Samantha conversa desde su casa en Ciudad de la Costa. Detrás de ella, hay una biblioteca en la que no parece entrar un libro más. Algunos sirven como combustible para la inspiración, en otros encuentra giros distópicos que se tornaron proféticos con el paso del tiempo. En el medio, la "chanchita" rosada que la acompaña en la portada de su último álbum, Éxito (2024). 

¿Qué es el éxito para Samantha Navarro? Lo menciona para referirse al proceso creativo del álbum, producido junto a Diego Matturro. También lo hace al hablar de la posibilidad que tienen los músicos y músicas de Uruguay para trabajar juntos. Le preocupa lo que parece ser la definición actual para las nuevas generaciones, que consiste en la "cantidad de likes, asociado con cantidad y no con calidades". 

Cada colaboración en el álbum tiene una historia diferente. En algunos casos, planeadas desde la concepción de la canción. En otros, por arte de la "iluminación". Planeado desde un principio como un "pop rock potente", Navarro decidió experimentar y buscar nuevas formas de darle vida al álbum, confiando plenamente en Matturro. 

Cortesía de producción

Éxito cuenta con varias colaboraciones, ¿bajo que criterio las elegiste?  

Produjimos el disco con Diego Matturro, que hizo todos los pasos para pasar de las canciones con guitarra a como están en el disco, que están divinas. En un principio ya sabía que quería hacer un disco con invitades, la idea era que hubiera en todos los temas. Al final, dejamos dos temas dentro del proyecto sin colaboraciones. A Florencia Núñez la conozco hace muchísimos años, cuando ella estaba estudiando Comunicación y nos hizo una entrevista a Alejandro Tuana y a mí, en la escalinata de lo que era El Tartamudo, un boliche que quedaba por 8 de Octubre y Presidente Berro, abajo de la Fundación Mateo. Me la crucé muchas veces, después la fui a ver cuando empezó a tocar. Soy fan de ella, me encanta su voz, es re profesional y muy copada. La invité porque "Candido" tenía muchos puntos de contacto con canciones de Florencia que a mí me gustan mucho: el coloque, el juego con las palabras y que tiene que ver con su sonoridad, cosas que vengo explorando hace tiempo. Me encantan esas coincidencias con Florencia. 

Por ejemplo, en "El peine de la medusa" está Martín Rivero, que es mi hermano. Me pasó que cuando la estaba componiendo sentí que estaba haciendo una canción de Astroboy, sentí esa energía, y era obvio que tenía que invitar a Martín, además tengo linea directa. Es muy emocionante porque compartís el momento de hacerlo, pero después queda, es como una foto. Es muy mágico.

"36" lo compuse yo. Hay dos temas que ya había editado anteriormente y que retomamos para este disco, y ese tema lo compuse para que cantara Ana Prada. En su momento no logré que lo cantara, pero ahora sí.

Con Sole Ramírez me pasó que no fue pensada para el tema, se iluminó Diego. Fue una invitación que no fue pensada "desde el vamos", como muchas otras que ya desde el mismo hecho de la composición estaba la idea. Estaba también Anita Valiente, que esa chacarera le queda calzada.

¿Ya habías trabajado con Diego?

Sí, tenemos una primera cita que es "Señal". Yo había compuesto un montón de temas con esto de la pandemia, que me re pegó, y una de las maneras de manejar todas esas emociones encontradas fue a través de hacer canciones, y tenía una que me gustaba muchísimo, que se llamaba "Señal". Entonces dije, "para mi cumpleaños de 50, que fue en 2021, me voy a regalar ese tema". Hace pila que no hacía nada, habíamos sacado “El amor”, que fue un proyecto a lo largo del tiempo, y ahí vino la pandemia. Entonces le digo a Diego, que lo conocí por la prensa. Me hizo una entrevista en radio y otra para un programa de televisión. ¿Viste la amistad automática? Como amor a primera vista, pero amistad a primera vista.

Él justo había armado su estudio en su casa y yo lo había visto en Instagram. Soy muy fan de la música de Diego, me encanta como canta, lo que canta, las producciones de él. Entonces le digo que tengo esta canción que me quiero producir, hacerme este regalo para mi cumpleaños. Y me dijo, "dejame que te regale yo la producción, vos ocupate de la mezcla y el máster". Me encantó. Y de ahí salió esa canción que me gustó mucho.

Pasa el tiempo y ahí pienso, "ta, tengo que sacar otro disco, tengo un montón de canciones", hace mucho que no hacía nada y te pica el bichito. Ahí, sale el disco con Diego. Hicimos un experimento, yo le grababa los temas con el celular, con la guitarra, grababa varios temas que me parecía que estaban buenísimos y el me decía, “este sí, este no”. Porque había una idea que era hacer un disco pop rock. Diría Mandrake: "Nada de cosas raras". Un disco potente, muy concreto, por decirte de alguna manera. Fue un gran movimiento para mí, porque yo en todos los casos anteriores había elegido cada una de las canciones, cómo iban, nadie me podía tocar un acorde de los que yo había puesto. Y acá no. Quedé muy feliz con el resultado. Resultado feliz, definición de éxito.

¿Y por qué "Éxito"?

Primeramente, la palabra ya genera curiosidad, es algo interesante en un título. Como en el otro que le puse "Amor", no ando con chiquitas. Y después el sentido del éxito, el origen de la palabra. Tiene que ver con salir, con la salida, la palabra original quiere decir "salida". Desde ese punto me pareció súper interesante porque describe mucho el proceso del disco, la idea, y también un poco es una crítica. Una ya es una señora, entonces pasa que yo estoy viendo esa necesidad de éxito constante en todas las cosas. O sos exitosa, o no sos. Exitosa en el término comercial, cantidad de likes, asociado con cantidad y no con calidades. Es lo que noto desde mi edad y el camino recorrido. Entonces, éxito permitía hablar de eso. Por eso en la tapa estoy con una chanchita, el colmo de lo pop. Una chanchita que tiene consonancias con la imagen sexy, por un lado, y por otro lado tiene que ver con el dinero, pensás en éxito y pensás en dinero muchas veces.

En una entrevista que te hicieron hace una década dijiste que no querías eso. Querías que tu música fuera popular. ¿Creés que lograste que tu música sea popular?

No, no lo logre todavía. Hay una cosa que tiene que ver con las otras personas, las otras cuestiones, que es muy complicado. Una hace lo mejor que puede, lo más bello, busca realmente la transmutación, que es por lo que hacemos cosas artísticas.  ¿Por qué estamos del lado del arte? Tiene que ver con eso de lograr un objeto del tipo que sea capaz de atravesar las membranas del tiempo y del espacio. Eso es algo muy muy ambicioso ya de por sí. También suceden otras cosas, que tienen que ver con las cantidades. En el mundo que vivimos sucede también que hay más bits de información que estrellas en el cielo. Entonces, en esa cantidad, es muy difícil lograr realmente atravesar las membranas, hay muchas cosas, mucha distracción.

El otro día me cruce con una información en Instagram. El 30% de la música en Spotify, está hecha por inteligencia artificial. ¡30%! Me pareció un montón. Entonces, para nosotros los humanos, es difícil, porque esas son maquinas que hacen unas canciones perfectas, basadas en lo más popular de todos los tiempos. Esa parte es complicada y la popularidad, bueno, es algo complejo. Es algo que me gustaría porque te permite trabajar, te alimenta. Si vos sos popular, tenés mayores ventajas al momento de preparar las producciones porque tenés el apoyo de más gente. Yo tengo un público muy fiel, pero no soy popular. Para poder presentarme más veces, para poder moverme más, para poder ser más excelente, tengo que tocar más, y para tocar más es muy útil ser popular, porque ahí entrás en el ojo de los programadores de las cosas, y cuando hacés shows, va más gente.

Igualmente, hay una historia de que acá, lo que se llama el público activo, es reducido como todo en nuestro país, porque nuestro país no es chico, pero es poco poblado y está la competencia de esas televisiones grandotas en las que te mirás todo lo que querés. Hay que seguir haciendo las cosas, independientemente.

Cortesía de producción

Lo bueno de la cultura musical en nuestro país es que hay mucha colaboración entre músicos. Vos, por ejemplo, fuiste parte de Trovalinas junto a Eli-u y Rossana Taddei.

Esa es la base para seguir. El éxito que tenemos la mayoría de los músicos y las músicas uruguayas es ese, son las posibilidades que tenemos de hacer cosas juntos. A mí me encanta y estuve en El no viento de la luna, el homenaje a Darnauchans, La Dulce en sí es un proyecto cooperativo. Estamos todo el tiempo buscando la manera de generar cosas que estén buenas y sean divertidas. Yo siempre tengo ganas de hacer cosas con mis colegas porque los admiro muchísimo y aprendés pila, está genial. Somos muchos músicos en relación con la gente, dan ganas de hacer cosas todo el tiempo.

Recién comentaste que la pandemia fue dura para vos. ¿Cómo la afrontaste? 

Fue difícil, yo siempre fui una lectora de ciencia ficción cuando era chica y ahora releo esos libros. Yo estoy viendo muchas de las cosas que leí. Los robots que escriben los discursos y todo eso está en La penúltima verdad (1964), de Philip K. Dick. Muchos libros de él que he leído y que más o menos recuerdo describen muy acertadamente muchas de las características del mundo en el que estamos viviendo hoy, totalmente atravesados por las redes, las necesidades comerciales y la política vista un poco como algo comercial.

Yo estuve ahí muy de payaso de Simón. Esa parte estuvo buenísima, porque él era muy chico en ese momento y no podía ir al CAIF, a la plaza o visitar a los abuelos. Ahí, por suerte, nos mudamos, en julio de 2020, a Ciudad de la Costa. Eso fue genial, pero la época previa a esa fueron meses duros. Se navegó como se pudo, mucha pintura, mucha cosa. Yo soñaba todo el tiempo con que iba a conciertos o tocaba y me abrazaba con la gente. Soñaba con abrazos. Venían a traer las verduras a casa y había que ponerle Agua Jane a todo, un lío. Esa sensación de, "esto solo puede empeorar", eso fue lo peor. Además, yo venía a full con La Dulce, con el disco nuevo, con video, planes, viajes.

Me fui a visitar a mi papá, que hace dos años lo habíamos planificado, vive en Valencia y fui a ver Las Fallas con él. Llego, nos estamos tomando un whisky y mirando la televisión y el noticiero dice que se cancelan Las Fallas. Me mira mi padre y me dice, “me parece que vas a tener que volver”. Y me volví al toque. No dejé de tener jet lag.

Todo lo que implicó el cambio político acá, también. Pasó de todo. Era mucha cosa junta, eso fue difícil. Cuando tenés un hijo, es raro el tiempo.

¿Cuántos años tiene tu hijo?

Tiene seis años, cumple en noviembre.

¿Cómo te cambió la experiencia de ser mamá?

Imaginate. La persona que sos antes se muere y nace una nueva. Sos un bebé de madre y te vas haciendo. Igual, una tiene que cumplir con todas las tareas, la ingeniería doméstica. Puede ser que si sos más joven, sea más fácil. Yo me acuerdo que cuando era más joven me preocupaba por algunas pavadas más que ahora, les daba mucho peso a algunas pavadas que en aquel momento eran importantes, y viceversa.

¿En qué consiste tu proceso creativo? ¿Consumís a otros artistas y tipos de arte? 

Viene de todas partes. "De todas partes vienen los Orientales", como dice la canción. Por un lado, tengo una gran disciplina artística en la cual encaro determinados momentos. Experimento esto, me pongo en algo, voy trabajando, voy grabando, voy generando diferentes objetitos, cositas, que después podré desarrollar, o no. Después está la otra, que estás de vacaciones o algo, y te viene una iluminación, te aparece una idea muy potente, generalmente relacionado con una melodía o lírica.

Son dos caminos distintos. Uno es muy de laboratorio, trabajo, constancia, haces 30 canciones, 29 son malísimas, pero una está buenísima y ahí ya vale la pena todo el esfuerzo. Las otras son el regalo de eso. Esas cosas pasan. Tenés que meter input: leo, miro películas, escucho música de todo tipo, dibujo, pinto. Últimamente estoy más para la parte de la escritura. Terminé un libro de niños con dibujos que me encanta, no sé si lo voy a publicar, y estoy trabajando hace unos cuantos años en un libro de cuentos de aventuras, que está basado en unas niñas y un gato que salvan al mundo.

¿Escribir ficción te ayuda a componer canciones?

Creo que es al revés, que el training que he tenido escribiendo canciones, que he compuesto muchísimas ya, porque empecé desde chica, me ayuda en esa parte. También porque fui a la UTU, yo estudio. ¿Viste los estudiantes eternos? Yo soy de esas, todo el tiempo. Estudiar es maravilloso.

Comenzaste tu carrera en una época en la que no era tan común que las mujeres se subieran al escenario. Hoy la situación es diferente, ¿creés que pudiste aportar, desde tu lugar, para que esto suceda?

Por un lado, me dan ganas de ser joven ahora. Además, hay de todo, el espectro de posibilidades es muy amplio, hay cosas de altísimo nivel. Para mí, hay dos cosas potentes en las que hay que trabajar. Una es irnos a ver más, generar más circuitos de ir a ver. Cuando era joven, salía mucho a escuchar música, ahí conocí a pila de músicos de mi edad y también más grandes. Vino Alanis Morrisette a cantar al Teatro de Verano, yo era re fan y no fui a verla, porque con lo que pagaba la entrada de Alanis, yo iba a ver diez otros shows de colegas. Hoy por hoy, no sé si haría lo mismo, pero esa parte es fundamental, salir de tu casa e ir.

La segunda es realmente tener acceso a escenarios potentes, hay algunas chicas y mujeres que están, pero después hay un montón de propuestas que no logran llegar. En ese sentido hay un proyecto de ley que me parece que es una acción afirmativa y habría que trabajar en ello para que se pueda efectivizar. Abrir la cancha. Yo veo con muy buenos ojos también cuando, por ejemplo, una banda muy popular  invita a una artista mujer, me parece que debería ser algo imitado. De repente ese público más masivo no conoce a esta artista, por más que sea exitosa. Eso le da otras posibilidades de visibilidad.