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Contenido creado por Federica Bordaberry
Teatro
Andrade, merveille noire

Tango, fútbol y misticismo en una historia tan real como fantástica

El próximo jueves 4 se estrena “Merveille Noire: el musical de José Leandro Andrade" en el Auditorio Nacional del Sodre .

29.07.2022 10:29

Lectura: 8'

2022-07-29T10:29:00-03:00
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Por Federico Medina

En el año 2024 habrá festejos en París. Y es de esperarse que también en Uruguay. Reconocimientos de otros países, revisiones, informes periodísticos y acercamientos de todo tipo a aquel seleccionado uruguayo de fútbol que se consagró campeón del mundo en 1924, en el marco de los Juegos Olímpicos, organizados en la Ville Lumière.

La celeste jugó la final contra Suiza y la ganó, con holgura, por 3 tantos contra cero. El versátil y dinámico juego charrúa deslumbró a cuarenta mil personas en el Estadio de Colombes, como ya lo había hecho en sus presentaciones clasificatorias. Pero hubo un jugador, entre los once en el rectángulo dibujado con cal, que llamó la atención a los franceses: José Leandro Andrade.

Allá le pusieron “Maravilla Negra”. En el ´28 volvió a salir campeón del mundo en Ámsterdam. Cerca del final de su carrera, otra vez, en 1930 en Montevideo. Pero eso no es nada cuando el periodista, historiador, politólogo y escritor, Jorge Chagas, te pone a pensar si el impacto que el juego del uruguayo tuvo en Louis Armstrong no habrá tenido algo que ver con el surgimiento del swing jazz. Y lo hace de forma tan convincente, que conviene seguir escuchando.

“De Andrade sentí hablar desde que era niño. Me acuerdo que mis padres y mis tíos decían: ´Fue gran jugador de fútbol, pero…`  Ese `pero´ siempre me intrigó”, cuenta Chagas, que nunca dejó de estudiar a este personaje misterioso, de historia tan compleja e inagotable como la del mismísimo Carlos Gardel.

Este jueves 4 de agosto a las 21:00 horas en la Sala Nelly Goitiño del Auditorio Nacional del Sodre, se estrena Merveille Noir: El musical de Leandro Andrade, una obra de su autoría. Y la mejor forma que encontró de llevar a escena Gloria y tormento, su notable novela, editada por primera vez en 2003, y vuelta a escribir en una edición que estará disponible en librerías desde la próxima semana. 

En este breve fragmento de la novela, el escritor revive y resume las magias del futbolista:

“Sobrador, altanero, orgulloso, insolente. Quitándole al wing rival la guinda, quebrando la cintura. Inclinándote apenas al ras del suelo, como si cada uno de tus huesos fuese de elástico. Moviendo rápido los pies, haciendo la «bicicleta» para que la pelota pasase suavemente por encima de tu cabeza. Un roce apenas, matarla con el pecho, bajarla para dormirla, acariciarla con los botines. Sentir que te pertenece, que la poseés, igual que cualquiera de tus queridas de El Bajo. Luego, la frutilla encima de la torta. Un caño, una moña, dos, tres y cortita y al pie para el compañero desmarcado. Sí, Andrade, ¡sí! Las tribunas braman y gritan tu nombre hasta enronquecer. Hasta que tu nombre –que crece, se agiganta, ya no te pertenece porque es de todos– se pierde en la inmensidad del cielo, que no es tu cielo natal. Hay aplausos, flores y besos. Muchos besos, para ti, Merveille Noire. ¿Qué son esos recuerdos que tanto te lastiman?”.

El ambicioso espectáculo musical presenta a 30 artistas sobre las tablas y tiene música original de Damián Dewailly, una puesta en escena de Freddy González y coreografías de Roberto Rodríguez.

Alejandro Camino es un reportero que sigue la carrera de “la primera estrella negra del fútbol”; Diego Sosa interpreta a un joven Andrade y Eduardo Da Luz, al más veterano. Daisy Tourné es una condesa enamorada que persigue al futbolista por el mundo.   

El musical se anuncia como “un canto a la esperanza” y “un homenaje a la garra charrúa que todos los uruguayos sacamos en la adversidad”. Cuenta una historia nueva y redentora que, hasta no hace mucho, nadie conocía y que cambia por completo el destino de este hombre, mucho más allá de su muerte. 

Nelly Teresa Andrade Francolini tiene 90 años, vive en Salto y está contenta con todo este acontecimiento que le podrá dar paz a su padre y a ella misma. Esto también me lo contó Chagas, por teléfono, que se jubiló de bancario, pero que transmite con su voz y sus palabras el entusiasmo del periodista que acaba de dar con la punta del ovillo, ahora mismo. “¡No fue así!”, dirá varias veces sobre algunas de las cruces más pesadas con las que tuvo que cargar el protagonista de esta fábula. Una de las más difundidas: un supuesto desplante a un colectivo afro de Montevideo, que había preparado un agasajo en su honor.

La de José es una historia heavy de la que supo escaparse cada vez que pudo con sus grandes condiciones atléticas, artísticas y personales. Fue un gran bailarín de tango que aparecía y desaparecía sin previo aviso. Nació en Salto el 22 de noviembre de 1901 y luego, todavía niño, vivió en el barrio Palermo de Montevideo. Murió pobre y medio ciego el 5 de octubre de 1957, olvidado y solo. En su auge parisino, su luz habría terminado en romance con la bailarina Josephine Baker y la escritora Sidonie-Gabrielle Colette.

Seleccionado uruguayo Campeón del mundo en los Juegos Olímpicos de París en 1924

Seleccionado uruguayo Campeón del mundo en los Juegos Olímpicos de París en 1924

De su carácter se ha dicho que era una mezcla de arrogancia y desidia, aunque, según Chagas, Andrade “era un hombre más bien callado”. Tal vez, esa particularidad le generó la fama. 

Al respecto, el periodista trae al recuerdo un episodio que le contó el ex futbolista y director técnico Juan Ricardo Faccio: “Lo invitan a Andrade a un asado de jugadores de Nacional, él va, pero se pone a jugar con unos chiquilines a la pelota. No le daba bola a nadie”.

Su primer club fue Bella Vista, donde fue compañero de José Nazzazi. “El mariscal” lo recomendó al cuerpo técnico de aquella Selección uruguaya que gracias al destino -y la locura del dirigente Atilio Narancio- fue a parar al epicentro de “los años locos”, brindando el espectáculo deportivo más importante de los años ´20. 

“En aquella época no había dinero en el fútbol”, recuerda Chagas. “Y, sin embargo, la hazaña de ese equipo (los ganadores del ´24, ´28 y ´30) es formidable. Fue una generación de oro. Cuando ganan el Mundial del ´30, lo máximo que piden es que les den empleos públicos. De ellos se dijo que eran reos, gente de la calle. ¡Para nada! Por ejemplo, (Alfredo) Zibechi y (Ángel) Romano sabían hablar francés perfectamente bien, por eso el plantel se podía mover por París con absoluta naturalidad. Después de que ganan los Juegos Olímpicos del ´24, se convierten en embajadores de América Latina en Europa, y en ídolos. Los invitan al Moulin Rouge a cenas de gala, grandes banquetes, a todos lados, y su comportamiento siempre fue ejemplar”.

Antes de los años de gloria futbolista, tanto más atrás en el tiempo, como el día del nacimiento de este crack, hubo “una lluvia de peces”, otros milagros, maldiciones y peligros más corrientes que al agua, cada día y cada noche de su vida; hechiceras, otras mujeres, música, baile, y escuchó de cerca algunos de los primeros tangos como “El Lucamba”.

Chagas siente que se sacó una venda de los ojos cuando -en 2007- vio a Yambo Kenia en el Teatro de Verano, con el espectáculo basado en su novela Gloria y Tormento (con una adaptación de Luis Trochón) y así descubrió “una conexión desafiante entre la literatura y la música”.

De esa forma, en 2019, escribió el musical La diosa y la noche, basado en su novela sobre Rosa Luna, del mismo nombre.

En este nuevo musical hay muchos ritmos, pero el que manda es el tango. “Mis conocimientos sobre partituras son muy pocos, pero mientras escribo para un musical, lo que sí tengo en la cabeza, es la velocidad de la canciones,” explica.

De repente, parecen muy pocos los que pudieron conocer de verdad a esta figura del deporte y la cultura del Uruguay. 

“¿Qué sentía realmente José Leandro Andrade? ¿Cómo se veía a sí mismo al ser un negro triunfador en un mundo de negros perdedores, derrotados desde antes de nacer? Si tuviera que usar un término futbolístico le diría que salían a la cancha perdiendo por goleada”, relata Chagas, en su novela.

Por teléfono, me confiesa que “siempre queda algo más”, o “aparece un dato” que cambia toda la historia. Y entonces, dice: “Hay que hablar con los viejos y tener paciencia. Hay que recuperar la capacidad de escuchar y comprender. Ahí está gran parte de la memoria de la sociedad.”

Merveille Noire: el musical de José Leandro Andrade se podrá ver los días 4, 5, 6 y 7 de agosto en el Auditorio Nacional del Sodre. Entradas en Tickantel.   

Por Federico Medina