Por Andrés Torrón @AndresTorron

Desde hace más de veinte años, la cultura pop se ha fragmentado de tal forma que es posible que uno haya ignorado propuestas que podrían haber sido fundamentales para sus gustos musicales. Tomemos el caso de Wilco, banda estadounidense originaria de Chicago surgida hace 30 años, que se presentará en nuestra ciudad el próximo 28 de mayo.

Para muchos, la noticia de su llegada es un hito histórico. Sin embargo, hay muchísima gente con gustos musicales muy similares que tuvo que googlear para saber de quiénes se trataban. Y no porque estemos hablando de un grupo under. Desde inicios de los años 2000, Wilco ha tenido una exposición bastante masiva, formando parte de lo que podríamos llamar el circuito mainstream de la música pop. Su inminente llegada al Auditorio del Sodre es una buena excusa para adentrarse un poco en su trayectoria.

La prehistoria de Wilco comienza en otra banda que ocupó un lugar importante en la música estadounidense de inicios de los noventa: el grupo Uncle Tupelo, formado en 1987 por Jeff Tweedy, Jay Farrar y Mike Heidorn en Belleville, Illinois.

Farrar y Tweedy, compositores del grupo, juntaron en su propuesta su amor por el punk rock, el rockabilly y la música country, dando origen a un subgénero que fue llamado "country alternativo", parafraseando al entonces naciente "rock alternativo" de bandas como Nirvana, Soundgarden o Pearl Jam. Lo de Uncle Tupelo era visto como la contraparte del country mainstream, más comercial y lavado, un rejuvenecimiento del género estadounidense más popular. Los términos que buscan encasillar la música son siempre polémicos, pero lo cierto es que No Depression, el primer disco de Uncle Tupelo editado en 1991, marcó tan a fuego una manera de ver la música de raíz estadounidense, que el título de ese álbum pasó a usarse muchas veces como sinónimo de esa corriente musical.

El grupo nunca logró una popularidad masiva, pero sí un enorme prestigio en la escena musical estadounidense. Su carrera fue corta, las tensiones creativas entre Tweedy y Farrar hicieron que se separaran en 1994. Farrar formó una nueva banda llamada Son Volt, y todos los demás integrantes siguieron juntos bajo el liderazgo de Tweedy con un nuevo nombre: Wilco.

A.M., editado en 1995, fue el primer disco de Wilco. La propuesta sigue en gran parte la línea de Uncle Tupelo, pero también pueden verse las influencias de Neil Young en esa música que mezcla folk, country y rock con actitud punk. Algo parecido sucede con Being There, su segundo disco lanzado en 1996, aunque ya se aprecian nuevas inquietudes musicales.

En 1998 la banda colaboró con el cantante británico Billy Bragg, en un proyecto que musicalizaba textos inéditos del cantante folk estadounidense Woody Guthrie. Esos trabajos se editaron en tres álbumes distintos, bajo el nombre de Mermaid Avenue.

Lo que se atisbaba en Being There se profundizó en Summerteeth (1999), el tercer trabajo del grupo. En parte por una mayor presencia de Jay Bennet, multiinstrumentista y compositor que integraba Wilco desde el segundo disco de la banda. Bennet fue cocreador de casi toda la música del disco junto a Tweedy (quien compuso todas las letras). En el álbum comienzan a aparecer influencias pop, orquestaciones más ambiciosas y una nueva experimentación con la manipulación del sonido grabado. A las influencias siempre presentes de Neil Young, se añaden The Beatles en su época de The White Album (1968), The Beach Boys y Elvis Costello. Tweedy, a su vez, profundiza su búsqueda poética con letras menos directas y varias capas posibles de lectura. El álbum alienó a parte de su audiencia (que había convertido a los dos primeros discos en sucesos de ventas) y se ganó nuevos fans.

Aunque Wilco demostraba ser una banda difícil de encasillar, con trabajos que iban mostrando diferentes caminos, el álbum que comenzarían a grabar a fines del año 2000 los llevó a lugares inesperados.

La historia de Yankee Hotel Foxtrot (2002), el cuarto álbum de Wilco, es tan entreverada y compleja que es asombroso que haya logrado existir. Tal vez este sea el mejor ejemplo de cómo las tensiones creativas y las luchas de ego, en vez de ir en contra de la creación artística, la potencian.

Durante su grabación, el grupo cambió de baterista sobre la marcha. Tuvo varias idas y vueltas con la dirección musical y sonora del proyecto, que generaron rispideces tan fuertes que terminaron con Jay Bennet (quien tuvo un rol fundamental en el álbum) fuera de la banda. Uno de los motivos principales de estos cortocircuitos que rompieron la interna del grupo fue la insistencia de Tweedy en sumar al músico, productor e ingeniero de sonido Jim O’Rourke (entre otras cosas miembro de Sonic Youth) para volver a mezclar el disco.

Wilco (2011). Foto: Austin Nelson

El resultado final parece darle la razón a Tweedy. El sonido del álbum, a la vez sofisticado y áspero, lleno de sutilezas y con un manejo excelente de dinámicas y de atención en los detalles, es gran parte de su encanto. El ejemplo perfecto de esto es “I Am Trying To Break Your Heart”, tema que abre el disco. La nota pedal que se mantiene en toda la canción, las percusiones con crótalos (pequeños platillos afinados) e instrumentos percusivos de madera y metal, la batería que entra y sale del juego y los particulares timbres de teclado, potencian una maravillosa melodía y letra que bien podría sostenerse con una guitarra acústica, pero que gana en ese todo sonoro una hondura distinta.

El camino cuesta arriba de Yankee Hotel Foxtrot continuó al finalizar la grabación. El sello Reprise, filial de Warner, se negó a editar el álbum por considerarlo un “suicidio comercial”. A su entender, era tan distinto a su propuesta original y tan extraño que estaba destinado al fracaso. La compañía, que había editado hasta ese momento todos sus discos, rescindió el contrato y tomó una decisión muy extraña para una multinacional: le dio a Wilco todos los derechos de la obra.

El grupo decidió editar el disco digitalmente ofreciéndolo gratis en su sitio web. Una idea muy novedosa en 2001, una época en donde aún no existían sitios de streaming ni redes sociales. La decisión resultó muy exitosa. El álbum fue excelentemente recibido y obtuvo una difusión masiva pese a no existir físicamente, algo aún obligatorio a inicios del siglo XXI. Además, le dio a Wilco muchísima prensa, y un aura de prestigio "indie" que ayudó también a renovar su audiencia.

El ruido generado hizo que el sello Nonesuch (irónicamente otra filial de Warner) firmara un contrato con Wilco para editar Yankee Hotel Foxtrot en 2002. La edición en CD vendió más de medio millón de ejemplares (lo que le valió al grupo su primer disco de oro) y convirtió a Wilco en la banda de rock alternativa más importante de inicios de los 2000. La creatividad sí paga, al menos en este caso.

El listón estaba muy alto, pero Wilco se mantuvo a la altura pese a la salida de Bennett y de varios cambios de integración con su quinto disco, A Ghost Is Born, editado en 2004. El álbum mantiene el costado experimental y la riqueza tímbrica de Yankee Hotel Foxtrot, añadiendo una mayor complejidad rítmica y un excelente trabajo de Tweedy como guitarrista. Él se encarga por primera vez de la guitarra líder, mostrando su amor por el sonido de bandas como Television y Velvet Underground.

Tweedy ya venía demostrando ser un letrista extremadamente personal. Aquí, sus textos están imbuidos de una gran fragilidad emocional, retratando el momento por el que estaba pasando en ese entonces: con problemas de salud mental y una adicción a diferentes drogas legales que consumía para calmar sus migrañas. A Ghost Is Born fue un éxito comercial. Llevó al grupo a ganar su primer Grammy y consolidó a la vez su prestigio artístico "independiente".

Para tocar este disco en vivo, Wilco reclutó al multiinstrumentista Pat Sansone y al guitarrista Nels Cline, una figura muy prestigiosa en el jazz de corte más vanguardista. La conjunción parecía extraña a primera vista, pero funcionó a la perfección y sigue manteniéndose hasta el día de hoy. A partir de ese momento, Wilco consiguió su integración —hasta ahora— definitiva con Tweedy en voz y guitarras, John Stirratt en bajo, Nels Cline en guitarra, Pat Sansone en varios instrumentos, Mikael Jorgensen en teclados y Glenn Kotche en batería.

Curiosamente, pese a las nuevas incorporaciones, el grupo abandonó su costado más experimental en Sky Blue Sky (2007), retomando el camino más pop de su tercer disco.

Wilco siguió muy activo durante la década de 2010, cambiando su propuesta continuamente. Jeff Tweedy siguió colaborando con otros artistas y grabando a la vez material solista. También se dedicó a la producción artística, y su trabajo más destacado fue con la legendaria cantante de soul Mavis Staples. You Are Not Alone (2010) y One True Vine (2013) son dos discos increíbles de la cantante, donde el talento de Tweedy se muestra en la producción, los arreglos y la composición de gran parte de las canciones.

También se dedicó a escribir. Su primer libro, Let's Go (So We Can Get Back) (2018), es un relato autobiográfico sobre su infancia, su carrera musical y sus problemas de depresión y adicción. En 2020 escribió un libro sobre la creación artística titulado How To Write One Song y en 2023 salió Life Within A Song, una obra sobre canciones que lo influenciaron en su vida.

Y Wilco mantiene su prestigio intacto. Sus dos últimos trabajos, Cousin (2023) y el EP Hot Sun Cool Shroud, editado el año pasado, están entre lo mejor que la banda ha hecho en estos últimos tiempos.

Para los muchos fans uruguayos de Wilco su demorada presencia en Montevideo es una gran noticia, más teniendo en cuenta que en 2016 se había anunciado una presentación en La Trastienda que fue suspendida a último momento con las entradas ya agotadas, por problemas logísticos de su gira.

Para los no tan fans, e incluso para los que nunca oyeron hablar de Wilco, es una excelente oportunidad de ver en un lugar ideal (el Auditorio del Sodre) a una banda que ha aportado muchas cosas importantes a eso que seguimos llamando rock.