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Contenido creado por Sofia Durand
Música
Cuestión de actitud

El primer día del Cosquín Rock: manos con gestos de rock para Rada, Juanse y La Mona

Este sábado la Rural del Prado fue la sede de un abanico de géneros, trayectorias y públicos.

22.04.2024 17:04

Lectura: 8'

2024-04-22T17:04:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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La grilla no convencía. Las comparaciones entre la edición del año pasado y la de este surgieron rápidamente. En 2023, el festival fue encabezado por las que se consideran las dos grandes bandas del rock uruguayo, No Te Va Gustar y La Vela Puerca. Estaban presentes Skay y Los Fakires, guitarrista histórico de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota, y la patada de rock de esta década que representa Marilina Bertoldi. En 2023 no podía fallar, era una grilla segura, pero, ante todo, rockera.  

Para esta nueva edición, entonces, decidieron dar un salto de fe y dejar en claro cuál es el espíritu del festival: el rock se transformó en algo más que un género musical. En entrevista con Latido BEAT, José Palazzo, productor del evento, habló del concepto “actitud rock”. En la primera jornada del Cosquín Rock, un sábado de primavera a fines de abril, un abanico de géneros y artistas de diferentes generaciones se presentaron en los tres escenarios del predio. La velada fue coronada por la Mona Jiménez, emblema de la música tropical.  

Las primeras horas de la tarde estuvieron encabezadas, en su mayoría, por artistas uruguayos: Niña Lobo, Julieta Taramasso, Diego Matturro, Capitán Tormenta, Rodra, Se Armó Kokoa y DosTresCinco. La escena internacional llegó de la mano de la chilena Cami y las bandas argentinas Cruzando el Charco y El Plan De La Mariposa.  

Foto: @radas.fukk

Foto: @radas.fukk

“Buenas tardes, Montevideo, ¿cómo estamos?”, dijo Goyo Degano, frontman de Bandalos Chinos. Frente a un público prominente y el atardecer, hubo pasos de voguing, solos de saxofón y de guitarra y el ambiente festivo que la banda sabe generar con temas como “Super V”, “Paranoia Pop” y “Una propuesta”. Tampoco faltó el pedido de prender las linternas para “Demasiado” y el canto en conjunto. Fue instantáneo. Después de los sintetizadores y los ritmos con dejos ochenteros de la banda argentina, los tambores empezaban a sonar en el escenario ubicado en el lado derecho del predio. 

Ecléctico. La energía del festival reside en esa característica. En tener la grilla a mano, correr entre escenarios para no perderse de nada, pasar de una banda que está en su auge a una leyenda nacional consagrada. Estuvo la fiesta, estuvo el rock, estuvieron los homenajes a aquellos que construyeron los cimientos de la identidad musical de este país. En algunos casos, estuvieron los tres componentes en simultáneo. Así sucedió en el escenario derecho Antel 2 de la Rural del Prado en cuanto Ruben Rada lo pisó.

Los tambores y las guitarras de “Biafra” abrieron el espectáculo. “Con (Eduardo) Mateo fuimos los primeros que empezamos con el rock en Uruguay, así que estoy contento de estar tocando para la juventud. Vengo a ser el abuelo del Cosquín Rock”, dijo Rada. Por si a alguien le cabe alguna duda: el ritmo y cadencia musical de este país tienen un nombre y es el suyo. 

En la formación no solo lo acompañaba el Lobo Núñez —no hace falta decir más—. También estaban Lucila Rada en los coros y Matías Rada en la guitarra, dos de sus hijos. El prejuicio de “hijos de” con la familia Rada se cae. Puede que nazcan con el talento en la sangre.  

Foto: @radas.fukk

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Con 80 años, el músico tiene una carrera que incluye a Totem, El Kinto y una notable trayectoria solista. En la pantalla, las diferentes etapas de su vida y obra se mostraban a través de retratos. Mientras tanto, sonaba “Días de esos” de El Kinto y el “abuelo” del festival se paraba a pedir palmas y bailar. La generación criada a Rada Kids observaba lo que pasaba en el escenario, por momentos desconcertada. En “Heloisa” y “Dedos”, la guitarra de Matías Rada cobró vida propia mientras la audiencia levantaba la mano cornuta.  

Con el sol de la bandera uruguaya en pantalla y el público abrazado, sonó “Mi País”, uno de los himnos populares. Le siguió “Malísimo”, junto a una dedicatoria a las mujeres, “Blumana” y Rock de la calle”. Aparentemente, Rada no sabía lo que era la mandanga cuando compuso su canción, o al menos eso aseguró antes de cantar “Mandanga dance”, y dirigir a los músicos y a la audiencia como si fuera una orquesta con un palo de tambor. Con “Cha cha, muchacha” y “Muriendo de plena” cerró su show, entre trencitos, bailes y el ambiente de una fiesta.  

El sonido trapero de Neo Pistea no demoró en llegar. Tener dos escenarios pegados habilita a que el choque de géneros sea evidente. Durante su presentación, alguien levantaba una bandera de La Vela Puerca. En el tercer escenario, a unos cuantos metros, Silvestre y la Naranja, la banda indie rock argentina, daba su show en simultáneo y parecía como si el espacio no diera abasto.  

La misma lógica continuó con Buitres, otro grande del rock nacional, que se encargaba del escenario grande mientras que, en el más pequeño, se presentaba NAFTA. La prolijidad de las voces y el bajo de NAFTA, la banda argentina que parece ganar cada vez más reconocimiento en nuestro país, destacaron en canciones como “La carta” y “Quiero verte”  

Ciro y los Persas, al igual que en la edición pasada del Cosquín Rock, generó agite y pogo. Un Ciro Martínez de lentes y blazer con brillos, que después cambiaría a una campera de cuero roja, que jugó con la armónica y también con la variación de intensidad durante todo el espectáculo. Desde “Taxiboy”, pasando por “Bicho de ciudad” y “Todo pasa” y explotando con “Como Ali” y “El farolito”. Al dar a elegir, el público se quedó, sin dudas, con “Mírenla”. Volaron pelotas alrededor del campo y también se revolearon camisetas. Lo que cualquiera, a primera vista, podría entender como rock.  

Foto: @radas.fukk

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La antesala musical a lo que vendría más tarde, de la mano de majestades rollingas del rock. Puede que, en este continente, nadie logre hacer sonar la guitarra como Juanse. Con alfombras persas en el escenario, específicamente puestas para ellos, Ratones Paranoicos recorrió su trayectoria, no solo musical, sino también actitudinal.  

“Nos quedan 19 minutos. Nos queda ir al baño, o hacer un par de temas”. En respuesta, furor. “Ah, ahora gritan, muertos”, replicó Juanse. El mismo que se bajó del escenario y anduvo alrededor del público sobre los hombros de alguien, mientras se levantaba la camisa y quedaba solo con una campera dorada.  

El que se quejó de la poca intensidad del público y al que se lo notó desconforme, hablando con gente detrás de escena, despidiéndose dos veces, para volver a tocar una más. “Rock del pedazo”, “Ceremonia”, “La Nave”, “Sigue girando”, “Para siempre” y el mítico “Rock del gato”, temas constitutivos de la movida rolinga de los 2000 y emblemas del rock en español que sonaron en un show que dejó más conformes a los espectadores que a la banda.  

Foto: @radas.fukk

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El hombre que cerró la noche fue, tal vez, el más cuestionado de la grilla. Razón les faltó a todo aquel que puso su participación en tela de juicio. “Por más que no sea un buen cantante, lo hago con el alma, con sentimiento y con todo amor”, dijo la Mona Jiménez unas semanas atrás, en una entrevista con José Palazzo para Latido BEAT. 

Es verdad. No se destaca por su virtuosidad y tras cinco décadas de carrera, aun necesita tener las letras en un atril para leerlas mientras las canta. Aun así, demostró ser un clase A y llevarse al público guardado bajo la manga. Por los pasos de baile y la energía que tiene para recorrerse el escenario, por la alegría, por haber pasado más tiempo agradeciendo a quienes fueron a verlo, que cantando.

Con una capa con detalles platinados y lanzallamas en el escenario, bastó que cantara "El león" y "Despierta corazón" para que comenzaran los coros de "Olé, olé, olé, Mona". Continuó con "Muchacho de barrio", "El federal" y "Agujita de Oro". 

Con "Tinta china" pasó de una musculosa negra a una gris, ambas con brillos. Invitó al Lobo Núñez para "El Agite", dedicándose halagos y resaltando los años de amistad. También se subió Ruben Rada para cantar una versión caótica de "Beso a beso".

El que valore la prolijidad y precisión en un artista, no va a entender a la Mona, alguien que encarna esa "actitud rock" de la que habla Palazzo. Desde diferentes lugares de Argentina, hubo gente que viajó hasta Montevideo para estar presentes. 

En "¿Quién se ha tomado todo el vino?" se sumaron Juanse, José Palazzo, Goyo Degano de Bándalos Chinos y Justo Fernández de Silvestre y La Naranja. A estos últimos dos, la Mona los conoció en ese momento. En el medio, Juanse trepó por los andamios del costado del escenario, siendo rescatado por el personal y con la Mona pidiéndole que se baje a los gritos. 

Tras "El Marginal", y abrazado a sus invitados, la Mona Jiménez se fue charlando del escenario, aun con el micrófono captando la conversación. El cierre de la primera jornada del Cosquín sintetizó lo que buscaba comunicar: lo que importa es la actitud. 

Por Sofía Durand Fernández
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