La escritora española conversó con LatidoBEAT sobre “Quedará el amor”, su última novela. .

La escritora española conversó con LatidoBEAT sobre “Quedará el amor”, su última novela.

“Por si un verano bastara” podría haber sido otro buen título para la nueva novela de Alice Kellen, Quedará el amor (Planeta), una historia contada a dos tiempos que une los acantilados de Cornualles de 1939 con un hospital de Edimburgo varias décadas después. En ella, el amor atraviesa la guerra, el silencio, la vejez y los olvidos. Y, permanece.

La autora de best sellers como El chico que dibujaba constelaciones (2018) y La teoría de los archipiélagos (2022) vuelve con una novela luminosa sobre la memoria, los amores imposibles y los lazos que perduran más allá del tiempo.

"Creo que todos, si estuviéramos en nuestro lecho de muerte, querríamos que lo que quedara fuera el amor", dice Kellen en entrevista con LatidoBEAT, donde habló de sus personajes, su forma de escribir y la construcción de vínculos reales y emocionales, dentro y fuera de la ficción.

La novela alterna la voz de Cedric Stone, un anciano en su lecho de muerte que vive un romance marcado por la Segunda Guerra Mundial, y la de Margot Abbot, una funcionaria del hospital donde está Cedric. "Son dos voces que no se parecen en nada. Me costaba más escribir los capítulos del pasado, porque eran más densos, menos dialogados, y requerían mucha más atención al detalle. Pero luego los del presente oxigenaban la historia, aportaban ritmo. Y las dos voces terminaban fluyendo", contó la escritora. 

Alice Kellen. Foto: Blanra

Alice Kellen. Foto: Blanra

A diferencia de otras novelas suyas, en las que el conflicto suele ser interno, aquí hay un elemento externo determinante: la guerra. Según Kellen, le gustaba que ese "contexto duro" también fuera el conflicto de la historia de amor del pasado: "Quise explorar cómo un amor se trunca no por decisiones personales, sino por el mundo que lo rodea".

Durante toda la novela se presentan distintos amores. Kellen reflexionó sobre los amores del pasado y los "casi algo" que se quedan congelados en la memoria: "Lo que no llega a desgastarse uno lo rellena con su propia narrativa. Lo que no fue, se idealiza. No puedes comparar un amor platónico con uno real. El primero no ha sido expuesto a la monotonía ni al desgaste".

Sin embargo, la autora no romantiza el amor sin más: "La parte idealizada solo funciona los primeros meses. Después hay que trabajar el vínculo. Todas las relaciones requieren esfuerzo: el amor, la amistad, la familia. Hay que interesarse por el otro y nutrir ese lazo. Y a veces, a pesar de eso, las conexiones se pierden igual".

Margot, Cedric, Jane, Graham... Todos en la novela respiran humanidad. "Quise que Margot fuera un faro. Muy luminosa, muy clara desde el principio. Y que Cedric, a pesar de sus sombras, no fuese odiado. No es un padre perfecto, pero hace lo que puede. Y eso genera empatía", explica.

La autora destaca también la red de afectos que rodea a los protagonistas: la amistad filial, los vínculos entre generaciones, los silencios compartidos. "No creo en las relaciones sin fisuras. Creo en los altibajos, en la gestión emocional, en la construcción de algo que se sostenga. La novela tiene mucho amor, pero no solo de pareja: también de familia, de amigos, de gente que se encuentra y se quiere".

El amor como única certeza

Para Kellen, el lector conecta con sus historias porque están habitadas por personas posibles. "No hay príncipes ni princesas. Hay gente que podría existir. Y eso hace que el lector piense: esto podría pasarme a mí".

"A veces me dicen que mis novelas son tristes. Y yo respondo: no son alegres, pero sí luminosas. Porque creo que belleza y dolor están muy cerca, casi entrelazados. Lo importante es que, al final, quede luz", finaliza.

El libro

planeta

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Un amor tan intenso y cálido como una tarde de verano

El sol baña los acantilados y las aguas turquesas del mar de Cornualles cuando Jane Bellamy y Cedric Stone se conocen en el verano de 1939. No están destinados a ser una ecuación perfecta, pero son jóvenes y el amor lo arrolla todo a su paso. Así que esta historia comienza como otras muchas: él y ella se enamoran. Hay primeras palabras, primeras miradas y primeros besos. Y luego la guerra, la nada. Solo oscuridad. Todo cambia.

Años más tarde, en un hospital de Edimburgo, Margot Abbot sostiene en la mano un anillo que pertenece al paciente que dormita en la cama, Cedric Stone. Ella todavía no lo sabe, pero está a punto de abrir un baúl de recuerdos y descubrir qué ocurrió tras aquellos luminosos días de estío que quedaron atrás.

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