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Contenido creado por Federica Bordaberry
Música
Souvenirs

Serge Gainsbourg, el enfant terrible que se coló en las ventanas de las casas francesas

A 33 años de la muerte del francés, continúa sonando entre quienes valoran la sensibilidad del trovador de un sonido rupturista.

04.03.2024 16:16

Lectura: 9'

2024-03-04T16:16:00-03:00
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Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose

En Souvenirs of Serge (2011) —cuyo título original es Mes Images privaées de Serge— Jane Birkin hace un recorrido por su matrimonio, treinta años después de separados.

Filmaciones de Serge Gainsbourg con su hija Kate jugando en Venecia, fumando en casi todos los planos, aguardando la llegada de su otra hija, Charlotte. La película cuenta con los comentarios de Jane sobre las filmaciones: con su clásica dulzura, describe a Serge como un hombre gracioso y tímido a la vez, extremadamente talentoso y con un estilo único hasta para realizar filmaciones caseras de super 8.

Una vez, caminando por la calle Juan Manuel Blanes, un francés me comentó que es habitual en su tierra preguntarse dónde estaba uno al momento de la muerte de Gainsbourg en marzo de 1991. "Hay una trilogía en mi vida, un triángulo equilátero de los Gitanes (cigarrillos), alcoholismo y mujeres", decía poco antes de su partida.

Consigo se llevó a la figura máxima de la chanson francesa. Un hombre extraño, comparado con Dylan, Cohen y Prince. Que empezó haciendo discos de jazz un tanto agresivos. Un hombre cuya apariencia llamó extrañamente la atención de todos, volviendo un consenso popular pensar que no era agraciado. Un hombre con una afición particular por las prostitutas que comenzó cuando era muy joven y buscaba perder la virginidad. Un hombre que supo salir con las mujeres más hermosas de Francia, a lo que Jane Birkin decía que era una especie de ‘’venganza’’ por los años de rechazo en su juventud.

Un enfant terrible que escribió las más rebeldes y polémicas canciones del siglo XX. Pero, por supuesto, muchas de ellas cuentan con una belleza y un estilo descomunal. Con un estilo original trataba temas como el sexo explícito, el patriotismo, manejando el lenguaje de tal forma que los textos se vuelven magníficos.

François Mitterrand, el presidente de Francia en ese entonces, dijo en un obituario: ‘’Fue nuestro Apollinaire, nuestro Baudelaire, elevó la canción a la categoría de arte’’. Una nariz respingada no apta para el boxeo —tabique aparentemente débil—, tez sumamente pálida, vampiresca y orejas demasiado grandes. Los rasgos caídos como si estuviera siempre cansado.

Hijo de un inmigrante ucraniano, nació bajo el nombre de Lucien. Fue una figura polémica hasta los últimos años de su vida. Sin embargo, esto no opacó en ninguna medida la calidad de sus letras, aunque el éxito le haya llegado un poco tarde.

Recién a los 40 años con, por supuesto, su dueto con Jane Birkin: “Je t’aime... moi non plus”.  En principio, la canción iba a ser grabada con Brigitte Bardot, pero esta a último momento se negó a incluir su voz en la grabación. Una canción que fue prohibida en muchos países por su alto contenido erótico. Calificada por el Vaticano como “obscena”. Incluyeron gemidos —la leyenda dice que son reales— y metáforas explícitas que la hacen no apta para entrar en el circuito radial. Circunstancias de la época. Pero esto no quitó que fuera un éxito. Quizás, hasta la haya empujado a ser un éxito.

Brigitte Bardot, 1968 - Foto: Michel Bernanau

Brigitte Bardot, 1968 - Foto: Michel Bernanau

La realidad es que Serge no quería dedicarse a la música, sino más bien a la pintura. Decía incluso que no le hubiera importado perder una oreja —como Van Gogh— por la pintura, pero no por la música. Para él era un arte menor, una forma de supervivencia. En su trabajo visual temprano hay rasgos del impresionismo. Pero un impresionismo que juega con aspectos del barroco y con la fuerza del color que aporta el expresionismo.

Hay autorretratos, retratos de niños jugando e, incluso, si se llega hasta el fondo, vemos obras figurativas del propio Serge. Michèle Arnaúd, reconocida cantante y Francis Claude que tenía el cabaret Milord l’Arsouille, buscaban comprar algunas obras de arte. Se habían enterado de que existía un joven al que se le daba muy bien y decidieron ir a ver sus cuadros. Sin embargo, quedaron maravillados por la escritura de Serge más que por sus capacidades pictóricas.

Foto: Revista Billboard, 1971

Foto: Revista Billboard, 1971

Reconocieron que su prosa estaba plagada de humor, cinismo y observaciones por demás originales. Y fue, entonces, que se les ocurrió tomar al joven y llevarlo a la tarima, donde se presentaba en cabarets y en pequeños clubs hasta que los propios Francis y Michéle le consiguieron un contrato de grabación. Allí hizo su debut con “En Du chant à la une!”, en 1958.

Algo tuvo que ver Boris Vian, contagiando su capacidad escénica en Gainsbourg. Es que lo consideraba un ídolo, un referente. Un artista ecléctico que supo desviarse en casi todas las ramas artísticas y del pensamiento. Dicen que en los primeros años imitó la forma de tocar de Boris, cosa que es discutible. La comparación entre ambos puede darse, sin embargo, en sus letras, pero es que Serge ya cargaba al parecer en sus venas esa prosa humorística y satírica.

El hecho de conocer o de verse así mismo como en un espejo con el arte de Boris Vian quizás solo haya sido un impulso para seguir en ese camino. “Intoxicated Man” (1962) de Serge, es un peculiar homenaje a “Je Bois” de Boris. Los unen también los excesos, todos.

Ahí, en ese disco, emerge lo que se dice es el jazz agresivo, comparado incluso con Boris Vian. Un tipo de experimentación que caracteriza la obra de Serge, mutando de principio a fin. Despliega su arsenal de miradas refinadas, incluso haciendo críticas sociales, pintando la Francia obrera de su época. Un trovador, juglar del siglo XX que logró colarse en las ventanas de todas las casas de Francia.

Su influencia trasciende —o es gracias a— sus innumerables polémicas. Lo cierto es que todos los primeros discos suyos fueron un fracaso en ventas. Había cierto interés en los círculos artísticos —cantantes como Juliette Gréco y France Gall interpretaron temas suyos— pero el éxito comercial estaba lejos de acercarse a sus pies. Pensó en emigrar hacia los Estados Unidos, pensó que en Francia un tipo como eél no iba a encajar o que la gloria le tocaría los dedos una vez muerto. Algo similar a lo que pasó con Calamaro, quien sacó discos como Hotel Calamaro (1984), Nadie Sale Vivo de Aquí (1989) que resonaron en artistas de la talla de Charly García, pero que no lograron que Andrelo consiguiera la guita necesaria para vivir. Fue entonces que se mudó, con un Casio y 600 dólares en los bolsillos, a España y formó los Rodríguez. El resto de la historia ya la conocen.

Su consagración fue cuando estaba en pareja con la mencionada Brigitte Bardot y con ello trajo aún más exposición pública. Grabaron juntos, además de la mencionada ‘’J t’aime…’’ una canción titulada “Bonnie & Clyde” inspirados en la historia real. En los medios lo tildaron de neandertal.

Foto: Jean-François Bauret, 1982

Foto: Jean-François Bauret, 1982

Nadie podía creer que ese tipo catalogado como “horrible” había conquistado a la mujer más hermosa de ese momento. Allí fue que el sexo tomó aún mayor magnitud en sus grabaciones, cosa que ampliaría después con Birkin. Tuvo dos hijas con Jane. Ahondó más en su alcoholismo e incluso se convirtió, por un breve lapso de tiempo, en una figura de la que se le burlaba todo el mundo. “Gainsbarre”, borracho, violento y melancólico. Poco a poco se fue alejando de su matrimonio, de sus hijas. Decía que si lo querían encontrar estaría en la barra de un pub oscuro, con su barba de tres días, sus jeans, sus cigarrillos y breves ataques de melancolía.

En su última entrevista, que se emitió de manera póstuma, declaró: “Nunca pensaba en la música. Pensaba palabras. La música no es natural. No cantaba jamás. Salvo cuando me pagaban muy bien. Y en mi baño…”. También le preguntaban cómo debería de morir él y los acontecimientos siguientes a la misma. Murió el 2 de marzo de 1991 en su casa de la calle Verneuil a los 63 años, producto de un infarto.

Grabó jazz, una versión reggae de La Marsellesa (por la cual por supuesto fue declarado otra vez persona no grata por la república), rock steady, se hizo un maestro en el arte de la chanson. Hizo un disco llamado Rock around the bunker (1975) donde el protagonista es un nazi.

Jane Birkin, 1970 - Foto: Revista Pelo

Jane Birkin, 1970 - Foto: Revista Pelo

Compuso una canción en la que narra las andanzas de la SS (Servicio secreto alemán, popular y horroroso durante la segunda guerra mundial) en Uruguay. Hizo películas, escribió libros, colaboró con innumerables artistas (poco antes de su muerte había arreglado para grabar un dúo con Dylan). Es, en cierta medida, un alivio que en los restantes años de su vida haya sido acogido por buena parte de la crítica y de sus colegas.

Llegó a ver diversos homenajes que le hicieron a su obra. Incluso, uno que fue bastante particular que le hicieron en un programa en Francia: un Serge ya bastante avejentado, fumando y con su vaso de cerveza esperando a que levanten el telón. Se eleva el manto rojo y aparecen en escena unos cuarenta niños, sosteniendo falsos cigarros, vasos con líquidos ámbar (imitando al whisky), barbas grises y lentes de sol.

Cantan algo así: ‘’Aprobamos tu enojo cuando dices a la mierda los distribuidores, la edad de tu cabello, los surcos de tus ojos, no pueden ocultar tu eterna juventud. Venimos a decirte que te amamos y tus provocaciones no cambian nada. Los cigarrillos y el whisky no nos importan mucho, las melodías son las que nos gustan. Estarás siempre en nuestros corazones, mitad genio cantante, mitad papa amoroso’’.

Entre lágrimas contenidas, Serge atiende este homenaje. A él se lo nota conmovido, mezcla rara entre saber que estás coqueteando con la guadaña, que dejás un legado impresionante y que en vida quizás hayas cometido errores capaces de ser evitados, todo por algo que solo él supo saber.

Alguien que ha dejado una vasta obra generando que, hasta el día de hoy, a 33 años de su muerte, siga resonando en los pocos artistas que quedan practicando el arte de la canción como instrumento y como horizonte sin aparente fin de posibilidades.