Tres tipos discuten sobre un cuadro en blanco. Ese es el núcleo narrativo de Art, un texto escrito por la francesa Yasmina Reza, en 1994, que llega a Montevideo bajo la dirección argentina de Ricardo Darín y Germán Palacios, y que protagonizan Fernán Mirás, Pablo Echarri y Mike Amigorena.

Pero, aunque lo que caracteriza a la obra es la risa, para Fernán Mirás lo que la ha vuelto un éxito es la conjunción del humor y la profundidad, lo comercial con la calidad.

“Como comedia es perfecta, el humor que tiene es muy inteligente y funciona muy bien, una obra como Toc Toc. Los gags funcionan bien, están bien distribuidos y nunca te aburrís ni dejás de reír. Pero, al mismo tiempo, todo lo que pasa entre ellos es dramático también”, dice el protagonista de Tango feroz.

La tragedia encubierta de la obra a la que se refiere es la crisis de la amistad, algo que le parece llamativo a Mirás por tratarse de un conflicto que involucra a tres hombres pero que fue escrito por una mujer.

Antes, Art fue protagonizada por Darín, Palacios y Oscar Martínez, durante 14 años. Sin embargo, Mirás reconoce que, los ahora directores, “estuvieron de entrada muy dispuestos” a dejarlos descubrir su propia versión, aunque supieran cuál era el camino acertado para que la obra cumpliera su intención.

Las funciones serán en el Auditorio Nacional Adela Reta del Sodre este sábado 1º de julio con doble función, a las 19:30 y a las 22:00. Las entradas están a la venta en Tickantel.

Hace tres años que protagonizás Art con este elenco. ¿Ya te había tocado sostener una obra por tanto tiempo?

Sí, me había pasado con otra obra de Yasmina Reza, Un dios salvaje. También, cuando tenía 18, una obra con Oscar Martínez, El protagonista ante el espejo, de Luis Agustoni, que hice hasta los 21; tuve esa experiencia algunas veces. Y es raro, no siento que la hacemos hace tres años. Eso tiene que ver con la calidad de la obra. Actuarla es muy interesante y no se te hace reiterativa, es muy original. Siempre pensé si no era mucho tiempo hacer más de tres años una obra, justo lo pensaba la semana pasada porque tomamos un receso de 10 días, y cuando volvimos yo sentía como si la estuviéramos haciendo por primera vez.

¿Por qué pensás que sucede eso?

Mientras la obra es graciosa para el espectador, el actor va profundizando el conflicto de una manera muy interesante. En un punto, el espectador no se espera que sea tan grave, porque como es tan ridículo… discuten por un cuadro que es blanco. Los personajes están pasando una crisis de amistad que se va profundizando cada vez más. Creo que tiene que ver con que cada cual le pone algo a ese cuadro, como pasa en la vida; a la amistad, cada cual la ve de determinada manera. Por otro lado, no es una obra donde las cosas se digan de manera obvia. Al personaje le pasan cosas, pero dice otras, es muy inesperado el recorrido.

Bueno, vos mismo comentás que te hizo reír y llorar, la obra te genera distintas emociones. 

Sí, me conmueve mucho la obra, es algo que me pasa con esta en particular. La primera vez la vi con Ricardo [Darín], Oscar Martínez y [Germán] Palacios, me cagué de risa mal. Después, de casualidad, la vi en Nueva York porque estaba grabando, y la vi con Alan Alda (Marc), Victor Garber (Serge) y Alfred Molina (Yvan), y me pegó mucho una lectura como más dramática, conmovedora, con relación a lo que es la amistad, lo que uno pone en la amistad. Me parece que hay obras de teatro sobre hombres que se ponen en pedo, hablan de fútbol o de mujeres, esta habla de la amistad, de qué es lo que cada uno necesita del otro como amigo. Y es muy curioso que la haya escrito una mujer.

¿Sí?

Sí, me resulta muy interesante eso, porque, a mi juicio, es la obra sobre la amistad entre hombres más interesante que hay, y en el teatro contemporáneo ni que hablar. Me parece muy curioso que esté escrita por una mujer y no por un hombre, porque son tres tipos. Y, además, creo que lo corre un poco del lugar común; habla de un cuadro, pero tampoco es una obra sobre arte. Es sobre qué ve cada uno y cómo les afecta que el otro cambie y vea otra cosa.

¿Querés decir que entre hombres no se generan espacios para hablar de temas sensibles, como la amistad?

Hay un nudo medio tosco para hablar de la amistad, o sea, lo más común es “te quiero boludo”. No tenemos tan permitido eso, el culto a la amistad pasa por otro lado, medio en chiste. En este caso, resulta inesperado por dónde va la obra. De golpe descubrís que están hablando profundamente de la amistad y ni ellos se dieron cuenta, terminaron ahí sin querer. Ahí hay algo interesante de la obra: vos te enojás con la gente que querés, la gente que no te importa no te enoja, y ellos no pueden evitar enojarse con el otro. Si no quisieras tanto al otro, no te importaría que piense distinto.

¿Cambió la obra con el tiempo?

Sí, hay cosas que cambian, pero para el espectador no. Internamente sí. Cuando hacés una obra tanto tiempo, necesitás renovar internamente qué cosas te movilizan de la obra y es común que te resuenen otras partes que los primeros meses no te conmovían. Seguir haciendo la obra como la tenés que hacer, pero internamente te va provocando cosas distintas.

¿Qué descubriste acerca de tu personaje?

De los tres es el que tiene menos recursos para defenderse, el más vulnerable tal vez, menos racional y el que quiere que sean amigos, que no se peleen. El chiste de la obra es que es el neutral, el que nunca toma partido, y eso a los otros los desespera. Pero también es como la persona que padece eso y que no está muy preparado para la crisis que van a tener, va empeorando y él no cree que por un cuadro se puedan pelear. Me da mucha compasión, me hace acordar a mí en algún momento de mi vida. Uno aprende a protegerse un poco frente a los demás seres humanos que pueden lastimarte, me hace acordar a mi juventud.

¿A cierta ingenuidad?

Sí, una ingenuidad frente a los otros. Como este es el amigo que lo resiste todo, le siguen pegando. Es un tipo que se ríe mucho de sí mismo, de su vida, de que su vida es un desastre, los otros tienen la vida más armada y se sienten más seguros. Me sigue dando como cierto dolor, está medio desprotegido, es lo que me sigue conmoviendo de hacer el personaje.

Hay dos elementos llamativos sobre Art. Por un lado, el texto original es en francés y se tradujo a varios idiomas; por otro, se escribió hace 29 años. Más allá del contexto y el tiempo, todavía se elige para poner en escena. ¿Por qué pensás que tiene vigencia? 

Creo que ya se convirtió en un clásico. Tiene que ver con que, en los últimos 30 a 40 años, es muy difícil encontrar obras. Los productores no saben qué hacer. Broadway ha repetido obras de los 80, como si no apareciera material interesante, y me parece que Yasmina Reza es muy interesante. Art es una especie de joya, realmente creo que es de las mejores obras de estas décadas. La mejor de Reza.

La vigencia tiene que ver con que, si bien es una obra muy contemporánea, hay algo muy teatral en el espacio: tres tipos encerrados en un lugar, discutiendo sobre un cuadro blanco. Es una metáfora muy teatral, interesante de ver. Más allá de que es una obra de teatro comercial, me parece que tiene elementos simbólicos muy interesantes. Podría ser una obra del off.

¿Qué significa Art para tu carrera?

Como actor siempre admiré esta obra, nunca pensé que me iba a tocar hacerla, porque cuando la vi era muy joven y nunca me iba a dar la edad para hacer esos personajes. Cuando hablás con un productor, muchas veces alguien dice: es buena, pero no es Art. Como una referencia, sobre todo para el teatro comercial. Uno entiende por qué una obra es buena cuando le toca hacerla, cuando la transitás todas las noches. Me interesa el teatro de todas las noches, me gusta repetir la función, uno como actor entiende cosas que no son racionales. Además, me modifica como guionista; sabés qué potencial tiene para los actores determinada situación.

Durante tu carrera estuviste en cine, televisión y teatro. ¿Tenés más afinidad por algún formato? 

En la televisión tenés muy poco tiempo, es el medio que menos tiempo te da para matizar el trabajo. Pero también es mucho lo que aprendés a resolver en velocidad. Hay gente que tiene prejuicio con la televisión, pero he laburado con muy buenos directores en televisión, y cuando un día se complica y se te va la luz, doy gracias de haber trabajado con ellos, porque sé cómo resuelven las cosas cuando hay poco tiempo. Por otro lado, en el cine y el teatro podés profundizar más. Son más agradecidos. Uno como actor puede preparar mucho más el trabajo. El teatro, lo que tiene también, es que la misma escena la hacés tantas veces que llegás a entender cosas que… hay un par de momentos de Art donde descubrí cosas que, como actor, estoy seguro de que nunca las hubiera descubierto en otro medio. En televisión quizás ensayaste tres veces y se grabó, en cine siete y en teatro… van como 300 funciones. Usualmente aprendés más en teatro y lo llevás a otros medios.