Documento sin título
Contenido creado por Sofia Durand
Música
Crooner y de culto

Scott Walker, el músico que obró como inspiración entre las sombras y desde un monasterio

El músico estadounidense conoció el estrellato junto a The Walker Brothers y abandonó la banda para dedicarse a la experimentación musical.

01.04.2024 16:32

Lectura: 10'

2024-04-01T16:32:00-03:00
Compartir en

  Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose

Thom Yorke es el líder de Radiohead, agrupación que logró visibilidad y popularidad en la era del grunge y con la canción que todos conocemos. Paulatinamente se fueron insertando en el espectro de la experimentación y lo poco convencional luego de que concluyeran la gira promocional de The Bends (1995) y se encerraran a grabar el renombrado Ok Computer (1997), hasta explotar este recurso o esta idea tan abstracta como certera en el Kid A (2000). Confesó que la idea había sido traída por Johnny Greenwood, guitarrista de la banda, luego de escuchar el trabajo de Scott. Se nota.    

Voz fantasmal, un ángel hecho de cenizas, poesía visceral pero no exclusivamente. Se dice que fue alguien que supo retratar los vaivenes del siglo XX y que estaba constantemente mirando hacia el siglo siguiente. Otro ejemplo más de lo que puede causar el encierro y este rechazo incondicional hacia los focos. 

Conoció el estrellato gracias a formar parte de The Walker Brothers. Creció, se recluyó en un monasterio para aprender canto gregoriano y se volvió un artista de culto.

Scott, Gary y John Walker (1965). Foto: Billboard.

Scott, Gary y John Walker (1965). Foto: Billboard.

Nació el 9 de enero de 1943 bajo el nombre de Noel Scott Engel en Ohio, Estados Unidos. Músico y productor, británico por adopción, referente de la vanguardia del siglo XX y un mito inexplorado. Rebautizado con el apellido Walker, formó The Walker Brothers y forjó una huella de pop accesible que poco a poco iría eliminando, tornándose en un artista que se caracteriza por un sonido sospechoso, abrupto e inalcanzable.

Abandonó precozmente los estudios, se deslumbró con los textos de Kafka, Sartre y Camus, a la vez que descubría las obras de Bergman y Kurosawa. Huyó del país evitando ser alistado para la guerra de Vietnam y se convirtió en cantante por cuestiones del azar; afirmaba que lo obligaron a que fuera el frontman de la banda y que sus intenciones eran en verdad las de ser un sesionista.

The Walker Brothers fue un grupo de pop formado a principios de los años 60. Llegaron a ser igual de famosos que los Beatles. Tres muchachos de California que se fueron a probar suerte en Inglaterra y consiguieron cautivar a millones de personas con "Make it Easy on yourself" y "The sun ain´t gonna shine anymore", baladas pop impulsadas directo al estrellato con la ayuda de Phil Spector.

Lo cierto es que, a pesar de su éxito en tierras inglesas, en los Estados Unidos eran prácticamente desconocidos. Scott Walker se apoyaba en John Maus y Gary Leeds y los tres se apellidaban Walker, pero eran hermanos únicamente artísticos. Los diarios de la época titulaban que luego del ascenso de los Beatles y de los Stones, los Walker Brothers eran los siguientes. Se amontonaban en la van que los transportaba y la presión casi siempre era tanta que los vidrios se rompían. Era demencial.

La fama, desacuerdos creativos y un ferviente interés por la experimentación hicieron que la despedida fuera inminente a principios de los años 70.

Scott se separa del grupo su mejor momento. Se rumoreaba que había sufrido un fulminante mental breakdown y que esa era la razón por la cual había huído a un monasterio. Pero la verdad era que había elegido ese lugar para aprender canto gregoriano, una especie de augurio. Su temperamento no iba con el reconocimiento. Buscaban, los ejecutivos y los productores, que fuera alguien que no es.

En un apartamento con una chica alemana que trabajaba para el PlayBoy Club, una noche de febrero Scott descubre a Jacques Brel. Tal fue el impacto, que el primer disco solista de Walker contiene versiones del trovador francés como "Mathilde", "My death" y "Amsterdam". Quería, en sus propias palabras, entregarle al mundo eso que había descubierto.

Ese disco se titula Scott (1967) y sería el comienzo de una trinidad, un sendero hacia lo desconocido que tocaría la orilla con Scott 4 (1969) y esa infernal canción que es "Duchess". Es la calma antes de la tormenta. Son las canciones más amables que se encuentran dentro de su repertorio. Donde el silencio, que posteriormente lo manipulara como instrumento, se busca rellenar de forma inteligente. Ya sea con melodías hermosas o con el poder de la palabra. Scott Walker era un poeta mayor.

El gran problema que vio hasta su tercer disco, dice, es que estaba componiendo principalmente en ¾ y que nadie puede bailar con eso. Vio en esto, además de una falla, una oportunidad para lanzarse por completo hacia los márgenes de la experimentación. Generó así una corriente no autorizada que podría llamarse pop barroco o canto fantasmal. Incluyendo ritmos y estilos que lo alejaban de sus primeras grabaciones y también así del éxito. Instrumentos de cuerdas, destellos perpetrados al golpear las teclas blancas de un piano. Manteniendo una elegancia incomparable imposible de imitar.

Hay canciones como "It´s raining today", en la que explora el recurso de panear sonidos en la mezcla y entonces escuchamos, en un lado, el crujir siniestro de un violín y, en el otro, el comienzo de una tierna balada ejecutada por un bajo y una batería. Se fusionan estos tempos y tonalidades aparentemente antagónicas y forman así un paisaje sonoro que se torna líquido e hipnotizante.

El crooner definitivo creó climas hostiles con su vibrato vocal presente en las versiones que hacía, tanto de Jacques Brel, como de Tim Hardin. Ampliando aún más cuando la intención en su ejecución era la de pintar una imagen que había planteado en sus letras tan potentes y visuales.

Concluida la serie de Scott, lanzó en 1970 Til The Band Comes In, un disco en el que colabora con la cantante israelí Esther Ofarim y en el que ahonda más en sus influencias clásicas, como lo son Debussy y Satie. Concluye así el periodo más prolífico del cantautor. Tardaría catorce años en volver, completamente en silencio, sin apariciones públicas y encerrado vaya a saber uno dónde.

The Walker Brothers (1965). Foto: Billboard.

The Walker Brothers (1965). Foto: Billboard.

Con Climate Of Hunter (1984) se estiran todos los elementos que venía poniendo en práctica en sus trabajos anteriores, pero incluye elementos electrónicos; sintetizadores acuosos que juegan con las melodías vocales y guitarras eléctricas que emergen y desaparecen en punteos finos y esporádicos. Un proyecto tecnificado, hijo de su época , producto del auge de la música electrónica. Un caso excepcional en el Climate Of Hunter es el "Track Three", una joya rock up beat que incluso se atreve a incluir un solo de guitarra, algo inaudito en la obra de Scott, junto a un estribillo que recuerda a la era dorada de los Walker Brothers.

Scott Walker sings Jacques Brel (1990) es la declaración de amor definitiva que se debía hacia el francés e incluye versiones exquisitas de temas como "Funeral Tango", "The Girls and the Dogs" entre otros. TIlt (1994) ya nos advierte, desde su arte gráfico, que estamos a punto de entrar a terrenos escabrosos. Es como entrar a un teatro tenuemente iluminado y que, encima del escenario, te reciba un hombre completamente vestido de negro exponiendo un dramatismo exacerbado mientras vos sentís una mezcla inquietante de miedo, admiración y peligro.

Como ese puente que canta en "Farmer in the City", en el que repite al igual que en un rezo exorcizado "I’ll give you 21", quedándose sin aire y al borde del llanto, escudado por un cello casi que ausente y un trío de violines que se sostienen gracias a la evocación de imágenes y se guían por su propio ritmo. Un disco que sirve como puerta de entrada hacia un nuevo siglo. Un disco que predice lo que vendrá después. Como las obras The drift (2006) y Bish Bosch (2012) que son metafóricamente y espectralmente, composiciones blindadas y rebosantes de secretos arcanos.

Con esto llegamos a las acusaciones de que él se esforzaba en hacer una música difícil. Él decía que no, que se basaba principalmente en el humor —que por supuesto existe dentro de su vasto trabajo poético— y en los climas. Le reprochaban su reclusión y él decía que no, que no era recluso de nada ni de nadie, que simplemente era perfil bajo. Había algo de auto sabotaje en esa decisión de no querer promocionar su disco, o capaz que no, jamás lo sabremos porque no vamos a estar nunca en la cabeza de ese tipo de pelo largo, lentes de sol que ocultaban sus ojos de serafín y la voz más impresionante de la historia del rock.

A pesar de estas trabas impuestas por la crítica y los medios de comunicación, el legado de Walker es inimaginable. Una persona que ha influenciado a un menjunje variopinto de artistas y sin siquiera intentarlo. No hay ninguna intención detrás de todo esto, más que la búsqueda artística. Una carrera a contra mano repleta de inseguridades e incertidumbres a punto de reventar tu oreja por las noches.

Su trabajo aterrizó de alguna forma también en la obra de Bowie, quién fue el productor del espectacular documental 30 Century Man (2006) dirigido por Stephen Kijak, en el que se explora la vida y el mito de este hombre a la vez que vemos desfilar a grandes figuras de la música pop y del ambient hablando sobre el impacto que han tenido sus propias composiciones luego de haber palpado las del crooner definitivo. Brian Eno, Mick Harvey, Alison Goldfrap e incluso Jarvis Cocker, que con su pop retorcido está a leguas de distancia —en términos meramente estilísticos— de lo que plantea Walker.

Mientras que escuchamos al propio Bowie, del cual podemos argumentar distancias con Walker respecto a cuestiones estéticas, entusiasmado hablar de cuánto admira su música y afirmando lo que todos sabemos. "¿Quién sabe acaso algo de Scott Walker?". El mito. Ya no quedaba en ese momento mucho de lo que era aquel joven Scott Engel, que posaba abrazado a su guitarra en las primeras grabaciones solistas, mostrando una clara intención de imitar a Elvis Presley y su tono en "Love Me Tender". Aparece frente a las cámaras vestido de negro, en ocasiones hasta con un gorro, para recorren de forma oral toda su vida e intentando aportar una respuesta a varias de las grandes incógnitas que rodean su figura.

También hay material increíble como varias sesiones de grabación en estudios donde vemos a Scott, a lo Neubauten, utilizar objetos convencionales para hacer música: Arrastra un mueble cerca del micrófono, le pega piñas a una bolsa de cemento. Luego escuchamos la grabación terminada y no se parece en nada al Industrial ni al Krautrock y mucho menos al Noise, sino que su fusión entrega un proyecto (puede que el factor de su voz sea una buena respuesta) por demás elegante y homogéneo, a pesar de los muros de sonoridad y los paisajes líquidos que hablamos al principio.

En todos esos años que se mantuvo ‘’inactivo’’ se dedicó a producir música para películas. Poco a poco, con su evolución musical a la vista, fue adquiriendo o más bien ganando adeptos que se insertaron en el culto a Scott Walker.

De nuevo, el crooner definitivo, pero podemos también agregar el título o la condecoración del artista de culto definitivo. Un hombre que debe parte de su reconocimiento a la inquietud. Quién sabe qué hubiera pasado si se hubiese mantenido con los Walker Brothers y su pop alcanzable. Lo tenía todo y decidió transportarse a otros territorios donde no obtuvo el éxito instantáneo ni jamás lo tendrá, pero, ¿de verdad importa?