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Contenido creado por Federica Bordaberry
Música
Un pájaro de traje

Una recorrida por "Amanecer Búho", el disco de los Buenos Muchachos que no sabe claudicar

Uno de los LP de oro de los Buenos Muchachos, clave para el rock uruguayo, cumple 20 años desde que llegó a la escucha pública.

26.04.2024 16:52

Lectura: 14'

2024-04-26T16:52:00-03:00
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Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose

El búho clava sus ojos en ti. Su iris de morfina cuenta historias de trasnoches y funerales. ¿Está sentado en la barra de un bar? De esos españoles, con sillas de Viena, barras de mármol y pisos dameros. ¿Pide grappa, whisky o clarete? Su traje al estilo Tommy DeVito en Goodfellas está torcido. El búho tiene camisa violeta y corbata verde. Es un anónimo plumífero que se ganó la eternidad y es la tapa más icónica de una de las bandas clave de la historia del rock uruguayo. ¿Qué se esconde detrás de esos ojos amarillentos? Dieciséis canciones. Dieciséis paisajes que soportan el tiempo.

Esconde, además, el pasar de 21 años desde que se grabó a finales de 2003 y rompió el 2004 (y los años que le siguieron). 20 años desde que, entonces, llegó al oído público.

Los Buenos Muchachos no son ni una banda de rock, ni una banda de culto: son "climaticoalpecho" (así todo junto y en minúsculas) en palabras de su cantante de voz arrastrada, Pedro Dalton. Una banda que atravesó crisis personales de todo tipo, separaciones parciales, y que supo reinventarse de acuerdo a sus necesidades y las del contexto.

En 1991, Gustavo "Topo" Antuña y Pedro Dalton, habiéndose conocido en el Foto Club uruguayo en el año 90, comenzaron a ensayar los domingos en una casa de Malvín. Para no aburrirse. Recorrieron y se presentaron en lugares, hoy en día míticos, como Juntacadáveres, La Factoría, Amarillo. Todo esto, antes de cranear la idea de hacer un disco.

En 1996 apareció un cassette gastado con el título de Nunca fui yo, con una tapa negra que ostentaba un triángulo que contenía un ojo. Para lanzarlo, simbólicamente, crearon un sello que se llamó A Pulmón Records. Quince canciones grabadas todas en una noche.

Primero las bases y, luego, varias tomas de la voz. Un método de grabación kamikaze y extenuante acorde a las condiciones económicas de la banda en aquel momento. El sonido del Nunca fui yo no es ni lo-fi, ni coquetea con el DIY, sino que es oscuro, mismo. No tiene el sonido de guitarras característico de los Buenos Muchachos y a Dalton no se le entiende, muchas veces. Además de cantar canciones enteramente en inglés, un inglés precario y naive que se limita a intentar sonar lo más parecido posible al tono de la pronunciación.

Reeditado en CD por Bizarro en el 2010, hay primerísimas versiones de canciones como "Temperamento", que aparecería en el Amanecer Búho (Bizarro 2004) y "Solo pienso (pienso solo)" en el Se pule la colmena (Bizarro 2017).

Ese Nunca fui yo cuenta con 100 copias originales y es un disco que dialoga directamente con aquellas bandas trash y punkies de los 70 y 80. Pero no es un sonido exclusivamente roto porque sí. Dentro de la banda conviven un sinfín de influencias tan disonantes como hermanas. Al Topo (guitarrista y fundador de la banda) lo primero que lo erizó fue Pink Floyd. A Dalton siempre le llamó la atención el punk gallego, esas bandas como La Polla Records con Evaristo Páramo a la cabeza y La Banda Trapera del Río. Sí, The Birthday Party, Butthole Surfers y Sumo hicieron de las suyas para meter bocado en el lenguaje sonoro del disco.

En 1999 se consolidó la primera formación: Dalton en voz, Marcelo Fernández (hermano de Pedro) en guitarra, Gustavo Antuña también en guitarra, Álvaro Garrigos en el bajo y Daniel Yaffé en baterías. Y produjeron, entonces, el Aire Rico (Ayuí 1999).

Un disco que tiene entre sus filas verdaderos hits interplanetarios como "De a 2 mejor" y "Cecilia", codeándose con una tribunera versión de "Motion Suggests" de Pavement (rebautizada como "Sin hogar"). En el interín, laburaban en lo que fuera para poder ganarse el sustento: pintaban casas, hacían jardines.

Fue en estos años que el rock uruguayo alcanzó dimensiones que nadie creyó que podía tener. Bandas como La Trampa, Buitres, La Vela Puerca, No Te Va A Gustar y la Trotsky Vengarán se consagraron y empezaron a vivir algo impensado: llenar locales en serio. Los pubs subterráneos como Perdidos en la noche dejaron de ser aquellos antros de paredes sucias y resquebrajadas, vacíos. El siglo estaba terminando y con él se tragaba los sueños y ambiciones de aquellos que quedaron por fuera del boom.

En 2001 sacaron Dendritas contra el bicho feo, con la anuencia del sello argentino UltraPop y esta vez integraron a Laura Gutman en la batería. Grabado en Buenos Aires, al "Dendritas" lo rodea una extraña historia de aprendizajes y derrotas que cimentaron lo que luego fue el Amanecer Búho. En entrevista con Nelson Barceló para el libro Rengos con Nike (Estuario, 2014) El Topo recordó: "Teníamos muy poca plata nosotros. El estudio era El Pie, que pertenece a Alejandro Lerner, y ahí grabaron Charly García, Divididos […] Gustavo Rudy, de UltraPop, fue el que hizo toda la movida; fue él que bancó el disco. El estudio era como un monstruo grande. La pasábamos bien. En el momento de grabar, teníamos todo lo que se precisaba, pero no entendíamos mucho lo que estábamos haciendo".

El "Dendritas" es un disco mucho más logrado y compacto que los trabajos anteriores. La voz de Dalton explota todos sus recursos, aprendiendo de las carrasperas de Tom Waits, el manejo de Nick Cave y el control limitado de Jim Morrison. Un disco en el que las guitarras van adquiriendo cada vez más personalidad y demostrando ser únicas en su especie, de la mano del Topo y Marcelo. Canciones del tipo "Como un feto" son hijas directas del Aire rico, mientras que conmovedoras pseudo baladas climáticas como "Plasticol" y "Brother Day" ponen sobre la mesa las cartas que los Buenos Muchachos años más tarde emplearían en pos de evidenciar un estilo único y diferente.

Con esos comienzos amenos e hipnotizantes que transcurren hasta implosionar en un estribillo -que nunca termina siendo- estruendoso y metálico. "Partes del campo" lo abre y es una canción up beat y jovial stonera y disruptiva. Su tapa está ornamentada por un feto rojizo en pleno proceso de crecimiento, obra de Nicolás Barcia y Diego Macadar. Se emplean los monólogos o partes recitadas por parte de Dalton como lo es el caso de "Ohh Uooh":

"Todo todo iba bien, hermosos atardeceres en Arachania con mujercitas de cuero en salmuera y pestañas engominadas. Pero todo se hizo mierda contra la pared, como si lo vivido no hubiera existido, puta. Y a pesar de ser un palito en el sorete clavado como poro en piel, como gota en animal la vi caer. Así que las explicaciones del fracaso no me servían de un puto carajo, así que puto el coño la cola del demonio y que empiece el otro acto".

Álvaro Garrigos abandonó la banda. Cuestiones personales, discusiones, no se sabe muy bien. Los propios miembros de la banda alegan que todos iban evolucionando, pero el bajo se estaba quedando atrás. No por su ética de trabajo, el Topo recuerda que este se esforzaba en poder mejorar, pero llegado a un punto, la discordancia musical era tan abismal que tuvieron que dejarlo ir. Eran amigos. Esta partida dio pie a la canción encargada de impulsar a los Buenos Muchachos y colocarlos en la posición que hoy en día merecidamente tienen. Pedro Dalton, por su parte, también notó que su nivel musical no estaba siendo suficiente, por lo que en vez de agarrar la ruta fácil y abandonar el grupo, pre produjo el disco con la ayuda del músico Fernando Ulivi. Alejandro Itté se unió en el bajo y quedaron de cara al año 2003.

Los ensayos acontecieron en los primeros meses del 2003, en la casa de Laura Gutman. Ensayos que se vieron pausados debido a que el Topo y Marcelo decidieron irse a España en busca de nuevos puertos, queriendo desarrollar su proyecto Ojos del cielo que se basaba en música para películas y el cual tenía un futuro prometedor.

Bizarro fue quién les tendió la mano y uno de los principales factores por los que el "Búho" llegó a ser disco de oro, tras los intentos fallidos de Dalton y Carlos García Rubio de dar con una distribuidora o disquera interesada en financiar la grabación de ese puñado de canciones que tenían entre manos, rebosando como oro fundido.

Buenos Muchachos, 2022

Buenos Muchachos, 2022

El Topo y Marcelo volvieron, tras una exitosa vuelta por el mar mediterráneo, habiendo hecho contactos y pulido sus formas, y consiguieron dar con Gastón Ackermann quién aceptó ser el productor del sucesor del Dendritas. Grabaron en una casa en Punta Carretas, propiedad de Gastón. El padre de Laura Gutman ayudó con la guita, más algo de lo que tenían recaudado de presentaciones, y todo parecía estar viento en popa para que los Buenos Muchachos se encerraran en el nido para grabar el Amanecer Búho.

La tapa fue obra de Nico Barcia y Martín Verges en base a un boceto de Pedro hecho con una lapicera Bic azul. En principio, la idea era que ese retrato formase parte del interior del álbum y que la tapa la hiciera otra persona

Inspirados en este proyecto que fue (¿es?) Ojos del cielo, comenzaron a lucirse los diálogos guitarreros de texturas y potencia entre Marcelo y el Topo hasta llegar a volverse unos refinados en la construcción de las canciones, haciendo que estas tengan momentos. Movimientos. "Ahí Voy" saluda y enseguida despeina. Diego Rocha, en su libro homenaje al Búho y que es parte de la colección discos de Estuario Editora, argumenta que esta canción tiene una construcción sumamente beatlera, con su capacidad de cobijar los sentidos.

Y esto está claro, desde los coros superpuestos que armonizan, mientras las guitarras arpegian melodías y rasguean otras, el disco no puede abrir de una mejor forma. Es como caminar un tanto moribundo por la rambla sur, luchando contra el viento, como lo hace el personaje principal de La cara del ángel (Estuario), la primera y única novela de Pedro Dalton. Para luego desplazarse a la ultra conocida "He Never Wants To See You (Once Again)" que, a primera escucha, pareciese estar hablando de un amorío tardío que intenta volver, pero no, habla de la partida de Álvaro Garrigos de la banda. Con ese coro, que en el interior del disco se declara es un homenaje, sacado del Rid of Me de Pj Harvey (Leave my brain, i’m on fire).

Luego, la seguidilla que mejor define ese "climaticoalpecho": "Partes del campo (Parte 2) y Under the Tilo's Tree" con sus guitarras que no descansan ni un segundo, laburan todo el tiempo en crear un muro onírico y mismo climático. Hasta que los coros estallan en océanos donde las voces disonantes de Pedro, Laura, Marcelo y el Topo nos elevan hasta la inmensidad. 
Por supuesto que a los Buenos Muchachos los definen estas canciones, pero no serían mucho si abandonaran la potencia, la fuerza, esa que remite a la raíz de su sonido. Ahí, otra casi seguidilla que empieza con "Coral #5" que nace de una zapada entre Laura e Itté, descansa con Carlos, su auto y la calle mojada, esa balada oscura y tenebrosa al igual que conmovedora hasta desquiciarse del todo con "Temperamento", que es como escuchar a un tren viniendo. Un ritmo marcado por el juego volátil con los bajos y los graves que se estira hasta el groove y la locura."Pavimento del buen muchacho" es un hijo deforme de lo más garagero (si me lo permiten) de la Velvet Underground en la que el narrador camina hasta el portón, llama al dealer y enseguida piensa que lo que puede calmarlo es el grito, hasta que se pone manos a la obra y pone el pecho en el mostrador, abre la nariz y ve cómo las gotas de sangre impactan en el piso, calmándolo. 

Lo cierto es que el disco en ningún momento claudica y se rinde ante la monotonía o la ausencia de ideas. Esa canción de cuna para Kurt Cobain es la demostración más pura del estilo compositivo de Dalton, con su evocación poderosa de imágenes y su uso de los materiales rugosos y fríos, para conjurarlos con otros que son completamente antagónicos, creando así versos que remiten a la poesía más surrealista de Bretón y la abstracta de Paul Valéry: metal de miel.

A estas influencias literarias habría que sumarle la narrativa de Carver, la poesía más cruda y cotidiana de Bukowski y al Bolaño no solo de Los detectives salvajes sino también al de Los Perros Románticos. Al escribir de esta forma "abstracta" le otorga al oyente la libertad de darle el sentido. Pero el sentido mismo. Uno puede plantarse dentro de las letras de los Buenos Muchachos y crear su propio mundo, sus propios significados, referencias y sentidos.

Pedro Dalton. Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

Pedro Dalton. Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

"La hermosa langosta aplastada en el cordón" anuncia que el fin está cerca. Con su videoclip en el que los miembros de la banda desfilan con sus instrumentos en un paisaje rural, entrajados y con cierta elegancia rota. "3 Solterones, Ven" asoma las plumas con el rasgueo de una guitarra con el chorus tibio y es la que define el disco, es la banda sonora del "Búho". Melanco-gris , azul, nublada. Es la visualización sonora de una escena que conocemos (casi) todos y que Diego Rocha, en su libro, compara con "Las luces del estadio" de Jaime Roos, en la que dice:

"Cuando llega la hora en que no hay más reenganche

Y el gallego bosteza mientras cuenta la guita

Quedan tres trasnochados empinando el estribo

Tintineante el cáliz del agua bendita

Todo está terminando, sin embargo los tipos

Se prenden al mármol, eterno testigo".

El No Risas Ep compuesto por "Percuplast", un momento instrumental en el que la influencia de Ojos del cielo sale más que nunca a flote: baterías programadas, algún sintetizador, guitarras que resuelven su parte tomando las riendas y llevando la canción a donde se les dé la gana. "Iris de Morfina" es una fogonera canción que refiere al infierno del consumo, de guitarras acústica que se amalgaman, poesía visceral y cruda donde escuchamos a un Dalton profundamente conmovido y que cuenta con una versión disponible en YouTube, y que es excepcional, tocada en vivo en Canal 10 y con la presencia de José Nozar en batería. "Ambiente Carcasi" navega durante 40 segundos en aguas tumultuosas donde reinan las guitarras que intentan decirnos todo con su distorsión.

Buenos Muchachos en el concierto

Buenos Muchachos en el concierto "Misal Parvo", 2022. Foto: Javier Noceti

Luego se empiezan a bajar las persianas metálicas del bar con "Y Nos Van Jodiendo Gratis", de la cual no queda mucho más para decir que no se haya dicho sobre anteriores canciones del disco salvo que, es una canción hermosa en la que el paso de lo que simula ser un tren atraviesa un cansado arpegio triste y a la voz de Dalton, voz que consigue ser gentil, suave. "Monos en la mesa" es el bonus track, para algunos lo único que sobra en el disco, y puede discutirse. La canción ahonda aun más en la distorsión rugosa, esta vez aplicada también en la voz de Dalton y este dice:

"Hello

My name is Harks

My name is Harks and I live here

In Montevideo

In la big city

Yes...

It’s a beautiful city too".