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Contenido creado por Manuel Serra
Música
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“Un adiós entre dos adioses”, el disco póstumo que sella el enorme legado de Andy Adler

Tras dieciocho años de infructuosos intentos, esta obra deja estampados para la historia los héroes del mítico músico tristemente fallecido.

15.11.2022 15:11

Lectura: 9'

2022-11-15T15:11:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

Para qué escribir sobre arte. Para qué, cuando interpretaciones y experiencias hay tantas como encuentros. Para qué, si la de quien escribe no puede ser, y nunca será la de quien lea. Para qué, entonces.

Para ayudar a esos encuentros a ser más fluidos. Por eso, sobre arte se escribe agregando algo más (y con esperanza mejor) sobre la obra.

En este caso, se trata del disco Un adiós entre dos adioses. El artista, Andy Adler. Uruguayo, nacido en Washington D.C., en 1963, padre académico y estadounidense, madre concertista de piano y uruguaya, la primera palabra que aprendió a decir cuando llegó a este país con su madre siendo niño fue Peñarol (dicen).

Se agrega, también, el valor cultural de la obra:

Cuando se habla de Andy Adler, no se habla (aún) de una obra propia. Se habla, más bien, de un catalizador para una gran parte de la cultura rockera uruguaya de los ´80, de los ´90 y de los 2000. Y como no hay tantas maneras de decir lo mismo, esto es lo que escribimos desde LatidoBEAT en un perfil dedicado a Andy hace un tiempo:

Andy Adler estuvo en Los Estómagos, pero no llegó a grabar el primer disco. Estuvo en el germen de La Tabaré, pero tampoco, no tocó en ninguno de los discos. Estuvo en los dos primeros discos de Chicos Eléctricos, pero la figura predominante no fue él. Produjo el primer disco de Eté & Los Problems y acercó a Hablan por la Espalda al sonido de Makumba. Estuvo en casi todo, aunque suyo dejó muy poco. (…) Su cultura, su crítica, su humor, su información y su forma de ver el mundo marcaron la cancha para varios. Su legado está en su obra breve, pero está, sobre todo, en la obra de otros.

“Me parece buenísimo siendo Andy un poco el que trajo el verdadero rock – él es americano, hablaba perfecto inglés y con toda una impronta rockera – poder hacer este trabajo acá. Es superlativo y el disco es maravilloso”, nos dice Ángel Atienza, uno de los creadores del sello discográfico Perro Andaluz y productor ejecutivo del disco.

Este disco doble, el de Andy, es el primer vinilo que lanza el sello. Desde 1989, el año de su surgimiento, Perro Andaluz mantiene el espíritu de editar discos de forma independiente.

“Andy aquí se desnuda completamente. Me parece que él muestra todos sus potenciales en cuanto a cantante, guitarrista, musico en general, productor, incluso como técnico de sonido. Muestra todo el potencial de Andy, de su arte, con su costado más íntimo”, agrega Atienza.

Se trata de una recolección de canciones que a Andy lo movilizaban, por una razón u otra, y que interpretó profundamente. “Reunir una colección de canciones favoritas me rondaba la cabeza desde siempre, y mirar la calle solo me empujaba a mirar hacia dentro mío”, escribió el propio artista como parte de los textos del arte del disco.

Armó una enrededadera de referencias culturales que van desde John Cale y Lucinda Williams hasta Beck y Bob Dylan. Y muchos más.

Posiblemente se trate, entonces, de las referencias de una de las referencias clave del rock uruguayo actual. Valga la redundancia.

“Me parece fantástica esta idea que tuvo Andy de recrear a sus héroes musicales en este plan. Más allá de que todos lo teníamos por un rockero con un conjunto eléctrico detrás, él toca prácticamente todos los instrumentos, hace sus arreglos y cantar los temas”, comenta, a su vez, Ángel.

Se agrega, además, la historia del disco, su contexto:

Las posibilidades empiezan mucho antes de que el disco si quiera comenzara a escribirse. Cuando Andy formaba parte de los Chicos Eléctricos, Perro Andaluz editó los dos primeros discos en forma de casette (Chicos Eléctricos en 1992 y Glitch en 1993). Así fue como se conocieron Andy y Ángel Atienza.

Por ese entonces, Andy ya tenía en mente un trabajo como solista. Gerardo Michelín fue quien lo acercó al estudio de Riki Musso, Tío Riki, para grabar un demo con cinco temas. Pero el hacer de eso un disco se frenó porque Andy quería mayor producción que solo guitarra y voz.

Por presupuesto, “no pudimos acompañarlo con esa idea y poco tiempo después Andy se fue para España, pero quedó siempre con esa idea de que tuviera un disco en plan solista, en plan guitarras acústicas, en plan más country rock y él iba a juntando una serie de temas de sus héroes”, cuenta Ángel. Esas cinco canciones, mientras tanto, quedarían guardadas.

En diciembre de 2004, Andy se mudó a Buenos Aires, donde días después respiró una atmósfera complicada para la música en vivo debido a la tragedia de Cromañón.

“De la noche a la mañana, el funcionamiento de la música ‘en vivo’ de las bandas ‘chicas’ en el que me he movido toda mi vida, cambió drásticamente. Literalmente: la música ‘en vivo’ dejó de existir y la sensación entre mis pares se colmó de franca desazón”, explicó Andy para el disco.

Durante esa temporada en Buenos Aires fue que aprovechó para volcar todas esas canciones que venía madurando. Allí las grabó con un portaestudio y, después, cruzó a Montevideo y empezó a trabajar con Riki Musso en la masterización. Luego, fue una remasterización en Sondor, por el año 2007.

“Fue una grabación que Andy manejó realmente muy bien porque él sabía muy bien de audio, tenía muy buen nivel en cuanto a técnico de sonido, porque él ya había trabajado mucho en eso y conocía perfectamente la manera de poder grabarse y, al estar solo, con tiempo, la verdad que le puso mucho detenimiento, mucha cabeza. Más el aporte de Riki y después al final con esas sesiones que se hicieron en Sondor, la grabación en general agarró como una profundidad”, comenta Atienza.

Durante años, llamó al disco Misal para corazones desolados, pero al llegar el momento de editarlo, “la palabra misal me infectó por lo arcaica. Y no se trata de un misal. Son canciones de corazones rotos”, relató el propio Adler.

Atienza recuerda que “para la época que Andy ya vino con el material con Riki, ahí ya nos encontrábamos, porque él en sus viajes iba y venía y siempre nos juntábamos simplemente por charlar, nos diviertíamos el uno con el otro (…) había como un cariño mutuo desde cuando hicimos aquellos discos de los Chicos Eléctricos y siempre como que quedó pendiente esa posibilidad de él, de un disco solo”.

Y agrega: “Cuando cada tanto nos juntábamos él me daba alguna grabación. Surgió naturalmente, ya habíamos hecho otras grabaciones, los Ases del Beat, y él siempre confiaba en mí en cuanto a poder hacer los discos de la mejor manera y fue como natural”.

Lo que fue demorando esa salida, dilatando esa salida, fue el arte de tapa. Andy quería que fuera la imagen de un rockero multimillonario caído en desgracia, acompañado de dos mujeres desnudas y un tigre. Y, como el Photoshop no era una opción, la foto se escapaba del presupuesto.

El disco llamado "Un adiós entre dos adioses" vio luz finalmente en octubre de este 2022.

“Andy también tuvo otro viaje y, cuando volvía, nos encontrábamos y tratábamos de ver otra vuelta, pero después se enfermó y se complicó el tema de estar él en una sesión de fotos donde se sintiera realmente a gusto. Todo derivó en la solución final que tenemos con lo que es el disco de vinilo ahora. Con Mariana Méndez seleccionó una serie de fotos, más los textos que él ya tenía escritos tema a tema. Todo eso funciona en el arte de tapa”, explica Ángel. 

El disco, antes de ver la luz pública, estuvo guardado en manos de varios. En manos de Atienza, quien tenía el máster original, y en manos de varios de los amigos cercanos del artista.

Andy murió en 2020 y, enseguida, todos sus amigos cercanos se contactaron con Ángel para finalmente editar el disco y dejar un legado. “Es un disco realmente caro, pero el entorno de Andy impulso a que el disco finalmente sea un hecho”, dice. El álbum se convirtió en un disco doble, con los lados de A a C con todas las canciones seleccionadas por Andy, pero quedaba el lado D. Ahí es donde se agregaron aquellas cinco canciones, aquel demo, que se grabaron en 1994 gracias al impulso de Gerardo Michelín.

Prácticamente todos los instrumentos del disco están grabados por él, a excepción de un órgano grabado por Riki Musso en la canción “That Lucky Old Sun”. De aquellas grabaciones existe un documental hecho por Juan Sacco y Esteban Machado, llamado igual que el disco, que está disponible en YouTube.

Desde que Andy empieza sus jornadas en Buenos Aires, hasta este 2022, pasaron dieciocho años. Ese es el tiempo total de la dilatación de un disco póstumo que llegó, finalmente, a dejar sellada la capacidad de Andy Adler como artista y a funcionar como legado.

Se agrega, por último, una pregunta:

Debajo de la descripción de “Big Louise”, canción de Scott Walker, Andy escribe: “La letra pinta el retrato de una travesti en decadencia y abandonada. Es más triste que un árbol de Navidad, seco y ardiendo”.

Es cierto que los árboles de Navidad, sus maderas, pueden estar secos y arder. Es cierto que son atributos que no se le suelen dar a un disco. Sin embargo…

Por Federica Bordaberry