Una nueva semana en la que navegamos por la naturaleza multidisciplinaria de la cultura. Con un fin de semana en el que el Cosquín Rock llevó a cuestionar al rock como algo más que un género, pero también incluyó una nueva confirmación del peso que tiene Ruben Rada en la historia musical del país. Poetas que apoyan poetas. El culto a Dum Chica. La bestialidad de la naturaleza que aborda Jérémy Clapin en Meanwhile on Earth. 

Aristóteles hablaba de la catarsis como la facultad de la tragedia de redimir al espectador de sus bajas pasiones, al verlas suceder en personajes ficticios. Freud la definió como la sorpresa del comportamiento una vez que ocurrió. Un impulso. "La música es la única catarsis que tenemos. Lo demás es mierda", dijo Franco Varise, de Chillan Las Bestias, en entrevista con Latido BEAT. 

Hay algo de ese cúmulo de definiciones, entonces, que explica por qué semanalmente articulamos un paisaje sonoro. El nombre que le damos a acompañar las notas con canciones en nuestras historias de Instagram. Un impulso con la esperanza de que pueda comunicarnos algo más, algo que está escondido en nosotros. 

El primer día del Cosquín Rock: manos con gestos de rock para Rada, Juanse y La Mona

Para esta nueva edición, entonces, decidieron dar un salto de fe y dejar en claro cuál es el espíritu del festival: el rock se transformó en algo más que un género musical. En entrevista con Latido BEAT, José Palazzo, productor del evento, habló del concepto “actitud rock”. En la primera jornada del Cosquín Rock, un sábado de primavera a fines de abril, un abanico de géneros y artistas de diferentes generaciones se presentaron en los tres escenarios del predio. La velada fue coronada por la Mona Jiménez, emblema de la música tropical.  

Sonaron "Quién se tomó todo el vino" de La Mona Jiménez, "Buitres" de Buitres, "Dedos" de Totem Uruguay, "El Farolito" de Los Piojos y "La Nave" de Ratones Paranoicos.