Por Sofía Durand Fernández
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Un acto de justicia. Así se puede definir Puntero. Así, al menos, lo define Gonzalo Zipitría, el rostro detrás de CELP (Como en las películas). Al igual que la marea, Puntero primero subió en 2023. Bajó la marea, pero volvió intempestivo, como ríos de sangre. En formato vinilo y con dos nuevos temas, Puntero vuelve a la superficie y con intenciones de llevarse todo con la corriente.
Fiel a su nombre, desde el comienzo, CELP propuso no solo una experiencia sonora, sino también cinematográfica. Como si se tratara de un alter ego, la escena se lleva a cabo en la noche montevideana, bajo un halo tóxico en el que las cosas siempre parecen salir mal.
El 22 de noviembre se presenta en sociedad el disco junto a Hermanos Láser, quienes estarán acompañando. El escenario elegido es Sociedad Urbana Villa Dolores (Alejo Rosell y Rius 1483) y está citado a las 21hs.
Es, además, la incursión en el mundo discográfico de LatidoBEAT. Se trata del primer álbum que editamos, en colaboración con el sello Little Butterfly Records. Además, próximamente se estrenará Canción Eterna, un cortometraje que recorre toda la naturaleza sinuosa de Puntero.
Zipitría considera que uno de los mayores desafíos del álbum fue encontrarse solo, aunque su cómplice fue Gustavo Iglesias, productor histórico de Babasónicos. Adrián Dárgelos aparece en Puntero de manera discreta, a través de la letra de “El arrepentido”, un texto que originalmente fue un poema y llego al álbum en forma de obsequio.
“Es inminente: sube la marea y no hay forma de pararla. Solo resta hacerle frente. Saltar al vacío y abrazar los designios que nos reserva el destino”, se lee en la contratapa. La propuesta es tan simple como amenazadora. Volvió Puntero, y sin ánimos de bajar.
Para comprar este disco edición limitada por vía web, entrá en este link. De otra forma, se consigue en Discomoda (Tristan Narvaja 1614) y en todas las disquerías.
Desde que empezaste con CELP siempre hubo una búsqueda de un correlato estético y visual. ¿Por qué considerás que es importante?
Me sale naturalmente. Me parece que en la música y en el arte siempre acompaña la estética del mensaje. Todos los artistas que consumí y me influenciaron de chico, desde Los Beatles y Bowie hasta Zitarrosa, tenían un mensaje estético muy fuerte, una impronta que los diferenciaba de los demás y los hacía únicos. Eso me parece superrico, no es solamente música.
Es común que en tus letras haya analogías con la naturaleza. En este caso, ¿cómo surge la idea de usar la marea?
Cuando yo me pongo a hacer una canción o cuando estoy en el proceso de ir detrás de la canción, estoy un poco en modo esponja, alerta a todo. A veces estoy viendo una película y veo el final y me quedó con los títulos finales, o la canción o una palabra, o un diálogo. Con “Marea” pasó algo reloco. Un día a las 4 de la mañana, un amigo [Andrés Israel] manda un mensaje de voz a un grupo. Él, junto a Nicholas Childe, fue uno de los responsables de que me tirara como solista, que escucharon mis canciones y me apoyaron cuando estaba descreído. Andy mandó un mensaje borracho diciendo: “Dicen que tengo que dejar de tomar, pero sube la marea. Dicen que tengo que dejar de fumar, pero sube la marea. Esta noche estoy de marea alta”. Ahí dije: “Esto es un temazo”. “Marea” partió de esa base y después lo desarrollé. Está bueno lo que decís de la naturaleza, no lo había visto. Me sorprende mucho cuando la gente interpreta mis canciones y les da esa vuelta sin que me dé cuenta.

Fotos: Javier Noceti
En este caso, estás relanzando Puntero. Si bien ahora sale en formato vinilo, ya lo habías compuesto y grabado antes. ¿Vos qué redescubriste del disco cuando volviste a él?
Le encontré otro valor a las canciones. Quizás en el momento en el que lo saqué estaba muy concentrado en hacerlo y sacarlo. Tenía la urgencia y, en realidad, ahora que tuve el tiempo de repensar todo, me tomé el tiempo para escucharlo e interpretarlo de otra manera. Creo que lo que pasó fue que con estas dos canciones nuevas se cerró el disco. Antes eran ocho canciones y era muy rápido, de fácil escucha, redondito. Pero ahora siento que cerró como álbum y como concepto. En esto fue importante Manu [Serra], que fue quien tuvo la idea de relanzarlo. Yo ya había sacado el disco y había pasado medio desapercibido porque no había trazado una buena estrategia para los lanzamientos. Entonces quedó medio en la nada. Pasé de estar en una banda donde tenía compañeros que estábamos hombro con hombro a estar solo.
¿Cómo fue pasar de tener una carrera musical de muchos años junto a una banda a tener que lanzar tu carrera solista?
Me había acostumbrado a la dinámica de grupo. Hacer las cosas con el nivel de exigencia que a mí me gusta ponerle, ya sea en lo estético o en lo musical, es difícil. El proyecto no hubiera sido posible sin Gustavo Iglesias, mi productor, somos dos en el proyecto. Fue muy difícil adaptarse a esta nueva dinámica, aparte vino la pandemia y fue encontrarme a mí mismo solo. Éramos Gustavo y yo y fue como empezar de cero con todo, hasta con el público. La verdad es que me costó un montón, ahora le encontré el ritmo y junté las piezas del engranaje. Formé una banda con Pablo Mendoza, mi compañera de ruta de toda la vida, Flavio Galmarini, Sanjo –que era de la primera etapa de Boomerang–. Ahora le encontré otro gustito y la dinámica para que funcione. El proyecto inicialmente era hacer un dúo, una especie de Daft Punk con instrumentos vintage. Fue pensado para que yo pudiera viajar solo e irme de acá. La premisa era salir de Uruguay y justo vino la pandemia, me mató. Ahí me replanteé todo, tenía apuro para salir y mostrar lo que estaba haciendo, pero estaba en pandemia entonces tampoco lo podía defender porque tocábamos en lugares donde no me podía bajar del escenario siquiera.
¿Por qué querías irte de Uruguay?
Quiero. Me encanta Uruguay, me parece que cuando salís un poco de acá te das cuenta de que es rechiquito y que hoy es mucho más fácil llegar a todos lados. Ahora tengo la madurez y siento que estoy con ganas de hacerlo. Antes tuve la oportunidad y no lo hice, no sé por qué. Ahora tengo ganas de salir con esto, conocer otros lugares y poder llevar la música. Porque también hay algo que es reloco, que me ha pasado cuando viajábamos con Boomerang, que es cómo la gente de afuera ve tu música. Tienen una perspectiva totalmente distinta a la que tienen acá, mismo de vos. Entonces, es tan distinto como escuchan tu música y lo que interpretan de ella, el personaje que vos estás dando. Eso me encanta también.

Fotos: Javier Noceti
¿Cómo fue la dinámica de trabajo con Gustavo Iglesias?
Gus es una pieza más de la historia de Babasónicos; es su ingeniero de sonido desde siempre y ahora, de hecho, está produciendo sus discos. Nos conocimos con Boomerang hace un montón, nos presentó nuestro sonidista, Mauricio Trabal. Gustavo nos mezcló una canción, produjo Engañamundos (2014) y después también El encanto (2018), y generamos una gran amistad. Con este disco solista con Gus no nos tenemos ni que hablar, es como mi hermano mayor. Tenemos una afinidad muy grande, nos queremos mucho y el proceso sale naturalmente bien. Se involucró mucho en las canciones, y al proyecto lo siento tanto mío como de él. Si bien yo soy el artista, él es una pieza fundamental. No solo reinterpretó lo que yo quería decir, sino que también fue el vehículo y fue como un guía.
Estaba muy perdido al principio, no sabía para dónde agarrar y él le dio un sentido a todo eso, a todo ese puñado de canciones o de ideas, las fue desarrollando conmigo. Tiene una búsqueda constante de sorpresa y de generar algo nuevo, de buscar belleza en lo que se hace en la música. A mí me conmueve mucho, porque en el error o en el acierto está buenísimo eso, te hace estar en una situación siempre de incomodidad, me hace cuestionarme a mí mismo y me pone a prueba. A mí me encanta que pase eso, me parece que a los músicos cuando los llevan ahí sacan cosas buenas. Él realmente fue importante para destrabar eso que yo venía arrastrando después de Boomerang, de resignificar toda mi música. Sin él no hubiera podido hacer lo que estoy haciendo ahora.
Trabajar con Gustavo también te dio la posibilidad de colaborar con Adrián Dargelos, que fue quien escribió “El arrepentido”.
Sin dudas es una de las colaboraciones más importantes. Muy amigo de Gustavo desde la infancia, tuve la oportunidad de conocerlo mejor una de las veces que fui a grabar con Gus allá. La idea siempre fue que estuviera de alguna manera. Él escribió una especie de poema que adaptamos e hicimos con una música de Gustavo, un tipo de coda, una canción deforme que une dos partes del disco. Tuve el privilegio de recibir ese obsequio, esa letra. Me pareció mucho más significativo que hubiera escrito una letra para mi proyecto en lugar de cantarla.
¿Por qué Puntero?
Me encanta eso de jugar con las múltiples interpretaciones, eso de que no sabes bien qué quiere decir. Me gustaba un nombre corto, que fuera una palabra sola y que significara muchas cosas. "Puntero" acá los asocian con el fútbol, en España puntero es el que está a la vanguardia, en Argentina es el puntero político de los barrios o mismo el dealer. Me encantaba jugar con eso, me parecía superdivertido eso de que no sabés bien de qué estás hablando, entonces por eso la tapa también es tan bizarra y psicodélica. No sabés si es una mina bailando, un viaje de ácido o una foto borrosa.

Fotos: Javier Noceti
La portada tiene similitudes con la de Manifesto (1979), de Roxy Music y la de Second Coming (1994), de The Stone Roses.
Las encontramos después. Me encanta cuando pasan esas coincidencias y más con bandas así, que las respeto y son referencias totales, pero nunca fue pensado. De hecho, la tapa es un frame del videoclip de “Medianoche”.
¿Qué estabas escuchando mientras estabas en el proceso de composición y grabación de Puntero?
Estaba escuchando mucha banda sonora de películas, Nino Rotta, Ennio Morricone. De hecho, las intro de nuestros shows son la banda sonora de Suspiria (1977), de Dario Argento. Soy muy enfermo del giallo italiano y nuestros shows siempre empezaron con la canción de Goblin, ahora estamos empezando con Walter Rizzati, de La mansión cerca del cementerio (1981). Ese tipo de teclados y esa atmósfera que se genera en las películas de terror de los setenta. Estaba en un viaje muy cinematográfico, de ahí salió el nombre. Más que nada porque en el primer tema, “Como en las películas”, yo hice una línea de bajo y parecía una película de espías, y me lo imaginaba todo así. Mucho Scott Walker y Serge Gainsbourg, también. Si bien eso se mezcló con algo supermoderno, como Kid Kudi, por eso hay canciones como “Vidas ajenas” que tienen esos beats más modernos. Y otra banda que me mató en ese momento, que se llama BadBadNotGood, unos pibes que hacen un nuevo jazz que está buenísimo, músicos de conservatorio que la rompen. También hay cosas de Kavinsky en “Hasta dónde”.
Fuimos encontrando cosas en la marcha que nos funcionaban para las canciones. En “Medianoche” surgió la idea de hacer una canción house, pero del 2000, como “Music Sounds Better With You”, de Stardust. Super pardo, pero superclásico, estribillo y estrofa. En “Hasta dónde”, que es un tema que quedó afuera del disco y ahora va a incluirse, está muy influenciado por Blood Orange, que es un artista tremendo, pero más que nada era que las guitarras no parezcan guitarras y por las búsquedas de sonidos. Una premisa era no repetirme con Boomerang, en el sentido de tratar de buscar nuevos sonidos y nuevas estéticas, y también que se notará que era un disco solista, que no era un disco de banda. Ahora quizás estoy en un momento en que quiero volver a hacer un disco de banda, entonces “Marea” retomó un poco el rock. Lo escuchás y se separa un poco de lo otro.
Al respecto de tener una banda, ¿ahora estás pensando en volver al estudio?
Ahora, en realidad, estoy concentrado en sacar este disco. Llegué a un lugar en el que quiero disfrutar de esto. Quedaron un montón de canciones afuera del disco que están en otro plan, más de catorce ideas. Son canciones con la forma de componer que tenía antes, por eso quedaron afuera. Mucho más cancionero, yo les digo “calamarescas”, porque son con guitarra y voz, y ya hice eso mucho con Boomerang, por eso quedaron afuera. No sé qué hacer, capaz un disco de outtakes. También Prémiere (2005), el primer disco de Boomerang cumple 20 años y también tengo un outtakes. Me parece que es un hito importante. Tengo muchas ideas, pero no sé cuál voy a llevar a cabo.
¿Creés que ahora que Puntero está en formato vinilo la experiencia de escucha va a ser trascendentalmente diferente?
Es otra cosa, aparte cuando lo masterizas el disco tiene una dinámica que no la tiene lo chato de Spotify, es otra experiencia. Es otro mundo, porque te sentás con la tapa en la mano, entonces no podés ir saltando. A mí me retrotrae a cuando era chico, a leer las letras, a imaginar un poco. Hoy falta un poco de eso, es todo tan urgente y hay tanta data en todos lados que no sabés ni qué estás escuchando, ya no te da para investigar al artista.
Te permite escuchar una historia un vinilo, no una canción colgada, que creo que igual de alguna manera si lo ponés junto al cortometraje, es un acercamiento para no quedarte solamente con una canción. Lo que me parece interesante del corto es que lo podés encarar de mil maneras, podés ir por partes. Ahí sí podés divertirte. Me parece que como material audiovisual es superrico y acá no está explotado.
¿Creés que tenés un sonido que en Uruguay no es tan común?
No lo sé. Lo que sí creo es que hay una búsqueda sónica, que es muy interesante y que considero que es muy propia. Hay una búsqueda muy profunda en cuanto a las texturas de sonido, a las mezclas, a generar climas y ambientes, a cómo trabajar las voces, que no es muy habitual acá. Tampoco es muy habitual que la gente trabaje con productores de la manera en la que trabajo yo. Hay una búsqueda muy minuciosa y fina de cómo vamos elaborando las canciones y hay un ida y vuelta muy grande. Es difícil porque él está en Argentina, entonces es todo vía Internet. Por eso también llevó mucho tiempo construirlo y me tomé mi tiempo, nadie me corría. Ahora me doy cuenta de que lo que sí diseñamos para esta salida es una estrategia marcada para que sea mucho más efectivo el punch que le queríamos dar al proyecto.
¿Tocaste todos los instrumentos o contaste con músicos invitados?
Toqué la mayoría de los instrumentos. Trabajé mucho con Panky Malissia, que es un gran amigo y que grabó la batería de todo el disco, lo tenemos ahí como comodín siempre. Es un loco muy versátil, un músico con todas las letras, en su casa tiene un estudio y graba la batería y te entiende. Trabajamos con músicos amigos siempre.
Aparte colaboró un montón de gente en el disco. Claramente, Pablo me acompañó en todo el proceso. Y estuvieron desde Mariano Mellino, que es un músico de música electrónica argentino que es un crack, vino, me dio un montón de consejos y puso cuerdas y bajos en un tema. Estuvo Charly Palma que fue el primer tecladista de Boomerang, Gabriel Desanto gran músico y amigazo, Tomás Putruele, Francisco Cuello y el Flakito Funes. Hubo un montón de gente. De hecho, Mariana Gascue, que también toca la viola en Guachas, y es partner in crime y mamá de mis hijos, fue una pieza más que fundamental para que todo esto sea real.
¿Entonces CELP ya no es más un proyecto solista?
Es un proyecto solista que tiene un formato banda y que de a poco se está transformando en una banda y eso me encanta. Está mutando todo el tiempo y lo que tiene es que se adecua a los formatos. Lo que sí tuve muy claro desde un principio es que yo no quería ser Gonzalo Zipitría, me parecía que lo acota, que me limitaba. Como En Las Películas es un proyecto que puede ser yo, 10 o 20 más, Gustavo y yo. Capaz que en un momento hago algunas canciones bajo mi nombre, pero me parece mucho más rico que el proyecto que sea dinámico, que no tenga el peso de mi nombre.
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