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Contenido creado por Federica Bordaberry
Música
¿Será solo rock & roll?

Slash: crónica del hombre de galera que volvió a sorprender a Montevideo con sus guitarras

El legendario guitarrista regresó a Uruguay para dar un concierto de casi dos horas y media en un Antel Arena que merecía más público.

08.02.2024 08:19

Lectura: 9'

2024-02-08T08:19:00-03:00
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Por Carlos Dopico
Carlos Dopico

Quienes habían asistido al Teatro de Verano en 2012, en su debut local, sabían que el de Slash (58 años) sería un concierto sin fuegos artificiales ni serpentinas. Que sería un show de hard rock directo al pecho, con un fondo estático en el que predominaría su isotipo y dos pantallas verticales a los lados. De hecho, era inviable repetir locación por la temporada carnavalera, pero el Teatro de Verano era una vez más el escenario adecuado en esta velada rockera.

En su tercera visita a Montevideo —segunda al frente de su proyecto personal—, el emblemático guitarrista de Guns N' Roses y la Velvet Revolver recorrió ante unas 5 mil personas lo mejor de su repertorio en solitario, algunas rarezas, un cover emotivo y una versión de los Guns.

Salió al escenario a las 21:15 horas de este miércoles 7 empuñando la Gibson Les Paul —una de las siete guitarras que alternaría durante el concierto— y acompañado por The Conspirators, la banda que integran el carismático bajista y cantante Todd Kerns, el preciso batero Brent Fitz, el guitarrista rítmico Frank Sidoris y el notable Myles Kennedy en vocales.

Luciendo una remera de los Who y el rostro de Roger Daltrey estampado en el frente, más precisamente del documental The Kids Are Alright (1979); su icónica galera y los tradicionales lentes Ray Ban, el músico anglo-americano repasó una larga lista de canciones sin mediar palabra con la audiencia.

Sin embargo, su entrega fue indiscutible, disparando el riff de los temas, sosteniendo el pulso melódico y descargando solos interminables con los que reafirmaba su condición de guitar hero.

Hace algunos años, en entrevista con Mario Pergolini, Slash confesó que son tantas las canciones que tiene en la cabeza que una vez comenzadas las giras prefiere no alterar el setlist. Es por esa razón que el repertorio se ha mantenido casi inalterado desde el comienzo mismo de este recorrido mundial que lo trajo nuevamente a Montevideo. 

Fueron 22 temas sin pausa ni anestesia y otros dos como bises para cerrar. Por tanto, tal como estaba previsto, abrió el concierto con “The River Is Rising”, el mascarón de proa de su más reciente trabajo discográfico 4 (2022), y que da nombre a esta gira que volvió a ponerlo en movimiento. Se trata de una pieza clásica hard rock con un punteo vertiginoso y breve, y una letra sin aliento: “¿Hemos sido hipnotizados? Sin duda el final está llegando. Se nos acabó el tiempo. Aférrate, el río está creciendo. Sostente fuerte que la marea está subiendo”.

Así se fueron sucediendo temas como “Driving Rain”, “Halo”, “Too Far Gone”, “Back From Cali”, “Whatever Gets You By” y “C'est la vie”, otro de los nuevos y para el que Slash cambió por cuarta vez su guitarra y empuñó esta vez la flecha, la Gibson Flying V de 1958, con la que grabó la versión original de "Knocking on Heaven's Door". En esa misma canción se despachó, además, con un vocoder con el que doblaba vocalmente el recorrido melódico de su guitarra.

De ahí en más, seguiría otra de las piezas de su más reciente publicación “Actions Speak Louder Than Words”, uno de los temas más coreados por la platea.

Desde el comienzo del recital, la banda, por demás ajustada, fue dejando espacio para que el líder se luciera, pero al mismo tiempo, exhibiendo el peso de algunas de las individualidades. El más notorio, quizás, además del Myles Kennedy, fue el canadiense Todd Kerns, bajista y cantante (líder vocal y guitarrista de la banda de Las Vegas, Sin City Sinners).

El músico apodado "Dammit", tal como la correa de su instrumento advertía, no solo avivó al público en varias oportunidades, sino que además asumió la interpretación vocal de varias canciones emblemáticas y exigidas. “Always on the Run” fue la primera de estas. Si bien para muchos era curiosa una versión de Lenny Kravitz en el repertorio, el tema incluido en Mama Said de 1991 había sido una coautoría entre ambos, y el riff compuesto por Slash a fines de los 80, apenas después de grabar Appetite for Destruction.

Pero más tarde Kerns se ocuparía nada menos que de entonar con un falsete envidiable el cover de los Guns, “Don't Damn Me”, emblemático tema del Use Your Illusion, y más tarde “Doctor Alibi”, el tema que Slash compuso para su debut solista junto al líder de Motörhead, Lemmy Kilmister.

El trabajo conjunto de Slash y Myles Kennedy, de hecho, comenzó allá por el 2010, cuando el guitarrista hizo su debut en solitario y, bajo su propio nombre, comenzó un nuevo recorrido musical. En aquel álbum de colaboraciones en el que destacaban además Ian Astbury, Ozzy Osbourne, Chris Cornell o Iggy Pop, Slash otorgó a Kennedy los vocales en dos canciones: “Back from Cali” y “Starlight”. 

Aunque, sellaría la sociedad compositiva dos años más tarde, tras publicar en 2012 Apocalyptic Love, el álbum que presentó en Montevideo bajo la grifa “Slash featuring Myles Kennedy & The Conspirators”. A diferencia de muchos otros cantantes, Myles sabe que no ocupa el centro de la atención y eso le permite hacer su trabajo distendido.

De hecho, es el único de la banda que descansa durante tres ocasiones, mientras Kerns se encarga en esos momentos de los vocales. Y, a pesar de eso, su presencia es importantísima: es carismático, sencillo y dispone de un rango vocal que cómodamente recorre al menos cuatro octavas. Curiosamente, a pesar de ser un versátil guitarrista, tan solo empuña la guitarra en dos ocasiones: “Wicked Stone” y al final con “Anastasia”. Bajo su chaqueta de cuero, lucía una remera de Elvira: Mistress of the Dark, una comedia terrorífica norteamericana estrenada en 1988.

Promediando la mitad del concierto seguirían: “Bent to Fly”, “Sugar Cane”, “Spirit Love”,  el frenético cover de Slash’s Snakepit “Speed Parade”, “We Will Roam”, la exquisita balada “Starlight, y el demoledor “Wicked Stone”, en el que Saul Hudson cruzó de lado en el escenario y se despachó con casi nueve minutos de un solo que terminó en una verdadera ovación.

En ese momento Slash soltó su primera sonrisa de satisfacción. Cualquier otro músico hubiera precisado al menos un intervalo para reponerse de tal exhibición, pero Slash retomó a los pocos segundos la apertura de la siguiente canción.

Foto: cedida por AM

Foto: cedida por AM

No hay duda alguna de que es uno de los guitar hero más destacados de la cantera rockera. Influenciado por el blues y el hard rock de los 70, así como el heavy metal de los 80, comenzó tempranamente a definir su estilo que más tarde complementaría con influencias del punk o, incluso, sonidos de la música industrial.

Más allá del dominio de la escala pentatónica y el ligado, Slash es un guitarrista que antepone la expresividad a la técnica, por lo que es consciente en la importancia de trabajar en ambas áreas. En entrevista con Federica Bordaberry y Manuel Serra, para este mismo medio, lo dejó en claro: “Con los años, solo mejorás técnicamente y, quizás, lográs ser capaz de tocar con más fluidez, pero creo que esos sonidos primitivos que haces cuando empezaste son los mejores que vas a conseguir”.

Más allá de sus referentes en el instrumento: Joe Perry y Brad Whitford de Aerosmith; Jimmy Page y Jeff Beck en tiempos del Jeff Beck Group; Jimi Hendrix; Eric Clapton en épocas de Cream o Mick Taylor y Keith Richards de los Rolling Stones, Soul Hudson ha logrado construir con muy pocos elementos un personaje de sí mismo: Slash.

La galera de cuero, envuelta de caracolas plateadas, su melena crispada sobre el rostro y una Gibson Les Paul colgando de su hombro conforman una postal inconfundible de su imagen.

Foto: cedida por AM

Foto: cedida por AM

Se lo ve entero físicamente, preciso, ágil, fornido. Es casi un milagro para alguien que vivió durante años en la cornisa adictiva y que estuvo técnicamente muerto en un par de ocasiones. Él mismo lo confiesa en su autobiografía publicada en 2007: “Un doctor ubicó un desfibrilador cardioversor en mi corazón cuando tenía 35 años. Es un aparato de unos 8 cm. Lo insertaron por la axila. Monitorea constantemente el ritmo cardíaco y produce electroshocks cuando el corazón late peligrosamente rápido o demasiado lento. Quince años de alcohol y drogas han inflado mi corazón al punto de explotar. Cuando finalmente me internaron, me dijeron que tenía seis semanas de vida. Esta pequeña máquina ha salvado mi vida más de una vez”.

De ahí en más: “April Fool”, otra de las nuevas, “Fill My World” y “You're a Lie” para cerrar el viaje programado con “World on Fire”, el tema que da nombre a su disco de 2014 y que reza:  “Creo que es hora de prender fuego a este mundo. / Creo que es hora de llevarlo al límite. / Quémalo hasta los cimientos y enciende la mecha. / Puede que nunca vuelvas a ser tan bueno”.

Foto: cedida por AM

Foto: cedida por AM

Tal como había hecho en anteriores escalas de su gira, quedaban aún dos bises para cerrar la noche. El primero de esos fue una emotiva versión de “Rocket Man (I Think It's Going to Be a Long, Long Time)”, de Elton John (por supuesto), cuyo vinculo con el guitarrista radica en la inclusión del cover como parte de la banda sonora de la película Stuntman. La versión la hizo inspirada en un amigo que se quitó la vida saltando sobre el cañón de Snake River.

Para el cierre llegaría “Anastasia”, una canción de despedida irremediable que fuera parte de su segundo álbum Apocalyptic Love.

Previo al saludo final, el agradecimiento, los aplausos y un reparto de púas que apenas alcanzó el campo vip del Antel Arena. Pasó una vez más Slash por Montevideo y la sensación de ver una leyenda tan viva es un punto alto en la semana.

Por Carlos Dopico
Carlos Dopico