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Música
Yo te avisé

Carnaval toda la vida y una noche junto a vos: así volvieron Los Cadillacs a Montevideo

Después de 23 años, la legendaria banda argentina regresó a la capital uruguaya como apertura de su gira mundial “El León del ritmo tour”.

14.05.2023 13:07

Lectura: 8'

2023-05-14T13:07:00-03:00
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Por Carlos Dopico
Carlos Dopico

Con un Antel Arena colmado de público por unas 8 mil personas, Los Fabulosos Cadillacs, la mítica banda argentina de rock mestizo fundada a mediados de los 80, regresó este sábado a Montevideo, donde trazó un repaso por canciones de todos sus discos en un concierto que duró casi dos horas.

A lo largo del show, que abrió su gira mundial “El León del ritmo tour”, reinó un continuo clima festivo que se prolongó incluso varios minutos después del último de los bises, dando una muestra más que clara de que el público se fue agradecido por aquel viaje en el tiempo.

Si bien el sonido no fue una constante de calidad —se escuchaba poco definida la voz de Vicentico, hubo un pequeño acople en la sección de vientos casi de continuo, y el micrófono del tambor saturó la mayor parte del tiempo—, el espíritu de la banda siempre se mantuvo encendido. El trío compositivo, Vicentico, de sobretodo y bastón; Cianciarulo, de bermudas y remera de Cadillacs, y Rotman, de traje y frondosa melena alborotada, fue el que agitó sobre el escenario, recorriendo el proscenio y llegando a los lados.

Si bien esta es una gira cuyo título tributa su sexto álbum de estudio (El León para toda la banda fue la punta del iceberg de su carrera), repasaron tan solo cuatro canciones de aquella placa fundamental: “Manuel Santillán”, “Carnaval”, “Siguiendo la luna” y “El aguijón”. La primera de esas fue el segundo tema con el que irrumpieron sobre el escenario, y que sucediera a la apertura instrumental de Cadillacs. Aquel tema —autoría de Flavio Cianciarullo— es claramente la insignia del disco consagratorio con el que los Cadillacs irrumpe tras el momento del bajón de popularidad. El León (del que celebran tres décadas) es un disco compuesto en la barranca abajo del éxito que hasta entonces habían conseguido.

Luego de años de crecimiento vertiginoso, abonado tras la publicación de Yo te avisé (disco con el que llegaron a hacer tres estadios de Obras Sanitarias), a fines de la década de los 80 —tras la publicación de El Ritmo Mundial—, los Cadillacs comenzaron a perder popularidad y, lo que es peor, a tener que dar varios pasos en reversa; desde entregar las llaves de las casas que alquilaban, a suplicar a la disquera Sony Music que hiciera con ellos una última apuesta. En esas condiciones es que, en pleno cambio de década, los Cadillacs se encerraron a componer y se embarcaron en su primera gira por Estados Unidos y México con la que financiarían su grabación debut fuera del país.

El registro se concretaría en la casa del productor Kc Porter en Los Ángeles. Con aquel trabajo, los Cadillacs abordaban ska, reggae, punk rock, hip-hop, new wave, hardcore, dub y hasta salsa. Y mientras muchos otros seguían orientando las antenas hacia los sonidos de Estados Unidos o Inglaterra, ellos la dirigían ya no a Madness o The Specials —bandas que ya habían escuchado sobradamente—, sino cada vez más hacia el continente latinoamericano, apuntando a artistas como Rubén Blades, sin perder de vista el trabajo de los franceses Mano Negra o Les Négresses Vertes.

En aquel trabajo de 15 canciones, más de la mitad del repertorio es autoría del bajista y fundador, Cianciarullo, mientras que el resto se divide entre Vicentico y Rotman, además de la versión de “Desapariciones” del panameño Blades.

El disco se publicó casi en simultáneo con El amor después del amor de Fito Páez —que a la postre terminaría siendo el más vendido en la historia del rock argentino—. El León (1992) pasó casi sin pena ni gloria, hasta que, meses más tarde, a fuerza de hits terminaría por conquistar nuevamente los oídos de los fanáticos en Argentina y los que comenzaba a cosechar por la región. El repertorio abarcaba desde la celebración capital de “Carnaval toda la vida” hasta “Manuel Santillan, El León” (tema que da nombre a disco y gira), una composición de denuncia festiva en la que trazan la alegoría con las desapariciones forzadas que ordenó el dictador argentino Jorge Rafael Videla y el esparcimiento de las cenizas por el Río de la Plata:

Sin embargo por el viejo San Telmo, en un sucio bodegón

Dicen que un borracho murmuró llorando

Las palabras que eran del León

¿Y cuáles eran, Manuel?

Van al mar, van al mar

Llanto, dolor, sufrimiento

De un pueblo se ahoga en el mar”

Por la vuelta

Sus últimos conciertos en Uruguay habían tenido lugar en el 2000, recorriendo los escenarios del Velódromo de Montevideo, la Semana de la cerveza en Paysandú, y un displicente show en el Conrad. Poco más tarde, en el 2002, finalmente se disolvieron (comenzaron sus proyectos en solitario) para volver a girar como Fabulosos Cadillacs años más tarde en un par de oportunidades, pero sin pasar por Uruguay: 2008 y 2016, cuando concretaron además la grabación de La salvación de Solo y Juan —su último álbum de estudio— del que esta vez no hubo temas en vivo.

Por tanto, hacía más de dos décadas que Los Cadillacs no tocaban como banda en Montevideo. Eso hizo que se congregará mucha gente, en promedio mayor de 40 años, dispuesta a evocar los 90, década en que los Fabulosos eran incluso parte del cotillón de las fiestas sociales. Si bien hubo baile y agite, en ningún momento se llegó al pogo, ni siguiera en la platea —esta vez sin butacas—, tal como se había acondicionado la sala.

El show en Antel Arena recorrió 23 canciones, fácilmente ordenables en tres bloques. Por un lado, el arrollador comienzo en el que la banda apostó buena parte de la artillería compositiva: “Cadillacs”, “El León”, “Demasiada Presión”, “Carmela”, “Estoy harto de verte con otros”, “El Muerto”, “El genio del dub”, “Calaveras y diablitos”, “Los Condenaditos” o “El aguijón” —otro de los temas de León—.

Luego le siguió una meseta de temas mayormente románticos o de desamor tras de una hora de show: “Nro 2 en tu lista”, “Siempre me hablaste de ella” o “Basta de llamarme así”.

Por último, la recta final, en la que pusieron toda la carne sobre la parrilla: “Siguiendo la Luna”, “V Centenario”, “Carnaval” y “Mal Bicho”.

Fue recién en medio de este penúltimo tema que Vicentico se dirigió al público —hasta entonces tan solo Cianciarulo había saludado a la platea— para agradecer: “Buenas noches, amigas, amigos. ¿Cómo están? Gracias por la recepción. Hace como 20 años que no veníamos a Uruguay; estamos muy contentos de estar aquí”.

En ese momento arriesgó a pedir al público que apagase los celulares y hacer al menos diez segundos de silencio real. “Sería hermoso, ¿podemos?“, preguntó sin esperar respuesta, y agregó: “Si aparte del silencio nos podemos arrodillar, podemos buscar el poder todos juntos”. Las pantallas se apagaron, bajó la luz ambiente, algunos se agazaparon y otros alcanzaron a ponerse de rodillas mientras el bullicio se calmó. Fue allí que llegó el estallido con los versos finales del tema que antecedería el cierre oficial con “Matador”:

A la guerra,

a la violencia,

a la injusticia,

y a tu codicia.

digo no, digo no

digo no, digo no, digo noooo

En familia

La banda conformada por Gabriel Fernández Capello, Vicentico; Flavio Cianciarulo; Sergio Rotman; Fernando Ricciardi; Mario Siperman, y Daniel Lozano incluyó esta vez a los hijos del bajista y el cantante fundadores del proyecto: Astor Cianciarulo (el hijo de Flavio, que alterna congas y bongoes con la batería o el bajo, doblando en varios casos estos últimos instrumentos) y Florián Fernández Capello (el hijo de Vicentico, en guitarra eléctrica), quien en el 99 inspirara el emblemático tema “Vos sabés”, incluido en La marcha del golazo solitario.

El show se completó con cuatro bises que Cianciarulo se ocupó de arengar mientras se despedía de la primera parte: “Mi novia se cayó en un pozo ciego”, “Vasos vacíos”, “El satánico Dr. Cadillac” y “Yo no me sentaría en tu mesa”, cuyo coro “oh ooh ooohhh” se perpetuaría durante toda la procesión de despedida, incluso más allá de las puertas del estadio cerrado.

Afuera les esperaba una noche brumosa y fría; una cortina de niebla se tendía sobre la explanada del Antel Arena.

Los Cadillacs pasaron por Montevideo y de ahora en más continúan su gira al menos hasta noviembre, donde tienen agendadas 17 fechas con paradas por Argentina, Chile, España, Estados Unidos y México.

Por Carlos Dopico
Carlos Dopico


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