El director francés visitó Uruguay por el estreno de su última película y conversó con LatidoBEAT..
El director francés visitó Uruguay por el estreno de su última película y conversó con LatidoBEAT.
Se puede decir mucho de Teorema (1968), de Pier Paolo Pasolini, y de cómo le dejó una herencia importante a la nueva película del francés Alain Guiraudie. Es probable que lo principal sea la noción de que lo raro nunca es simplemente raro. Se cuela entre los pliegues de lo cotidiano, lo desajusta, lo desarma y deja ver lo que habitualmente se oculta.
Misericordia (2024), de Guiraudie, guarda una conexión clara con este mecanismo del "extraño". En esta obra, el director se adentra en un pueblito de provincias donde Jérémie, como el visitante foráneo de Teorema, es el catalizador de todos los deseos reprimidos, secretos inconfesables y pasiones mal contenidas de quienes habitan el pueblo.
Pero lo que a Pasolini le interesaba como una alegoría sobre la decadencia de la moral, Guiraudie lo convierte en un juego perturbador de desconfianzas, incomodidad y humor negro. Es una tragedia que se convierte en comedia, un retrato ácido de un microcosmos humano condenado a la repetición de sus propios vicios. Y en esta transformación, como en el clásico de Pasolini, lo más inquietante no es lo que el extraño revela, sino lo que los otros están dispuestos a revelar sobre sí mismos.
Alain Guiraudie, cineasta francés conocido por su capacidad para mezclar lo absurdo con lo trágico, tiene una carrera en la que el deseo, el sexo y la moral se presentan como sus temas recurrentes. Desde su aclamada Stranger by the Lake (2013), pasando por Nobody’s Hero (2022) hasta llegar a Misericordia, Guiraudie ha construido un universo donde lo inquietante, lo grotesco y lo cómico se entrelazan con una naturalidad un poco desconcertante.
En la película, Jérémie regresa a Saint-Martial, el pueblo donde vivió su niñez, para asistir al funeral de su antiguo jefe, el panadero local. La viuda, Martine, lo invita a quedarse en su casa y se instala en la habitación de su hijo Vincent, con quien mantiene una relación bastante tensa. La presencia de Jérémie desestabiliza la rutina del pueblo. Lo que comienza como un reencuentro con su pasado, se transforma en una serie de eventos cada vez más extraños y oscuros.
A medida que surgen secretos, tensiones sexuales y una misteriosa desaparición, las interacciones entre los habitantes del pueblo y el protagonista se vuelven más complejas. Lo que inicialmente parece una reflexión sobre la misericordia se convierte en una comedia negra cargada de críticas, o quizás reflexiones, acerca de la religión, el deseo y las mentiras. Termina por ser un thriller cómico que explora cómo lo más oscuro de la condición humana puede ocultarse bajo la superficie de lo cotidiano.
Recientemente, el director visitó Uruguay para acompañar el estreno de su película, en el marco del 43.° Festival Cinematográfico del Uruguay organizado por Cinemateca. Guiraudie habla español, pero antes de comenzar la entrevista expresó que prefería hablar en francés para una mayor soltura.
La película cuenta con una carga importantísima de construcción de personajes a nivel de libreto, ejecución actoral y puesta ante la cámara. Por otro lado, se sostiene mucho en la atmósfera que genera: “Yo siempre empiezo con el personaje. Después, la atmósfera viene y se va construyendo a medida que avanza la película, y va cambiando. Es una idea que vengo trabajando hace mucho tiempo, y aquí todavía quería hacerlo. Después, es un equilibrio sutil entre la comedia, la tragedia y la atmósfera que hay que moldear a lo largo de la película, junto a las tres etapas principales de guion, rodaje y montaje. Sobre todo en el montaje”, responde Guiraudie al preguntarle acerca de qué vino primero, si el personaje o la atmósfera.

Misericordia (2024), Alain Guiraudie
La película fue estrenada en la sección "Premières" del Festival de Cannes 2024, y fue votada como la mejor película del año por Cahiers du Cinéma. “Tengo una muy buena relación con las críticas. Pienso que yo aprendo mucho de mí mismo leyendo y observando a la crítica de cine. Por lo general está todo bien con la crítica, y por suerte han estado desde el principio para respaldarme”, comenta con humildad acerca de la distinción.
El primer contacto con Misericordia deja claro que estamos ante una película que juega con la desestabilización. El pueblo de Saint-Martial, tan pequeño que parece una extensión de sus propios personajes, se convierte en el escenario perfecto para una reflexión sobre la misericordia que rápidamente se torna en una sátira de las pasiones humanas. Y la misericordia, que le da título a la película, toma una forma ambigua; llena de juegos de poder, deseo y manipulación.
“El título se puede tomar en dos sentidos. Hay uno que es cómo el sacerdote lleva al límite esta idea de la misericordia, del perdón, de la comprensión extrema de los demás. Es un principio que realmente se lleva al límite en esta película. Después, hay un lado irónico. Porque esa misericordia no la otorga gratuitamente, sus principios morales están basados en sus deseos”, explica el francés.
En Misericordia, el deseo se presenta no como un acto en sí mismo, sino como una presencia latente que recorre todo el relato. En lugar de ser algo directamente expresado, el deseo en el pueblo de Saint-Martial se articula a través de la mirada y la sospecha. La tragedia se origina en el deseo oculto, en las intenciones no reveladas, en la constante incomodidad de los personajes, que se enfrentan a una falta de transparencia entre sí. Guiraudie, lejos de proponer una obra que simplemente se limite a un planteamiento de deseo y revelación, descompone esa estructura para que el "extraño" sea el mismo pueblo, con sus hipocresías y contradicciones.
El giro de Misericordia hacia el humor negro no es un escape fácil de la tensión. Se convierte en una herramienta para hacer aflorar las zonas más incómodas de la existencia humana: la incapacidad de ver al otro, de entenderlo, de comprender sus motivaciones y deseos más profundos. Este giro, lejos de despojar a la película de su profundidad, la eleva, creando una atmósfera donde la comedia se convierte en la máscara perfecta para un drama existencial que permanece latente bajo la superficie.

Misericordia (2024), Alain Guiraudie
A lo largo de la película, la mirada de los demás sobre Jérémie y la necesidad de encontrar respuestas en él es la verdadera tragedia que subyace a la comedia. Como en sus trabajos anteriores, Guiraudie coloca el deseo y la represión en el centro de su narración, pero aquí lo hace con un enfoque más dialéctico: ¿qué pasa cuando el deseo no es simplemente algo explícito, sino una construcción social, una necesidad implícita que se proyecta sobre el otro?
La película nos muestra a un Jérémie que, si bien es el foco de atracción, nunca se entrega completamente a los deseos ajenos, creando un contraste entre lo que los demás esperan de él y lo que él realmente es. En ese vacío de comprensión, la comedia surge como una forma de lidiar con la desconexión humana, mientras que la tragedia permanece en su forma más pura: el implacable juicio mutuo de unos sobre otros: “En todas mis películas tengo la impresión de que trabajo así. Hay una mezcla de cine negro, tragedia, comedia e incluso teatro de vodevil. Es algo que me interesa y estoy trabajando desde siempre”.
Al momento de transformar lo más incómodo en algo brillante, Guiraudie sigue siendo un muy buen ejecutor. “No tengo exactamente ganas de chocar o impresionar al espectador”, comenta al preguntarle cuáles son sus intenciones con el público.
“Es cierto que trabajo temas perversos o retorcidos, pero no es mi idea provocarlo. Sí me interesa cuestionar la moral que está vigente hoy en día”, agrega.
Y sobre la moral, justamente, la película dice mucho. No solo sobre la de sus personajes, sino de la propia moral que el espectador ejerce sobre los acontecimientos que se van dando en la obra: “Creo que la película retrata no solo la moral francesa, sino la occidental en general, y la cuestiona. Cuando vemos toda esta miseria a nuestro alrededor o todas estas muertes en las guerras, ¿parece justo condenar a un tipo a matar a otro? Y hay una pregunta que surge de todos modos: ¿es realmente útil pagar tu deuda con la sociedad? ¿Es realmente tan útil la cárcel? E incluso la vida sexual de los sacerdotes, que fue muy, muy oculta durante años, y todavía es reprimida al día de hoy. No creo que se vean muchos curas con erecciones en el cine occidental, como pasa en la película”, reflexiona en forma retórica.

Misericordia (2024), Alain Guiraudie
En la película, la mirada se convierte en un elemento esencial para la construcción narrativa y visual. Alain Guiraudie, al abordar el proceso de filmación, lo describe de manera muy precisa: escribe un guion y luego lo dirige. Poner a las personas alrededor de la mesa y organizarlas se hace sobre la marcha.
Y agrega: "Lo que me había propuesto para esta película era que cada vez que un personaje fuera filmado, se generara la idea de que estaba siendo observado por otro personaje".
Esta concepción de la filmación no es solo una declaración sobre la técnica, sino que también subraya el juego de percepciones que Guiraudie articula a lo largo de la película, donde la constante vigilancia se convierte en un elemento de desestabilización emocional.
El director, reconocido por su capacidad para mezclar lo absurdo con lo trágico, despliega aquí una de sus técnicas más efectivas: la observación constante. La cámara no solo documenta las interacciones entre los personajes, sino que crea una atmósfera en la que todo parece estar bajo el escrutinio de otro. Este principio se extiende más allá de la simple observación; se introduce la idea de que los personajes, a cada paso, están siendo vistos desde múltiples perspectivas, generando una sensación de incomodidad y paranoia. Guiraudie, de esta manera, no solo juega con la mirada de los personajes sobre sí mismos, sino con la mirada del espectador, convirtiendo a la audiencia en testigo de una trama cargada de tensiones ocultas.
El pueblo de Saint-Martial no solo es el fondo donde se desarrollan los acontecimientos, sino el catalizador mismo de la historia. Con una atmósfera que parece desafiar cualquier ancla temporal, el pueblo es a la vez moderno y antiguo, cercano y lejano, una construcción ambigua que refleja la complejidad de los deseos y los secretos que se manejan entre sus habitantes. Como señala Guiraudie, en una reflexión sobre la naturaleza de su ciudad cinematográfica: "Yo diría que más que anacrónica es atemporal. Es una ciudad que es al mismo tiempo moderna y antigua. No tengo ganas de montar algo en una época muy precisa, siempre trabajo así en mis películas. Lo que resulta totalmente anacrónico es ver al cura en sotana", comenta con humor.
La ambigüedad de Saint-Martial no solo tiene un peso simbólico, sino que se convierte en un punto de fricción constante. La interacción entre sus habitantes y su entorno resalta las contradicciones de la moral, el deseo y la represión. El pueblo no es un lugar fijo en el tiempo, sino una estructura que respira, se adapta y refleja las inquietudes de sus personajes, que a su vez se ven moldeados por él. La comedia, la tragedia, los deseos no expresados y las pasiones mal contenidas se entrelazan en una danza interminable. Su motor sigue siendo ese pueblo, que más que un simple decorado parece ser el verdadero centro de todo lo que ocurre.
Misericordia se estrenará próximamente en salas de cine nacionales luego de su pasaje por el Festival de Cinemateca, donde también recibió una mención por parte del jurado de la competencia internacional.
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