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Contenido creado por Sofia Durand
Música
No binario y electrónico

VeRa, la artista under de electrónica uruguaya que pasó por el conservatorio clásico

La uruguaya conversa sobre el lanzamiento de su nuevo EP "Madrugada", los prejuicios sobre la música electrónica y la escena del under.

26.12.2023 14:37

Lectura: 19'

2023-12-26T14:37:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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Ingmar Bergman tenía una rutina diaria. Se despertaba todos los días a la misma hora, escribía de manera estipulada, almorzaba siempre lo mismo y, luego, volvía a escribir. “Para alguien tan desorganizado como yo, es absolutamente vital tener rutinas estrictas”, le dijo a Marie Nyreröd, directora de la serie de documentales La isla de Bergman (2006).

A Verónica Ramos, más conocida como VeRa, la idea del arte ligado a la disciplina la marcó. “La inspiración está romantizada”, dice. No tiene ningún problema en repetir algo las veces suficientes hasta que salga bien, ni deja proyectos sin terminar. Su música no es producto de iluminaciones y deidades, sino de constancia y trabajo.  

Además de su carrera, también da clases de piano. Mucho antes de volcarse al indie dance y el synthwave, estudió en un conservatorio. No reniega de sus orígenes, asume que son un diferencial en su trabajo. Pero, para Vera, el futuro es “no binario y electrónico”.  

“Madrugada”, su nuevo EP, hace alusión al momento en el que le dio vida. “No me quedaba otra”, explica. Nace por la necesidad de canalizar lo personal en lo artístico. Letras en español -idioma que no aparece en sus primeros discos- que materializan la necesidad de escape en tiempos difíciles.  

En una entrevista dijiste que Madrugada (2023) es un disco catártico. Al escucharlo, ese concepto se manifiesta través de las letras. ¿De qué manera te sirvió hacer este disco?  

Para mí, la música siempre fue una vía de escape, de encuentro, un lugar seguro para manejar ciertas situaciones emocionales. Cuando te pasan cosas fuertes, como es mi caso, se potenció. Fue un cable a tierra. Nunca asocié la música con algo banal. Para mí era exponer cierta situación y no podía disociarme. No podía estar en una situación complicada y hacer cosas que nada que ver o expresar otro momento. En la música, cuanto más conflicto tenés, lo artístico te ayuda un montón a resolverlo. Era una manera de poder sacarlo de una forma, no tanto sentándome a hablar con un amigo, que también es válido, pero acercarte desde otro lugar.  

Cuando te sentaste a idear el concepto de Madrugada, ¿lo tenías claro?  

En realidad, no. Se fue dando. Me di cuenta a la mitad del proceso. Hacía todo de madrugada, no me quedaba otra. Me estaba acompañando ese proceso creativo en el proceso de vida en el que estaba. Ahí dije que se tenía que llamar Madrugada, en ningún momento pasó algo al mediodía.

Después, cuando lo empezás a observar, lo podés intelectualizar un poco más y ahí le das una vuelta de tuerca. Lo espontáneo es lo que te va marcando.

Trabajar sola también significa enfrentarte en un estudio con tus problemas y, a partir de ahí, crear algo.  

Claro, si trabajás con otras personas eso se licúa con el otro. Lo podés sacar, pero es más compartido. Al estar sola produciendo, componiendo, con todo el laburo, sos vos con vos.  

Comenzaste cantando en inglés y en este disco la gran mayoría de las canciones son en español. ¿Fue una decisión estética o sigue la línea de que al ser un disco más catártico tu necesidad era cantar en español?  

Me parece que se mezclan un poco las decisiones artísticas o estéticas con lo que te queda cómodo o hasta dónde queres exponerte. Cantar en inglés suena muy lindo, pero no estás tan expuesto. Cantar en español es muy directo. Siempre me pasó que me costó un montón encontrarle la vuelta al español por un tema de género, porque me acostumbré mucho a escuchar este tipo de género que a mí me gusta hacer en inglés, porque no había prácticamente oferta en español.  

También me pasaba que probaba hacer cosas en español y no me cerraba. El "qué decir" me parece que pesa mucho más en español. Con el inglés podés hacer algo que suena lindo, podés estar diciendo algo que está bueno, pero es mucho más amigable para decir algo y que no se note tanto. No estás tan expuesto. Además, es un idioma complicado el español, puede quedar muy mal. Es todo un proceso que a mí me llevo a buscarle más la vuelta. Por eso, en este disco y en el anterior, el español empezó a tener más peso.  

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

Tenes un EP con dos canciones de piano y sos docente, ¿estudiaste piano?  

Mi primer contacto con la música fue en un conservatorio. Después, a los 15 años, me empecé a abrir de eso y a buscar otras cosas.  

¿Cómo fue ese proceso de deconstruir lo clásico para hacer música de un género moderno?  

Es muy perfeccionista y te marcan mucho eso de que no sos lo suficientemente bueno, o marcar el favoritismo, el "esa es la alumna preferida”. Es muy competitivo. Lo que me pasó fue que me quedaba gusto a poco. Me parece invaluable haber arrancado ahí porque me genera un montón de herramientas. Pero el formato era muy estructurado y tampoco te daba mucho vuelo creativo. Era más como, "toquemos esto que lo hizo alguien que es un genio y vos para hacer algo así tenés que transitar un camino”. No puede ser eso, tiene que haber otras formas.

Entonces, me empecé a acercar más a la música popular, que tiene eso de lo lúdico con la música. Está lleno de músicos que no tienen ni idea de cómo leer un pentagrama. Acercarte a ese otro camino, el de agarrar las cosas y hacer, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.

Es muy estructurado el formato conservatorio, pero te da herramientas que son increíbles. Pero settea demasiado la creatividad y cuesta encontrar gente de conservatorio que se suelte, que salga de la partitura.  

¿Durante ese proceso de transición, en algún momento te alejaste de la música? 

Siempre estuvo presente la música, en algún momento la dejé de lado cuando fui mama y estaba en otros procesos, pero siempre estuvo. Sí tuve un poco de alejamiento y me acerqué después de haber roto esos lazos, después de haber experimentado por la mía con otras cosas, otras formas más sueltas, no tan encorsetadas. Pero nunca dejé de estar en contacto con la música. Después de que empecé a agarrar este proyecto solista, ahí es cuando fue más personal la cosa. Además, respetar un poco las herramientas y los tiempos personales.

A mí me pasa que me gusta manejar las cosas de determinada forma, cómo encarar el proyecto, qué cosas hacer, qué pasos seguir y, de repente, me gusta también ponerle el freno si digo, “uy, me quiero tomar unos meses de alejamiento”, que por ahí lo grupal no podés tanto porque siempre estás con otro.  

En un proyecto individual tu visión no está contrastada ni opacada por otros. Lo que escuchás son tus decisiones. Sobre todo, teniendo en cuenta que no tenés un productor. Eso te da libertad.  

Es una búsqueda, todo lo que hice antes fue para llegar a hacer esto. Las cosas que se me fueron ocurriendo, lo que investigué y aprendí. Me cuesta ver la concepción grupal de algo creativo porque es como un pintor con su obra. Una obra que es resultado de todo un proceso de aprendizaje de vida de decisiones del artista. A mí me parecería raro que venga un productor y me diga, “esto hacelo así”, no lo necesito. Pero no por capricho, me preocupé por generar las herramientas como para poder llegar a hacer todo sola.  

Muchas veces, un productor tiene injerencia en los proyectos musicales desde un punto de vista comercial. ¿Qué tanto pesa lo comercial en tu música?  

No mucho. Lo más comercial que hago es si alguna radio me pide un radio edit, hasta ahí. No me baso en lo comercial. Nunca me interesó ser alguien que le llegue a las masas. El sueño del estadio lleno no lo tengo. En realidad, el músico tiene eso de, “qué lindo tocar para 10.000 personas”. Yo me muero del pánico. Me preocupo por un producto bien terminado, que suene bien, que tenga una calidad que me haga sentir orgullosa y tampoco de no repetirme mucho. Más allá del estilo, en realidad a la electrónica me la estoy tomando más como un medio que como un fin.  

También perteneces al under. ¿Qué encontrás de particular en ese público que te guste?  

En realidad, es cuando el arte realmente aflora. A la mayoría no le importa vivir de eso, entonces no está ese peso de tener que pagar tus cuentas con la música. Eso logra que sea realmente artístico. Por eso, llega un punto en el que se sabe que no va a ser masivo. La música tiene un empuje súper auténtico.  

Al respecto de tu música, tenés facetas diferentes. Hay dos discos conceptuales sobre el silencio, en el que vos le das cierto peso. 

Son facetas. Cómo estás parada frente a las cosas que pasan y hasta cómo las transmitís. También está lo que te decía del español. Te parás de otra forma con el otro y con el que escucha. Si lo subís a una plataforma es porque tu intención es que alguien lo escuche, lo procese y no quede en tu casa. Ahí está la sensación de exposición y de hacerse cargo de tu proceso creativo.

El silencio conceptualmente tiene un peso importante, es parte importante de la música en general. Sin silencio no hay música, forma parte de todo. La música aparece en un silencio absoluto, es como un bastidor en blanco y las pinceladas son los sonidos que lo van llenando. Entonces, puede ser una cosa tapada de información o cómo manejas el silencio entre esa información que estás dando. Cómo equilibrás eso también forma parte de un, “menos, es más”. No necesitás recontra rellenar algo para que quede bien. Está eso de llenar el silencio porque es incómodo, no hay necesidad.

¿Quiénes son tus influencias?  

En español, Virus. Uruguayo poco y nada, muy poco. Más allá de esto que te decía de consumir más cosas del under o ir apoyar proyectos amigos y que están geniales. Zero es algo que, en su momento, no se le dio el peso que tiene. Discrepo un montón con las elecciones populares uruguayas de las cuales Uruguay se agarra para decir que es nuestra idiosincrasia. Zero tendría que ser una banda icónica, rompió un montón en una época en la cual usar cosas electrónicas era rarísimo. Sí trascendió, pero en un nivel más under. No es tan conocido en el público general.

Con la música uruguaya me parece que quedaron muchas cosas en el camino, a las que no le dieron mucha bola y siempre apelé a ver qué pasa en otros lados. En la música que hago encontrás millones de ejemplos e influencias en países como Alemania o Inglaterra, en su momento. Pero de acá, me cuesta un montón conseguir cosas que me identifiquen.  

Es un género muy ligado a la vida nocturna, ¿no creés que está relacionado con la carencia de ofertas para consumirlo?  

Sí, faltan ofertas. Además, todavía queda cierto prejuicio de que la música electrónica no es música y un instrumento electrónico no es un instrumento. Acá la guitarra está tatuada en el ADN general, cuesta todavía. Obviamente que se va abriendo a eso. Pero todavía hay gente que se piensa que soy DJ, no entienden esa diferencia. No soy DJ, no es lo mismo. Si no es para vos, no es para vos. No me voy a poner a educar gente, pero pasa un montón. 

¿Sentís que es un género con futuro en Uruguay?  

En realidad, el under está lleno de proyectos electrónicos de gente que viene del rock, del punk, de un under que a principios de los 2000 era otra cosa. Ahora es muy electrónico el under y está lleno de proyectos variadísimos. Si todo eso fuera masivo, estaríamos en otro lugar culturalmente. Hay una barrera en la masa que todavía no entendió mucho que es un instrumento y, en realidad, es mucho más complejo que otros. Pero se va rompiendo. De repente te encontrás gente que antes tenía bandas de rock o estaba en otro plan y ahora se abrazaron a la electrónica como una herramienta más y la apertura a otra cosa. Yo siempre digo en chiste que para mí el futuro es no binario y electrónico.  

¿Proyectás a bandas y artistas del género, como vos, yendo a lo más masivo? 

Yo creo que se tiende a eso porque está por fuera de la realidad. Hay pila de gente que se está relacionado con la electrónica antes que con otra cosa. Hay gente que nunca tocó un instrumento convencional y produce música. Le pones una guitarra adelante y no sabe qué hacer, pero te hace un tema, con su computadora, con instrumentos electrónicos, con su voz. Eso lo ves en generaciones nuevas.  

¿Tu formación musical clásica es un diferencial en tus productos?  

Yo creo que sí. Te hace entender desde otro lado la música. Con todo el respeto del mundo, me genera mucha incógnita cómo hay gente que está hace años en la música y nunca se le ocurrió aprender. ¿Cómo nunca se te ocurrió que podés aprender un pentagrama? Pero yo porque empecé ahí. Y, a la vez, me parece que hay un prejuicio de eso. Les da miedo entrar en ese mundo porque les parece que los va a acotar y que van a quedar encajonados a lo académico, en la formación más cruda de música. De hecho, gracias a eso yo pago mis cuentas. Yo les doy clases a músicos y a no músicos, pero cuando viene un músico te das cuenta de que le tienen miedo o se hicieron a la idea de que te encajona.  

Puede ser gracias a la gran variedad musical que hace que termines especificándote. 

Viéndolo más como una metáfora, es un alquimista que no sabe qué químicos mezclar. Vas a tientas. Pero, para mí, las herramientas te liberan. Si una herramienta te encajona es porque vos elegiste eso, pero no la herramienta en sí misma te va a encajonar. El formato clásico está pensado para que alguien meramente creativo no quiera quedarse mucho tiempo o lo encare desde otro lado. La formación de intérprete, que es lo que hace un conservatorio, te da mucha técnica y aprendés un montón de cosas, pero no te incentiva mucho en lo creativo.  

Es común también que el academicismo pueda llegar a encajonarte en todas las disciplinas artísticas, no solo en la música. 

Hay cosas que están más instauradas y que tenés que ir a aprender. Un pintor que nunca fue a un taller es raro, ¿no? O vas a un taller o vas pasando de maestro a maestro. O vas consiguiendo tutores que te van pasando herramientas y vos vas buscando. Pero, en realidad, yo noto que hay un gran porcentaje de músicos que no lo tienen y me parece raro. A la larga, termina pasando que se repiten, porque no saben qué más hacer. Vos aprendiste que tal cosa funciona con tal otra y, si encontrás otra que funcione, es porque pasaste horas.

Las horas de pérdida de tiempo que he tenido experimentando con otros compañeros que no tenían idea de nada... Decir, “no, pero hacé esto acá, que resolvés”. Porque es así, nuestro oído lo necesita. Por ahí estaban veinte horas probando cómo un acorde iba después de otro. Te libera saberlo, a veces podés inventar y romper reglas, ponerte creativa, pero las herramientas te dan libertad. Estás manejando un lenguaje, si te quisiste meter en eso, tiene responsabilidades.  

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

¿Cómo surgió la decisión de incluir en la presentación de tu disco otros tipos de arte?  

Para potenciarlo. Creo que lo visual potencia. Cuando estás escuchando música y hay algo atrás que está teniendo relación con lo que estás escuchando, me parece que potencia tremendamente.  

¿Te ves incluyendo lo visual de manera permanente?  

Siempre que se pueda, sí. También dependes de los recursos a dónde vas. Siempre que hay pantalla en lo hago. Me parece que es algo que potencia. Es una pata más del mensaje que querés dar. Toda decisión estética es moral, entonces, cuando vos estás plantándote, eligiendo tocar determinados instrumentos, decir ciertas cosas, qué te pusiste, qué imagen mostrás, no es, “me bajé algo random de YouTube y lo pongo de fondo porque rellena”. Va todo junto.  

Te presentaste varias veces en Buenos Aires, ¿cómo viviste esa experiencia? 

Está bueno ir a Buenos Aires porque es un mimo. Al porteño le cuesta menos demostrar, está copado. No sabía ni quién eras y fue porque va a ese bar siempre. Lo que te devuelven es un montón. Además de que es más grande y a mí me interesa que mi proyecto llegue a la mayor cantidad de orejas posibles. Buenos Aires es un lugar en el cual ésta movida tiene mucha receptividad, el under está mucho más mezclado. Hay electrónica con bandas, más formato standard. Pasa mucho más esa simbiosis de variedades en una misma fecha.  

¿El público uruguayo es más reticente?  

Al público uruguayo te lo tenés que ganar. Si te van a ver no es porque cayeron ahí de casualidad, capaz que dos. Acá lo que pasa es que, si llenaste un boliche, es porque metiste un montón de huevo. En el under, por lo menos, no tenés eso de, “voy siempre a tal bar porque me copa y sé que si hay algo que no conozco va a estar bien poque la propuesta del lugar me copa”. La gente que llevaste es porque vos la remaste en dulce de leche. Es difícil tirarse sola a una fecha, capaz que la podés hacer, pero tenes que dejar de tocar como medio año para que te extrañen un poco.

Cuando te asociás con otros proyectos para asegurar las fechas, pasa que parte de la gente que va a ver a esta persona te conoce y viceversa. Se va armando naturalmente con gente que tira para los mismos lados, salvando diferencias musicales. Se da que te vas relacionando y generando eso de compartir fechas con gente que está en la misma, sino sería imposible. La cultura under sostiene un montón de cosas que no nos damos cuenta. Te pones a pensar y, en realidad, la mayoría de los artistas de acá no pueden bancarse eso. Son pocos los artistas 100% artistas. Eso de ser fiel al arte que te gusta hacer y no pensar tanto en que te vas a llenar de plata. Está bueno porque lo liberás de eso, pero también se sostiene porque hay gente que puede hacerlo.  

¿Cómo conjugás el trabajo con el arte? ¿Qué dificultades encontrás al no poder dedicarte de lleno a tu carrera musical?  

No te queda otra que organizarte. La inspiración espontánea no la podés tener. No te queda otra que tener cierta disciplina de laburo. Decir “al menos una hora por día me siento y hago algo”. La inspiración está muy romantizada. Te puede venir la inspiración, pero tenés que estar en un estado de ocio. Trabajando o explicando algo es raro. Por ejemplo, estoy cruzando la calle esperando que el semáforo cambie y ahí sí, con la mente en blanco. Pero no estás con la atención en el trabajo y te baja. Después, cuando la idea ya está plasmada, ahí comenzás a pulirla y eso es más disciplinario. Cuando la idea ya está, cómo la haces sonar, qué cadena de efectos le pones, eso ya es disciplina.  

Venís sacando discos de manera ininterrumpida hace diez años, ¿qué es lo que te hace ser constante durante tanto tiempo?  

Es una costumbre que se me armó de estar siempre en contacto con eso o terminando ideas. Se me ocurre una idea, me parece que está buena, necesito terminarla. Cuando recién empecé con esto, había visto una frase de Bergman que decía que la creatividad se tiene que fomentar y la disciplina es importante. Yo cuando leí eso dije, “es acá”. Esa cosa estructurada que parece que te acota, pero la necesitás.

La disciplina en el trabajo, la constancia de presentarte a hacer algo, aunque sea mover dos perillas, es importante porque, sino, pasa esa cosa de que se dilata mucho. El under lo que tiene es que depende de uno. De repente, estamos acá hablando y pasaron cinco años y no sacaste nada más. Porque no pudiste, porque no le diste tiempo. La disciplina te da orden para ser constante, para que puedas estar sacando algo. Es lo que te hace estar en el mojo. Capaz que en dos años digo, "me re aburrí", pero en este momento no estoy ahí. Si estoy ahí es porque yo quiero, no porque la desidia me llevó a desaparecer. 

¿No sentís que hay algo de esa época en el conservatorio?  

A mí no me molesta hacer algo ochenta y ocho veces hasta que salga bien, sino no habría forma. Te tiene que salir lo mejor que puedas. Si lo tenés que repetir cien veces por día, lo hacés. No me molesta eso. Pila de amigos que tienen carpetas y carpetas de ideas inacabadas, y me piden una base y les digo que no tengo. Lo que empiezo a hacer lo termino. Si no lo termino es porque es una cagada.  

¿Empezás las cosas y las terminas siempre?  

Todo. En esto sí. No tengo ideas sueltas. Necesito terminarlo. Puedo tener varios temas al mismo tiempo, pero sé que los voy a terminar. Sé que no es lo más común. Es como una forma de manejarme que me funciona. Lo divertido de divagar y armar es la primera. Después que pasó eso, viene darle forma. Si quiero divagar y darle forma hago otro.  

Por Sofía Durand Fernández
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