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Contenido creado por Agustina Lombardi
Teatro
Textos artificiales #4

El valor del proceso creativo: Federico Guerra, Felipe Ipar y dramaturgia hecha con IA

ChatGPT creó dos guiones de teatro breves con el estilo de dos dramaturgos de la escena uruguaya.

10.07.2023 15:12

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2023-07-10T15:12:00-03:00
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Por Federica Bordaberry

“El que quiera conocer y describir algo viviente, que empiece por echar fuera el espíritu y, así, tendrá las partes en su mano. Pero entonces, por desgracia, le faltarán los lazos del espíritu” (Fausto, Johann Wolfgang Goethe).

El comienzo es este: un personaje llamado Juan, de traje viejo, con un libro y un reloj de mano, está sentado solo, sobre un banco, antes de la Navidad.

A Federico Guerra le parece que pueden encontrarse algunos paralelismos entre su teatro y este texto, el comienzo de un guion generado por la inteligencia artificial ChatGPT con su estilo.

“El texto tiene un comienzo abrupto como suelen tenerlo mis obras. Para mí, el inicio es tan importante como el final o, quizás, más. Es cuando le tirás el anzuelo al espectador y, si no lo enganchás al inicio, corrés riesgo de perderlo”, dice.

La similitud aparece, también, en el estado del protagonista. Al igual que suele suceder con los personajes en las obras de Guerra, este se encuentra “en una situación solitaria y desgraciada, ante la cual se le presenta otra situación que amenaza con oprimirlo todavía más”, observa.

El planteo de este tipo de teatro, o al menos del teatro de Federico Guerra, es ver hasta dónde son capaces los personajes de soportar la tragedia y hasta dónde es capaz el público de reírse de ellas.

“Acá creo que se vislumbra un tímido humor negro en la premisa, que podría tomar un rumbo similar al de mis historias”, agrega.

Federico Guerra, creador de Snorkel, Odio oirlosoírlos comer, Jirafas y gorriones, Cretinos solemnes, La euforia de los derrotados junto con Tabaré Rivero, uno de los fundadores de La Cretina, actor de teatro o de cine como en Muertos con gloria.

El otro comienzo, el de un guion de teatro que se le pidió a ChatGPT que hiciera con el estilo de Felipe Ipar, es este: Marcela y Julia bailan en una discoteca, se divierten, hasta que ven a un hombre mirándolas del otro lado de la pista.

“Cuando lo leí me generó la sensación de que no resonaba conmigo. Pero, ojo, eso también me pasa cuando releo mis escrituras. No es algo contra la inteligencia artificial”, dice Ipar, y agrega que “le falta mucho entrenamiento, no me conoce como yo me conozco a mí”.

Felipe Ipar, que es productor audiovisual, que es actor (recientemente se lo vio en Cuando pases sobre mi tumba de Sergio Blanco), que dirigió y escribió tres cortometrajes (La gaviota disecada, Pieles y Rielesrieles y La hora del puerco), que hizo obras de teatro como Conversaciones con un muerto, Los Comensalescomensales, Las Peinadoraspeinadoras, El Mitomito de Una Mujer Sin Nombreuna mujer sin nombre y que este año estrenó Esta gaviota no es de Chéjov en El Galpón.

Según Guerra, el estilo artístico lo define un cúmulo de características con las que se puede identificar la obra de un autor. Estas características “tienen que ver más con el tratamiento que con la temática. Muchos autores pueden abordar la misma temática, pero el cómo abordarla, la forma, los personajes que se eligen para transitarla, y muy especialmente los diálogos, son los que terminan de definir ese estilo. No es tanto lo que se cuenta, sino cómo se lo cuenta”. 

En su caso, ese cómo está vinculado al humor negro que emerge de la desgracia de sus personajes, de universos corales que retratan ese tipo de vidas derrotadas y solitarias, atrapadas en la mecánica de lo cotidiano y muchas veces sumergidas en submundos.

“Si bien manejo un abordaje realista, bastante crudo, me gusta recurrir también a elementos absurdos, generalmente simbolizando el escapismo de los personajes... Como una forma de liberarlos”, define.

Aunque la irreverencia de Snorkel, que era la de un dramaturgo de veintipocos años, no es la misma que la de Jirafas y gorriones, o de la última temporada de Cretinos, hay un mensaje esencial que mantiene.

“El entorno en el que me movía y retrataba entonces no tiene nada que ver con mi entorno actual tampoco. El haber sido padre también me cambió mucho. Pero esto no cambió mis temáticas ni mi visión, quizás, pesimista, del mundo. Creo que simplemente fue ganando en matices”, confiesa.

Federico Guerra. Foto de Mateo Rodríguez Matonte.

Federico Guerra. Foto de Mateo Rodríguez Matonte.

La definición de Ipar de qué es un estilo artístico no dista tanto de la de Guerra. Dice que es la repetición de uno mismo, muchas veces, de forma que sea reconocible y diferenciable. Cree, además, que se parece mucho al proceso que hace una inteligencia artificial, que trabaja en base a encontrar similitudes para generar patrones.

En términos lógicos, si A y A se repiten mucho, entonces B no debe entrar en el patrón.

***

ACTO 1

Escena 1

(Un escenario iluminado tenuemente. Una figura solitaria, JUAN, está sentado en un banco en el centro del escenario. Él lleva un traje viejo y está hojeando un libro antiguo. Un reloj de bolsillo en su mano marca las 11:30 pm. Una luz tenue ilumina su rostro. Él levanta la vista y mira hacia el público)

JUAN:

Es una noche fría. La nieve cae en silencio sobre la ciudad. A través de la ventana, puedo ver las luces de Navidad parpadeando. Me pregunto si alguien estará pensando en mí. (pausa) Yo no tengo a nadie.

(La puerta del fondo se abre de golpe. Entra un hombre con un abrigo oscuro, con una máscara en la cara. Se dirige a Juan)

HOMBRE:

¡Juan! ¡Finalmente te encontré!

JUAN:

(sorprendido)

¿Quién eres? ¿Qué quieres?

HOMBRE:

Soy un amigo. Alguien que te ha estado buscando durante mucho tiempo.

JUAN:

(desconfiado)

No entiendo.

HOMBRE:

(sacando una pistola)

Entenderás.

(La escena se detiene. El público queda en silencio).

(Texto generado por ChatGPT con el estilo del dramaturgo uruguayo Federico Guerra).

***

El estilo para hacer teatro en Ipar se aleja bastante del de Guerra. El movimiento en todos los sentidos (narrativo, escénico, corporal, musical), la obsesión con lo espacial, la incorporación de lo filosófico, los diálogos que debaten, lasu contradicción de los mismos, la búsqueda del amor como tema (y, por lo tanto, la presencia de la muerte), el teatro como medicina, como elemento sanador de las miserias humanas, el hecho de que todo comience a las ocho menos diez.

“Me encantaría que la inteligencia artificial pudiera reconocer mi estilo y escribir mejor que yo”, opina Ipar porque, en un primer lugar, eso daría cuenta de que tiene un estilo. “Primero me tengo que preguntar si tengo un estilo tan fuerte, tan marcado, como para que eso pase. Eso te impulsa, te exige, te hace observarte más y mejor”, agrega.

En uno de los diálogos, o debates, que Ipar tuvo con ChatGPT, le preguntó quién era más creativo de los dos. Esta le recordó que no es un ser humano, y que la creatividad es una característica puramente humana.

Sin embargo, cuando le pidió sugerencias para adaptar un clásico a una idea suya, la inteligencia artificial le dio una solución a un problema que venía teniendo hacía tres años. “En el medio está todo el aprendizaje artístico que generé. Lo que viene a hacer la inteligencia artificial es, justamente, no demorar estos tres años. Me canceló los tres años para que yo llegara a esa idea y hay que ver qué pasa con eso como desarrollo artístico”, opina.

En ese sentido, Guerra cree que el desarrollo de este tipo de tecnologías tiene que ver con la era de la inmediatez. “Las personas tienen la necesidad de generar contenidos nuevos constantemente para sus redes, pero las redes no esperan y los procesos de escritura, de sentarse a pintar o de componer una canción, llevan demasiado tiempo, por lo cual precisamos cosas a las que les digamos qué queremos, lo digieran y lo caguen rápido para nosotros. Por otro lado, está también la necesidad de las plataformas, que se ven obligadas a generar contenido tras contenido y esta debe ser una tecnología a la que les va a convenir apostar”, dice.

Aunque, propone Ipar, puede que el concepto tipo que existe de creatividad sea el errado. “Tal vez la creatividad sea la alquimia de esa materia”, comenta, refiriéndose a que quizás lo creativo no esté tan vinculado a la ingeniería detrás de las ideas, como unir dos ideas, o reinterpretar un clásico, sino en la propia idea. “Lo que no se le ocurrió es la idea, la idea se me ocurrió a mí y ahí está mi creatividad”, sostiene.

Lo que es seguro es que se espera que las inteligencias artificiales se desarrollen muchísimo más y logren resultados poderosos. Eso podría, no necesariamente, quitarle el lugar al creador, pero sí modificar su lugar en el proceso creativo.

“Las personas que disfrutan auténticamente de crear no se van a sentir cómodas apropiándose de un producto generado por una inteligencia artificial. No sería más que un plagio sofisticado. Pero creo que estamos en una etapa muy inicial y seguramente se termine asimilando y siendo un nuevo aliado para los creadores. Así pasa siempre con la tencología, es inevitable”, opina Guerra.

Por otro lado, Ipar considera que la inteligencia artificial le ha dado una cachetada importante al ego humano. Le ha preguntado por qué se cree tan importante.

***

Escenario: Una discoteca abarrotada en Montevideo.

(JULIA y MARCELA están bailando al ritmo de la música, con copas en la mano.)

JULIA: ¡Esta es la mejor noche de mi vida! Me alegro tanto de haber venido aquí.

MARCELA: ¡Yo también! Hace siglos que no salimos a bailar juntas.

JULIA: Oye, ¿quién es ese tipo por allá? ¿El que lleva sombrero?

MARCELA: ¿Cuál?

JULIA: El alto, con el fedora negro.

MARCELA: Ah, él. No sé. Lleva un rato allí parado, solo mirándonos.

JULIA: Da mala espina. Vamos a otro sitio.

(Comienzan a caminar hacia la barra, pero el hombre las intercepta.)

ANDRÉS: Hola, chicas. ¿Les importa si me uno a la fiesta?

JULIA: (nerviosa) Eh, no, claro que no. ¿Quieres tomar algo?

ANDRÉS: Gracias, pero prefiero bailar. ¿Me acompañan?

MARCELA: (susurrando a Julia) ¿Qué hacemos? No me gusta ese tipo.

JULIA: (susurrando de vuelta) Tranquila, yo lo manejo.

(Comienzan a bailar juntos. ANDRÉS se mueve con suavidad, casi seductoramente, mientras JULIA y MARCELA intentan seguirle el ritmo.)

JULIA: (sin aliento) Uff, eres buenísimo bailando.

ANDRÉS: (sonriendo) Gracias. Pero no tanto como tú.

MARCELA: (rodando los ojos) Vamos a la barra. Necesito un trago.

(Piden más bebidas y se sientan en un sofá cercano.)

ANDRÉS: (acercándose) Oigan, chicas, ¿les gustaría ir a una fiesta privada?

JULIA: (sospechosa) ¿Qué tipo de fiesta?

ANDRÉS: (enigmático) Una fiesta exclusiva. Solo los invitados más selectos.

MARCELA: (levantándose) Lo siento, pero no nos interesa.

ANDRÉS: (tomando la mano de JULIA) ¿Y tú? ¿Te animas?

JULIA: (dudosa) No sé. ¿Dónde es?

ANDRÉS: (susurrando) En un lugar secreto. Un lugar donde solo los valientes se atreven a entrar.

(JULIA lo mira, dividida entre la curiosidad y el miedo.)

JULIA: (a MARCELA) ¿Tú qué piensas?

MARCELA: (negando con la cabeza) Yo me voy a casa. No me gusta esta situación.

JULIA: (decidida) Yo voy a ir. ¿Y tú?

ANDRÉS: (sonriendo) Excelente decisión.

Salen de la discoteca y caminan por una calle.

(Texto generado por ChatGPT con el estilo del dramaturgo uruguayo Felipe Ipar).

***

En caso de que ChatGPT o cualquier otra inteligencia artificial pudiera escribir un texto con un tratamiento humano tal que lograra emocionar a un lector, al igual que si lo hubiera escrito una persona, entonces el resultado para quien lee es el mismo.

Es que “funciona igual que los escritores. En realidad, los escritores se formaron leyendo. Aprendieron de la lectura, decodificando a otros escritores que leyeron en sus vidas. La inteligencia artificial trabaja de la misma manera. Si la inteligencia artificial no fuera escritor, tampoco lo sería García Márquez. Después tenemos que discutir qué calidad de escritor es”, considera Ipar.

Felipe Ipar. Foto de Alejandro Persichetti.

Felipe Ipar. Foto de Alejandro Persichetti.

El concepto de un escritor que no es humano es lo novedoso. Hasta el momento “nos diferenciábamos dando un paso hacia atrás, decíamos que no éramos animales”, agrega.

El resultado puede ser el mismo, considera Guerra, pero las opiniones cambian cuando se habla del proceso. “Aún le damos valor a eso. Si nos muestran una imagen hecha por computadora emulando un paisaje pintado a mano en un lienzo, no nos daríamos cuenta. Sin embargo, al enterarnos de que no fue pintada a mano le quitamos enseguida su valor. Creo en esa respuesta natural que tenemos en defensa del arte, el `‘ah, pero no lo hiciste vos´.vos’. Hay una defensa por lo auténtico, por lo original, porque sabemos que el arte es una expresión humana única y eso es lo que termina de trancarle fuerte a las inteligencias artificiales”, dice. 

Ipar confiesa que se enfrenta a un texto escrito por una inteligencia artificial, a esa idea, sabiendo que es una ilusión, que no es una verdadera sensibilidad humana.

La clave está, según Ipar, en que aún no ha llegado una inteligencia artificial que proponga ideas de forma autónoma. “Me propone una vez que yo le pregunto”, aclara.

“Yo creo que para ser creador, para ser artista, hay que ser un gran observador, y es algo que una inteligencia artificial no puede ser. Una inteligencia artificial no puede ser espectador, por ejemplo, y para ser creador hay que ser espectador”, observa Guerra.

Y agrega: “Creo que se va a generar un complemento. Las inteligencias artificiales van a trabajar en función de la creación humana y seguramente, bien utilizada, sea una herramienta que nos ayude en nuestras creaciones. Simplemente, intentemos que no se desate una guerra entre robots y humanos”.

Por Federica Bordaberry


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