César Troncoso, Camila Diamant y Emanuel Sobré hablan de su creación, que se reestrena en el Teatro Alianza este miércoles..
César Troncoso, Camila Diamant y Emanuel Sobré hablan de su creación, que se reestrena en el Teatro Alianza este miércoles.
El escenario del Teatro Alianza tiene dos sillas y una pequeña mesa a las cuatro de la tarde de un jueves. Y si bien la disposición de los muebles se asemeja a la de un rincón de cualquier bar, el resto solo engrandece la imagen de ese hogar de actores y de obras de renombre.
Los artefactos circundantes aún no tienen vida de ficción a esa hora, ese día. Sin embargo los creadores de la pieza Del otro lado del mundo, caminan por el lugar con la comodidad de quien sabe cómo producir esa magia, con solo unos pocos movimientos.
Las filas de butacas, impresionan. El actor César Troncoso, no deja pasar una sola instancia de asombro cerca suyo.
En una sintonía igual de natural que la de su colega más veterano, la pareja creativa que conforman Camila Damiant (co-protagonista y guionista de la obra) y Emanuel Sobré (-co guionista y director de la obra) transitan por el lugar como en su casa. También son pareja en lo que se conoce como vida real, y desde que se conocieron, a través del teatro, no pararon de hablar sobre esta materia, de ir a ver peliculas en sus primeras citas, y volver discutiendo sobre los personajes y las historias recién vistas.
“Todo el tiempo nos pasábamos así, y eso derivó en “Che ¿qué pasaría si en una historia, tal cosa? Las ideas estaban ahí en la vuelta”, recuerda Camila sobre los inicios de su relación.
“En este caso, esta historia me la vendieron como que la dramaturgia era tuya (de Camila) y vos la dirigías”, acota César, en broma, cuando, de alguna forma, después una llamada de teléfono, sus dos colegas más jóvenes lo citaron en un bar para contarle la idea de esta obra que vuelve a la cartelera montevideana.
“Cuando llegué al boliche estaban los dos y me dijeron que tenían una historia pero que todavía no estaba escrita”, rememora.
Emanuel le dijo que la obra se trataba sobre un tipo de 50 años “que es un escritor, un acamédico, en un paréntesis de su vida. Y se encuentra paralizado. Sufre de insomnio y concurre todo los días a un bar a tomar una a matar el tiempo y leer”.
“Ahí conoce a Luz, la moza del bar”, agrega Camila sobre su personaje: “Ella también tiene insomnio y pasa por un complejo momento de su vida. En ese encuentro, los dos van creando un vínculo medio ambiguo, mientras buscan palabras japonesas que no tienen traducción al español”.
Camila define a Luz como “muy impulsiva y práctica” y si algo decide spoilear es que en algún momento de la madrugada los personajes “encuentran puntos dónde conectarse y acompañarse. En los dos hay soledad, duelos, y ambos están necesitando de otra persona”.
Algo más de Luz de Camila: “Es una gurisa que tiene una vida muy complicada, y que trata de evadirse y de no conectar mucho con las cosas que le pasan, mientras busca experiencias efímeras y estar, como siempre, en la rosca”.
“No sé por qué confié” contestá César, sobre el momento en que decidió meterse en este proyecto. Había visto en escena a Emanuel y le parecía un buen actor. Otra vez se encontraron de casualidad y se fueron a “tomar una”.
Así nació una relación amable y de mutua admiración y mucho después Emanuel imaginó que para su nuevo cuento en mente -también el de Camila- la persona ideal César.
“Tal vez acepté porque estaba en un momento personal mío dispuesto a hacer algo así”, sigue pensando en voz alta, el célebre actor; “hay algo de intuición, también”, agrega y de alguna forma concluye y suma fundamentos a estas decisiones de apariencia casual: “La confianza es un asunto de piel; si nunca trabajás con gente muy diferente a vos, no tiene sentido Me interesa circular por todo el espectro teatral uruguayo, y laburar con tipos que se juegan hacer su primera obra. Hay una generación a la que no conozco. Yo tengo 60 pirulos, tomar riesgos en este tipo de actividades me gusta”.
César describe a Ernesto, su personaje, “como un veterano que en función de algo que le sucedió se recluye. Es un hombre solitario, dolido, por lo que recibió de los otros y por lo que él mismo generó, y que lo hace cargar con una culpa grande por alguna de las cosas que hizo y también, tiene una sensación de que estaba para más pero no lo consiguió”.

Foto: Javier Noceti
El bar como no espacio
Así se le ocurre imaginar a César el lugar de esta ficción, desde la perspectiva solitaria y perdida de Ernesto y también la suya: “el bar como no espacio”, o “una forma de hacer tiempo”, mientras resuelve sus cosas. “Es como un limbo, él (Ernesto) se toma un par de whiskys, y si bien no se reconcilia con la vida por lo menos le quita peso a su malestar”.
Emanuel es de la ciudad de Mercedes. Se crió al lado del Teatro Municipal de Mercedes: “En mi casa no tenía patio, entonces mi lugar de juego era el teatro. Eso se ve que en algún lugar quedó”, relata sobre su temprano vínculo con la actuación y sus hacedores.
Luego esa pulsión continuó, más allá de su primer hogar: “me interesan mucho los vínculos humanos. Las historias que más me gusta ver como espectador, y las que me gusta escribir son esas donde no hay demasiados sucesos pero se habla de la profundidad humana; eso puede ser algo tan simple como la distancia entre lo que uno sueña y lo que uno termina siendo, o cómo es posible que dos personas muy distintas logren conectar, siendo tan distintas; cómo se construye un vínculo, o se enciende”.
Los tres convencidos ensayaron en la casa de la pareja y a César lo convencieron con alfajores, junto con el café, y el guión, reescrito muchas veces.
Camila se sigue preguntando casi a diario por su oficio de actriz: “Es algo que siempre hablo en terapia”, confiesa. “Tengo un video de cuando yo tenía cuatro años en el que le digo a mi mamá 'Quiero ser actriz' . Además, siempre fui muy imaginativa”.

Foto: Javier Noceti
César dice haber llegado al teatro “por desolación”, y vuelve a pensar que tal vez, no sepa exactamente cómo fue qué pasó: “Yo era espectador de teatro y de cine. Y de repente me encontré que tenía los tiempos para poder tomar clases. Además, me había divorciado. Estaba en un punto de inflexión. Tenía 24, 25 años. Y bueno, ahí fue cuando entré a Teatro Uno que es de las mejores cosas que me pasó en la vida”.
Los tres están de acuerdo sobre el especial momento que vive el teatro uruguayo y lo fácil que resulta percibir la avidez de comunión y encuentro entre público y actores. “Hay algunas cosas que uno salió a recuperar para que no se perdieran”, reflexiona César, sobre este después de una pandemia que cambió las formas de habitar y vincularse.
Palabras japonesas que no tiene traducción al castellano; dos, o tres de ellas, se pueden empezar a descifrar en el afiche sobre los vidrios del teatro de la calle Paraguay.
"Luz se contiaga de ese hobby de Ernesto. Creo que a través de esas palabras, ellos están buscando expresar lo que le pasa. Es como la ilusión de encontrar un idioma donde se puede expresar lo indecible", concluye Camila.
Del otro lado del mundo. Funciones: miércoles y jueves 21:00 horas. Teatro Alianza (Paraguay 1217).
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