La música uruguaya alberga un fenómeno cuyos números no son astronómicos, pero que ocurre la suficiente cantidad de veces como para ser, al menos, llamativo. Además de la música, varios de nuestros artistas también son médicos. Los casos más sonados son Jorge Drexler y Gabriel Peluffo, de Buitres.
"No, no me eligieron por ser médico", comenta Federico Kako Bianco, sentado en el living de su casa. Desde 2018 está detrás de la batería en Buitres y recuerda que, por ese entonces, realizó su primera entrevista vistiendo bata médica, en la puerta del hospital.
Estos dos caminos en la vida de Bianco se han complementado constantemente. Nació en una casa donde se respiraba música. Y llegada la adolescencia, su hermano eligió la guitarra y él la batería. Decidió estudiar una carrera rápida y optó por el camino de la Optometría. A raíz del interés que le generó dicha área, terminaría comenzando una de las carreras universitarias más largas a los 26 años.
"Estudiar de día, y trabajar de noche", recuerda. Leo Bianco, su hermano, es encargado de Bluzz Live y Federico supo trabajar varias noches allí, en las que conoció a muchos músicos y personas del ambiente.
"Para el músico la grabación es lo más importante, porque es lo que realmente queda, la discografía y los temas quedan en los discos y en las grabaciones", explica el baterista. Tuvo la oportunidad de grabar Mecánica Popular, su primer disco junto a Buitres, en 2019 y cuenta que el año que viene grabaran uno nuevo.
Este 10 de enero, Buitres se presentará en Pionero, ubicado en Santa Mónica, Maldonado. Será su tercera presentación en dicho recinto donde, según Bianco, se pasa y se toca bien.
Fotos: Javier Noceti
¿Cómo llegás a tocar la batería en Buitres?
Fue una sorpresa entrar a la banda. Yo soy muy amigo de Mauro Correa, el dueño de Little Butterfly Records, y mi hermano Leo Bianco es el encargado de Bluzz Live de toda la vida. Mientras estaba estudiando medicina trabajé muchos años en la noche porque era lo más redituable, estudiar de día y trabajar de noche. Empecé a conocer a muchas bandas que iban a tocar ahí, porque de los lugares chicos era lo único que quedaba para tocar. O hacías festivales, o tocabas en La Trastienda, si no no había mucha cosa. Y en un momento fueron los Buitres a tocar, y quedó la onda con Mauro y Parodi, empezaron a editar algunos discos con el sello y cuando se quedaron sin batero, Mauro me recomendó. Ellos hicieron audiciones de unos cuantos bateristas. Fui a una audición, les gustó como toqué, fui a otra y me dijeron: “sos vos”. Así, a partir de 2018 empecé a ensayar y a tocar en vivo.
Han habido otros cuatro bateristas en Buitres. ¿Cuál es el desafío de unirte a una banda con tanto significado para el rock nacional, y a sabiendas de que hubo gente en tu mismo rol antes?
Para la gente que no conoce la interna de las bandas, los cambios de integrantes pegan bastante, más en una banda conocida o bastante grande. Pero la realidad es que, hoy en día, congeniar con cinco personas es como tener cinco parejas, es muy difícil llegar a acuerdos y todo eso genera fricciones internas. Es verdad que los Buitres han tenido que cambiar de batero a lo largo de la historia de la banda, que han sido 35 años. El batero anterior tocó 14 años, es un montón de tiempo. En 35 años cambiaron cinco veces de batero, asusta un poco, pero la realidad es que depende de dónde lo mires, no fueron tantos.
Es un desafío, aparte yo vengo de otra escuela de toque un poco más punk, entonces para mí faltaba en la parte de la batería un sonido más cavernícola, por así decirlo. Creo que en la banda hice mi aporte, y un integrante nuevo siempre impulsa un poco a que la banda siga para adelante. Realmente no me pesa mucho, lo tomé como un desafío, pero no me lo pongo a pensar de esa manera.
¿Cuál fue tu recorrido por la música? ¿Dónde comienza todo?
Todo arranca cuando teníamos 14 o 15 años ahí arrancó la furia por la música. Mi familia es de músicos, mi padre tuvo una banda de rock en los setenta y ochenta, mi madre tocó el arpa, mi abuela fue profesora de piano. Siempre hubo música en casa. Mi hermano, al ser mayor, siempre tenía un poco antes la información y me arrastraba. A los 14,15 años arrancamos con bandas de hardcore. Después tuve otra banda que se llamó Halo, que fue conocida en el ambiente, se pudo editar un disco en vinilo en el exterior, se editó un casete. Había una movida cuando las bandas grandes eran muy grandes y la gente estaba para el rock más masivo en Uruguay, el under tenía su público también. A los 17 entro en Silverados, que para mí era como entrar a una banda grande. En ese momento, era una banda más de rock and roll que, si bien era medio punk, motorhead, eso me gustaba, salir de la zona de confort de los toques muy chiquitos, fue un escalón a nivel musical. Toqué 10 o 12 años, grabamos tres discos.
Tuve muy buenos toques con Silverados y fue una banda reconocida en el ambiente, no tanto en la gente, sino en el ambiente de la música. Eso me llevó a conocer mucha gente, a hacer amistad con Max Capote y tocar con él, también con productores del medio y tocar en toques puntuales. En el 2016 vino Pity Álvarez e hicimos la banda con él. Eso fue con Fede Pereda, una amistad de muchos años, es melómano y amante de los instrumentos al igual que yo.
¿Por qué decidiste tocar la batería?
Realmente no me acuerdo por qué agarré la batería. Siempre me gustó la percusión, y mi hermano era guitarrista. Yo soy zurdo, entonces no podía tocar la guitarra o el bajo con lo que había. Mi hermano necesitaba alguien que acompañara a la guitarra y ahí empecé en la batería. Siempre con la percusión presente, aparte de la batería. De grande toqué en una comparsa y salí dos años tocando el tambor en las Llamadas.
Fotos: Javier Noceti
Tenés puesta una remera de Black Sabbath y en la entrada un cuadro de Los Beatles. ¿Cuáles fueron tus influencias?
A lo largo de mi vida fueron cambiando. Igual, Ringo Starr tiene una influencia muy grande a la hora de tocar, porque yo intento hacer eso: que de lo simple alguien se fije en vos o en tu manera de tocar. Que puedan cerrar los ojos y te identifiquen tocando es impagable, aparte de tocar bien o ser virtuoso. Y creo que Ringo tiene un poco eso, lo escuchás y ya sabés que es él. Un poco porque yo soy zurdo de mano y derecho de pie, tengo una manera rara de tocar la batería, y los rulos los arranco todos con la otra mano como hacía Ringo. Entonces siempre me gustó su manera de tocar, creo que es una de mis influencias más grandes. Después, yo soy de la década de los noventa y Dave Grohl fue "el" baterista. Bonham, de Led Zeppelin, me encantó siempre. El sonido de la batería y la manera de tocar, una batería grande, ruidosa. Creo que viene por ahí, la combinación de esas tres cosas.
¿Dónde entra la medicina?
Realmente no sé cómo llegué a ser médico, pero lo soy. Fue un poco el puzzle de cosas que van apareciendo. Cuando salí del liceo quería hacer una carrera rápida y ponerme a trabajar. Estaba muy influenciado por la música y muy metido. Encontré, no sé por qué, un libro, lo empecé a leer y estaba la carrera de óptico. Y dije: "qué bueno esto que tiene manualidades". Yo era biker cuando era chico, entonces arreglar las cosas, las bicis, los tornillitos siempre me gustó, y la batería tiene un poco de eso. Me puse a estudiar, me recibí, trabajé unos años de óptico. Me gustó la materia y quise incursionar más en el ambiente. Ahí encontré la carrera de Licenciatura en Oftalmología. Entré y conocí a médicos oftalmólogos, empecé a trabajar en una clínica particular. Me gustó tanto la oftalmología que abandoné la licenciatura y me puse a estudiar medicina a los 26 años.
La frase que engloba todo eso es de mi padre, que decía: “No se va más de esta casa”. Ahí enganché, entre en el 2014 a Medicina y el año que viene estoy terminando la residencia en Oftalmología. Costó, porque fueron muchos años, pero hoy me siento feliz y contento, y a la vez pude hacer un montón de cosas en el medio, que no sé cómo las hice, pero salieron.
En 2018, el año en el que entraste a la banda, todavía no habías terminado la carrera.
En el peor año de Medicina entro a la banda, que es quinto, cuando hacés medicina interna con los internistas, que son muy intensos. Ahí entré a la banda y a los pocos días estaba en el hospital y la primera entrevista fue ahí, salí de túnica blanca. Siempre dicen son todos médicos en la banda, no me eligieron por ser médico. En los ensayos sí hablamos de algunas cosas médicas, pero la banda es el otro 50% de nuestras vidas, entonces eso tratamos de respetarlo sin decirnos nada. Cuando voy a un ensayo no quiero que me hablen de pacientes y a él [Gabriel Peluffo] le pasa lo mismo.
Fotos: Javier Noceti
¿Te ayudó o te dio un consejo en algún momento?
Siempre, siempre estamos hablando. Gabriel es un tipo muy sincero y de muy pocas palabras, entonces al tener esas dos cualidades uno aprende mucho. Yo soy más verborrágico y más desordenado. También hemos compartido pacientes, entonces ha pasado que él me pregunte cosas a mí del paciente y viceversa, o de gente conocida. En algún momento la medicina está.
La música y la medicina se unieron cuando tuviste la oportunidad de visitar a Carlos Caio Vila, baterista de Los Shakers, en el Hospital Maciel.
Me preguntás si me gustan más Los Beatles o los Stones y eso depende del momento de la vida en el que te encuentres, pero yo creo que siempre fueron Los Beatles para mí. Con Los Shakers y Los Mockers pasa lo mismo en Uruguay. Me decís cuáles son los que te gustan más y no sé, pero Los Shakers fueron una de las primeras bandas de rock uruguayo, tenemos una banda de amigos con los que historiamos mucho el rock uruguayo, sus inicios, y Los Shakers sin duda son la banda internacional más importante que tuvo el rock uruguayo. Hicieron de ese sonido beat uno propio. Un poco de candombe, un poco de música brasileña que está muy influenciada por la bossa nova. Crearon un estilo único, eran como Los Beatles, los cuatro fantásticos. Cuando escucho los discos, lo que ha grabado Caio en ese momento, con los pocos recursos que tenían, es realmente admirable el talento nato que tenían. Yo por tocar la batería era el instrumento que escuchaba más.
El loco en el año 78 se va a Venezuela, se casa, tiene una familia, vino a la reunión de Los Shakers en el 2008, se fue y cuando yo estaba cursando quinto de Medicina me lo encuentro en el Maciel, que había venido porque estaba internado. Lo fui a ver y ahí empezó una historia dentro del hospital con él.
Yo le hablaba de los Buitres y no tenía ni idea, no conocía la banda. Él no conocía lo que yo estaba viviendo, y todos alrededor no lo conocían ni a él ni a Los Shakers. En el hospital lo fue a visitar mucha gente conocida.
El 10 de enero se presentan en Pionero, un lugar que busca ser una morada del rock.
Sin duda la génesis del lugar es rock and roll, se respira rock and roll, la tabla, los instrumentos, la gente. La cabeza de todo esto es el Fede Pereda, él siempre tuvo la visión del lugar, y lo pudo lograr. Pudo conectar a la gente, tiene muchos contactos y amigos. Cuando arrancó la primera temporada yo estaba por arrancar la residencia, me fui a trabajar con él, fui un poco el encargado del boliche y ahí generamos una amistad. Siempre estamos hablando y respirando Pionero. La gran banda de rock uruguayo que fue a Pionero fue Buitres y a la banda le encantó el lugar. Es un lugar que para ellos era desconocido, ese ambiente, esa movida, tocar en el Este. Tocamos dos veces ya, y ahora vamos a tocar una tercera. Se pasa bien y se toca bien.
¿Cómo visualizás tu futuro en Buitres?
Esto es lo que pienso yo, capaz que no pasa. Yo me veo tocando en la banda, grabé un disco en el 2019 con ellos, que fue una movida grande en Buenos Aires, y ahora vamos a grabar el año que viene otro disco. Para el músico la grabación es lo más importante porque es lo que realmente queda, la discografía y los temas quedan en los discos y en las grabaciones. Tocar en vivo creo que, para el músico, es una de las patas que más le importan de quedar satisfecho con las grabaciones. Parece mentira, pero el año que viene ya van a hacer ocho años que estoy en la banda.
Sinceramente no sé cuánto va a durar, pero yo me veo acompañando a la banda porque se armó un lindo grupo para seguir adelante sin asperezas, tranquilos. Se fueron a vivir todos a Costa Azul, están casi todos instalados allá menos Orlando, el bajista, que vive en Malvín. Se piensan los toques, las giras, hay proyectos para adelante. El año que viene hay otra gira por España y fuimos a Colombia. Se están abriendo nuevos horizontes. Eso es lo que te mantiene, tener nuevas cosas para hacer, eso mantiene a una banda y creo que esa llama está muy viva en el grupo.