Primero fueron cinco hermanos que vivieron su infancia en una ciudad abierta al mar; arena y naturaleza en Necochea, que está a casi seis horas al sur de la ciudad de Buenos Aires. Después extendieron la familia a una banda, a la que se sumaron un par más. Hoy son siete. Al conjunto de voces, guitarras, violín, teclado, acordeón, bajo y batería le llamaron El Plan de la Mariposa, una banda de rock argentina, que pasa por la psicodelia y el folk, por encasillarlos en algún género. Además de componer y tocar, produjeron y diseñaron las tapas de sus discos, armaron una sala de ensayo y reconstruyeron un bus con el que se fueron de gira por Argentina, Brasil y Uruguay. Con una velocidad máxima de 85 kilómetros por hora, cocina, baño, cuchetas y espacio para 14 personas, transportaron su música mientras ahorraban en hoteles y traslados. Filmaron el viaje. Hicieron un documental en el que Sebastián Andersen —el mayor de los hermanos— recuerda que, antes de girar en la casa móvil a la que llamaron Isoca, “sentía que El Plan de la Mariposa tenía mucho potencial, muchas ganas de expandirse y le estaba faltando realizar algo imposible para que esa mística creciera”. 

Las personas se reunirán en un bosque “bien alejado, metido tierra adentro donde se genera un ambiente de intimidad y de contacto con la naturaleza”, cuenta Sebastián desde el terreno, que espera a llenarse de personas acampando, intercambiando en talleres y escuchando música en vivo. 

Sebastián lo define así: “Es un festival de arte y música en la naturaleza donde la idea es convivir tres días y tener una experiencia que sea reveladora y que, a cada uno, le sirva para profundizar en su persona y en los vínculos. Un espacio para conocer gente, expandirse, aprender y compartir. Especialmente compartir: es parte de la esencia fundamental y algo muy importante que nos enriquece como seres humanos”.

Foto: Festival Isoca.

El Plan de la Mariposa tiene una visión, un modo de ver el mundo, que se refleja en lo que hacen y cómo lo hacen. Desde el nombre de sus canciones, como “La vida cura”, “Revoluciones casera”, “El cuerpo sabe”, “Romance con el desapego”, hasta la gestión de un festival que busca que “se generen lazos” y, de ese intercambio, “salir fortalecido”. “No es lo mismo ir a una fecha de cualquier banda dos o tres horas, en la que, por ahí, sí conocés a alguna persona, que convivir durante tres días. Quedarte dos noches genera otra profundidad en las relaciones”, dice Sebastián. 

“Lo hacemos por el placer de hacer, que también es parte de la identidad del Plan, siempre hicimos muchas cosas”, concluye.

Foto: Festival Isoca.

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