Por Federico Pereira
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En un país tan pequeño como el nuestro, ubicado en el recóndito sur, que un músico o banda de escala intercontinental venga a presentarse en un escenario de nuestra capital, es novedad.
Así que ante la noticia de que una figura como José Luis Perales —uno de los cantautores más importantes de la esfera hispanohablante— cierra su última gira y su carrera sobre los escenarios, aquí, en Montevideo, es más que natural dudar. “Imposible, debe ser su último concierto en América, seguro en España volverá a tocar”, podría decir para sí el lector al ver el titular.
Sin embargo, es cierto. Perales se presentará por última vez como solista, aquí, en nuestro país, en el Antel Arena, para dar su recital de despedida el próximo domingo 24 de abril, a las 21:00 horas.
Cuando culmine su última canción y vuelva a su camerino, cuando se apaguen las luces del escenario y el público se haya ido a sus casas cantando “Un velero llamado libertad”, el astro español que ha hecho del bajo perfil un emblema personal volverá a su tierra natal y fuera del agite de las giras, a su música.
Entrevistado por LatidoBEAT, Perales reconoce que concluir la gira despedida en Montevideo es cuestión de agenda y decisión de su manager, pero expresa que a pesar de eso está “encantado” de que vaya a ser aquí. “Me cae muy bien su ciudad y vosotros”, nos dice el músico a sus fanáticos uruguayos. La última vez que estuvo en nuestro país fue en febrero de 2020, cuando se presentó en Punta del Este.
Desde que inició su carrera como cantante, en los primeros años de la década de 1970, el vínculo entre Perales y América nació para ser inseparable. La relación entre el músico y el público latinoamericano comenzó —cuenta el artista— con el disco Mis Canciones, su primer álbum, que con su hit “Celos de mi guitarra”, fue número uno y disco de oro en Argentina. “Eso me llevó allí primero y por supuesto, a vuestro país, que está al lado”, comenta.
“Desde entonces mis visitas han sido bastante espaciadas, tampoco es que yo he estado cada año. No, he sido un poco atípico como cantante. He hecho giras en un año y hasta los tres o cuatro años no he vuelto”, agrega aquel que, hace muchos años, en aquellos inicios, se dio cuenta de lo perjudicial que puede ser una gira en la vida de un artista, al ver como su hija, de niña, giró su rostro al recibirlo en el aeropuerto tras uno de esos largos viajes.
Perales siempre fue “atípico” como figura, porque nunca quiso ser un músico de tours ni conciertos multitudinarios. En aquellos años en los que daba sus primeros pasos en la música como escritor de canciones, el histórico productor del sello Hispavox, el italiano Rafael Trabucchelli, lo convenció de lanzarse como cantante y grabar sus propios temas.
En ese momento el tímido Perales comenzó su carrera como cantautor, sin dejar de escribir para otros cantantes. Raphael, Isabel Pantoja, Mocedades, Jeanette, Paloma San Basilio y Miguel Bosé son algunos de los artistas que le deben a este sastre de la canción, los versos de algunos de sus temas más icónicos.
Es con el ánimo de volver a esos inicios que el artista deja los escenarios y la vorágine de las giras, pero con la claridad de saber que nunca abandonará la música. “Voy a seguir escribiendo lo mismo que hacía antes, igual que escribía para mí. Si tenía alguna opción interesante para poder escribir para otros artistas, lo hacía. Porque además es lo que más feliz me ha hecho siempre. Yo antes de ser cantante lo que quería realmente era ser autor de canciones. Así es como empecé y es como quiero terminar”, comparte Perales.
El poeta seguirá escribiendo “por el placer de escribir” y siempre que alguien se lo pida y que le interese también a él. “Porque uno con el tiempo se hace también selectivo y no todo el mundo te apetece para escribirle canciones. Tienes que tener conexión con la persona, de alguna manera”, explica el autor.
Porque aún le queda mucho por cantar. Perales se define como un cantante de la cotidianeidad y es por eso que le ha dedicado —y lo seguirá haciendo— sus versos a la “vida, a los seres humanos y a las historias comunes que pasan cada día”. Es por eso, también, que tiene claro que seguirá teniendo musas que lo inspiren: “Esas historias seguirán pasando, la gente seguirá viviendo y yo seguiré siendo un poco el que busque por donde cantar, por donde seguir, por donde descubrir la vida que me ha tocado vivir. Yo escribo para todo, todo lo que me interesa y la vida es muy amplia. Eso me da mucha felicidad, poder escribir la vida, la cotidianeidad de la gente”.
“Las giras me han dado mucha felicidad, pero también mucha tensión. Yo no estaba preparado para eso, ni para presentarme a un público, era tremendamente tímido. Aún hoy cuando voy a salir al escenario, casi te diría que me tiemblan las piernas. Es una responsabilidad grandísima y mucho respeto el que me ha impuesto la gente”, agrega.
Los viajes y las giras le han regalado grandes amigos y “el conocimiento de un continente maravilloso como es América”, ese que le huele a merengue y a bolero, a caña y a café, que lo ha tratado “maravillosamente bien” y al que añora volver pronto, pero como turista, porque “América es para pasearla, para quererla y para abrazarla cada vez”.
Hoy llegó la hora de dejar atrás ese ritmo de saltar de ciudad en ciudad, de concierto en concierto. “Tengo 77 años, aunque me encuentro perfectamente y estoy muy bien de voz y todo, creo que hay un momento en el que ya tienes que volver a casa y recuperar todo eso que has ido perdiendo poco a poco y dedicarte a hacer música. Eso sí, yo seguiré escribiendo, pues es mi gran pasión”.
Tras su presentación en Montevideo, el autor no descarta que en algún momento vuelva a tocar en vivo, pero en algún concierto benéfico acompañado de otros artistas, no como solista. Luego de que emocione al Antel Arena con sus versos, el poeta volverá a su tierra, a su Cuenca natal, a descansar. “Tengo a mis nietos y me apetece estar más cerca de ellos, ya es momento para descansar de este ajetreo y volver a casa. No me da ninguna pena el marcharme”, afirma.
Allí, en Castejón, el pueblo castellano donde nació, el compositor volverá, guitarra en mano, a su “refugio”, bajo la higuera de su casa de campo, a escribir nuevos versos a la sombra del árbol que hace más de cincuenta años es testigo de la creación de sus canciones.
“No me voy triste, me voy contento, porque voy a seguir trabajando en la música, nunca me escaparé de ahí. Porque ahora seguiré trabajando con una mayor tranquilidad, como autor”, finaliza Perales.
Por Federico Pereira
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