Documento sin título
Contenido creado por Federica Bordaberry
Música
Sumando melodías

Todo es más fácil de lo que parece, con Astroboy: “Éramos fans de nosotros mismos”

A 15 años de su disolución y 20 de su debut discográfico con 5 estrellas la banda uruguaya Astroboy regresa en tres noches consecutivas.

19.10.2023 15:50

Lectura: 23'

2023-10-19T15:50:00-03:00
Compartir en

Por Carlos Dopico
Carlos Dopico

Hace quince años, el 3 de junio del 2008, la banda Astroboy se despidió musicalmente con un concierto en el extinto boliche BJ. Habían vivido el vértigo de cinco años intensos en el que publicaron tres discos (un EP y dos LP) y recorrieron decenas de escenarios, tanto en Uruguay como Argentina.

“Cuando el tema dice, ‘fácil, todo es más fácil’, era así. Era salir y hacer sin pensar demasiado”, señala el bajista Javier Vaz Martins. El vocalista y compositor Martín Rivero añade: “Y fue tan así la actitud, que duró lo que duró”.

Aquel quinteto veinteañero, tan arrogante como irreverente, poco comulgaba con el movimiento musical masivo de la escena local de aquellos tiempos, aunque fuese parte de algunos de sus grandes eventos (El Centenariazo o la Fiesta de la X). “Nos veo como unos posadolescentes escandalosos. Pero no somos más eso, no somos más así. Me deja tranquilo saber que no hay rencores”, confiesa Rivero.

Astroboy, cuyo logo habían copiado de la Premier de Keith Moon de The Who, abrevaba influencias notorias del beat de los ‘60 con otras más contemporáneas de la explosión britpop, e incluso exponentes del punk o el rock neoyorquino. Cantaban, mayormente, en inglés, emulando bandas como la uruguaya Mockers, u otras extranjeras como Beatles, Oasis, Franz Ferdinand, The Strokes, The Jam, Stooges, Televisión o King of lion, cuyas influencias moldeaban álbum a álbum su repertorio.

“No teníamos ningún problema con el español, pero ni intentándolo nos salía natural”, advierte Vaz Martins. Rivero agrega: “Yo no sabía cómo escribir en español. Era por ignorancia. Y las que me salían eran limitadas, secas o inexpresivas”.

Poco después de su separación, en 2011, el festival Primavera 0 logró reunirlos para un único show como banda soporte de Beady Eye, el proyecto de los ex Oasis, (a excepción de Noel Gallagher) que llegó para tocar en Montevideo.

Habían publicado el efervescente 5 Estrellas, el certero y maduro Automática y el inconforme Big for the city. “Esa última fue una época medio maldita. (…) Ahí se cerraron todas las cortinas, incluso las nuestras”, sentencia Rivero.

Sus conciertos eran algo displicentes, aunque energéticos y potentes. Tanto, que fueron sumando rápidamente un séquito seguidor. Una vez concluido el recorrido, quitaron el pie del acelerador. Sus integrantes comenzaron caminos musicales diferentes, coincidiendo en algunos proyectos y apoyándose en emprendimientos personales, pero sin volver a dar vida a aquella banda pos adolescente.

Tres de ellos (el guitarrista y compositor Francisco “Paco” Risso, el baterista Pablo Fiallo y el guitarrista Leandro “Tuco” Boné) conformaron inicialmente Dormidos al Volante. Luego, “Paco” fundó Monstruo y Tuco se incorporó a la argentina Les Mentettes. El vocalista y compositor, Martín Rivero, emprendió un recorrido solista de dos trabajos, mientras que el bajista Javier Vaz Martins comenzó una búsqueda electrónica solista para, más tarde, sumarse a proyectos como el de Gonzalo Deniz.

Esta vez, a instancias del aniversario redondo de su debut discográfico, el 5 Estrellas, los Astroboy decidieron volver para tocar en tres únicas noches. Hace meses que tienen entradas agotadas.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

Más allá de la fecha redonda de su debut, ¿por qué sintieron la necesidad de volver?

Martín Rivero (MR): Son los veinte años de nuestro primer disco (EP 5 Estrellas) y queríamos celebrar ese trabajo que nos abrió no solo las puertas a la música, sino a ser amigos, a un montón de desarrollos personales y a aventuras juntos. Los veinte años son un motivo grande para celebrar. A mí, personalmente, me cambió la vida Astroboy.

¿Quién observó la fecha, lo propuso o convocó?

MR: Yo me contacté con Bizarro. Les dije: “se cumplen veinte años y nos gustaría saber si hay posibilidades de editar el 5 Estrellas en vinilo”. Como Pablo vive en Italia, Tuco en Buenos Aires, Paco en Colonia, etc. no era muy viable juntarnos a tocar como primer compromiso. Quizá, podía ocurrir un show de alguno de los miembros de la banda o lo que fuera, pero sí estaba bueno reeditar nuestra música y darle un poco más de vida. Hoy en día, un vinilo es un objeto importante para los melómanos y quienes quieran tenerlo.

Javier Vaz Martins (JVM): Nunca existió el vinilo de ese material. Nosotros, que siempre referenciábamos al pasado, nunca lo hicimos.

MR: En aquel momento, era como un sueño tener un vinilo, no se usaba tener o fabricar. Era muy costoso.

¿Recuerdan cuántos se fabricaron y vendieron de aquel disco compacto, enfundado en sobre de cartón con apenas el nombre de los temas?

JMV: Quinientos, creo.

MR: Eso fue la primera vez, luego hubo varias tiradas. No sé cuántos se vendieron. Fue un disco recontra querido por quienes vivieron ese momento de los 2000. Fue muy significativa esa música, porque representaba un poco a aquellas personas que buscaban otros referentes, otros pares. Nosotros ocupamos ese lugar, ese nichito. El resto estaba ocupado por No Te Va Gustar, La Vela Puerca, Buitres, etc.

Agotaron las tres salas Magnolio en muy poco tiempo (27, 28 y 29 de noviembre). ¿Les sorprendió la convocatoria que tenían, incluso después de una década y media de la disolución?

JVM: Estábamos un poco fuera del asunto. En lo personal, no tenía ni idea de qué podía pasar. Sí sabíamos que queríamos hacer algo que no nos involucre estrés, algo íntimo, de celebración. La idea era hacer algo para nosotros y la gente que estuvo en aquel momento. Por eso, la elección del lugar. La idea era hacer una fecha. Tres, fue consecuente de la demanda. Sí, yo me sorprendí.

MR: Yo tenía fe en que iba a andar bien, pero sin muchas más expectativas. Lo que pasa es que todos estamos en otro lugar de nuestras vidas y todo eso había que traducirlo a las ganas de tocar juntos. La idea no era llenar, ni tocar para mucha gente. En un momento, en Magnolio nos dijeron de hacer varias fechas más y no pudimos por un tema de agenda. Pablo (Fiallo) viene de Italia por una semana. No es para este momento.

Pablo vive en Italia, Tuco en Buenos Aires, Paco en Colonia, y ustedes (Javier y Martín) en Montevideo. ¿Este encuentro es el principio de una reunión o es una celebración puntual que no volverá a repetirse?

JVM: Lo que nos pasa a todos es que queremos vivir esto, concentrados en esto. Pablo hace años que no está en Uruguay y va a visitar familia, amigos, ensayos. Todo en una semana. Tuco, igual. Van a pasar un montón de cosas.

MR: Esto mismo es un evento re lindo. Cada uno puede proyectar lo que quiera, pero como grupo esto es lo que tenemos y lo que vamos a hacer. Para todos es re lindo juntarnos. Tuvimos, hasta ahora, dos ensayos reales. Uno de esos fue en Colonia, el lugar donde empezamos a hacer música. Queremos estar un rato juntos y volver a tocar. No hay un gran plan.

¿Con qué perspectiva ven hoy el pasado y la irreverencia con la que debutaron dos décadas atrás?

JVM: Escuchando, después de muchos años, sentimos que qué mal que tocábamos. Es inevitable ver esa parte. Han pasado muchos años y todos hemos tocado bastante. Pero, al mismo tiempo, vemos con mucho cariño lo fácil que nos salía la cosa, sin importar. Eso que ahora uno puede juzgar de qué mal tocado o grabado, en ese momento no importaba en absoluto. Cuando el tema dice: “fácil, todo es más fácil” era así. Era salir y hacer sin pensar demasiado.

MR: Lo dijo, lo hizo.

JVM: Era muy impulsivo todo. Yo le tengo mucho cariño a aquella actitud. Ya quedó lejos, pero tenía un valor grande. Últimamente hemos estado revisando fotos y empezamos a recolectar todo lo que había en la vuelta. Es un viaje verse.

MR: Había un nivel grande de inconsciencia propio de la edad y aún más de nuestras personalidades. Éramos muy extrovertidos, con ganas de mostrar. El pegue de Astroboy era una arenga continua de qué bueno que está lo que hacemos. Éramos fans de nosotros mismos. Al principio, en la época del 5 Estrellas, todo era un juego entre nosotros que después se expandió. Fue tan así la actitud que duró lo que duró. Planeado, no podía durar con esas edades. Fue todo muy rápido, muy intenso. Duró poco más de cuatro años.

JVM: Fue una entrega absoluta, además. En esa época, cualquiera de los cinco estábamos pensando, todo el día, solo en eso. Si teníamos un trabajo, no importaba. Estábamos todo el día como automatizados. La cabeza de los cinco estaba seteada ciento por ciento en eso. Eso ayudó a la fuerza con la que avanzaba.

MR: La conexión era fuerte e inmediata, pá pá pá pá.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

¿Alguien de la escena musical les hizo pesar sus desplantes del pasado o recriminó alguno de sus dichos displicentes?

MR: Creo que el rock es una justificación de todo eso. Aquella actitud era un poco inherente al rock. Pero es verdad que se nos iba de mambo. En lo personal no soy más así, no soy más eso.

Eso fue una etapa de mi vida y una forma de comunicarme que… A veces, me veo en retrospectiva, y digo: “pah, el nivel de agrande que tenía para haber hecho apenas cinco canciones”. Pero nadie nos reprochó nada. Está bien, a veces hay consecuencias de las cosas que uno dice. Nosotros apuntábamos más a la música que hacían otros a los artistas en sí. Nos veo como unos posadolescentes escandalosos. Pero no somos más eso, no somos más así. Hoy respeto a todos los músicos que conozco, me guste o no su música.

JVM: Creo que todo el mundo en esa música estaba viviendo un presente re efervescente. Todos estábamos en el mismo viaje. Si habíamos dicho algo de la Vela Puerca, a los pocos años estábamos tomando una birra con alguno de ellos. Quizá, en el momento exacto, ellos lo podían tomar como personal, pero creo que no sucedió.

MR: Hace poco, trabajando para la película Temas propios, grabamos algunas canciones con el Enano (Teysera). Tuve la oportunidad de hacer la producción de la grabación y fue increíble para mí trabajar con él. Si bien ya habíamos charlado, y hasta tomado birra en alguna ocasión, ahí sentí realmente que es un loco mega pro, re enfocado. Es un groso. El resultado fue re lindo. Me agradeció de una forma súper tierna, tratándome casi como un hermano menor. Me deja tranquilo saber que no hay rencores.

JVM: Fue una burbuja de la escena de ese momento. No se volvió a repetir, fue coyuntural.

Todos han seguido vinculados a la escena musical, pero, de hecho, con aproximaciones bastante más locales. Por ejemplo, Javier grabando con Gonzalo Denis. Todos componiendo en español. ¿En aquellos tiempos lo veían como una posibilidad?

MR: En cuanto a la composición, me costó muchísimo componer en español y entender cómo querer al idioma. Yo estaba totalmente formateado, mirando siempre hacia fuera, hacia el norte. Esas eran mis referencias. No fui criado en un ambiente musical que tuviese que ver con el Río de la Plata.

Mi madre es italiana y mi padre nunca vivió en Uruguay. Me gustaba mucho el inglés. Me resultaba natural y hasta más musical. Me costó muchísimo identificar el lenguaje que me gusta en mis canciones y elegir las palabras que resuenan. Ahora me encanta hacer eso, pero pasé por dos discos solistas. Por el proyecto Campo, y aprendí muchísimo con Juan Campodónico, Gustavo Santaolalla y toda la gente de Bajofondo. Eso para mí fue otra escuela. Astroboy fue el jardín de infantes y, luego, toda la etapa con Juan y Campo fue como el liceo y la universidad.

JVM: Hubo interés, pero no salió. Lo intentamos más sobre el final de aquellos años y nos encontramos con un freno idiomático. En Argentina, e incluso en España, nos habían dicho, “si ustedes nos traen un disco en español, los editamos, etc.”. Nos vendían el paquete de promoción y todo. No teníamos ningún problema con el español, pero ni intentándolo nos salía natural.

MR: Una vez nos fuimos a Atlántida con el único objetivo de volver con un disco en español, pero no salió. Yo no sabía cómo escribir en español. Sentía que todo lo que escribía era… ¿cómo se dice? ¿Corny? ¿Cheesy?

JVM: ¡Cursi!

MR: ¡Eso, cursi! Era por ignorancia. Y las que me salían eran limitadas, secas, inexpresivas. Las que quedaron eran muy buenas: “Mi Reserva”, “Fácil”, o “Los días mueren sin tu amor”, que más tarde grabé yo solista, pero era de esa época.

JVM: A Paco le pasó, también. Tuvo los proyectos Dormidos al Volante, o Monstruo, y recorrió un camino muy similar al de Martín. En un momento, se destrabó y comenzó a componer exclusivamente en español.

Aquellos eran tiempos sin redes sociales y con plataformas de música con mucha limitación, pero, ¿tuvieron alguna propuesta del mercado angloparlante?

JVM: Mirá, Sergio Matzenko, un uruguayo que se había radicado en Londres, y en épocas de cyber café, nos escribió un mail re arengador. Onda, “vengansé pa’ acá, la van a romper”. La verdad que era lo que queríamos en ese momento. Yo creo que Pablo era chico y hubo alguna cuestión ahí por la que no salió. Pero el razonamiento era: ¿qué puede pasar de malo, más allá de comer arroz por seis meses, y volver con un bolso lleno de anécdotas? Pero no se llegó a concretar.

MR: Nos escribió un flaco también, Eduardo, desde España, que tenía un vínculo con la revista Zona de Obras y nos decía que, si hacíamos un disco en español, podía llegar a editarnos. Pero nosotros salimos con el peor disco, Big For The City (2006) y ahí se cerraron todas las cortinas. Incluso, las nuestras.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

Grabaron el EP 5 Estrellas con poco más de doscientos dólares y en una experiencia que parecía recorrer el túnel del tiempo. ¿Qué sienten hoy cuando lo escuchan, en retrospectiva?

MR: Era toda una burbuja entre nosotros.

JVM: No teníamos ninguna figura que nos guiara en nada.

MR: Ese disco salió por nosotros. Después, lo mezcló Daniel Anselmi, porque era quién operaba la máquina, pero la idea fue toda producida por nosotros. Era hermoso porque viajamos verdaderamente en un túnel del tiempo. Fuimos al estudio de Mario Sanguinetti, un señor profesional que laburó mucho tiempo en Argentina grabando bandas como Rata Blanca y que, en un momento, se mudó para Colonia. Tenía muchos equipos de los ‘60 y ‘70.

JVM: La pantalla de la computadora era verde y negra, con eso te digo todo. Su función era, únicamente, llevar el metrónomo. El estudio era todo sepia, como el sketch de Francella. Entrabas y estabas en otra era. Nadie conocía lo que era un micrófono Neumann, ni un preamplificador, ni tenía idea de lo que era una mezcla. Habíamos filmado, pero perdimos un casete de video, donde estaba todo en vhs.

MR: Fue como vivir una burbuja ensoñada.

JVM: En el tema “Iggy Pop”, que cierra el disco, antes del bonus track, la batería la grabó Pablo con un sample porque las tomas estaban inutilizables. No teníamos idea de nada, pero, al mismo tiempo, teníamos esa pulsión interior de sacar las cosas para afuera.

***

El álbum 5 Estrellas fue parte de los especiales de La Púa de Colección y, de hecho, las historias de grabación conforman también parte de las anécdotas reunidas en el libro Hoy como ayer.

Aquel trabajo fue grabado de forma absolutamente amateur en un estudio profesional con equipamiento del siglo pasado. Al momento de grabar, nadie tomó recaudos y las tomas de cada instrumento se terminaron contaminando. Los micros de la batería tomaban el bajo, las guitarras, y lo mismo sucedía con el resto de las tomas. El trabajo del ingeniero Daniel Anselmi fue casi de cirujano sonoro. Sin embargo, más allá de lo técnico, el disco contenía una efervescencia imposible de recrear si no hubiese sido real.

***

Muchas veces los escuché renegar de aquel disco, pero con el paso del tiempo sé que hoy le guardan cariño. Lo van a reeditar en vinilo con Bizarro, ¿cómo lo sienten?

JVM: A ese disco de génesis le tenemos mucho cariño. Ahora que se activó el chat entre los cinco, está claro. También identificamos el Automática (2004) como el más logrado profesionalmente. Lo que pasa que ahí ya teníamos una figura de productor, el argentino Mariano “Manza” (Esaín) y grabamos en un estudio un poco más moderno. Pero el cariño y la parte emocional que tiene el EP se lleva todo puesto.

MR: El EP fue el que prendió la mecha y tenía, además, unos rocks tremendo y hasta unas canciones más acústicas. Unas más beatleras y otras más Strokes. Ese disco está muy logrado. Fijate que el primer disco de los Strokes era también una cosa cruda, producida por alguien que sabía, pero cruda.

El enfoque fue el mismo. Obtuvimos lo que fuimos a buscar. Yo creo que tiene a un chiquilín que está aprendiendo a contar y otros cuatro que están aprendiendo a tocar. Hoy lo veo como algo con muchas asperezas, pero mi yo del pasado lo vivió, suscribió a eso y fue feliz.

Durante el período que estuvieron en actividad, la escena rockera local estaba rozagante. No tocaron en los Pilsen Rock, pero sí en alguna Fiesta de la X, sobre la Ámsterdam, o en el Centenariazo, tocando sobre la Olímpica. De todas formas, ustedes expresaban una clara limitación con aquel último disco Big For The City (2007). ¿Cómo sienten hoy la escena?

MR: Hoy no curto mucho la escena. En aquel momento lo que sí sentía era que éramos muy distintos al resto y me costaba mucho transmitir y contagiar. Estaban bien las trescientas u ochocientas personas que nos iban a ver, pero nosotros queríamos quince mil. Era todo un programa de ambición desmesurada lo que teníamos y no sabíamos lo bueno de lo que nos estaba pasando. Nos pasaba mucho eso.

JVM: Estábamos muy en nuestras cabezas, funcionaba como una sola.

MR: Para ser claro, sentíamos que el público del Centenariazo (2004) debía haber estado sólo para nosotros (además de Astroboy tocaban: Buitres, Buenos Muchachos, Trotsky Vengarán, Los Piojos y La Vela Puerca). ¿Te das cuenta que era una ridiculez? No éramos lo suficiente agradecidos como para decir: “aparecimos el año pasado y estamos tocando este festival”. Fue producto de esa manija del momento, tipo “Pinky, vamos a conquistar el mundo”.

JVM: Era como una máxima que teníamos que se terminó cumpliendo. Nosotros no queríamos tener un laburo e ir a ensayar después de horas de trabajar. Queríamos tener una banda.

MR: Hay, incluso, un manifiesto de la banda escrito que dice eso mismo.

JVM: Queríamos que la banda nos garpara el alquiler y todo, que fuera nuestro medio de vida.

MR: Soñábamos incluso con tener cuatro camionetas.

JVM: Cuando dejamos de tocar fue un poco por aquella ambición. Aquella idea que teníamos no se iba a cumplir nunca.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

“Siempre nos jactamos de que hacíamos lo mismo que hacían los Mockers cuarenta años atrás”, dijeron veinte años atrás. ¿Sienten que hoy alguien hace lo mismo que Astroboy hace dos décadas?

MR: Yo creo que mucha gente hace lo que hacía Astroboy.

JVM: Vos me hablaste de que le encontrabas algún link con Niña Lobo.

MR: Sí, es verdad. En la forma de componer, en las estructuras compositivas y en esas cabezas que están pensando juntas en una misma cosa. Son además un grupo de amigas muy fuerte. Veo esa cuestión incipiente y efervescente del proyecto.

Hasta podría decir que hacen una música similar en cuanto a que el objetivo es emocionar a través de una canción simple de tres minutos. Es como una réplica en el tiempo, algo parecido, aunque probablemente ellas ni nos escucharon. No creo que hayamos sido influencia, sino producto de patrones que en la música se repiten.

¿Les ha pasado en sus proyectos más recientes de estar componiendo y sentir que son temas para Astroboy?

MR: Sí, me pasa bastante. Lo que pasa es que es muy amplio. Astroboy era una cosa y se transformó otra. El tercer disco es un anacronismo que no debería ni haber existido. Es más realista que el rey. Ahí nos autoeliminamos. Quisimos copiar una cosa de los ‘60, ‘70, en inglés, muy rockera, y quedó muy hermético. Tuvimos distintas etapas y, a veces, compongo parecido a alguna de esas etapas. Y cuando lo identifico voy mutando a otra cosa. Pero sí que hay una fórmula nuestra de hacer música que esta buena. Pero, así como se prende, se apaga.

"Mi reserva".

MR: “Mi reserva” está increíble porque es un poco la narración de lo que pasó con nosotros, hecho canción. Es el tema que se hizo mientras nos estábamos conociendo. Me lleva al departamento de Javi, en Yaro y Constituyente, que fue como nuestra base de inteligencia. “Mi Reserva” me parece hermoso.

JVM: Se armó a los tropezones. Se iban tirando pedazos que armaron la canción.

MR: Además, después significó una especie de himno para nosotros, cuando lo pasaron en la radio. Tuvo varias vidas esa canción.

JVM: Tiene ese guiño muy obvio con The Beatles. Era muy fácil relacionarnos con Oasis, pero estaba bueno ese salto atrás que dimos para ir a la fuente. Era como un chiste, que quedó.

MR: No recuerdo ni cómo citamos a Martin Gil, de No Te Va Gustar, para tocar. Fue como cumplir un sueño porque teníamos un pire de tener trompetas, pero de un determinado tipo de arreglo beatlero o de los Who. Hay un demo previo con la versión en teclado.

JVM: Fue muy fuerte cuando mostramos la versión final con la trompeta. Alguna gente nos decía, “pero esto es como No Te Va Gustar o La Vela Puerca”, solo por el hecho de tener trompeta. Otros nos decían: “esto son los Kinks”. Imaginate, esos comentarios extremos, describiendo el mismo arreglo.

MR: Hace poco recordé algo que había borrado de mi vida. Yo era re fan del primer disco de No Te Va Gustar (Solo de noche, 1999). Sobre todo, de “No era cierto” o las otras canciones hiteras. En las fiestas de mi adolescencia siempre iba al DJ y le pedía No Te Va Gustar.

JVM: Yo tengo que confesar que escribí en Montevideo Portal una crítica, como hijo de vecino, de aquel disco. Había ido al concurso que ellos ganaron en la Intendencia y de Montevideo y había quedado sorprendido. Fui, flasheé y, cuando sacaron el disco, mandé una reseña que salió publicada.

¿"Did I Tell You"?

JVM: Paco es el compositor. Tiene un link derecho a los Strokes. No nos importaba esconder esas referencias. Cuanto más explícito fuera, mejor. Sentíamos a los Strokes como un canal que nos traía todo lo anterior. Ahí descubrimos a Television. Cuando leíamos críticas de sus discos íbamos derecho a escuchar a las bandas referentes que citaban.

MR: Me acuerdo de Paco cuando nos presentó esa canción. Paco era muy tímido para presentar canciones, hacía como un murmullo bajito cuando cantaba. Le daba mucha vergüenza.

Fotos: Javier Noceti

Fotos: Javier Noceti

“My Girlfriend Loves The Beatles More Than Me”.

MR: Esa es de Javi, de esas que tocabas en guitarra en tu casa.

JVM: Yo no sé tocar la guitarra, por eso el tema es bien básico y rocanrolero. Esa la usábamos para abrir. Le decíamos “Kelly” porque había un tema de la hija de Ozzy Osbourne que tenía una batería igual. El tema arranca con un compás solo de batería y Kelly lo arrancaba igual. Hasta el día de hoy, en las listas, figura como “Kelly”.

MR: Lo mejor de ese tema es el nombre.

JVM: Ese tema tiene una anécdota increíble. Una vez que lo grabamos, Manza lo llevó para mezclar a Buenos Aires. En esos días, los Strokes sacan Room on fire con la canción “12.51”, un mega hitazo, y dijimos: “¡Bo, eso tiene mismo riff!”. Faltaban semanas para sacar nuestro disco, ya no había nada que hacer.

MR: Son esas cosas que pasan al ser de una misma generación y tener las mismas influencias. En algún momento van a ser cosas que ocurren. Era gracioso porque nosotros les copiábamos a ellos, pero no eso.

“Burbuja”.

MR: Yo vivía con mi madre en ese momento y me acuerdo de estar en el cuarto componiendo. Se transformó en un hitazo cuando la trabajamos entre todos y cada uno aportó lo suyo. El bajo de Javi estaba buenísimo.

JVM: Ese tema cargaba con ser “Mi Reserva” del Automática. Funcionó mucho, pero no le llegó ni a los talones. No tuvo la misma rotación radial.

MR: Queríamos que fuera el tema de una publicidad de refrescos, pero finalmente no ocurrió. Creo que le va bien. Si están leyendo, pónganse en contacto.

“El gran escape”.

MR: ¡Divina canción! Ese sí está a nivel de “Mi Reserva”, pero superior. Mucha gente conecta con ese tema, es re emocional. Tiene una mezcla de cosas de la composición que es nostálgico y esperanzador. Eso es una cosa que me gusta mucho, que sea nostálgico y optimista por igual. Es una canción re Astroboy. Si yo o Paco hubiésemos podido articular el español, ese era un buen camino para seguir.

JVM: Esa canción pegó mucho entre quienes nos escuchaban. Martín luego hizo una versión solo en la guitarra.

“In The City”.

JVM: Esa época es rara.

MR: Fue una época medio maldita.

¿Es un tema que no va a estar en la lista?

MR: No, sí va a estar. No tenemos tantos temas. La hicimos todos en una sala de ensayo. Instrumentalmente, me parece lograda y hasta divertida. Pero la letra y la voz me parecen una cagada. Ahí trataba ciento por ciento de ser alguien que no era y perseguía una idea divagante. Pero la música creo que es re linda y suena bien. Es re Franz Ferdinand.

JVM: ¡Claro, es como de aquella segunda camada! Franz Ferdinand, Kings of Lion, un coletazo contemporáneo.

MR: Sí, ese tema Matinée (“The Dark Of The Matinée”) era divino. Queríamos hacer algo así.

Por Carlos Dopico
Carlos Dopico