Por Valentina Temesio
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Un día María Arrillaga estaba en la casa que su familia tiene en Las Toscas, por la que pasaron “muchas generaciones”. Se había encerrado a editar su primera película, y de repente entró un colibrí. Ya había pasado alguna vez que al dejar la puerta abierta entrara algún pájaro. Pero “nunca un colibrí”. No había forma de sacar al animal. Por un momento, por segundos, lo tuvo entre sus manos.
Ida Vitale, la protagonista de su ópera prima, escribe en “Colibrí” sobre sentir cómo late el mundo. Para Arrillaga, “sería tener un colibrí entre las manos”.
La resolana que vibra,
un breve sol en el seto,
un ts ts que al aire libra
su peligro secreto
y ya la flor disminuye
ante el prodigio de pluma
que surge y deslumbra y huye
y sólo alcanzo por suma
terca de años, en que presa
del hechizo, sigo en vano
la milagrosa destreza
que lo suspenda en mi mano
y entonces por un segundo
sentir cómo late el mundo.
Y, entonces, también, el azar.
IDA VITALE - trailer from María Arrillaga on Vimeo.
Esta historia surgió antes de que Arrillaga naciera. El mismo año en que sus abuelos María Inés Silva Vila y Carlos Maggi se casaron, también lo hicieron Ida Vitale y su primer esposo, Ángel Rama. Ninguno de los matrimonios tenía dinero para alquilar una casa propia, entonces se fueron a convivir. Cada uno tenía su dormitorio y un escritorio. Maggi y Rama pensaban que sus esposas no se iban a llevar bien, pero dice Arrillaga que “se llevaron divino”. En esa casa nació su madre, Ana María, y también Amparo, la primera hija de Vitale.
Pasaron cafés, conversaciones críticas, exilios, amores, nacimientos, muertes. Cuando Maggi falleció, en 2015, Vitale era para la familia Maggi “el único hilo” con la Generación del 45, de la que ambos fueron parte. Un año después, en 2016, murió Enrique Fierro, el poeta y segundo esposo de Vitale. Después, ella volvió a Uruguay —desde Austin, Estados Unidos— por segunda vez.
La directora de cine no recuerda la primera vez que vio a la escritora. “Hay una frase de ella que dice que es muy difícil recordar cuando ves a alguien por primera vez, porque hay algo de familiaridad en la memoria, que queda y no es fácil identificar. Menos cuando es alguien que estuvo presente toda la vida”.
Aunque, en su recuerdo aparecen imágenes de Ida y Enrique: “Estaban siempre juntos, en la casa de mis abuelos se los nombraba de a dos. Era una pareja divertida, muy curiosa, muy interesada”.
Antes de haber sostenido un colibrí con las manos, Arrillaga fue a almorzar a lo de su madre, donde también estaba Vitale. Ese día vio a la poeta con otros ojos. Observó cómo miraba la biblioteca, las teclas del piano, las plantitas. “De repente, nos hizo entrar a todos en su mirada, empezamos a mirar con ella, y el tiempo cambiaba”, recuerda.
Cuando se iba, le dijo a Vitale: “Vamos a hacer una película juntas”. Ella le contestó que no. “¿Qué vas a filmar de mí?”, preguntó.
Esos encuentros continuaron, y a los meses llegó la noticia del Premio Cervantes. En ese entonces, en 2019, Ida se convertiría en la segunda uruguaya en obtenerlo —el primero fue Juan Carlos Onetti—. Tres años después, le llegaría a Cristina Peri Rossi.
A Arrillaga aún le resonaba la idea de una película. Se sumergió en la obra literaria de Vitale. Se le había plantado la idea de que “no era real ni viable”, pero igual llamó a Amparo. Ella le dijo que quedaba un pasaje disponible, y la invitó a acompañarlas a ella y a su madre a España.
Tiempo después, la cineasta visitó la casa de la poeta. Llevó su cámara, a la que le había adaptado un lente antiguo, que era de una cámara de su padre. “Está teñido con los años, tiene errores, pero la primera vez que la filmé fue así. Aunque a veces la luz pueda contaminar, la película no funciona con otro”. La paleta de Ida Vitale es suave: es de los colores de la sensibilidad. Ida Vitale está definida por el azar.
Las historias pueden contarse en distintos formatos: con palabras, audios, video, sonidos, música, dibujos. Pero hay algo del audiovisual, “la posibilidad de los múltiples lenguajes”, de mirar entre el movimiento. Para la cineasta, Ida Vitale es “otra forma de ver a Ida caminar por el mundo; es esta realidad y es otra; la del mundo de las palabras, [en el que la autora] va descubriendo y va mostrando algo que no habías visto antes de que ella lo señalara y lo nombrara en palabras”.
La vio mirar y se hipnotizó: cada vez le daban más ganas de verla, de capturarla y “poder transmitir eso fascinante que tiene a otras miradas”. Por eso, para Arrillaga, este retrato solo podía lograrse a través del cine. Por eso, también, la voz que prima es la de la poeta. Ella cuenta su propia historia.
En ese proceso —en el que se embarcaron los técnicos Inés Vázquez, Sylvia Meyer, Daniel Yafalián, Martín Batallés y Gabriela Costoya— se encontró con un cuento de su abuela. “Dice algo así como: ‘Ida es la única persona que conozco que se sorprende de que son las cinco de la tarde cuando tiene el reloj puesto’. Desde los 20 años vive así, en esa dimensión de sus intereses. De un presente, no es que esté fuera del mundo tampoco, porque, de alguna forma, es una presencia pura, de descubrimiento, de estar en conexión, pero desde su tiempo. También su sentido del humor, porque no hay nada solemne en ella; es muy fresca, vital. Esa combinación la hace hipnótica”, dice la directora.
Ida Vitale transita entre cajas, cartas, papeles, libros; Colombia, España, Uruguay; el mar, el día, la noche; animales, música, arte; la vida y su simpleza. “Fue muy difícil ponerle otro nombre que Ida Vitale. Por su vitalidad, e Ida por este mundo propio, de asombro, de curiosidad”.
Para Arrillaga, por un lado, está el personaje público: el que se conocen los datos, los libros, los nombres. Pero también está la otra parte, la de la sensibilidad. La película busca acercar a “una poeta increíble” al resto de las personas: su forma de “poetizar la realidad”, de “poner en palabras y alumbrar los detalles” que no siempre se ven. Ida Vitale es “una forma poética de vivir”.
***
Ida Vitale tuvo su preestreno en 2022, en el marco de DocMontevideo, en el Teatro Solís. Viajó por España y América, y seguirá girando. A partir de este jueves 3 de agosto estrenará en los cines de Montevideo: Cinemateca, Life Alfabeta, en Sala B y en el Teatro Florencio Sánchez. A partir de setiembre llegará al interior del país.
Por Valentina Temesio
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