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Cine
Anora

Sean Baker: “El cine es movimiento, y quería que la audiencia sintiera eso”

De cara a sus inminentes nominaciones en la temporada de premios, el ganador de la Palma de Oro charló con LatidoBEAT.

06.12.2024 15:14

Lectura: 13'

2024-12-06T15:14:00-03:00
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Por Nicolás Medina
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"No sé qué hacer con el resto de mi vida porque este siempre ha sido mi sueño", dijo Sean Baker, con una mezcla de emoción y perplejidad mientras sostenía su Palma de Oro por Anora (2024), en mayo pasado en el Festival de Cannes. La frase podría sonar a cliché de manual, pero viendo la ovación de pie que siguió al estreno y una alegría y conformidad generalizada por el premio, cosa que no sucede generalmente, es difícil no sentir que el oriundo de Nueva Jersey ha hecho lo que parece su obra definitiva, una que le será difícil igualar.

Pero a Baker le quedaba —y le queda— mucho por delante, y lo que probablemente no anticipaba era todo lo que vendría después de la bendita palma: premios y aplausos en piloto automático, el hype y el entusiasmo de cada persona que no pudo ver la película en el festival por llegar a hacerlo, y hasta strippers y trabajadoras sexuales que —literalmente— aplaudían con las piernas en los cines. Sí, Anora generó un movimiento. Y no uno cualquiera, sino uno que mezcla un furor cultural con la inminente temporada de premios, donde ya hay quienes apuestan (apostamos) a que Baker va a arrasar de una manera más que justa y merecida, luego de años de permanecer más bien en la escena indie.

El tipo que hizo Tangerine (2015), esa peli navideña que podés perfectamente meter en tu lista de diciembre entre el tío borracho contando anécdotas en la cena y Home Alone (1990), siempre fue el nerd del barrio indie. Baker empezó con Four Letter Words, allá por el 2000, y desde entonces no paró de escarbar donde nadie más mira. Take Out (2004) fue un golpe de realismo con humor sobre un inmigrante chino endeudado hasta las pestañas, y Prince of Broadway (2008) se convirtió en la Biblia no oficial de los buscavidas neoyorquinos. Eso sí, con Tangerine, esa maravilla filmada con iPhone 5S, Baker se subió al radar global y no se bajó más.

Después llegaron The Florida Project (2017) y Red Rocket (2021), que confirmaron lo que ya sabíamos: Baker no sólo tiene ojo, sino también una muy clara visión del mundo, es alguien que vive la vida como es, quizás hasta mucho más que nosotros. En la primera, iluminó con una sensibilidad brutal la infancia marginada en los moteles cercanos a Disney World; en la segunda, se metió con un ex actor porno carismático, patético y carente de toda redención. Ambas profundizando aún más su interés por los personajes que están fuera del foco, pero cuyo brillo, paradójicamente, define sus historias.

The Florida Project le valió una nominación al Oscar para Willem Dafoe y, de paso, metió el nombre de Baker en el radar de los grandes festivales, mientras que Red Rocket le abrió camino en Cannes y le aseguró el estatus de autor casi obligado para quien se considere amante del cine. Sus trabajos no sólo ganan premios, sino que conectan con el público de una manera que rara vez vemos en el cine indie: son crudos, dolorosos y a la vez increíblemente entretenidos.

Pero no es solo el qué cuenta, sino cómo lo hace. Baker tiene una habilidad para mostrar lo que Hollywood prefiere ignorar: las vidas al margen, esas que no caben en los finales felices de Disney. Su cine te empuja, te incomoda y, en medio de todo eso, te hace reír de una manera que no sabés si está bien, pero igual lo hacés.

Anora (2024), Sean Baker

Anora (2024), Sean Baker

Entonces, ¿qué es Anora?

La historia sigue a Anora, (Mikey Madison), que prefiere que la llamen Ani. Es una stripper y bailarina que bajo las luces del club parece una princesa, pero fuera de ese mundo enfrenta a una rutina más cruda. Como todas las obras de Baker, la película te lleva de la euforia al bajón en segundos. La euforia está en el momento en que inesperadamente Ani parece volverse una princesa real. ¿Su príncipe azul? Vanya (Mark Eidelstein), un pibe ruso ricachón que por momentos parece sacado de Succession. Y mientras pensamos que estamos viendo una nueva Pretty Woman (1990), Baker se encarga de tirar la fantasía al piso, pisotearla y devolverte una versión del cuento que es puro caos, dolor y humanidad a la vez. No todo es dolor, hay mucha, mucha risa, principalmente cuando intervienen los matones del padre de Vanya: Ígor (Yura Borísov), Toros (Karren Karagulián, con quien Baker ha colaborado en todas sus películas) y Garnick (Vache Tovmasyán), que aparte de lidiar con este cuasi adolescente, deberán, si pueden, contener a la efusiva personalidad de Anora.

Es imposible salir ileso de Anora, no porque te dé un golpe bajo, sino porque te refleja los matices que preferimos ignorar. Con muchísima calidad, y una naturalidad para encontrar orden en el caos, Baker ha logrado que esta sea, sin dudas, la mejor película del año.

Anora se estrenó como parte de la Competencia Oficial del Festival de Cannes de este año el 21 de mayo. Cuatro días después se llevaría la Palma de Oro que, en años anteriores, se llevaron películas como Parasite (2019), de Bong Joon-ho, Triangle of Sadness (2022), de Ruben Östlund y la más reciente, Anatomy of a Fall (2023), de Justine Triet. El premio fue anunciado por Greta Gerwig (directora de Barbie), quien auspiciaba de presidenta del jurado. Y entregado por George Lucas, a quien Baker reverenciaría, arrodillándose frente a él, al subir al escenario.

El viaje de Anora luego de eso ha sido abrumador, y seguramente tan surreal como agotador para sus protagonistas. Luego de Cannes, pasó por los festivales de cine de Toronto (TIFF), San Sebastián (SSIFF), el BFI de Londrés, Nueva York (NYFF) y la lista podría seguir y seguir. En Uruguay tuvo un par de funciones distribuida por RBS y será estrenada oficialmente, en principio, el 23 de enero, posiblemente acompañando el furor que generará en la temporada de premios.

Pero una película como esta, merece no solo ser vista sino también escuchar las palabras de su autor. Habiendo pasado un poco la locura inicial, y en el marco de las nominaciones de los Globos de Oro, impulsado por una campaña de FYC o consideración por parte de Neon, y gracias a la invitación de la agencia Take2 PR, LatidoBEAT pudo acceder a una entrevista con Sean Baker. Entonces, ¿qué ha hecho con su vida aquel que dijo que ya no sabía qué hacer con ella al ganar el premio en Cannes?

“Sigo procesándolo, todavía se siente como si hubiera sido ayer, y como ahora se está haciendo el estreno oficial de la película, lo cual ha requerido una cantidad increíble de atención, no he podido pensar en lo que vendrá luego, realmente tengo que poner a Anora a dormir por completo para siquiera pensar en el futuro. Así que, siéndote sincero sigo en un limbo, sigo en un limbo de crisis existencial”, responde el neojerseíta, con humor y una sonrisa constante. “Todo está bien”, afirma y agrega que han sido unos meses increíbles, y que "el darse cuenta de la gravedad y la importancia de esto" fue fantástico. Mientras tanto, su perro Bunsen, a quien lleva a todos lados, entra en cámara.

Baker es un tipo más que amigable y sumamente agradecido. En ese sentido parece que la Palm d’Or no le ha pesado en lo más mínimo. Si alguien, quien sea, comparte una foto de su trabajo en redes sociales y lo etiqueta, el tipo no pierde oportunidad para compartir o dar like, agradeciendo en general en silencio. Independientemente de sus trabajos, se la pasa compartiendo sus nuevas adquisiciones de películas en formato físico o posters de películas clásicas mientras visita diferentes cines alrededor del mundo, a veces contando un poco de su historia. Y todo mientras no pierde oportunidad para loggear todo lo que ve en su cuenta de Letterboxd, donde cuenta muchas veces dónde y cómo ve las películas. Curiosamente, solo tiene una película a la que le ha dado una calificación, y una mala, de una estrella: The Florida Project, su propia película, casi como si se tratara de una broma. Son quizás todos esos factores los que hacen que, aunque la entrevista fuera a través de una pantalla de zoom, se sienta extremadamente cálida.

Anora (2024), Sean Baker

Anora (2024), Sean Baker

Una de las cuestiones estructurales más atractivas de la filmografía de Baker es justamente cómo juega con nuestros subidones de dopamina antes de dar paso al caos y a explorar los aspectos más oscuros de la vida. “La estructura de la película fue pensada así intencionalmente, el presentar una suerte de comedia romántica durante los primeros 50 minutos de película, que intencionalmente nos da esta especie de historia de Cenicienta que quizás Hollywood nos daría, para luego darla vuelta por completo. Así fue cómo fue guionada, fue cómo se ve en la película, incluso con su montaje rápido y su sensación de ritmo acelerado, su uso de la música, todo para lograr tener este acercamiento joven y energético para de repente pisar el freno y traernos de nuevo al tiempo real. Quería que la primera parte de la película se sintiera como una bien diferente”, explica minuciosamente.

Otro elemento importante para la puesta en escena de Baker es el movimiento, el cual va más allá de una cuestión física, sino narrativa y emocional. Sus personajes están siempre en tránsito, ya sea persiguiendo sueños imposibles, huyendo de sus problemas o simplemente sobreviviendo.

“El cine es movimiento, y quería que la audiencia sintiera eso, esa energía en cada plano. Con Drew Daniels, el director de fotografía de la película, hablamos mucho sobre cuál sería nuestro lenguaje cinematográfico, que estilo propondríamos. Y nos dimos cuenta que estaríamos mezclando todo. Desde planos compuestos clásicamente, a cámara en mano, al uso de steady-cam, a dollys, hasta un plano de helicóptero. Y nos dimos cuenta que una vez que los personajes empiezan su travesía, una vez que dejan la mansión en busca de Vanya, la cámara debía estar casi siempre en movimiento, incluso si eso significaba que estuvieran en un auto, se montaba la cámara en el auto y por lo menos el auto estaba en movimiento. Queríamos que siempre se estuviera avanzando mientras buscan al personaje de Ivan [Vanya], y de esta manera poner a la audiencia en los zapatos del personaje. Para que estuvieran también en la búsqueda, moviéndose hacia adelante”, narra Baker. 

Acompañando el movimiento, viene el ritmo, y para establecer ese ritmo y de cierta manera configurar el tono de la película, en Anora, Baker decide poner a la música en un lugar preponderante, de la misma manera que lo hacía con “Bye Bye Bye”, de NSYNC, en Red Rocket, aquí lo hace con la pieza “Greatest Day”, de Take That.

Baker ama el soundtrack y considera que hay canciones "icónicas", además de la de Take That, que pudieron usar, como “Where The Hood At”, de DMX, o “All the things we said”, de t.A.T.u. Pero con la canción de Take That, afirma que coreografiaron la escena inicial con otra canción: " Era una gran canción pop y las chicas tenían que coreografiar sus movimientos ante esa canción porque obviamente era una secuencia de apertura de títulos. Pero por una razón u otra, cuando llegue a la postproducción la canción no funcionaba. Pusimos la canción en el montaje y por alguna razón ya no le hablaba al mundo de Anora. Y un día mi esposa y productora, Samantha Quan, y yo estábamos en el auto manejando, estábamos frustrados, y le pregunté si no habría una canción que hablara sobre el mejor día de alguien, porque este era el mejor día de la vida de Anora, por así decirlo, debía haber algo. Así que ella revisó su Spotify y me dijo que de hecho si había una canción, y que de hecho se llamaba así y era de Take That”.

Según el director, una vez que la reprodujeron, "fue instantáneo". "Nos enganchó por completo, y luego descubrimos que era un hit, que de hecho había sido la número uno en Reino Unido, pero no era muy conocida en Estados Unidos, para nosotros era un descubrimiento. Y entendimos que era algo con lo que la gente iba a conectar, incluso desde otros países. Llegamos a casa la tiramos sobre la secuencia inicial y fue serendipia, parecía que había sido escrita para la película, fue como si estaba destinado a ser así, y me alegra mucho haberla encontrado”, recuerda. 

También acota que algunas selecciones de canciones fueron porque son "súper icónicas" en el mundo stripper, como “Drip”, de Brooke Candy y Erika Jayne, y “Daddy AF,  de Slayyyter. 

La precisión de Anora no es casualidad, y su manufactura rosa lo obsesivo, Baker ocupó en la película el lugar de escritor, director, y también montajista, algo que le gusta hacer, casi como si fuera la mejor manera de asegurarse que su visión se plasme en pantalla.

“Todo fluyó esta vez, no es que tenía un sombrero de director y otro de montajista y podía ponérmelos y quitármelos, tenían que estar los tres puestos a la vez. Especialmente con esta película. Y especialmente con algunas escenas. Por ejemplo en la secuencia de casi media hora en tiempo real cuando los secuaces del padre de Ivan llegan a su casa, él escapa y Anora queda allí atrapada, teníamos todo escrito, todos los diálogos. Pero cuando estás filmando algo así, en tiempo real, no puede haber errores de continuidad. Estábamos filmando en orden cronológico y lo veíamos cobrar vida y nos dábamos cuenta que quizás se necesitaban algunos ajustes, por cuestiones de lógica, o baches en cuestión de cómo fluía, y eso era algo realmente interesante. Nos llevó ocho días filmar esa secuencia, y a veces de noche me encontraba haciendo reescrituras sobre ella y presentando las reescrituras al elenco en la mañana. Y tengo que agradecer que estaban abiertos a eso. Porque es un montón pedirle a un actor que se acaba de aprender páginas y páginas de un guion que reordene los diálogos en su cabeza. Pero mis actores siempre entendieron que así era cómo íbamos a hacer esta película, que iban a haber ajustes para hacer la película de la manera que pretendíamos hacerla. Y para mí, la postproducción es siempre la tercera etapa de escritura", dice el director. 

Anora no es solo un hito en la carrera de Sean Baker; es la clase de película que no deja a nadie ileso. Baker no te pide permiso para llevarte de la risa al nudo en la garganta, con su carisma y simpatía, es casi un amigo demasiado honesto que te dice lo que no querés escuchar, pero necesitás saber. Y ahí está la magia: en cómo algo tan incómodo puede ser tan atractivo. Baker hace malabares con el caos y lo convierte en arte, y Anora es la prueba definitiva de que su mirada a los márgenes es única. Ahora, que Hollywood tiemble, porque el indie acaba de sentarse en la cabecera de la mesa, y no parece que vaya a levantarse pronto.

Por Nicolás Medina
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