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Contenido creado por Valentina Temesio
Cine
Once upon a time in José Ignacio

Michael Young, de la New York Film Academy: “No todo tiene que ser una película de Marvel”

El presidente de la institución neoyorquina visitó Uruguay y aprovechó para dar cátedra a los futuros productores de cine nacional.

16.02.2023 13:20

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2023-02-16T13:20:00-03:00
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Por Nicolás Medina
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Si hay una imagen que no se nos viene a la mente al hablar de cine, es ese cartel de Montevideo ubicado en la colina de Kibón y que cambia de colores de vez en cuando. Sin embargo, hay un lugar que se presenta en las retinas de quienes incluso nunca lo han visitado en persona cuando se trata de pensar en un lugar icónico para el séptimo arte. Aquellas letras blancas de más de 13 metros de altura ubicadas en el monte Lee en Los Ángeles, California, que han aparecido en tantas películas, series de televisión y, principalmente, en contenidos meta cinematográficos, donde el cine habla sobre sí mismo; se han vuelto la representación de lo que Hollywood y Estados Unidos son para el cine. Pareciera ser que es el lugar donde todo empieza y a donde todos quienes aspiren a una vida de película quieren llegar.

No es muy discutible. Desde tiempos inmemorables, ese cartel de más de 100 metros de largo y el país que lo luce con orgullo son considerados la meca del cine. Pero no todo se aprende en la innumerable cantidad de sets y estudios que comenzaron a asentarse en este valle californiano a principios del siglo XX. Múltiples escuelas de cine comenzaron a distribuirse a lo largo y ancho de Estados Unidos, y es así como, en 1992, al otro extremo de aquel letrero blanco, en la ciudad de Nueva York, se funda la New York Film Academy (NYFA). Escuela de cine y actuación de la que han salido talentos como Aubrey Plaza, Bill Hader o Paul Dano. Y hasta el basquetbolista Shaquille O’Neal entra en el extenso listado de alumni destacados que uno puede encontrarse al entrar al sitio web de la academia.

De la mano del José Ignacio International Film Festival (Jiiff) fueron varias figuras importantes las que aterrizaron en nuestro país, con el fin de participar en el sector de industria del festival llamado Working Jiiff. Entre los nombres destacados se encontraron Efe Cakarel, CEO de la plataforma MUBI, a quien LatidoBEAT entrevistó durante el festival; Gianluca Pignataro, jefe de marketing y ventas de Fandango; Lucero Garzón, fundadora de la compañía productora Luz Verde; Julie Esparbes, de la productora Hélicotronc; y quien vino ni más ni menos desde la cuna de la industria cinematográfica, directo a las playas del balneario arrinconado en las afueras de Maldonado, Michael J. Young, presidente y rector de la New York Film Academy.

Efe Cakarel y Michael Young en el José Ignacio Film Festival. Foto: cedida a LatidoBEAT

Efe Cakarel y Michael Young en el José Ignacio Film Festival. Foto: cedida a LatidoBEAT

En este caso, Young compartió una instancia a modo de masterclass con un grupo de jóvenes productores seleccionados por el Jiiff para formar parte de la llamada Generación J, que busca, a través de su sector de industria y la presencia de diferentes tutores —entre ellos este amigable estadounidense que no dudaba en referirse al grupo de jóvenes como generation jota, en un spanglish que terminaba con una sonrisa—, guiar, potenciar y premiar a estos productores emergentes del cine nacional. Luego de su instancia con la generación jota en la Posada Paradiso, LatidoBEAT entrevistó al presidente de la NYFA para hablar de su interés por visitar Uruguay, su visión del cine desde la perspectiva de la producción y la formación académica, y, precisamente, su trabajo con la generación jota.

¿Qué es lo que intentaste transmitirle a la generación J, a estos productores emergentes, a través de tu masterclass?

Quise expresarles que ellos son el futuro, o más bien, los nuevos productores, que son productores del futuro. Y que hay herramientas disponibles que a veces pueden ser intimidantes y deshumanizantes. Por ejemplo, si hablamos de análisis de datos y todo el lado de marketing de la producción, y también el tipo de enfoque en la monetización de IP (propiedad intelectual) en muchas plataformas diferentes. También quise expresarles que seguro conocen franquicias enormes como el universo Marvel, del que van a escuchar mucho por muchos años más, y no todo tiene que ser una película de Marvel. Puede ser que todo esto nuble lo que está en el corazón, ¿qué es y será un productor en el futuro?

¿Qué es y qué debería ser un productor en el futuro?

Es alguien que identifica una historia con la que conecta y en la que, si cree y por la que siente pasión suficiente, estará dispuesto a pasar años para desarrollar y así crear una película. Deberá ser capaz de reunir los recursos financieros y humanos para hacerla posible y, además, poder presentarla frente a una audiencia. Eso es lo que estarán haciendo. Muchos ya han comenzado a hacerlo. Hay algo simple allí, en el corazón de un productor. Los otros aspectos de esto deben verse como herramientas y oportunidades, formas para que ellos encuentren formas adicionales que ayuden a que sus historias sean vistas. Deben lograr aprovechar todas las ventajas tecnológicas, pero no dejarse llevar por ellas o que sean estas las que marquen el camino a seguir.

¿Podrías ejemplificar esto, quizás con alguna película de la selección del Festival?

Anoche vimos una película en el Festival que va a ser nominada a un Premio Óscar llamada Close, de Lukas Dhont. Una película de Bélgica que es una historia muy íntima sobre dos niños preadolescentes, todo sobre los momentos de intensidad de una relación. Hay una historia, hay drama, pero se observa muy de cerca. Y lo que pienso es que, si esa película buscara ser producida en base a algún tipo de análisis de datos dirigidos, o algoritmos, directamente no se haría. Lo mismo hubiera sucedido si no hubiera contado con un productor que simpatizara tanto con el director, que justamente resulta ser su hermano. Y tampoco podría haberse hecho bajo el esquema de producción comercial que se maneja hoy en día. Y es eso es lo que necesitamos en todas partes, productores cuya visión parta de ese lugar y no necesariamente de cálculos fríos y matemáticos. Y, eso, es algo que he visto aquí, creo que en esta región hay productores creativos que quieren trabajar y desarrollar conceptos latinoamericanos o contenido internacional, y que tienen la suerte de que cuentan con mucho apoyo para hacerlo, no solo hay dinero dispuesto a destinarse a este tipo de proyectos, sino también una audiencia interesada recibirlos.

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Podría decirse que fue suerte o coincidencia, o lo más probable es que Michael Young realmente sepa de lo que hablaba, puesto que días después de la entrevista, Close fue efectivamente nominada a un Premio Óscar como mejor película internacional. Y diciéndolo de otra manera, es cierto que es una película que podría perfectamente haberse tratado de una producción nacional: la historia es universal, contemporánea, entrañable y logra interpelar a una audiencia variada. Sin embargo, es una película independiente que fue hecha con un presupuesto reducido y que prioriza a lo largo de su metraje la forma para hacer que su contenido funcione de la mejor manera posible, con los pocos recursos que tiene en comparación a los blockbusters a los que estamos constantemente expuestos en circuitos de exhibición comercial y plataformas de streaming.

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¿Considerás que hay potencial para hacer películas como Close en este país? Es decir, ¿Uruguay cuenta con alguna ventaja para esto?

Hay muchas razones por las que Uruguay sea un gran lugar para esto. A menudo se habla de la estabilidad política, de la economía. Los recursos, el nivel de tecnología, el nivel de formación técnica y profesional a nivel local, el nivel de sostenibilidad, muchas de estas cosas en realidad existen en Uruguay. Hay proyectos que son parte del motivo por el que estoy interesado desde la New York Film Academy. Uno de estos es que nos hemos asociado con Punta Del Este Studios, que está desarrollando un gran plan que podría implicar un cambio de juego y de paradigma real para este tipo de producciones. Estamos hablando de un estudio de clase internacional, con contenido que se está desarrollando para fabricarlo aquí y exportarlo a todo el mundo. Así que creo que es un momento de flexión de oportunidades, eso es muy emocionante.

¿Y qué pasa con las historias detrás de estas películas? Es recurrente que muchas producciones nacionales sean, justamente, “demasiado uruguayas” o íntimas para visualizarlas como un contenido universal. ¿Creés que hay una necesidad de rever el tipo de historias que contamos desde Uruguay para el resto del mundo?

Cada país tiene historias que son muy específicas y personajes que provienen de la cultura propia. Pero que, si son bien trabajados, todo el mundo puede entender y comprender. Y, en ese caso, diría, y realmente creo, que tiene que haber más películas así. Supongo que no siento el problema de la localidad, sino quizás en el estilo de narración y una suerte de cultura de visionado. Este festival, por ejemplo, muestra un equilibrio entre películas “agradables para todos” y otras más “artísticas”. Pero creo que hay público para ambos tipos de películas. Tal vez esto sucede por el hecho de que hoy hay muchos más canales de distribución a raíz de las plataformas, lo que amplía la posibilidad de dar con una audiencia abierta a consumir este tipo de contenidos y lograr generar ingresos durante muchos años. Ese tipo de cambios en la concepción deberían darle un giro de tuerca a la forma en la que la gente ve pequeñas películas. Como dije antes, las películas de Marvel, que en cierto modo ahora dominan todo, provienen de un nicho de interés muy específico. Puede haber personajes e historias más populares que otros, pero la clave está en generar y detectar una base de fans que pueda crecer y que, si logras identificarte lo suficiente, puedas hacer una película realmente efectiva. Se puede partir de historias que todos conocen localmente, libros, programas de televisión.

¿Cómo pensás que ustedes, desde la NYFA, pueden apoyar este tipo de proyectos?

La New York Film Academy está interesada en apoyar desde el lado de la educación de diferentes maneras. El año pasado hicimos una capacitación con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo en asociación con Punta del Este Studios. También hemos tenido instancias como estas para conocer nuevos cineastas uruguayos. Conocí a muchos de los graduados de ese programa y algunos de ellos irán a EE. UU. para participar de programas becados. Eso mismo estamos haciendo en el Jiiff de este año: brindar becas a productores de la generación J para que participen de talleres con nosotros en la NYFA.

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Resulta imposible no pensar en todas las posibilidades que abriría el formar nuevos cineastas o productores en la meca de la industria del cine. Sin embargo, esto puede también generar ciertas confusiones que pueden no necesariamente colaborar, sino opacar las marcas autorales a nivel audiovisual con las que cuenta el cine nacional.

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Cuando hicieron su primera alianza con Uruguay muchos titulares decían cosas como: “Jóvenes uruguayos aprenderán a hacer películas como en Hollywood”, ¿no te parece que eso atenta o por lo menos limita el cine hecho en nuestro país?

Esa es una muy buena pregunta. Siempre he dicho esto, ya sea que estemos enseñando a productores, directores, escritores o actores, no les estamos dando el talento, la habilidad o el modo para producir la perseverancia, la energía, la capacidad. Me refiero a que los productores son los más importantes porque pueden conectarse con la gente y compartir su entusiasmo con la gente para que se unan. Eso viene de ellos. Entonces, lo que hacen con lo que les damos es realmente circunstancial y depende de ellos mismos y de la oportunidad aquí, pero sé que usarán las ideas del programa de producción para identificar productos de calidad. Bueno, calidad, historias, cómo pueden armar un proyecto, qué tienen que hacer para hacerlo, cómo pueden financiarlo, incluso entendiendo que el modelo es diferente aquí. Aunque también creo que pueden tomar y aplicar distintas ideas acerca de la distribución. Lograr conectar con personas internacionales, tanto de los EE. UU. como de todo el mundo. Pero, por otro lado, siempre le hemos dicho a la gente que no tienen que ir a la escuela de cine en absoluto. Lamento decir que no tienes que hacerlo, ya sea la New York Film Academy o cualquier otra.

Y, entonces, ¿por qué la gente va a escuelas de cine?

Hay muchas buenas razones, si una escuela puedes desarrollar tu voz para probar cosas; generar una red de colaboradores. Puedes ser capaz de cometer errores, aprender de estos y aplicarlos a lo siguiente. Eso es parte, para mí, del tipo de programa. Donde desde la primera semana estás en producción —estás todo el tiempo—, estás haciendo muchos proyectos, sabes que cada uno importa, pero tienes que hacerlo y decir: “Oh, la próxima vez probaré esto”. No se trata necesariamente de hacer una obra maestra. Creo que ese es realmente el laboratorio para entrenar y practicar, un lugar para desarrollar relaciones de crecimiento, comprender dónde están tus fortalezas y debilidades. Para mí, eso es para lo que es la escuela de cine. Mientras tanto, mira todo, aprende a qué respondes realmente, porque como productor como o como director eso es lo que necesitas entender para poder comprometerte y luego tratar de sacar un buen proyecto a la luz.

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Michael Young también habló de que se encuentra muy interesado en seguir generando alianzas con Uruguay, muchas a través de Punta del Este Studios, siempre aspirando a apoyar la educación audiovisual de un país que, de una manera un tanto trágica, logró entrar en el radar de las grandes productoras de cine, que encontraron en un Uruguay un espacio con profesionales capacitados, formados y comprometidos a trabajar como en las grandes industrias. Que, además, tienen mucho que aportar desde su impronta, su cultura y sus formas de trabajo. Algo que Young recalcó numerosas veces al hacer referencia a que las buenas historias, independientemente de dónde salgan, hoy tienen la posibilidad de llegar a audiencias masivas si son producidas desde el compromiso, la pasión y la capacidad de detectar el potencial en propuestas originales.

Por Nicolás Medina
nicomedav


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