Por La Cretina
@lacretinacasa
Entrevista por Martín Inca | @inca_martin
Un adicto a la heroína al borde de la abstinencia se sumerge a buscar drogas en el peor baño de Escocia. Lo usó Danny Boyle en 1996 y creó la escena más icónica de la película Trainspotting.
Un hombre tiene visiones aterradoras en el baño de un hotel, mientras que otro se encuentra con un ex conserje en otro baño rojo sangre y se da cuenta de que quiere asesinar a su familia. Lo usó Stanley Kubrick en El Resplandor, en 1980.
Lo usó, también, en La naranja mecánica (1971), cuando el protagonista Alex canta Singing in The Rain, develando su identidad de agresor. Y lo usó en Lolita (1962). Y en Full Metal Jacket (1987). Y en Dr Strangelove (1964).
Los baños han ocupado lugares en las ficciones del mundo por una razón. Ahí están las formas más defectuosas de los personajes. O de las personas. Esos espacios conversan con la vulnerabilidad. La individual y la colectiva, porque las paredes de muchos de los baños públicos y de los bares de una ciudad son reflejo de una era.
Los de La Cretina (Soriano 1236) son reflejo de una especie de glamour decadente que queda estampado ajeno al conservadurismo. En las paredes hay escritas canciones de cancha, publicidades de emprendimientos, de bandas de rock, declaraciones de odio y de amor, secretos, números de teléfono. Son paredes que muestran una pequeña parte de la sociedad, esa sociedad oscura y curiosa.
Eso son los baños de un boliche: un fragmento, una foto, una muestra de lo que sucede afuera. Se reflejan las alegrías y desgracias de la propia existencia.
¡Los baños hablan! Por eso, presentamos un ciclo de notas donde LatidoBEAT y La Cretina realizará entrevistas en el baño del bar. Para la primera de ellas, la entrevista fue con Tabaré Rivero (Montevideo, 1957), conocido por su rol como músico en La Tabaré, pero también con experiencia en dirección de teatro, actuación, composición y escritura, además de amigo del bar. Y leyenda del rock nacional, claro está.
Aprovechando el contexto, ¿qué irías a buscar el retrete de un baño?
En el retrete de un baño, de este baño, lo único que voy a encontrar es hepatitis. No creo que podamos encontrar algo mejor, no se me ocurre nada más. Si tocamos las paredes y tocamos la cisterna… en mi época se decía tirar de la cadena. ¿Ahora? Ahora es la cisterna. ¿Qué puedo encontrar? Contaminación. Creo que La Tabaré es una música que tuvo que ver siempre con los baños. Yo escribo los mejores poemas en las paredes y en las puertas de los cuartos de baño. En realidad, no soy un poeta, soy un escribidor de textos de baño, de cuartos de baño.
¿Qué arrojarías al wáter y luego tirarías la cadena?
Tiraría por la cadena todo eso que significa el rock tonto, el rock de los ’80, aunque mucha gente ochentera, o joven, me diga, “no, pero había muy buen rock”. Sí, es verdad, pero Calamaro, Fito Páez, lo peor de Charly García, toda esa música que no tenía absolutamente nada que decir. Dirán que soy un viejo pelotudo. Y, es verdad, soy un viejo pelotudo. Sí, tiraría por la borda y por el wáter todo aquello que para mí es mierda, que es la música que no tiene sentido, que no expresa más que conchetés y que se olvida de expresar el alma.
Teniendo en cuenta la idea de escrituras en paredes de baños, ¿este tipo de baños te lleva a algún lado?
Sí. La primera vez que entré a un baño así, que no era genérico, que no existía la separación entre hombres y mujeres, que era para ambos géneros por igual, fue en Juntacadáveres. El baño era para hombres y para mujeres por igual y me llamaba mucho la atención porque se metía una mujer y luego me metía yo. Recuerdo que había un agujerito donde podías vichar cómo las mujeres, del otro lado, hacían pichí. Las mujeres podían hacer lo mismo cuando orinaban los hombres, pero eran otros tiempos. Estamos hablando de los ‘90.
Después pudimos darnos cuenta que era un adelanto eso. Me parece divino eso de los baños no genéricos. Es un adelanto, aún en estos tiempos. Ya no hay más diferencias, sino que todos somos exactamente iguales. Unos tenemos pene y otros tienen vagina. Esa es la diferencia, ¿cuál es el problema? Lo vemos en la pornografía apretando un botón. No hay diferencia. La diferencia está en el respeto que uno puede tener con respecto al otro.
Aprovechando que estamos en el baño de este bar/centro cultural, ¿te considerás una persona cretina?
No sé bien qué es ser cretino, pero me encanta que Federico Guerra haya utilizado la palabra “cretino” para definir este lugar. A su vez, para definir a estos seres que son diferentes a otros seres que andan por ahí ganándose el pan, yendo a laburar ocho horas. ¡Ojo! No está mal laburar ocho horas en vez de afanar a la gente que no tiene un mango, pero, quiero decir, no ser el tipo políticamente correcto que la sociedad exige.
Me gusta de alguna manera ser yo. Ser, en parte, un cretino, según Federico Guerra y Fernando Amaral (socios dueños de La Cretina), que fueron los que definieron y dieron forma a este espacio para poder denominar gente distinta. Gente diferente, gente que no está de acuerdo con lo mismo que está sucediendo en todos lados, gente que estamos en constante desacuerdo. A esta altura de la vida estamos en desacuerdo con tantas cosas, y con tantas otras cosas estamos de acuerdo, que ya es muy difícil enumerarlas. Estamos en desacuerdo con lo que la mayoría de la gente entiende como “normal”.
¿Tenes alguna anécdota que te defina a vos como cretino?
Yo he sido cretino. Es más, he sido cretino muchas veces, sin darme cuenta. Un tipo de mi edad, 66 años, sin darse cuenta, ha sido cretino. Sobre todo, he sido cretino con mi familia, con mis padres, con mis tías, con mi tío, con la gente que me educó y que yo, por no congeniar con sus ideas políticas, los he maltratado, los he ignorado y no he estado en los momentos en que ellos me necesitaban. Ahora me estoy abriendo un poco. Estoy abriendo un poco mi corazón, estoy dejando de ser un hipócrita para hablar con sinceridad. Esas son las partes cretinas de mi vida. Por educación machista también he sido cretino, quizá, con mi ex mujer. Eso no quiere decir que la haya golpeado, ni que la haya maltratado, quiere decir que no la he respetado como ella se merecía, porque era una gran mujer.
¿Creés que la sociedad se ha vuelto más o menos cretina?
La sociedad se ha vuelto una mierda, como siempre lo ha sido. La sociedad siempre ha sido manipulada por los medios de comunicación en Uruguay. Sobre todo, por los canales de televisión. Ahora, la gente ha dejado de mirar televisión y está apuntando y mirando hacia otras plataformas, otras redes, para informarse. Por ejemplo, a mí me han formado, a través de la educación, hacia el amor y la paz. Sin embargo, en la televisión veía detectives y policías que eran machitos que a trompadas solucionaban todos sus problemas. Yo he soñado con que cuando alguno se hiciera el vivo conmigo cagarlo a trompadas. Me parece absolutamente imposible, porque no tengo las posibilidades físicas ni corporales, ni nada para poder defenderme de esa manera. Las mujeres también pretendían ser defendidas por un machito, que supiera karate, o que supiera defensa personal y kung fu, qué sé yo. Todo eso eran fantasías. De alguna manera, hemos sido muy, muy, muy mal educados.
Mucha gente ha muerto, precisamente, en un baño. ¿Qué espera Tabaré Rivero encontrar del otro lado?
Yo tengo sesenta y seis pirulos y pienso, ¿cuánto más me queda? ¿Cinco, diez, quince? Con suerte, ¿veinte años? Pero dentro de veinte años yo voy a estar en un estado vergonzoso en que se me cae la baba, que me orino encima. No sé realmente lo que es, pero la muerte es un misterio y uno pretende irse de este mundo de la mejor manera posible. Una manera de irse es sin molestar a los seres queridos. Si yo me quedo medio retardado o me da un ACV y mis hijos me tienen que cuidar mientras yo me hago pichí encima, sería terrible. La otra es irme como un héroe, no sé, combatiendo, pegándole un balazo a un hijo de puta fascista, eso sería lo ideal.
En serio, no tengo ni idea de cómo quiero irme, pero sí entiendo que quiero irme de este mundo con tranquilidad, dejando que la gente que me quiere no diga, “qué difícil fueron los últimos años de Tabaré”.
Esa especie de resistencia combativa que planteás, ¿nos llevará a algún estado mejor como especie?
Veo este mundo muy, muy, muy difícil. Mis hijos no quieren tener hijos. Uno tiene treinta y dos y el otro veintidós, y ninguno de los dos quiere tener hijos porque se imaginan que sus hijos, o sea, mis nietos, van a estar sufriendo sed, van a estar sufriendo calores de cuarenta y pico de grados, inviernos helados y un abuso de poder de los que sí tienen poder.
Yo soñé con el hipismo, soñé con los punks, soñé que íbamos a cambiar el mundo. Ni el punk, ni el hipismo, ni ninguna revolución pudo con esto que se avecina. Ojalá haya alguien, ojalá haya un nuevo Che Guevara que sí pueda cambiar todo esto que nos ha deshecho. Ojalá los jóvenes estén atentos a esos nuevos Che Guevara que pueda deshacer toda esta basura en la cual estamos viviendo ahora.
Seguramente haya cretinos sociales: gente cretina que va a seguir resistiendo y combatiendo.
Ojalá. Ojalá haya cretinos sociales, como bien decís. Ojalá.
Tabaré, ¿te animas a dejarnos una frase en estos muros?
"Viva la sociedad alternativa".
Te invitamos a buscar la frase entre los stickers, pintadas y graffitis de los baños de La Cretina y a subirla a las stories de Instagram etiquetando a @latidobeat y @lacretinacasa, que las reposteareamos con nuestras cuentas. Eso sí, no nos hacemos cargo con las cosas que se vayan encontrando durante la búsqueda. ¡Suerte en la odisea!
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