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Música
Viejos divinos

Sebastián Cebreiro: “Podés cambiar de todo, lo que no podés cambiar es tu esencia”

“Discopático” es el onceavo disco de La Vela Puerca y lo presentan el 19 de noviembre en el Velódromo de Montevideo.

31.10.2022 13:46

Lectura: 7'

2022-10-31T13:46:00-03:00
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Por Agustina Lombardi

La Vela Puerca debe ser una de las pocas bandas uruguayas que tiene su propia sala de ensayo. La casa tiene una puerta de madera estrecha y alargada, techo alto y, por partes, parece estar reestructurada por dentro. Es su lugar en Montevideo para “llegar, dormir, estar, ensayar”, dice el Cebolla. Como esa tarde, en la que los músicos fuman y toman algo en el sótano de su casa reunidos alrededor de una mesa ratona y rodeados de pósters coloridos de algunas bandas, incluida la suya. Un día tranquilo entre giras y viajes. Este año estuvieron en Paraguay, Chile, España, Argentina. Estarán también en Montevideo, por segunda vez en un escenario grande para presentar otro show masivo.

La Vela Puerca debe ser una de las pocas bandas uruguayas que puede hacer eso. 

—¿Qué lugar tiene La Vela Puerca en la música nacional uruguaya?

—No sé si es una pregunta que tenga que responder yo. Creo que tiene un lugar entre las bandas que intentaron hacer cosas y sacar un poco el pecho por el rock uruguayo. Antes, acá era imposible pensar en poder vivir de la música. Tener una banda de rock era imposible. Otra cosa imposible era creer que podías irte de gira, como nos vamos ahora. Mirabas para Argentina y las bandas giraban por todo el mundo, acá no podíamos ni ir a tocar a Buenos Aires. 

Cebreiro se acuerda de la vez que iban a tocar en el Teatro de Verano y se plantaron con la condición de que “el público viese un show como si viniera una banda de afuera”. Equipos y luces de calidad. Y también se acuerda de su primera gira por Alemania: 

—Llamamos a todas las bandas amigas para pedirles 10 discos. Nos fuimos para ahí y repartimos discos por toda Alemania. Intentamos hacer eso, que la gente mire por detrás de La Vela. 

—¿Cómo hacen para mantener a la banda viva durante 27 años?

—Siempre tuvimos una premisa: no le pidas a la banda que te pague el alquiler. Es la gallina de los huevos de oro, no la mates, no la presiones, para que ponga los huevos hay que dejarla ser. Nosotros siempre apuntalamos esta banda, siempre la mimamos. Somos los mismos integrantes desde el primer día. Hemos sumado gente a esta historia, pero no se ha bajado nadie. 

—¿Y cuándo se dieron cuenta que iba en serio?

—Yo creo que cuando nos dimos cuenta que teníamos un trabajo con amigos… como: “Opa, vivimos de esto”. Otro mojón fue cuando hicimos nuestro primer DVD, Normalmente Anormal. Era la historia contada por todos. Lo presentamos en un cine con nuestros amigos y familia. Cuando terminó el documental, vino la tía de un compañero y me dijo: “Ahora entiendo qué es lo que hacen”. 

Eso fue en el 2014. 

Javier Noceti

Javier Noceti

El onceavo

La excusa que los trae de nuevo a Montevideo es la presentación de Discopático, un álbum que se define a sí mismo: “Aquel que ostenta la enfermedad de los discos. Esta afecta al disco intermusical que se encuentra formado por una sustancia vinílica llamada LP. Está alojada entre cada surco y su función es proporcionar felicidad a los oídos”. Una enfermedad que padecen los melómanos.

—Llevamos adelante ese romanticismo de valorar el disco físico; el arte de la tapa, el orden de las canciones… Compramos discos. Nos gusta escuchar discos en un reproductor para discos.

Discopático no es el primer vinilo de La Vela Puerca, pero es la primera vez que logran que salga a la par con el lanzamiento del álbum.

—¿Es un acto de rebeldía contra el algoritmo?

—Escuchar música a través de plataformas tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Llegás a una banda under de Grecia que, si no, no llegarías. Pero es una máquina de picar carne también. Hay tanto para escuchar que no terminás por valorar nada. El músico contrata un estudio, un productor artístico, arma una lista de temas, intenta hacer una parábola emocional. Esa dinámica se pierde con la escucha que plantean las plataformas. 

—Es llamativo que el disco arranque con la voz del Enano a capela, ¿no? 

—Es algo que nunca habíamos hecho. Cuando empezamos a ordenar el disco, después de grabar las voces, nos gustó muchísimo que empezara en silencio y con una voz adelante diciendo algo fuerte: “Para seguir hay que parar y resolver” —así comienza la primera canción, “Contra el Viento”. —Estábamos en medio de una encrucijada y el mundo quería seguir adelante. Pero ¿qué hicimos?, ¿qué dejamos?, ¿qué aprendimos?

Se harían esas preguntas porque el disco se escribe durante la pandemia, frenados, sin poder seguir. Aunque el concepto musical nació previo a la crisis; la motivación: que fuera un disco “bailable” y “para arriba”. Discopático significa un cambio de fórmula para la banda, que suele componer a partir de la melodía. Esta vez fue al revés. La parte rítmica, como los riffs de bajo, lideraron la composición para saber a dónde ir melódicamente. Además, en comparación con discos previos, tuvieron mucho tiempo para componerlo. 

—Casi un año grabando, trayendo ideas, borrándolas. Eso fue muy sano para una banda que tiene 27 años; patear el tablero de la comodidad y tratar de encontrar un lugar nuevo sin perder la esencia. Podés cambiar todo, lo que no podés cambiar es tu esencia. En lo personal creo que estuvo logrado. 

Son cambios que se perciben, por ejemplo, en “La pastilla”, canción en la que participa Diego Arquero con un rap sobre un riff de guitarra y trompetas. 

—Tenemos dos formas de invitar a alguien a un disco de La Vela. Una es por amistad, la otra es por admiración. Diego Arquero es un amigo nuevo de la casa, de otra generación, que vive cerca del barrio y se empezó a arrimar. Nos conocimos personalmente en Paysandú, en un concierto que hicimos con Los Buenos Modales. Hicimos buenas migas enseguida. Andrea Echeverri es una mujer que atravesó la última parte de la historia del rock latinoamericano con Aterciopelados. Nos pareció que podía aportar a “Tormenta”. La canción tenía un perfil bastante bajo, introspectivo, y ella corrió el telón y peló su vozarrón. 

Además, también participan Tito Fuentes, cantante y guitarrista de Motolov, y Mauricio Ortíz, saxofonista de No Te Va Gustar, ambos amigos de la banda, cuenta el Cebolla. 

27 años sobre el escenario

De los primeros años hasta ahora, ¿cambió el público uruguayo?

—El público uruguayo aprendió a ser público, a mí me encanta eso. Antes, hasta para los que venían de afuera, el uruguayo se te cruzaba de brazos. El público necesitaba que vos le ganaras. Ahora entiende que un espectáculo en vivo es 50% del público y 50% de la banda. Dame y te doy. 

—¿Por qué crees que La Vela Puerca generó tanta movilización?

—Cuando nace La Vela, veníamos de bandas de la postdictadura bastante oscuras. Supongo que las letras y una forma de decir las cosas, descarada y sin tapujos. Con Seba [Teysera] nos declaramos cantores y no cantantes. Nosotros contamos historias, no intentamos cantar bien. 

Y aunque Sebastián Cebreiro no se siente “ejemplo de nada”, los músicos de La Vela Puerca son Ciudadanos Ilustres de Montevideo. El reconocimiento habla de lo que significan para la cultura musical uruguaya, valga o no valga el título.

—Vuelven a Montevideo para tocar en el Velódromo, ¿qué significa ese lugar para ustedes?

—Bueno, primero, tiene nuestra palabra, es el velódromo —aludiendo a La Vela. —Ese escenario conoce la suela de nuestros zapatos, es un lugar en el que nos sentimos cómodos. Me gusta tocar en el Velódromo, me siento como en casa.

Por Agustina Lombardi