Por Catalina Zabala
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Las reglas están para ser observadas, pero también para cuestionarlas. El mundo no sería como lo conocemos sin las nuevas ideas. Hoy, surge una de ellas. Manuel Serra, editor de LatidoBEAT, y Mauro Correa, director del sello discográfico Little Butterfly Records, se unieron para darle forma. Hoy, un año de trabajo después, lanzan Puntero Reloaded. Un álbum de Gonzalo Zipitria, pero esta vez en forma de vinilo.
Ya sea por lo que Manuel llama "un acto de justicia", o por la lógica espontaneidad de la confianza que describe Mauro, lo cierto es que la vida y los años de amistad los llevaron a un punto en el que las cosas caían por su propio peso. Tomando una decisión que desde la perspectiva de Manuel tenía "todo el sentido", se encargan de usar sus herramientas para darle voz a aquellas causas que consideran que valen la pena. Una es Puntero. Un trabajo basado, principalmente, en la honestidad y lo genuino.
En entrevista con LatidoBEAT, ambos cuentan qué los impulsó a la maduración de la idea, al desarrollo del proceso, y a la decisión de dar un paso de todo menos convencional. Su visión de la cultura nacional y su peso en los medios goza de una sinergia clave para la "búsqueda de la belleza", que según Manuel, es el punto del proyecto en su totalidad.
¿Cómo surge la idea de producir un álbum desde LatidoBEAT, un medio de prensa?
Manuel Serra (M.S.): En realidad fue una locura, fue algo instintivo y no decidido, sino más bien pasional. Le planteé a Gonza hacer un acto de justicia, y las cosas se fueron dando. Mauro fue un pilar en todo esto, porque es la persona que más sabe del asunto por estas tierras. Lo del medio de prensa se dio de una forma también orgánica, en el sentido de que aparte de medio de prensa, es como una plataforma. Podemos hacer fiestas, podemos vender playlists, podemos hacer lo que sea, y sacar un disco es una cuestión de gusto. Lo que sí destaco es que se hizo con tremendo laburo, fue como un año desde que se planteó hasta que salió. Fue un acto pasional y una necesidad de justicia. Gonza ya era amigo y se re copó, fue así. Mauro te puede contar cómo fue sucediendo todo.
Mauro Correa (M.C.): Creo que lo primero que se da, que es clave en esto, es una alianza de tres partes que ya veníamos trabajando en conjunto. Gonza es artista del sello, entonces ya teníamos lanzado este disco en digital. Con LatidoBEAT tenemos una cercanía desde el vamos. Recuerdo que antes de que surgiera LatidoBEAT, Manu me contó la idea y hemos trabajado desde ese día con una editorial que todavía está abierta al espacio del sello. Siempre nos sentimos muy cómodos en la libertad de poder compartir historias que nos involucran. De alguna manera, esa triangulación entre el sello, el medio y el artista, se da de manera muy espontánea, muy simple.
Me muevo en prácticamente todo lo que hago, en este desafío de mostrar, difundir la música uruguaya. Tanto lo que está pasando hoy con los artistas que trabajamos y gente de catálogo, como con la historia de la música uruguaya en lo que tiene que ver con recuperación de obra, desde un lugar de justicia también. Me siento muy cerca de eso, y siento que hemos construido a lo largo del tiempo un proyecto. Sabemos hacer esto, sabemos hacerlo bien, y sabemos ponerlo a disposición de la gente. Hacerlo posible desde ese lugar. Entonces creo que ha sido muy sencillo, no hemos tenido que atravesar ningún tipo de dificultad. Ha fluido como acuerdo de parte de personas que tienen una sensibilidad similar.
M.S.: Es lo que dice Mauro. Ya teníamos la alianza y fue profundizarla. No te voy a decir que fue un paso lógico, porque no sé, pero tenía todo el sentido. Ellos hacen un acto de justicia constante, me acuerdo la primera nota que sacaron en LatidoBEAT, que fue la de Darío Ribeiro. Así como todas las notas, se trata de rescatar a las personas de las que no se habla tanto, y que son tan importantes.
M.C.: Al mismo tiempo es una oportunidad de una experiencia nueva, de hacer un match entre un sello y un medio. No es cualquier medio, es un medio que tiene una sensibilidad muy particular, que está relacionado directamente a la cultura. Entonces hay una cuestión de gustos y sensibilidades que nos une, pero que es nueva. Y eso que es nuevo, es especial y se da a través de un artista que es muy cercano para el medio por lo que contaba Manu desde un principio, y que trabaja con nosotros. Entonces todo cuadra. Es un camino que hacia el futuro veremos cómo se sigue desplegando, pero a mí me parece una experiencia muy sana.
Ambos hablan de hacer justicia. ¿Se trata de dar el lugar que ustedes consideran que merecen ciertas obras de arte?
M.C.: Sí, yo personalmente no me siento justiciero al punto de determinar nada. La obra lo merece y desde ese lugar hay una causa. Es un estímulo extra el hecho de generar algo innovador, nuevo y especial. Es un sentimiento que a mí me atraviesa personalmente en la vida en general. Como lo que contaba Manuel de la nota a Darío Ribeiro, que fue un técnico de grabación, que fue una persona muy importante para la historia de la música uruguaya, y quedó atrás de un vidrio. Pero hoy nos convoca un artista que ya tiene su trayectoria, su carrera, que está vigente y está activo.
Porque es ahora, es hoy que estamos decidiendo trabajar con varios artistas que están en desarrollo, están trabajando, están con una carrera. No estamos analizando editar para vender tanto, estamos arriesgando. Y ese riesgo lo estamos teniendo hoy, en el presente, en el momento del artista. Eso lo hace mucho más rico, porque es mucho más jugado. No es un negocio que está analizado por números, y que vemos que tal cosa no se puede hacer porque no vendería. El proyecto es en confianza, y es un aporte desde el trabajo que hacemos nosotros con todo el resto de la estructura que tenemos para dar visibilidad.
M.S.: Creo también que en cierto sentido, todo el trabajo de arqueología musical y de recuperar que hace Little Butterfly si bien no es lo mismo, en realidad sí lo es desde otro punto. Yo pienso lo mismo que Mauro, no es que seamos justicieros de nada, pero fue un poco lo que salió. Pero aparte es un artista que no es por conocerlo y que sea amigo, es porque realmente nos representa estéticamente. Nos representa musicalmente, en lo que genera, lo que hace y lo que arriesga, la búsqueda que hace. Hay gente que dice que LatidoBEAT hace las cosas un poquito más raras, y este loco hace las cosas diez veces más raras. Se la banca, y es eso. También tengo para decir que Little Butterfly desde el primer momento nos apoyó de una forma absoluta, desde el capricho de hacerlo rojo, que yo creo que quedó muy bien, no sé cuánto la complicó o no.
M.C.: Me gustan los desafíos. Hay una idea, esa idea nace de LatidoBEAT, ya somos socios de visión, y es una oportunidad. Es algo que está bueno, y es confiar en eso. Yo te diría confiar o morir.
Este tipo de alianza no tiene mayores precedentes en nuestro país. ¿Vieron una oportunidad solamente para la obra, o vieron que a nivel general también hacía falta este tipo de iniciativas?
M.C.: No sé si hacían falta, yo creo que revistas con discos existen en España, en Estados Unidos, en todos lados, es bastante normal el hecho de que a través de un medio se lance un disco. Pero siempre hablando de cuestiones más mainstream, de cuestiones menos arriesgadas, no exponer a un artista que si bien tiene su carrera, viene con un proyecto nuevo, y eso es lo jugado y lo nuevo. Es confiar en un artista que está actualmente trabajando para su desarrollo. Es aportar a ese camino, no es hacer la edición del aniversario número 30 de un álbum exitoso. Eso también está buenísimo, pero esto es una apuesta al presente de un artista que está construyendo su carrera, y nosotros nos sentimos parte de ese momento. Eso es mucho más rico para todos.
M.S.: Tiene una cosita de punk, en el sentido de "death or glory". Tampoco es que nos vamos a morir, pero es como una apuesta en el sentido de hacerlo, que nos puteen o no, pero lo queremos hacer. No lo pensamos por el lado de que ningún medio lo haya hecho. Es verdad que no hay tantos precedentes, pero son cosas que fueron surgiendo como la idea original, y también destaco lo que dice Mauro. Nosotros tenemos una relación no sé de cuántos años, yo venía a comprar cuando era un púber.
M.C.: Entraste como cualquier hijo de vecino. No entró con la chapa de estar atrás de algo. Por eso te digo, cuando nace LatidoBEAT, fui de las primeras personas con las que Manu habló.
M.S.: Te eché la culpa, en realidad, porque me volviste enfermo de los vinilos.
M.C.: Creo que ahí, desde ese lugar, yo siempre pienso a largo plazo, y ojalá se genere un precedente y un estímulo para que sigan pasando estas cosas entre nosotros. Es un camino, cuando arranqué a reeditar discos fue un delirio total, y ese delirio hoy es un sello discográfico con una estructura, con distribución internacional, con un proyecto de visibilidad para el resto del mundo de la música uruguaya. En el nicho que sea, no importa. Hoy es una realidad, y esa realidad es la misma que hoy LatidoBEAT ocupa siendo un medio cultural, cuando la cultura no tiene medio, no tiene espacio. Si cultura es todo lo que esté vinculado con la música, okey, pero está segmentado en todos los medios de comunicación a determinado tipo de propuesta que genere visibilidad. Lo nuevo siempre tiene que estar rompiendo puertas. Eso es lo que nos hace similares en esa visión.
M.S.: Además esto no fue pensado, pero tiene sentido en el hecho de que, por ejemplo, el 35% de los lectores de LatidoBEAT son argentinos. Eso creo que es algo que se generó con todo esto de las redes, el crecimiento exponencial que hubo. Nosotros intentamos hacer notas de acá, pero también de afuera, por eso tenemos corresponsales allá y demás, y capaz que me estoy yendo por las ramas, pero también es una forma de levantar puentes. Porque en realidad todo surge de un impulso, pero después terminan apareciendo aristas por varios lados.
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¿Tienen planes de seguir haciendo proyectos de este tipo?
M.S.: Ojalá, sería un sueño poder seguir colaborando y haciendo cosas. Esto es el puntapié inicial. No te digo que esperemos ganar el partido, pero por lo menos empatarlo o jugar bien.
M.C.: Ya ganamos.
M.S.: Ya ganamos. Y para mí sí, para mí estaría buenísimo, y aparte es lo que hablábamos. Entre nosotros tenemos confianza, en ningún momento fue que firmamos un contrato ni nada. Es el poder de la mano y la palabra.
M.C.: No hay ningún proyecto concreto, porque estamos arriba de este. Hay que disfrutar lo que va sucediendo, y no estar todo el tiempo mirando hacia adelante. Estuvimos insistentes con el tema del presente, pero de la forma en que vivimos hoy, con toda la ansiedad que nos genera lo digital. En este trabajo, que necesita mucha proyección y planificación para adelante, estás siempre en el futuro. Cuando tenés las cosas hoy, las ponés al costado y ya estás pensando en lo que viene.
Eso es lo que pasa con los discos, con las notas, con todo. Entonces al final, descuidás el compromiso que realmente asumiste. Hoy es esto, seguro que mañana va a surgir la necesidad de algo que nuevamente nos llame; sea una nota, sea un disco, sea lo que sea. Me encantaría seguir haciendo discos con LatidoBEAT, porque me parece que se potencia una idea. Y las ideas llevan un montón de tiempo que se entiendan. ¿Por qué? No hay porqué. Se vive con espontaneidad. Acá estamos entre personas que apreciamos el trabajo y nos admiramos por lo que hacemos. Desde ese lugar, construimos.
M.S.: Hay una cuestión de hacerlo con el corazón. No te voy a decir con el corazón en la boca, pero realmente hay una búsqueda de belleza. No sé cómo explicarlo, pero por ejemplo, cuando vinimos a buscar los discos el otro día, nos agarró una adrenalina, que fue totalmente en tiempo presente. Porque es un trabajo arduo, estuvimos como un año.
M.C.: Ver tu logo ahí atrás del disco. Yo siempre me emociono con esto. Hoy sacamos un EP de Juana Molina, en el sello estamos trabajando con artistas de vanguardia mundial, y somos parte de eso. Estamos ahí, está pasando. Las cosas llegan. A Gonza lo conozco desde chiquito, él viene de la misma escena que vengo yo, del hardcore punk. Un pibe con el que nos encontrábamos en los recitales, que andaba con su tabla de skate, que estábamos ahí en la vuelta hace 25 años. No tengo que preguntarle cuestiones, a veces no tenés que preguntar nada, pero yo sé como siente el pibe. Sé lo que lo emociona un vinilo, porque sé lo que me emocionaba cuando veíamos los discos de otras bandas que admirábamos independientes y under, y que también eran chicas, entonces me imagino lo que le atraviesa su música en un vinilo. No es una boludez, es algo realmente importante, es un hito en la vida de una persona que le entrega la vida a una causa como el arte.
M.S.: Y aparte está el hecho de la resistencia de plasmarlo en algo físico. Hoy, que menos los que resistimos, vivimos en una dictadura de lo digital. Tiene mil cosas buenas, yo no estoy en contra del algoritmo ni nada, pero es verdad que todo lo que dice Mauro del presente y todo eso está emparentado con el vinilo. Porque vos cuando vas a escuchar un vinilo no vas a cambiar rápido entre una canción y otra, es otro tipo de consumo y creo que se traspapela al consumo de la vida.
M.C.: Este disco tiene una particularidad que es interesante nombrar, y es que el lanzamiento original del álbum tiene dos canciones menos. Fue por una decisión sobre una canción que había salido en single, que después decidimos no incluirla en el lanzamiento digital del álbum. También una canción que se termina de producir de manera posterior al lanzamiento, que acaba de salir como sencillo, "Marea". El físico permite una nueva visión del disco, así como el digital te permite otra. Las cosas van mutando, no hay una forma. La forma es lo que sentimos y lo que decidimos. Y eso termina cerrando un proyecto. Ese proyecto de este disco que salió hace un año se cierra con ese vinilo.
Seguramente al artista eso le de una tranquilidad para ponerse a crear nuevamente y seguir evolucionando. Y no siempre es así, porque por cómo funciona la industria ahora, tenés que sacar single, hacer esto y lo otro. No siempre es una opción sana, sino una necesidad del algoritmo, de la industria, de las plataformas digitales. Pero ¿con quién estás compitiendo? No se mide así, va por otro lado.
M.S.: Y ahora la salida del vinilo es un hito, pero también hay que salir a defenderlo. Está bueno porque está todo hecho de manera muy artesanal pero en el buen sentido, de no caer en las recetas ya preparadas de lo que se supone que hay que hacer.
M.C.: Es parte del trabajo de un artista independiente, los recursos son muy limitados. Va mucho más allá, es necesario que el artista esté en esos detalles. Porque es la forma de cuidarlos.
El álbum lleva un año publicado, pero ahora sale en vinilo. ¿Qué le aporta a una obra su segundo lanzamiento en esta versión?
M.S.: Todo, y nada. Todo en el sentido de que te da la oportunidad de sacar el disco de vuelta, salir a mostrarlo de otra forma, es un statement. Ya es un hecho en sí mismo.
M.C.: Primero que nada, hubo 25 años de música uruguaya que no se editaron en vinilo. Desde que se dejaron de fabricar vinilos acá en Uruguay, porque las fábricas dejaron de funcionar con la venida del CD, hubo un vacío de este formato, más allá de que en el mundo siempre se siguieron haciendo especialmente. La música uruguaya empezó a tener sus nichos alrededor del mundo, y hubo sellos que empezaron a valorar eso y a editar esos discos. Nosotros empezamos a acompañar una primera camada de sellos discográficos en Latinoamérica, somos pioneros en la recuperación de obra y edición, y en este momento creo que en América entera, hasta México me arriesgo a decirlo.
Somos el sello que más arriesga en artistas vigentes actuales en desarrollo. Y después de un vacío de tantos años en los que este formato dejó de existir, volver a hacerlo real en vinilo es todo. Es algo real, algo tangible. Además, como objeto es un objeto único. La música, más allá del formato, está disponible a nivel universal para que cualquiera prenda el teléfono y la escuche, no es que pasa lo que me pasaba a mí cuando era chico, que si no tenía guita para comprarme un CD o un vinilo no me enteraba de lo que había.
Hoy es un paso más, la música ya es accesible. Ahora yo elijo qué disco quiero tener en mi casa, no todos los discos los podés tener porque no todos están en vinilo. Ahora la importancia del vinilo está en que determinados trabajos se seleccionan para que salgan por esa vía. Seleccionar un trabajo para hacer un vinilo lo hace más especial.
M.S.: Es un acto de resistencia, porque frente a todo lo que decía Mauro de la efimeridad, la ansiedad, el vinilo es otra forma de consumo. También es un compromiso diferente con la música, no quiere decir que los demás no lo tengan, pero a veces hasta compras un vinilo por la tapa. No digo que esté bien ni mal, pero pasa, porque es una cuestión de arte. Algo que me deja contento también es que este vinilo está muy bueno, tiene una foto, fue todo un proceso. Fue Javi Noceti, el fotógrafo de LatidoBEAT y Montevideo Portal. Toda la búsqueda del lugar, tiene eso de lo artesanal pero en el mejor de los sentidos. Pieza por pieza del puzzle lo hace uno, y eso también te genera otro tipo de gratitud. Cuando te cuestan más las cosas, te gustan más.
¿Sienten que falta difusión de la cultura en nuestro país?
M.C.: 100%. Hay muchas cosas para entender, somos un país chico en todo orden, hay muchas limitaciones. La carencia de difusión se hace más notoria. No sé si tiene que ver con falta de interés, yo creo que al mismo tiempo han cambiado muchas cosas para bien con el paso de los años, recuerdo de chico haberme criado sintiendo que al rock, que era en ese momento la causa de todos, no se le daba difusión. No había lugares para tocar. Hoy artistas emergentes, bandas recién salidas, tienen buenos instrumentos, salas de ensayo, tocan en salas públicas, se organizan sus toques en bares, en la calle suenan bien. El under tiene otra visibilidad porque hay un trabajo y una construcción, entonces en los medios convencionales, en lo que representa lo más mainstream, falta.
Pero en realidad, también falta que la gente busque más. Porque las cosas están, hay un medio de prensa alternativo que se llama El Bloque, que es un canal en el que trabajan increíble. Generan un montón de contenido audiovisual buenísimo, producen espectáculos, son personas que están trabajando con una militancia. Lo que pasa es que un nicho en un país chico, es todavía más chico. Algunos sobresalen un poco más, un poco menos, pero creo que siempre pasó. También cambió la comunicación, antes era prensa escrita y televisión, ahora va por otros lugares. Siento que falta, siempre siento que falta. Siempre me pregunto por qué.
Pero también hoy, desde el lugar que me toca personalmente, le dedico un montón de tiempo a dar visibilidad en todo eso. Entonces no estoy pensando en que otros no lo hacen, nosotros lo estamos haciendo. Cada hito de algo que sucede es una celebración el triple de importante. También hay mucha gente que se ha profesionalizado en el trabajo, ahora hay fotógrafos profesionales, realizadores audiovisuales profesionales, iluminadores, iluminadoras, hay una seriedad, una responsabilidad y un compromiso. Después, lo que suceda con la difusión a otra escala, para mí, se la están perdiendo.
M.S.: Desde mi lado, lo que destaco, y cada vez más, es que en la época de antes había más pica entre las bandas, había más rivalidades. Hoy en día hay un espíritu mucho más colaborativo, y todo ese tipo de cosas creo que son buenas.
M.C.: Lo que pasa es que por suerte ha cambiado todo bastante, también la cabeza te va cambiando. Yo no puedo dejar de mezclar aspectos sociales y políticos; acá se salió de una dictadura en el año 84 que fue brutal, y reconstruir un país culturalmente callado, vacío, y seco de ideas, es difícil. Veían un tipo de pelo largo y estaba todo mal, y pasaba con un montón de otros aspectos de discriminación. Pero hoy el asunto es muy diverso. En este país somos chicos, nos cuesta todo un poco más, pero somos bastante libres. Yo veo a los chicos de 16- 17 años mucho más libres en cómo se visten, las trancas son mucho menores. Podés ser, y eso es un trabajo que se viene construyendo desde muchas generaciones hacia acá. En otros tiempos había otras prioridades; en otros tiempos se luchaba por la libertad de prensa. Hoy yo me puedo hacer mi Instagram y opinar lo que se me cante. Eso también es un cambio.
M.S.: Hay un punto que me gustaría comentar de lo que dijo Mauro, que es verdad que hoy en día nunca hubo tanto acceso a la información, tanto acceso a la música, tanto acceso a poder culturizarte. El problema de hoy es que en realidad lo que falaé es la curaduría, ir y buscar. Creo que antes había un consumo de música mucho más activo. No es una crítica hacia nadie, pero hoy vivimos en esa cuestión vertiginosa. Hoy querés conocer a una banda y vas a YouTube, tenés un documental, vas a Wikipedia, te leés las cosas. Depende de uno también.
M.C.: Hay algo que es real, y es que los tiempos cambian. Quedarte con una forma porque es la que vos aprendiste es un mandato, y los mandatos a lo único que te llevan es a repetir. Yo me considero una persona que en su trabajo ha tratado de ser lo más rupturista posible. No me quedo esperando por nada ni por nadie. Por eso llevo esa bandera del "hazlo tú mismo" como forma de vida, en prácticamente todos los aspectos de la mía. Me adapto a mi realidad y a la persona que soy, y desde ese lugar, puedo construir y puedo tener la capacidad de juntarme con mis amigos más grandes, o con chicos del trap que paran al lado de la disquería, y escucharlos y ver que tienen también un montón de curiosidades para nutrirnos. Hay cosas que me gustan y cosas que no me gustan, pero no quiero decir "esto está bien" o "esto está mal".
M.S.: Como fenómeno social el trap, más allá de que te guste o no te guste, es súper interesante porque es hijo de los tiempos. Personalmente entiendo algunas cosas y otras no, pero leo sobre eso porque es lo que pasa.
M.C.: Sí, y está buenísimo. Las cosas que son genuinas están bien. Y en todos los géneros siempre hay cosas buenas y cosas malas. A mí no me importa estar pensando por qué esto es una mierda y le va bien, porque por algo le va bien. El otro día estaba con un amigo pasando música en la fiesta de Escaramuza, y estaba con la remera de Luis Miguel. Cuando yo tenía 20 años, a un rockero con una remera de Luis Miguel lo cagaban a piñas. Y está divino que tenga la remera de Luis Miguel. Eso es gracias al trabajo de muchas generaciones que se han ido ocupando de diferentes aspectos, hoy podemos sentir esa libertad de no ser juzgados. Que a nadie le importe que te digan nada, que te juzguen o que te encasillen por ponerte lo que se te cante.
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