Este disco es una vuelta a casa, a las raíces, a quiénes son, a sus sonidos y a sus recursos musicales habituales. Sobre todo, a Frusciante. Eso quiere decir que, sea lo que sea que alguien pensara sobre los Red Hot Chilli Peppers como banda, Unlimited Love lo enfatizará y lo marcará a fuego.

La propia banda dijo sobre su disco que es “el viaje que es la suma de nuestras vidas”, en entrevista con la revista NME. En ese mismo lugar se hizo la siguiente descripción: “riffs melancólicos, coros de himnos y melodías suavemente cantadas”. Todo aquello es, en parte, lo que hacían en el último disco del que participó Frusciante, Stadium Arcadium, en 2006.

Sin embargo, también hay nuevos elementos. Está el grunge y también están los acústicos.

Según Anthony Kiedis (cantante) y John Frusciante (guitarrista, una vez más), la banda grabó alrededor de 50 canciones en la creación del disco, lo que les aseugra tener planes futuros de un próximo álbum “con una energía relajada que es distinta a la intensidad del disco que hemos hecho aquí”, según la Rolling Stone.

En gran parte, todos los discos anteriores de los Red Hot Chilli Peppers se definen por una masculinidad que es un tanto agresiva, inspirado en un género híbrido entre el funk y el metal. Desde Californication, en 1999, el sonido se volvió cada vez más suave y reflexivo. Más parecido a una ola acariciando la orilla del mar.

Medios como The Guardian tildaron ese sonido como peligroso porque, de vez en cuando, puede sonar aburrido. De hecho, llamaron a Unlimited Love un disco esencialmente aburrido. Pero no, no es eso. Es un resumen de identidad californiano, rockero, funkero, genuino. Es, sobre todo, honesto.