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Música
Ni de acá ni de allá

Santiago Moraes: el tipo del río que quiere ser Dylan y le canta a su hogar uruguayo

El argentino, exintegrante de Los Espíritus, avanza en su carrera solista con “Hogar” y se acomoda cada vez más en Uruguay.

04.01.2023 12:53

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2023-01-04T12:53:00-03:00
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Por Agustina Lombardi

Primero sonó la armónica, un soplido suelto que se elevó por sobre las conversaciones entremezcladas de las personas que esperaban al músico y les avisó que se torcieran a verlo. Eran varias mesas dispersas dentro de un bar de madera que mira al mar en la costa de Maldonado. Segundo sonó la guitarra, que repitió el punteo varias veces y le dio entrada a la voz de Santiago Moraes. Y avanzó hasta cantar: “Soy del río”. El azul, el marrón, el verde, el gris, el grande, como dice su canción que funciona como eufemismo para referirse al Río de la Plata, el que divide —o une— a Argentina y Uruguay, y le devuelve la identidad a Moraes. 

—“Soy del río” habla de eso, justamente, de que no me siento de ninguno de los dos lugares. —Desde que en 2020 lanzó el sencillo junto con su banda Transeúntes, pasaron dos años, una gira veraniega por Uruguay que le hizo quedarse más de lo previsto y un disco nuevo que grabó entre los dos países y se llama Hogar

Son épocas de la dictadura uruguaya y la familia Moraes, cañera de Bella Unión, atraviesa el país de norte a sur para exiliarse en la costa de Canelones, en Salinas. Alquilan una casa y comienzan a conocer a la familia que vive enfrente. De esa vecindad surgiría una nueva relación de la que viene Moraes, de “materia prima uruguaya, manufacturado en Argentina”. A su madre la llevan presa y, luego, parte hacia el país vecino: “Creo que se pusieron de novios por carta”. En algún momento su padre se toma el barco “para concretar” y la pareja ya no vuelve a Uruguay. Entonces Moraes crece en Buenos Aires y surgen Los Espíritus, la banda que lo paró sobre escenarios gigantes, que lo enfrentó a festivales con muchísima gente y lo llevó de gira por Latinoamérica. Pero después se desprende, y pasa a tocar sus propias canciones él solo —con su armónica, su guitarra y su pandereta—, en bares de la costa uruguaya. Así giró un tiempo, algunas veces acompañado de otros músicos que conoció en su recorrido por la costa uruguaya.

Solo o acompañado, Moraes dice que “tocaría todos los días”:

—No sé qué hacer… si no hago eso capaz tomo whisky, al pedo. Me da mucha ansiedad. Hacer algo te saca la ansiedad. A mí me gusta tocar; si no lo hago, me pongo triste. 

Solo o acompañado, cuando le canta al público, cierra los ojos y se sumerge en los universos que narra en cada una de sus canciones.

Antes de seguir, anuncia el próximo tema: “Al gordo Carcamo le gustaba hacer la plancha”. Y comienza el ensueño de “Carcamo”: la historia de un hombre a los pies de un río. Lee, flota panza arriba, anda en bicicleta. El linyera de la plaza es otro. El personaje de esa canción viene de Buenos Aires: “En una placita de cemento, debajo de un árbol, duerme este muchacho”, un tipo que Moraes observaba a la vuelta de su casa, cuando vivía con su madre en el barrio La Paternal. Esa canción, que escribió en 2011 y ahora resurge en Hogar, podría resumir la forma compositiva del músico:

—Lo que a mí me interesa es hacer retratos o croquis de las cosas que veo. —Antes de hacer música, Moraes dibujaba, cuenta—: Empecé con la expresión humana. Nunca inventé nada, no soy de esa clase de dibujante. Dibujo lo que veo, y con las canciones es lo mismo. 

Son fragmentos de la vida de personajes con los que se cruza, son imágenes de un momento determinado o crónicas de un acontecimiento. Relatos verosímiles con un sonido que reúne varias tradiciones musicales que pasaron por el río: milonga, candombe, blues, folk, rock. 

—Bob Dylan es algo patente en tu música.

—Sí, quiero ser él. Nunca en la vida escuché música actual. Vine acá caminando escuchando Bob Dylan. No estoy muy actualizado. —Lo que admira de él es la capacidad de crear un “universo personal”, lo mismo observa en Marilina Bertoldi si tuviese que referirse al presente.

El interín es cotidiano; personas que se paran y se sientan, entran y salen, cigarros, y cervezas. “Hogar” es la última canción que Moraes propone tocar para los que se reunieron una noche fresca de verano en una esquina oscura frente al mar. Una canción “para Salinas”. 

—Yo no existiría si no fuera por esas casualidades —dice respecto a la historia de sus padres. Aunque, para él, “hogar” es también un “lugar emocional”. —Viste cuando entrás a la casa de tu abuela… hay un olor ahí, un determinado clima, una temperatura en esa casa. Son sensaciones abstractas pero que te llevan a un lugar donde te sentís vos. 

Fue la última que propuso, pero los que se reunieron a escucharlo en la luz tenue, entre las velas del bar de madera, le pidieron un par más.

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La entrevista de esta nota fue realizada en Beatniks, la metamorfosis radial de LatidoBEAT. 

Por Agustina Lombardi