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Literatura
Los disparates maravillosos

Ursaverio, un inédito de Arlt que camina entre la locura y el poder

Editada por Óscar Brando e Ignacio Gutiérrez a través de la uruguaya HUM y Estuario, demuestra la relevancia del archivo del escritor.

13.10.2023 17:25

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2023-10-13T17:25:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

Cuando murió Roberto Arlt, argentino, Perón todavía estaba en las tinieblas. Cuando murió Arlt, era 1942. Cuando murió Arlt, su corazón sufrió un paro cardíaco.

Cuando murió Arlt, su obra contaba con alrededor de 1.800 notas periodísticas (muchas conocidas como Aguafuertes, para el diario El Mundo), cuatro novelas (El juguete rabioso, 1926; Los siete locos, 1929; Los lanzallamas, 1931; El amor brujo, 1932), dos libros de cuentos (El jorobadito, 1933; El criador de gorilas, 1941). Y una docena de textos teatrales como Saverio el cruel, El fabricante de fantasmas, La isla desierta.

Cuando murió Arlt, su teatro se representaba poco. Hoy, casi que no se hace.

Cuando nació Arlt, su madre estaba en Buenos Aires. Cuando nació Arlt, era 1900, el comienzo del siglo XX. Vivió del periodismo, pero se dedicó en gran parte a la creación literaria.

Lo que lo lleva a lo dramático, a su producción dramática, es su narrativa. Es que la obra de Arlt no comienza por el teatro, comienza cuando, con 16 años, le llevó a (Juan José) Soiza Reilly un artículo e hizo de las calles de Buenos Aires su hogar.

“Hay un feedback entre una época y un escritor”, dijo el investigador Óscar Brando en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Montevideo, este octubre, presentando Ursaverio. En la misma mesa se sentaban Ignacio Gutiérrez, también investigador, y Pedro Dalton, cantante de los Buenos Muchachos e ilustrador.

Ursaverio, una obra inédita de Roberto Arlt.

Una obra que fue escrita treinta años que Marat-Sade (1964), de Peter Weiss, que representa parte de las obras clave del teatro de la locura. Una obra que no figura en el volumen Teatro completo de Arlt, publicado por Losada. De esa forma, a través de la ausencia entre lo publicado, fue que Brando y Gutiérrez decidieron editar el manuscrito.

Se trata de una pieza dramatúrgica escrita en 1934 que Leónidas Barletta, del Teatro del Pueblo, no le aceptó a Arlt por tener muy poco contenido político. Sin embargo, Brando opina que “tiene contenido político porque tiene la capacidad de irse hacia afuera. Está citado y el mundo de afuera invade”.

Es un texto rechazado y olvidado que conserva el Instituto Iberoamericano de Berlín desde el año 2002, lugar donde lo puso la heredera de la obra de Arlt, su hija.

Según HUM y Estuario (la editorial que lo publicó en Uruguay, con ilustraciones de Pedro Dalton) la obra se desarrolla en un hospicio psiquiátrico donde “una troupe de alienados escenifica una obra de teatro escrita por uno de ellos para poner a prueba el trabajo y el arte como terapéuticos. Pero el límite frágil entre la locura y la cordura, entre la realidad y la ficción, las lacras personales y sociales hacen añicos la ingenua intención inicial”.

“Los disparates psiquiátricos funcionan en Arlt de forma maravillosa”, acotó Brando en la FIL montevideana.

Respetando la forma en que los alemanes reconocen al texto, Brando y Gutiérrez decidieron dejar Ursaverio de título, de la misma forma que se le puso al Urfaust de Goethe. El original está escrito a máquina y contiene correcciones a mano del propio Arlt. Brando y Gutiérrez se ocuparon de errores ortográficos y algunos “desvíos” sintácticos y semánticos, que se aclaran en la edición.

“Arlt es un angel o un demonio, o las tres cosas al mismo tiempo. Lo que es seguro es que es un loco”, acotó Brando.

Explicó, además, que en su teatro, uno de los temas principales son el poder y el ejercicio del poder. En Ursaverio, aparecen personajes disputando el poder desde el delirio de la revolución francesa. El cómo termina esa historia lo dibuja Dalton en la tapa.

Sobre ese proceso, Dalton dijo durante la FIL: “Es raro, no puedo explicar racionalmente. Es un pegue, es tan sencillo como un pegue. Me pasa que, con Arlt, mientras lo voy leyendo me tiene atrapado. Tengo que buscar casi todas las palabras en el diccionario y no pierdo la emoción mientras las busco. Me parece que usa palabras hermosísimas el loco. Yo me voy imaginando. Él no describe tanto, no es minucioso en eso, y me deja cierta libertad. Me pasa con pocos”.

Si algo hacen los personajes es imaginar, es no poder explicar. “No hay ninguna salvación en ninguna obra de Arlt, las obras de teatro son terribles”, acotó Brando. Pero, a ello, Gutiérrez agregó que “esta obra podría ser bastante oscurita, sin embargo, la primera persona que leyó la versión final que teníamos preparada nos comentó que se había reído muchísimo”.

Por Federica Bordaberry