Entre el glamour y lo excesivamente sobrepoblada que se ve la ciudad durante dos semanas, entre las estrellas caminando por la alfombra roja y los periodistas corriendo de una sala a la otra para ver todas las películas posibles, y entre los estrenos de los directores más relevantes de la industria del cine en el Grand Auditorium Louis Lumière y proyectos en desarrollo luchando por hacerse realidad en el subsuelo del Marché du film, el Festival de Cannes es tan grandilocuente y agotador como importante para la industria cinematográfica.

Año a año, representantes de todos los países del mundo (o al menos los interesados por capitalizar la producción audiovisual) viajan a la ciudad ubicada en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul para mostrarle a la prensa y a representantes de industrias de diferentes latitudes sus últimos proyectos, mientras negocian por otros venideros que podrían eventualmente ser exhibidos en ediciones futuras, o simplemente convertirse en películas tangibles y no permanecer en ideas.

La edición de este año del festival no fue la excepción a la regla, y aunque Uruguay no contaba con ninguna película —completamente— uruguaya en la prestigiosa selección oficial, buscó la manera de hacerse presente y dejar una marca indeleble en la ciudad francesa, jugando en distintos frentes que lograron no solo mantener su presencia, sino demostrar el potencial que nuestro país tiene en el mundo del séptimo arte.

En el pasado mayo, la Agencia del Cine y el Audiovisual de Uruguay (ACAU) buscó preparar una delegación variada de representantes de la industria audiovisual uruguaya en Cannes, fomentando la participación de productores con proyectos más o menos tangibles, mientras se aliaba con otros orientales que asistirían al festival por diferentes motivos. El resultado fue una representación uruguaya variada e integral que incluyó representantes de la agencia, referentes dentro del sector audiovisual nacional, directores y programadores de festivales de cine locales, periodistas, productores y realizadores. Por parte de la agencia, la delegación estuvo liderada por Facundo Ponce de León, presidente de la ACAU desde enero de este año, y gestionada por Marcio Migliorisi, encargado de internacionales de la agencia.

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En este panorama, uno de los mayores méritos de la ACAU fue buscar posicionar al país en la industria a través de acuerdos de coproducción con distintos países. Así, Uruguay se fue de Cannes habiendo establecido alianzas con diferentes países como España, Portugal, Italia y Bélgica, entre otros. A su vez, la agencia también generó acciones para fortalecer la futura participación de películas uruguayas en festivales de cine y mercados de reconocimiento internacional.

Y si hablamos de festivales de cine, es imposible no mencionar lo importante que resultó la participación del José Ignacio International Film Festival (Jiiff) para el posicionamiento de Uruguay y la promoción de las obras nacionales. El Jiiff, que viaja a Cannes cada año para preparar su próxima edición, desembarcó —literalmente— en la ciudad costera con un hermoso barco italiano, el Dionea, que se mantuvo amarrado al puerto durante casi todo el evento y funcionó como sede del festival de José Ignacio. Este estuvo a disposición de la delegación y de la ACAU para encuentros y reuniones, mientras organizaban diferentes eventos sociales que lograron llevar el gusto y la escancia de José Ignacio a Francia, en colaboración con los cocineros del parador La Huella y sus productos. En los eventos convocaron a cientos de invitados, entre ellos dirigentes de institutos de cine de todo el mundo, amigos del festival, productores, directores, actrices y actores de reconocimiento internacional, donde se destacaron las reiteradas visitas de Efe Cakarel, CEO de la plataforma MUBI, quien también estuvo acompañado por Amat Escalante, Juan García Treviño, Fernando Bonilla, Bárbara Mori y hasta la mismísima estrella española Ester Expósito, quienes se encontraban en Cannes para el estreno de la última película de Escalante, la mexicana Perdidos en la noche.

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“Para nosotros el Festival de Cannes es una instancia muy importante a la que acudimos año tras año para ver películas y encontrarnos con la industria. Esta edición fue muy particular por el impacto que logramos para nosotros y para todo Uruguay”, contó a LatidoBEAT Fiona Pittaluga, directora y programadora del Jiiff. “El barco fue una plataforma de visibilidad enorme, una oportunidad única ofrecida por nuestros Main Benefactors Maria & John Pfeffer. Fue un placer poder compartir con la delegación uruguaya y la ACAU, que realizó un trabajo increíble de posicionamiento y alianzas”.

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En representación del Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay (FCIU) y de Cinemateca Uruguaya estuvo presente Alejandra Trelles, directora del FCIU y coordinadora y programadora de Cinemateca, quien también asiste cada año a Cannes en búsqueda de obras contundentes que sacien las exigencias del público que asiste a la cinemateca desde hace más de 70 años. 

“Esta debería ser una tarea más persistente y activa, pero para eso se necesitaría sumar más personas, yo diría, incluso, tres o cuatro en representación de Cinemateca, alguien quizás aún más joven que no le importe dormir pocas horas ni que las reuniones de trabajo se produzcan tantas veces en fiestas”, dijo la directora a LatidoBEAT. Y agregó que aunque la presencia de Uruguay en Cannes se inauguró hace varios años, “esta es la primera ocasión que se está en este foco del cine mundial con la novedad de haber cambiado el instituto por una agencia. La delegación uruguaya fue más numerosa y se continuó la tarea de colocar a Uruguay en el mapa del cine mundial y como un lugar con condiciones ideales para la producción".  

El cine uruguayo que se viene

Y mientras algunos buscan películas, otros sueñan con hacer posibles las suyas. Así llegaron a Cannes productores y representantes de casas productoras con proyectos extremadamente variados y en diferentes etapas de producción. Cada uno con su estrategia, sus proyecciones y objetivos, pero unidos por el afán de poder, en un futuro no muy lejano, exhibir sus películas en la pantalla grande.

La directora argentina Abril Sanz formó parte de la delegación con su película en etapa de desarrollo Inxiliado, que será coproducida entre Murdoc Films (productora uruguaya a cargo de Pedro Lafferranderie, responsable de la serie Alí Sócrates) y Lumis Films (productora argentina a cargo de Martín Cairo). La ópera prima de Sanz trata sobre Jean, un varón trans uruguayo de 20 años que atraviesa la reciente muerte de su madre, instalado en Neuquén, y su relación con Lucía, a quien conoce durante este proceso y con quien intentará mejorar su relación consigo mismo y así superar el dolor.

El uruguayo Pablo Trobo, llevó al mercado del festival su proyecto El sueño del Pepe. Un proyecto que surgió mientras el director filmaba la campaña de Mujica allá por 2009. La película acompaña a José Mujica desde Uruguay a Estados Unidos y revela sus pensamientos y las experiencias personales que lo llevaron por su camino en la vida, convirtiéndolo en uno de los pensadores más influyentes en el mundo hoy en día. “El sueño de Pepe es una sociedad más justa y sin clases; el sueño de dejar un planeta mejor para las futuras generaciones. Sin embargo, el tiempo se agota y el tiempo no se puede recuperar…”. Mientras El sueño del Pepe, actualmente en postproducción, despertó mucho interés en agentes de venta y festivales de cine, Trobo también buscó apoyo para su proyecto Mediodía en Las Toscas, largometraje en desarrollo sobre un alcalde y un pubicista que viajarán por toda América viviendo diferentes peripecias con un solo objetivo: lograr que Woody Allen elija al balneario de Canelones para filmar su próxima película.

“El sueño del Pepe”, de Pablo Torbo. Foto: Tangerina Films

Leandro Barneche, director y productor, aportó cinco títulos al Marché du Film, todos a cargo de la productora uruguaya La Suma junto con Esteban Schroeder. Entre ellos se encuentran Pueblo chico, el segundo largometraje de stop-motion del director uruguayo Walter Tournier (Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe), coproducida con Brasil y España. Dos documentales: Luthiers, en formato de serie, dirigida por Barneche y coproducida con Francia sobre fabricantes de instrumentos que han trabajado con músicos célebres; y Misioneros de internet, un documental animado, también dirigido por Barneche, coproducido con Dinamarca y Charlotte Pedersen (quien ha trabajado con directores como Lars von Trier y Thomas Vinterberg). Y otros dos proyectos de ficción en desarrollo: Adicción, dirigido por Félix Pérez, y La lagartija, dirigido por Miguel Presno y escrito junto con Anthony Fletcher.    

“Pueblo chico”, de Walter Tournier. Foto: La Suma

Por su parte, Martin Cuinat (productor de las películas Mariposa y El perfecto David) fue a presentar Subtropical y templado, un largometraje de ficción en etapa de desarrollo, escrito y dirigido por Juan Pittaluga y producido por RMD Films (Uruguay) y Le Films du rat (Francia). La historia presenta a varios personajes: un chofer de taxi, el dueño de un hotel, una lavandera y un jardinero, y los ubica a pocas semanas del inicio de la temporada turística en la costa y plantea las siguientes interrogantes que parecen impulsar la película: ¿vale la pena conseguir lo necesario, aunque eso implique una condena moral? ¿Es mejor ser flexible y animarse o ser inquebrantable y resistir?    

Mientras tanto, la directora y guionista Bibiana Passadore integró la delegación con su película en desarrollo Mi pequeña liga de la justicia, producida por Natacha López. Con la frase “¿recuerdas cuando querías cambiar el mundo?” es que se presenta esta comedia dramática sobre Lucía, una niña de 10 años en Montevideo en 1983; junto con sus amigos, e inspirados por sus superhéroes favoritos, intentarán rescatar a su mejor amiga, a quien la familia se llevó bajo sospechosas circunstancias. El proyecto fue premiado por el Fondo de Fomento para Producción de Contenidos Audiovisuales de 2022, y también por el Programa Uruguay Audiovisual (PUA) para desarrollo, también en 2022.

“Mi pequeña liga de la justicia”, de Bibiana Passadore. Foto: Lavorágine Films

Todos estos prometedores proyectos, la mayoría de ellos en desarrollo, utilizaron el mercado del Festival de Cannes como una plataforma para la obtención de coproductores internacionales que los ayuden a continuar con sus procesos de producción, mientras dejaban a las películas en el radar de interés de agentes de venta, distribuidores y festivales que sin duda estarán atentos a los avances de cada uno de ellos.

Finalmente, la película brasileña Levante fue la única representación uruguaya en las pantallas de Cannes este año, producida también por Francia y Uruguay (Cimarrón Cine). Estrenada en la selección oficial de la Semaine de la Critique, Levante no pasó para nada desapercibida y terminó llevándose el premio de la crítica especializada (Fipresci) dentro de la Semana de la Crítica y la Quincena de Realizadores.

La película gira en torno a Sofía, una joven de 17 años que, en el auge de su prometedora carrera como jugadora de volleyball, debe enfrentarse a un embarazo no deseado en un Brasil que aún no ha despenalizado el aborto. Por su temática y cercanía geográfica, parte de la película transcurre en Uruguay, y cuenta con la participación de la actriz uruguaya Cristina Morán.

El jurado de Fipresci, galardonó la película y expresó: “Combinada con actuaciones cautivadoras, un montaje vibrante, música atractiva y una narrativa emocionante, esta película está dejando claro que el derecho al aborto es un derecho humano”.

“Levanté”, de Lillah Halla. Foto: cortesía del Festival de Cannes

Santiago López, productor y fundador de Cimarrón Cine, asistió al estreno de Levante y también al Marché du Film, algo ineludible teniendo en cuenta que Cimarrón lidera la industria audiovisual uruguaya y tiene un rol extremadamente importante, no solo para la producción interna, sino para los servicios de producción que Uruguay comenzó a brindar al exterior hace ya varios años.

“La verdad que la participación en Cannes de este año fue bastante particular, muy distinta a la de otros años, porque la posibilidad de, a través del Jiiff, tener un espacio de encuentro, ayudó y colaboró un montón a concretar determinadas reuniones y encuentros que quizás, de no tener este espacio, no se hubieran tenido, o que quizás en un mercado tan grande podrían haber terminado perdidas. Para mí, que el Jiiff haya hecho esa apuesta y además haya colaborado a que la agencia —ACAU— estuviera ubicada en ese lugar, fue un gran acierto”, cuenta López.

“Además, generar eventos como se generaron, donde se daban instancias de intercambio y a su vez permitía acercarse a gente muy relevante de la industria me parece muy importante para este tipo de mercados. De alguna manera hay señales positivas para una delegación. Yo las veces que fui siempre éramos pocos los uruguayos que íbamos al festival, la participación del Incau [Instituto Nacional del Cine y el Audiovisual, actualmente ACAU] en esos eventos era importante, pero costaba muchísimo tener espacios interesantes o de relevancia. Esta vez se generó una agenda muy completa para todos los productores, sobre todo para aquellos que quizás era la primera vez que iban al festival. También hubo una proactividad muy importante del equipo de internacionales de generar todos los días una agenda vasta de posibilidades para poder hacer networking, lo cual me parece que es muy necesario en un festival así. Para mí fue un muy buen Cannes, una experiencia muy buena y una alegría poder tener el soporte que tuvimos en esta edición porque fue realmente muy fructífera”, concluyó el productor uruguayo.

Parte de la delegación uruguaya en Cannes. Foto: cortesía José Ignacio International Film Festival