y las cosas pueden dejar de ser lo que son rápidamente, como en la vida en general”, declara Renata, frontwoman y guitarrista del grupo.

Desde las entrañas de las Salas Moscú, en el barrio porteño de la Paternal, entrevistamos a Sakatumba antes de su desembarco en Montevideo. Se presenta en Inmigrantes el miércoles 17 de julio, junto a Catatumbo y Flor Sakeo. Las entradas se pueden adquirir aquí

Fotos: Maiucha

Fotos: Maiucha

Es invierno y el frío aún permite sostener latas de cerveza helada en las manos. Además, el ambiente está un tanto cálido porque acaba de finalizar el ensayo de dos horas a puertas cerradas. Las tenues luces sepia de una mini lámpara en el mini living, emulan un par de velas y completan el lúgubre pero alegre (y al fin cálido) panorama de esos casi 25 metros cuadrados.

En el sillón, Renata y Marcos; frente a ellos y acostado en el piso con los pies para arriba, está Octavio; y entre los tres, en un banquito, Valentín. El aire es de expectativa y relajación y el que rompe el juego es el baterista:

“Somos de distintos barrios pero nos conocimos en 9 de julio y Libertador -CABA- específicamente en el colegio estatal Lenguas Vivas”, señala Tito Herman.

“Marcos, Oki y yo nos conocemos desde los siete, pero ahí no éramos amigos, y Renata entró en primer año. Me viene a la memoria verlos siempre a los tres tocar en la sala de música del colegio”, rememora Herman, a la vez que le destraba el recuerdo al resto.

El año anterior a desatarse el Covid 19, la oferta musical en Buenos Aires estaba llegando a una de las mesetas cíclicas que cada tanto adormecen a la ciudad de la furia. Si bien nunca dejan de existir los buenos músicos y las buenas bandas, rondaba cierto desgaste e institucionalización de la industria pero también de lo emergente. Además, las venues y los productores eran causa y consecuencia del empantanamiento creativo que aquejaba a la música en sí.

En 2019, la fiebre de lo urbano había abandonado hacía un buen rato los pasillos de la contracultura. Mientras tanto, el indie y el rock se encontraban aturdidos por la higienización del movimiento feminista y con la resaca de Cromañón en la nuca.

El mega mainstream era una cosa exagerada, sin sentido, por el que desfilaron propuestas de mínima gastadas como las de Ed Sheeran, Luis Miguel, Paul McCartney, Iron Maiden y Slash. Mientras que los suplementos culturales destilaban amarillismo con el line up del Loollapaalooza’19, que metía a Kendrick Lamar, Arctic Monkeys, Lenny Kravitz y a La Mona Jiménez en el mismo cocktail.

En ese contexto, los integrantes de Sakatumba le dieron un giro a la amistad que los unía y decidieron formar la banda. Ese año quedó signado como el comienzo de algo que rompería los esquemas y la banda se convertiría en pieza clave.

“A Oki y a mí nos unió la música, tengo recuerdos de estar tirados escuchando Tame Impala mirando el techo”, evoca Bade. “Un poco como estamos ahora”, le completa Oki, mirando todavía el techo.

Fotos: Maiucha

Fotos: Maiucha

Entre ese momento adolescente y la salida al primer ruedo, Sakatumba daba sus primeros pasos encarando un camino. A pura sinergia y fuerza de zapada, llegaron a que sus improvisaciones sean canciones y que eso devenga en conciertos. O más bien, en un sólo concierto, ya que como a todos, la pandemia les truncó los planes.

Igualmente, el año tuvo una buena coronación. El álbum homónimo salió el 21 de diciembre, día en que comenzó el verano de 2019. Ese solsticio funciona en sí como un símbolo, ya que entre los tres LP, Sakatumba es el más luminoso y cálido.

La canción debut de la banda es "Tanguito", introducción western a modo de balada rápida en la que los 4:48 minutos de duración son un vil truco de pura fantasía. El tiempo se plastifica durante el tema, que parece contener en sí mismo a 3 engendros de canciones más. Gran big bang y carta de presentación. En el primer minuto y medio, pueden identificarse ribetes de tango, de post punk y de blues progresivo.

La canción transcurre con las primeras voces que vaticinan un cambio radical y que no emiten palabras, sino lúdicos y escalofriantes cánticos. A través de los agudos de Renata, un apocalipsis de sirenas parece irse en un fade out lúdico con el bajo de Marcos. Oki interrumpe con un desquiciado grito de desgarro desde los imparables teclados y una nueva proto canción empieza para terminar el "Tanguito" con Valen tocando como si estuviese cabalgando de a pie en su batería.

Este tema es claramente una introducción al mundo emocional, épico y ecléctico de Sakatumba. El álbum se complementa con cuatro canciones muy distintas entre sí, pero con un claro pegamento: la zapada como método compositivo.

“La zapada es un porcentaje grande de una banda, es nuestro combustible”, comenta Marcos. “El contexto económico no es fácil para vender entradas y a veces no sentir la cercanía o ese reconocimiento que uno espera, impactan motivacional y emocionalmente. Por eso está buena zapar, porque es ese momento en el que la banda hace terapia, se clarifica, nos ponemos en contacto como personas”, sentencia el bajista.

Luego de casi 3 años de inactividad, volvieron con “Violeta”, un single, y comenzaron a presentarse en vivo. La escena comenzó a alzarse sin permiso y Sakatumba estuvo siempre presente.

Fotos: Maiucha

Fotos: Maiucha

Al momento de hablar sobre el tema, la conversación cobra un tono más serio y Renata comenta que es grandísima la cantidad de bandas que impactaron culturalmente, pero son pocas las que llegaron a alcanzar un lugar de visibilidad por fuera del under. "Nosotros hacemos un camino paralelo", concluye.  

Los vivo del grupo comenzaron a generar más y más adeptos, que a la vez alimentaban algorítmicamente las escuchas. Las presentaciones cobraron un halo de misticismo y como un secreto a voces, el público asistía a los shows no sólo por la música. Las actuaciones de la banda, cobraron una teatralidad que pocas veces se vio.

Fuera con los cuatro en soledad, con invitados en trompeta o con performers del drama, Sakatumba adoptó el bullicio propio de las bandas antiguas que no pasan de moda, la esencia de ser de culto, la proclamación orgullosa de no sentir que le deben nada a nadie.

Para el año 2023 el espectro ya era una realidad concreta y llegó el esperado álbum. Un jugoso material llamado Puro Teatro que arrojó como trozos de carne cruda un hitazo tras otro. De las 7 canciones, 6 presentaron una novedad compositiva

“En el segundo disco, con excepción de ‘Corazón’, las canciones ya no fueron compuestas desde la zapada sino que trajimos letras e ideas y las desarrollamos en el estudio”, explica Marcos. 

Igualmente, la banda mantuvo su base esencial: El eclecticismo.

En la parte de la filosofía que estudia a las civilizaciones como productoras de cultura, existen numerosos debates que jamás se saldarán. Específicamente en la música, una de las discusiones más antiguas y transversales al campo,es la de dogmatismo vs eclecticismo.

El primer polo defiende la pureza, la esencia de las cosas y la primacía de los objetos como explicadores de sí mismos; mientras que el segundo, apela a la combinación de elementos y estilos sin aferrarse a ningún particular, sintetizando la variedad en un nuevo material.

Cada tanto en la misma historia de la música, aparecen artistas que congelan el debate hasta el absurdo y crean una excepción. Por un lado, Sakatumba es una de esas excepciones porque funciona dentro de la red como algo que se explica a sí mismo, como un dogma que con una simple nota musical ya marca su ineludible presencia.

Foto: Maiucha

Foto: Maiucha

Pero a la vez, Renata, Oki, Tito y Marcos se sirven de la más variada heterodoxia para hacer lo que más les gusta: Canciones. Así funcionan desde su raigambre. Las fuentes de poder creativo que cada integrante posee, se entremezclan y resultan en una trayectoria completamente ecléctica.

Desde un principio se toma la obra completa de la banda y se extrae parte a parte de cada canción, esos fragmentos podrían ser encasillados en diversos géneros. Dream pop, gothic rock, post punk, rock progresivo, psicodelia y rock and roll; todos los motes le cuajan y le desencajan a la banda. Lejos de mirar para otro lado, se reconocen en ese variopinto y apelan a esa sonoridad del dogma Sakatumba, que sólo se explica a sí mismo.

Igualmente, Oki, el maestro detrás de los teclados, señala al EP de dos canciones "Habla Sola / Nada Más", lanzado en febrero de este año, como un claro ejemplo compositivo de cómo se maneja la banda. Para explicarlo, se sienta por primera vez en la entrevista, mueve la lámpara logrando más luz en el ambiente y declara: “La canción ‘Nada Más’ es un tema que responde a un método. En este caso yo fui el que trajo un demo y la banda hizo su interpretación. En cambio, ‘Habla Sola’, el otro tema del EP, se originó zapando, lo cual responde más al método original de Sakatumba para componer”.

Renata anticipa que no formarán parte del nuevo disco, pero que ambos temas responden a una etapa apuntando más hacia el formato canción. Sobre el próximo material, dice: “Todos tuvimos gran libertad para expresarnos y explotamos la esencia de la banda, pero siendo más conscientes de los poderes que tiene cada uno. Cada canción tiene su impronta; somos una banda de muchas estéticas distintas y en este disco hay un lugar para escuchar cada una de ellas”.

Por el lado de las letras que vienen, seguirán en el tono dramático. “Amorosos y nostálgicos, exagerados”, comenta Medina Belloti. Oki, oriundo de San Telmo, reflexiona en que existe un romanticismo arrabalero en la expresividad de la banda: “El tema ‘Basta Ya’ podría ser un tango directamente”.

En cuanto al futuro inmediato, Sakatumba no oculta la ansiedad del desembarco en Uruguay. “Hay mucha expectativa por nuestra primera fecha internacional. Estamos muy contentos y con manija de que suceda”, dice Valen.

A Renata, algunos colegas que por allí pasaron le comentaron del sentimiento de familiaridad que se genera en los toques con bandas argentinas: “Me dijeron que es como tocar en Espacio Cultural Moscú y que la gente corea las canciones, quiero ver qué tan cierto es”.

En lo que parece ser el final de la noche, los integrantes ya están todos de pie y no quieren dejar de agregar un último testimonio, para dar cuenta de que no escapan a la crisis económica y social que atraviesa Argentina. “Por más que el país esté complicado y que el dinero no alcance para comprar una entrada, seguimos funcionando, componiendo y tocando igual. Yo lo siento como una salida contracultural y a la vez la gente también valoriza esos espacios donde puede sentirse viva por un rato” dice Renata.

Si bien la temperatura descendió, aún quedan cervezas en el cuarto, por lo que el fin de la velada fue puro teatro. Los miembros de la banda se colocan en posición y comienzan a agregarle combustible a la máquina, a hacer terapia, es decir, comienza la zapada y finaliza la entrevista.