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Contenido creado por Agustina Lombardi
Cine
Retratar la realidad

Uruguay for export: la joven uruguaya que se ganó un viaje a Cannes con su cortometraje

Siete cortos de directores nacionales compitieron en el JIIFF y la ganadora, Mariana Castiñeiras, se llevó el premio con su documental.

07.03.2023 12:12

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2023-03-07T12:12:00-03:00
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Por Nicolás Medina
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Muchas veces menospreciados, otras pasados por alto por sus esquemas “mínimos” con relación a las megaproducciones que acostumbramos a ver, o simplemente encasillados como “largometrajes comprimidos”, los cortos pasan por procesos creativos tan complejos como cualquier otro formato de película (si hablamos de formato en cuestión de duración). Y, al final del día, es importante entender que un cortometraje es una película.

Como cualquier película, sus contenidos, formas, personajes y creadores son variados, únicos, y en el caso de Uruguay, una de las mayores expresiones culturales que tiene el audiovisual nacional.

Dentro de los espacios culturales y festivales que les dan la oportunidad a realizadores de cortometrajes de exhibir sus trabajos a cantidades de espectadores, y además competir por un premio importante, está la competencia del JIIFF (José Ignacio International Film Festival). La que es, en palabras del festival con sede en Jose Ignacio, “organizada en alianza con Fundación Diciembre y está destinada exclusivamente a producciones y coproducciones uruguayas que sirvan como ventana para conocer a los nuevos nombres de nuestro cine, profesionales que pisan fuerte tanto en realización como en producción”.

Y como era de esperarse, para lo que fue la edición 2023 del JIIFF, este se esmeró en presentar una selección de siete piezas nacionales variadas, cuyas concepciones acerca de lo que es el cine son tan diversas como las historias que cuentan. Pero si había algo que los unía era que todos competían por un mismo premio: un viaje al Festival de Cannes de este año. Un galardón que se terminó llevando Mariana Castiñeiras con su proyecto Exoesqueletos.

Se trata de una película gigante, en contraposición no solo con su breve duración sino también con los pequeños insectos que estudia Sandor, el protagonista de este documental, que es retratado mientras busca explorar el hobby y, hasta quizá obsesión, de este neurólogo por los escarabajos. Pero lo que hace que brille y se haya llevado el premio al mejor cortometraje por parte del jurado del Festival es que la persona que le dio vida a todo esto sufre una terrible fobia por los insectos. La directora termina por hacer un retrato de ella misma a través del documental, que por momentos llega a lo ensayístico. Todo está narrado con humor y un poco de tragedia.

Desde LatidoBEAT entrevistamos a Mariana Castiñeiras sobre qué significa viajar al Festival de Cannes y cómo fue el proceso de filmación y producción del corto.

En primer lugar, ¿podrías contarnos un poco de tu vida?

Crecí en Ciudad de la Costa, tengo 30 años, trabajé como periodista en Uruguay y, en 2019, me fui a estudiar dirección de documentales a Lisboa, Budapest y Bruselas con un programa que se llama Doc Nomads. De momento vivo en Londres y trabajo para BBC Mundo.

¿Cuándo y dónde surge la idea o el disparador de Exoesqueletos?

Había hecho mi ensayo final del máster sobre formas del realismo mágico en el cine documental. Estaba buscando magia. Y había escuchado que en Hungría hay dos semanas en las que las luciérnagas se reproducen y que la escena es bellísima. Entonces, pensándolo como un gran escenario para una historia, contacté a la Sociedad Entomológica. Y así conocí a Sandor. Y por otro, estaba mi miedo, que es a cualquier tipo de forma de vida que te pueda picar o convertirse en parásito de forma que solo a vos te daña y nadie más lo percibe. Es algo que me ha pasado varias veces, incluso cuando era niña, y siempre termina poniéndome en situaciones delirantes. Siempre había tenido ganas de hacer algo al respecto, con humor, sabiendo que también es un poco ridículo, pero como desmenuzarlo a ver si por lo menos podía reírme.

Tu corto fue el único documental de toda la selección del JIIFF. ¿Elegís el documental antes de la ficción (si es así, ¿por qué?), o simplemente fue algo que se dio?

Para mí no hay tal dicotomía. Cuanto más difícil es definir si algo es documental o ficción, más me interesa. Quizás es algo que viene de mi familia. Me contaban muchas historias y casi siempre eran como adaptaciones caseras de cosas que les habían pasado a ellos, pero con licencias creativas. Calculo que eso tendrá que ver.

El proyecto es, en parte, un retrato de Sandor, pero también un ensayo, o cuando menos un ensayo doble que te incluye. ¿Esto es algo que buscaste o que se dio en el proceso?

Se dio en el proceso. Al principio quería hacer un documental sin diálogo en el que imagen y sonido construyeran la historia sin recurrir a la palabra. Me inspiraba en el cuento de Julio Cortázar “Axolotl”, en el que un tipo termina convirtiéndose en el objeto de su obsesión. No sé si quería que Sandor se convirtiera en bicho, pero quería jugar con eso, quería darle forma a la fascinación que él tiene. El tema es que armé toda una estructura de rodaje y cuando salí a filmar empezaron a pasar otras cosas. Fue una especie de fracaso que se reconvirtió en la edición. Creo que la primera idea era mucho más solemne y que le faltaba algo más honesto, más fiel a mis formas, a las de Sandor y a cierto humor absurdo que se me presenta todo el tiempo.

Exoesqueletos, dirigida por  Mariana Castiñeiras

Exoesqueletos, dirigida por Mariana Castiñeiras

¿Cuáles fueron las mayores dificultades a las que te enfrentaste al hacer el corto durante los procesos de preproducción y rodaje?

Ir a rodar y que todo fuera distinto a lo que imaginaba o preveía; y eso que salí varias veces antes de empezar a filmar. Al principio lo sentí como un fracaso, pero después entendí que me estaba abriendo otras puertas. Me gusta encontrarles sentido a las derrotas, supongo que así es como se crece.

¿Cómo fue el proceso de edición y selección de material? ¿Hay algo que quieras contar que sentís que hayas dejado afuera en el montaje?

La idea del rodaje, especialmente al final, había sido de provocar ciertas situaciones y seguirlas hasta el final. En un momento me pasaba que salía a filmar y le contaba a la gente lo que me había pasado y notaba cierto entusiasmo. Pero acto seguido me decían: “¿Y cómo lo vas a contar?”. Y no tenía idea. Entonces editar fue casi como reescribir. Me gusta esa metodología de trabajo porque hace que nada esté escrito en piedra y te obliga a estar siempre despierta, como un juego.

Exoesqueletos, dirigida por  Mariana Castiñeiras

Exoesqueletos, dirigida por Mariana Castiñeiras

El proyecto es súper íntimo, ¿contaste con algún tipo de apoyo al momento de rodar o fueron siempre vos y Sandor?

La cinematógrafa Lamis Al Mohamad estuvo conmigo en la primera fase del proyecto, me acompañó en la previa e incluso vino a filmar un día al bosque, pero no entrábamos todos en el auto de Sandor, así que decidí hacerlo sola. Tuve más ayuda en el post que durante el rodaje. La música inspirada en sonidos de insectos, por ejemplo, la compuso mi amigo, también director, Nicolas Bouchez. Los foleys los hizo el sonidista Mazin Helal. Cuando se hacen trabajos así se vuelven proyectos comunitarios en que cada persona aporta lo suyo y eso es lo que me encanta.

Exoesqueletos, dirigida por  Mariana Castiñeiras

Exoesqueletos, dirigida por Mariana Castiñeiras

Exoesqueletos te hizo ganadora de un viaje a Cannes en el JIIFF. ¿Te lo esperabas? ¿Cómo te sentís con eso? ¿Con qué esperas encontrarte en el Festival de Cannes?

Pensaba que no lo iban a elegir porque era un documental, porque estaba filmado en el exterior y en una escuela extranjera. Así que fue una gran sorpresa. Y sobre el viaje no tengo muchos detalles aún, estoy esperando a que me cuenten más.

¿Ya tenés algún otro proyecto planeado, en desarrollo o pronto para estrenarse?

Está por salir un retrato documental que hicimos en BBC Mundo con el rapero y escritor Matías Fernández en Buenos Aires. Filmamos en julio y ya estamos terminando el post. Y después tengo otro proyecto personal que tiene que ver con meteoritos, pero está en desarrollo, así que por ahora solo eso.

***

Te dejamos un recopilado y un breve resumen de lo que fueron los otros seis cortos que participaron del festival en el balneario esteño.

Terapia de Pareja, de Joaquín Bravo

Exhibido en la Bajada de los Pescadores previo a la función de Triangle of sadness, el corto fue programado acertadamente en conjunto con el largometraje de Ruben Östlund, ya que, en ambos casos, el humor es el principal objetivo. Este fue presentado por su director como un capítulo de una serie web a estrenarse próximamente. La idea del corto es muy ocurrente, abriendo el relato con un giro de tuerca que da lugar a lo más divertido de todo: una pareja utiliza los autitos chocadores del Parque Rodó para hacer catarsis, el uno con el otro, acerca de los temas más banales pero también más recurrentes en los conflictos relacionados a la convivencia, proponiendo una puesta en escena que por momentos parece inspirada en Edgar Wright por intentar crear una comedia visual que llenó la playa de Jose Ignacio de risas.

Alex, de Pablo Schulkin

Lucas Barreiro le da vida a Alex, un tipo obsesionado con el sexo, pasando por su crisis de los 40, donde ya no importa su familia, su pareja o sus hijos. Mientras se entrega por completo a sus deseos más terrenales y efímeros como si no hubiera un mañana al que tener que responder, su director, Pablo Schulkin, nos hace adentrarnos desde un punto de vista construido especialmente para ser cómplices de sus acciones, que se acercan a temáticas actuales como la masculinidad tóxica o frágil en busca de constante aprobación por sus pares. Sin victimizar a Alex, el cortometraje dejó a los espectadores tensos respecto a si el personaje saldrá impune de sus acciones una vez que el relato termine.

Nélida, de Celeste Lois & Marina Artigas

Protagonizado por Mirella Pascual, Nélida y sus directoras se llevaron el premio del público de la competencia de cortometrajes del JIIFF, un reconocimiento más que merecido. El Pavilion VIK, auditorio que agotó ambas funciones, se vio conmovido por la historia de Nélida, una mujer mayor encerrada en su apartamento —hay varias referencias a la pandemia—, que es contactada por un programa de radio, donde un vecino intenta confesarle su amor y pedirle una oportunidad a esta mujer fría que parece estar negada al flechazo de Cupido. Pero lo que comienza como una historia tierna y divertida, termina por plantear un fuerte subtexto —a interpretación del espectador—, acerca de la salud mental y puntualmente sobre cómo el encierro la afecta. Esto hace que Nélida haya sido un muy buen preámbulo para el largometraje Corsage acerca de Sisi, la emperatriz.

El visitante, de Lucía Nieto Salazar

El corto sigue los códigos más clásicos y funcionales del suspenso, dándonos constantemente, no solo a través de grandes actuaciones, sino del lugar en que se pone a los espectadores para generar en ellos una tensión que los lleva casi de manera inmersiva a escenarios y situaciones para nada cómodas. Es así como durante el filme seguiremos a Helena, una casera solitaria que recibe una visita que parece tener intenciones, cuando menos, dudosas. Pero como buena historia de suspense, será conforme entendamos lo inoportuno de la visita que llegaremos al clímax en cuestión de incertidumbre acerca de qué sucederá con sus personajes.

Noches de Abril, de Gonzalo Pintado

Exhibido junto con El Visitante, el corto de Gonzalo Pintado encuentra su historia en lo que, justamente, parece ser un encuentro casual por las calles de Pando. De una forma mínima, pero muy entrañable, el relato nos va acercando cada vez más a la realidad del vínculo entre sus protagonistas y sus intenciones de cara al encuentro. Una de esas historias que, con algún que otro giro inesperado, es capaz de interpelar a una gran cantidad de espectadores al evocar recuerdos, emociones o situaciones vividas, independientemente de su final.

Los nuevos románticos, de Santiago Banchero

Esta película de Banchero juega entre la ficción y el documental, e incluso con el videoclip y todo con una estética punk muy marcada en la puesta en escena, la fotografía y el montaje. Algo de esperarse dado que su protagonista es Fermín Solana, vocalista de la banda Hablan por la Espalda. En este híbrido de formatos y géneros, el caos del archivo y de registros variados, Banchero nos lleva por un viaje casi onírico, no precisamente sobre la vida de Solana, sino sobre la esencia y, por qué no, el corazón de una generación pocas veces retratada en el cine nacional.

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Nuevamente el JIIFF funciona como una afirmación que contrarresta ese comentario popular de aquellos que dicen que en Uruguay “las películas son todas iguales”. Demuestra que este pequeño país todavía tiene grandes talentos por ser descubiertos, aparte de historias que se pueden encontrar en los lugares más comunes, como pueden ser un apartamento o una casa, en la psiquis de un músico que explora su pasado, o un bosque lleno de escarabajos por las noches.

Por Nicolás Medina
nicomedav


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